De paseo por el Poldjé de la Nava, una joya geológica en la Subbética Cordobesa

Caminamos por el Poljé de la Nava, una de las joyas geológicas de Andalucía que descubrimos en la Sierra de Cabra, en pleno corazón del Parque Natural de las Sierras Subbéticas. Una enorme llanura verde de cuatro kilómetros cuadrados rodeada de abruptas sierras calizas y atravesada por el Río Bailón, cuyas tierras se encharcan en invierno convirtiéndola estacionalmente en un humedal. Contemplando el Poljé de la Nava, donde pastan tranquilamente rebaños de ovejas, no nos damos cuenta de la historia que esconde. Fue el agua y el tiempo los que lo formaron. Sólo los afloramientos kársticos que asoman durante nuestra ruta de senderismo delatan la naturaleza del Poljé de la Nava, el cual además esconde secretos que apenas fueron descubiertos hace unos años y que les iremos desvelando.

Magníficos árboles centenarios en el Poldjé de la Nava

Pero el Poljé de la Nava no es la única joya del Geoparque de las Sierras Subbéticas. La roca caliza ha sido modelada durante miles de años por las aguas, lo que ha dado lugar a simas, dolinas, lapiaces, poljés, lanchares, manantiales y más de 800 cavidades. Esta magnífica diversidad del paisaje kárstico del geoparque constituye uno de sus principales valores, que se convierten en múltiples invitaciones al paseo y a la contemplación. Hoy descubriremos el Poljé de la Nava en una primavera en la que el Parque Natural de las Sierras Subbéticas nos muestran su cara más bella. ¡Acompáñennos en este paseo!.

La zigzageante carretera de subida al Poljé de la Nava

La zigzageante carretera de subida al Poljé de la Nava

Salimos en coche de Almedinilla hacia Priego de Córdoba, dos de los encantadores pueblos de la Subbética Cordobesa, para adentrarnos pocos kilómetros después por la carretera A-339 en pleno Parque Natural de las Sierras Subbéticas. En el camino disfrutamos de un paisaje de sierras calizas y campos de olivos, antes de llegar al Poljé de la Nava, uno de los muchos puntos de interés geológico del Parque Natural de las Sierras Subbéticas. 

El Poljé de la Nava se encuentra en el municipio de Cabra, a 900 metros de altitud. Por lo que tenemos que subir por una carretera zigzageante que sube a la Ermita de Cabra y al polje. Nos hipnotiza con sus curvas interminables, imponiéndonos un ritmo lento que ya marcará el tiempo de toda la ruta por el poldje. Aparcamos en un amplio aparcamiento donde ya hay algunos coches de senderistas más madrugadores que seguramente han ido a hacer la Ruta del Río Bailón – también comienza en este punto -. Por encima de nuestras cabezas está el Picacho de Cabra, el Balcón de Andalucía, al que iremos al final de la ruta por el Poljé de la Nava para contemplar la belleza geológica de las Sierras Subbéticas. Desde ahí veremos la carretera zigzagueante por la que suben excursionistas que, como nosotros, van a dar un paseo por el Poljé a última hora de la tarde, disfrutando de las mejores horas de luz y de menos calor en esta ya cálida primavera andaluza.

Un paseo por el paisaje kárstico del Poljé de la Nava

Las aguas del río Bailón y el Poljé de la Nava

Un amplio camino de tierra blanca serpentea por el paisaje del Poljé de la Nava, que se abre a nosotros invitándonos al paseo.  Las colinas que lo rodean están sembradas de encinas y quejigos con sus copas bajas y redondeadas. Un cartel anuncia el Sendero del Río Bailón y otro explica cómo se formó el Poljé de la Nava. A la derecha, enmarcadas por afloramientos rocosos calizos que nos recuerdan a los paisajes de Cantabria, las ruinas de una antigua construcción que, desde su decadencia y su misterio, nos anuncian el encanto de la ruta que comenzamos.

Habitantes del Poljé de la Nava

Una gran llanura cubierta de hierba verde – que en verano seguramente será dorada – se extiende ante nuestros ojos. Es el Poljé de la Nava (poljé significa campo), una gran depresión kárstica que se formó cuando el terreno se hundió por la disolución de las rocas calizas por el agua de la lluvia. Su fondo es plano y se inunda periódicamente en temporada de lluvias (abundantes en invierno) y, aunque no lo apreciemos ahora, veremos a lo largo del paseo que es como un humedal. De hecho, está incluido dentro del Inventario Español de las Zonas Húmedas. Esta zona llana y húmeda, sin árboles, se llama nava, y no está completamente cerrada, ya que la atraviesa estacionalmente el río Bailón, que la abre en un proceso de erosión remontante, drenando sus aguas. El suelo del poljé está compuesto de materiales arcillosos (terra rossa), impermeables, procedentes de la desclacificación de la roca caliza, que favorecen el encharcamiento. Estamos antes una tierra muy fértil, en la que viven a gusto rebaños de ovejas, cabras y caballos.

El Poljé de la Nava, en el Sendero del Río Bailón

El Sendero del río Bailón atraviesa el Poljé de la Nava

Una de las rutas más conocidas del Parque Natural de las Sierras Subbéticas es la que recorre otra joya geológica: el Cañón del Río Bailón. Se trata de un recorrido lineal de 11,8 kilómetros que comienza en la magnífica planicie kárstica del Poljé de la Nava y termina en el encantador pueblo de Zuheros. Sentimos tentación de hacer hoy la Ruta del Río Bailón, pero se necesitan al menos 5 horas sólo ida. Por lo que decidimos dejarlo para otra ocasión y disfrutar hoy únicamente de la belleza inusitada y silenciosa del Poljé de la Nava. Y es que hoy apenas hay paseantes, y compartimos esta joya geológica con algunos ciclistas que seguramente hagan el Sendero del Río Bailón, y con los habitantes del Poljé de la Nava, que ahora se los presentamos: unos rebaños de ovejas felices y dos de los árboles de Andalucía: quejigos y encinas, pero también arces, majuelos que ya nos oyen llegar…

Ruta por el Poljé de la Nava

Una majestuosa encina centenaria se alza con su magnífica copa a un lado del sendero. Nos mira como dándonos la bienvenida a este espacio natural de silencio, sólo roto por los cientos de pájaros de diferentes especies que cantan desde que la primavera nos recibió en Andalucía. La miramos admirados por su belleza imponente y aceptamos el convite para caminar por el silencio del sendero que discrurre junto al Poljé de la Nava. 

En seguida nos encontramos con los otros habitantes de esta grandiosa llanura kárstica: un rebaño de ovejas que pace tranquilamente entre rocas. A pesar de lo asustadizas que suelen ser, apenas nos miran y siguen comiendo con ganas las hierbas del Poljé. Algunas descansan y nos miran desde su cómoda postura; las crías son más curiosas, pero siguen también con lo suyo: embisten con fuerza las mamas de las madres. El podjé ofrece sus pastos que después aromatizarán agradablemente los famosos quesos de la Subbética. 

Ovejas felices en el Poljé de la Nava
Algunas ovejas tienen más sueño…

Volviendo al camino intentamos no pisar diminutas flores rosas que inundan el suelo, una muestra de la riqueza floral del Parque Natural de las Sierras Subbéticas. Caminamos despacio, como si se nos hubiese contagiado el ritmo de las ovejas, o quizás porque el paisaje del Poljé nos da tranquilidad. Simplemente seguimos el sendero disfrutando del día, sin más horizonte que el de la propia nava. 

A un lado a la derecha nos llama la atención como una especie de pequeño mirador de madera hacia el Poljé. Más tarde descubriremos que es la marca para el principio del Sendero del Río Bailón, que guarda bellezas naturales como la Cascada de Las Chorreras. Debería haber un cartel anunciándolo. La próxima ruta ya sabemos de dónde tenemos que partir.

Quejigos y encinas centenarias que viven en el Poljé de la Nava

Quejigos y encinas centenarias que viven en el Poljé de la Nava

El paisaje cambia de pronto y se llena de quejigos y encinas centenarias. El sendero parece más poético cuando pasamos al lado de ellas: nos regalan hermosas fotografías que disparamos en contínuo como si quisiéramos atrapar su esencia y su belleza. Nos miran desde el tiempo y desde la tranquilidad de saber que habitan un parque natural y nadie puede arrancarlas, como les pasa a algunos pobres olivos centenarios. 

El quejigo (Quercus faginea) es el roble andaluz, diferente a los robles que conocemos de la Galicia Atlántica o de los Pirineos franceses. Impone por su altura impresionante y su porte arbustibo. Me acerco encandilada para tocar su tronco robusto que tiene una corteza parda que se resquebraja en grietas poco profundas. Sus ramas me abrazan, mientras yo me abrazo a su tronco inmenso, y el tiempo se para por un instante. 

Abrazando a un quejigo centenario del Poljé de la Nava
Jugando en el bosque de encinas y quejigos del Poljé de la Nava

Forma parte de una arboleda de encinas y quejigos de formas redondeadas que tienen las mismas dimensiones, dotando al conjunto de un equilibrio agradable. Quisiera quedarme allí con ellos disfrutando de esa paz que desprenden. Quizás es porque en el Poljé nunca pasa nada a excepción de misteriosos episodios que más tarde os contaremos, y viven tranquilos, con la sed cubierta por las aguas siempre presentes. 

Miramos atrás y ahí está esa postal del sendero que discurre al lado del Poljé rodeado de colinas y árboles centenarios. El suelo también está cubierto de gamones (Asphodelus albus), esas plantas de flores blancas que se convierten en petardos al explotarlos contra las piedras en la fiesta de la “Crujía de los gamones” en Ubrique, un pueblo de Cádiz por el que pasamos en un anterior viaje por Andalucía.

Picnic junto al Poljé de la Nava

Picnic en el Poljé de la Nava

Pasamos un pequeño puente sobre las aguas del río Bailón desde el cual apreciamos el Poljé como desde ningún otro lugar: la gran planicie, las aguas estancadas en las que habitan pequeñas flores y seres magníficos como libelulas rojas. Nos paramos a contemplarlas de cerca, total no tenemos prisa.

Esta postal la miramos mejor aún desde las rocas que hay detrás del puente a las que vamos para hacer un pequeño picnic antes de continuar la ruta por el Poljé de la Nava. Nos abrigamos en la sombra de las encinas, ya que la primavera comienza a ser calurosa, a pesar de que en la Subbética las noches son todavía muy frescas (aunque parezca mentira, y tengamos que calentarnos al calor del brasero bajo las enaguillas que se ponen sobre las mesas de las casas).

Flores del Poljé de la Nava. ¡Es primavera en las Sierras Subbéticas!

Difícil escoger hacia donde mirar desde aquí: a un lado, el Poljé que se pierde en el horizonte con sus aguas llenas de vida; a otro lado, grupos de quejigos y encinas apretados, prados con afloramientos rocosos salpicados del rosa de bonitas peonías que crecen llenas de vida en estas tierras fértiles. Disfrutamos de este tiempo de picnic envueltos en el silencio agradable de la nava. 

Ovejas felices en el Poljé de la Nava

Las postales se suceden cuandor reanudamos la ruta por el Poljé de la Nava: los cielos azules con algunas nubes juguetonas contrastan con el verde luminoso de la nava, el verde más oscuro de los árboles de copa redonda y el blanco de las rocas calizas. 

Bajo la sombra de un grupo de encinas pegadas se apiñan ovejas deseosas de ser trasquiladas en esta primavera que empieza a ser más caliente de lo que quisieran. Ninguna se aparta de la zona oscura, ni siquiera cuando nos acercamos. Aunque al final son ovejas, y algo se asustan, así que una llama a la otra empujándola, animándola a levantarse. Quejosas porque hemos roto su plácida siesta, se levantan, pero por poco tiempo, porque en cuanto pasamos vuelven a su lugar, a la felicidad de vivir en el Poljé de la Nava, esa planicie de yerba fresquita.

Ovejas felices a la sombra en el Poljé de la Nava

Seguimos un poco más hasta llegar a un cortijo donde descansa todavía otro rebaño que pasta a la sombra. Ese es el límite, ya que más allá es zona de reserva y no se puede pasar, así que damos la vuelta regresando sobre nuestros pasos, mirando ahora el poljé desde otro punto de vista.

Secretos del Poljé de la Nava.

Los Hums de la Nava, islas en un mar de tierra

Hums cubiertos por vegetación en el Poljé de la Nava

Si contemplamos detenidamente el paisaje del Poljé de la Nava, cubiertos por vegetación autóctona, vemos islas que emergen en este mar de tierra: son los Hums. Este curioso nombre bautiza los afloramientos rocosos de distinto tamaño que hay por todo el poljé, dibujando un paisaje de auténtica belleza.

Y no son las únicas formaciones kársticas curiosas que hay en el poljé. También hay dolinas, depresiones circulares formadas por la disolución de la roca. Aunque la formación más sorprendente del poljé es el ponor.

El Ponor de la Nava, un espectacular agujero mágico que se traga las augas del Río Bailón

El paisaje del Poljé de la Nava oculta un lugar secreto que no se aprecia desde el sendero por el que paseamos, a no ser que hayamos leido sobre ello. En medio de la llanura hay un espectacular agujero que se abrió en el año 2012 al que se acercan los curiosos se acercan a mirar al fondo. Desde luego fue una noticia sonada en la Subbética, un agujero que se forma así de pronto y que encima se traga buena parte de las aguas del Río Bailón. ¡Es cosa de magia!.

Aunque en realidad tiene el mismo origen que el poljé y todas las formaciones kársticas del Parque Natural de las Sierras Subbéticas. El ponor (hoyo, abismo en proto-eslavo) es un sumidero natural que hay en el fondo de la llanura que drena las aguas superficiales del poljé. Normalmente el que realiza esa función es el río Bailón, pero ahora es este ponor el que engulle todo el caudal del Río Bailón que desaparece en las entrañas de la tierra. Sólo vuelve a fluir a unos dos kilómetros, donde algunos arroyos le aportan agua. En temporada de lluvias hay que verlo también, pues el agua cubre el sumidero.

De vuelta

Ahora con una encina

No sabíamos de la existencia del ponor, así que tendremos que regresar. Quizás vayamos a verlo cuando hagamos la Ruta del Río Bailón. Ya hemos hecho unos 5 kilómetros y medio, así que seguimos un poco más hasta pasar por la zona de las encinas centenarias donde reposamos un poco. Una de ellas me ofrece su peana para que me siente. De pronto recuerdo la Encina de la Peana, situada en la ruta de las encinas milenarias de Serón, en Almería. Una anciana comparada con éstas, que fue testigo de una buena parte de la historia del bonito Valle del Almanzora, de los mineros de la Sierra de los Filabres.

Vemos otros de los habitantes del poljé: unos bonitos caballos que siguen con lo que hacen, ajenos al paso de estos senderistas curiosos. Un esfuerzo más y hacemos los kilómetros que nos faltan para completar los 11 ida y vuelta que nos llevó la ruta por el Poljé de la Nava.

El Poljé de la Nava desde el Picacho de la Ermita de Cabra, el balcón de Andalucía

Desde el aparcamiento del poljé subimos en coche al Picacho de la Ermita de Cabra (1223 m.) – aunque puede irse a pie – ya que estamos seguros de que habrá magníficas vistas desde lo alto. En seguida caemos en la cuenta de que habíamos estado aquí cuando visitamos la localidad de Cabra en un viaje por los Caminos de Pasión, pero el paisaje estaba envuelto en una niebla espesa. Por lo que sólo pudimos visitar la Ermita de Cabra. 

Se nos ha presentado de nuevo la oportunidad de subir al llamado ‘Balcón de Andalucía’, nombre muy adecuado, ya que ofrece panorámicas excepcionales de cinco provincias andaluzas con días despejados. Se pueden divisar las cumbres, no sólo de las Sierras Subbéticas, sino de Sierra Morena, e incluso se puede alcanzar a ver la Depresión del Guadalquivir. Las tres unidades geológicas que componen la geografía de Andalucía. El Picacho de Cabra fue elegido en 1926 como punto de partida de las excursiones por el sur de la Península Ibérica por geólogos que se impresionaron por su riqueza, y en 1929 fue declarado Sitio Natural de Interés Nacional.

Desde el mirador de la Ermita de Cabra

Recorremos los tres miradores del Picacho de la Cabra, desde el primero vemos la carretera zigzagueante que nos llevó hasta el poljé, que se ve impresionante desde aquí. Pero el Picacho ofrece sobre todo vistas del paisaje kárstico, como el Lapiaz de Los Lanchares, el poljé de la Nava o la Sima de Cabra. 

Desde otro mirador podemos ver la localidad de Cabra, Lucena y la colina donde se encuentra el Santurario de la Vírgen de Araceli.

Ermita de Nuetra Señora de la Sierra

La Ermita de Nuestra Señora de la Sierra está situada en el Balcón de Andalucía, puede visitarse gratuitamente. Construida en el siglo XVIII, presenta una planta de cruz latina y una única nave con bóveda de cañón. Las diferentes dependencias se distribuyen en torno a un bonito claustro porticado, en el que encontramos ¡rocas con ammonites!, huellas de la historia geológica de las Sierras Subbéticas.

Otras maravillas geológicas de las Sierras Subbéticas

Vistas desde el Balcón de Andalucía. Lapiaz de los Lanchares

En el Geoparque de las Sierras Subbéticas la roca caliza ha sido modelada durante miles de años por las aguas, lo que ha dado lugar a simas, dolinas, lapiaces, poljés, cuevas y grutas. Además, hay numerosos manantiales a los pies de la sierra, lo que indica que todo el macizo¡ se encuentra horadado. El Poljé de la Nava no es la única joya kárstica de las Sierras Subbéticas que podemos visitar. Está también el Cañón del río Bailón, las Dolinas de Los Hoyones, el Lapiaz de los Lanchares, la Cueva de los Murciélagos, en Zuheros, los Manantiales de Zagrilla, la Sima de Cabra (con más de 100 metros de produndidad), la serie estratigráfica de la Cañada del Hornillo, el frente de cabalgamiento subbético, en el límite del norte del Parque Natural.

La Sima de Cabra, el Lapiaz de los Lanchares y el Poljé de la Nava se pueden  contemplar desde el mirador geológico de la ermita de la Sierra: en el Picacho de Sierra de Cabra.

La Sima de Cabra

En la falda del Picacho hay una sima de 20 metros de diámetro y 116 metros de profundidad: la Sima de Cabra, que hasta apareció en El Quijote por su espectacularidad.

El Lapiaz de los Lanchares

También otra de las maravillas geológicas de las Sierras Subbéticas: el Lapiaz de los Lanchares. Es un paisaje abrupto, lleno de rocas que se originó hace miles de años. En el pasado estaba cubierto por bosque, y el agua de la lluvia, enriquecida en CO2, junto a los ácidos húmicos del bosque, disolvió poco a poco la roca caliza, llenando el paisaje de acanaladuras y formas tubulares y redondeadas, llenas de grietas. Por éstas se filtró rápidamente el agua la cual, en contacto con materiales impermeables, emerge en forma de manantial kárstico (como la Fuente del Río, cerca de Cabra). Este paisaje kárstico se formó porque estas rocas son capaces de disolverse en un agua ligeramente ácida. 

Ningún lugar mejor que el Picacho de la Ermita de Cabra para contemplar el Lapiaz de los Lanchares y comprender su origen.

Huellas del Mar de Tethys en las rocas de las Sierras Subbéticas

El Picacho forma parte de la Ruta de los Ammonites del Geoparque de las Sierras Subbéticas. Una historia de más de 200 millones de años de antigüedad quedó impresa en las rocas de las Sierras Subbéticas. Como los ammonites, que son antiguos animales con la concha en espiral que abundan en el Geoparque e incluso se han convertido en su emblema.

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Nos despedimos del Poljé de la Nava contemplándola al atardecer desde lo alto del Balcón de Andalucía. El sendero blanco que nos llevó a descubrirlo culebrea junto al poljé y los árboles milenarios que todavía reciben a paseantes de última hora antes de volver a su silencio inmemorial.

Ruta al Poljé de la Nava

El Poljé de la Nava desde el Mirador del Picacho

Trazado: lineal.

Longitud: 11 km.

Duración (i/v): 4 horas (con descansos).

Dificultad: fácil.

Cómo llegar al Poljé de la Nava

Carretera de curvas hacia el poljé y la Ermita de Cabra

Para llegar al Poljé de la Nava hay que tomar la carretera A-339 desde Cabra hacia Priego y a continuación un desvío a la izquierda para subir a la ermita de la Vírgen de la Sierra por una bella carretera empinada y con curvas.

4 comentarios de “De paseo por el Poldjé de la Nava, una joya geológica en la Subbética Cordobesa

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