La tierra ruge en el valle de Furnas. Un volcán dormido en São Miguel de Azores

La tierra ruge en la isla de São Miguel de Azores, sentimos el calor que emite mientras atravesamos las fumarolas, sulfataras y calderas de agua hirviente de As Furnas por una pasarela de madera, una neblina que dota a este lugar de un aire misterioso y hace que las figuras aparezcan y desaparezcan como por arte de magia. Los gatos se tumban en el cráter atraídos por el contacto de la tierra humeante, y los cocidos ya se están haciendo a fuego lento en el interior del volcán. A las 12 en punto vendrán los cocineros de los restaurantes de la localidad para que a la hora de comer la gente pueda degustar los célebres “cozidos das Furnas”. Habrá un revuelo para ver cómo destapan los montículos para extraerlos con cuerdas de sus agujeros, mientras el aroma de esta especialidad azoriana despierta las papilas gustativas de los que miran. Cada día vienen a meterlos y los dejan hacerse entre seis y ocho horas, ¡imagínense el sabor de un plato que se hace en el interior de tierra!. 

Al final de la pasarela caminamos hacia la inmensa Lagoa das Furnas (Lago de Furnas), una laguna de aguas de un color verde esmeralda que parece debido al reflejo de la vegetación macaronésica. Y, sin embargo tras la belleza de este colorido se esconde un excesivo enriquecimiento en nutrientes causado por la acumulación de materia orgánica en el fondo – aunque está bajando gracias a la retirada de los pastos de alrededor -. Parece mentira que parte de su belleza proceda de problemas ambientales. 

Aún así la contemplamos embobados mientras el cielo sigue despejado en una isla en la que el final del verano trae lluvias y cielos cambiantes. Además la fascinación que ejerce sobre nosotros no se debe únicamente a su color, sino al hecho de que estamos ante la caldera de un volcán que ha sido inundado. 

Una simpática escultura de sirena o sireno nos invita a sentarnos a para mirar la Lagoa das Furnas (Lago de Furnas) desde la orilla. Fue esculpida con una motosierra en troncos de árboles muertos en un Festival de “wood carving”, una más de las iniciativas del Centro de Monitorização e Investigação das Furnas. Un interesantísimo centro ubicado en un extraordinario edificio contemporáneo en As Furnas que tuvo un premio de arquitectura. Aunque su interés se debe sobre todo a su papel de divulgación de la historia del volcán de As Furnas y de su protección y recuperación de los ecosistemas en esta área de paisaje protegido. Tras la visita al centro, comprendemos mejor la geología y la biodiversidad de esta zona de la isla de São Miguel. 

Caminamos sobre un volcán como si ya el primer día en las islas Azores fuéramos sus habitantes, habituados a vivir sobre la tierra que ruge. De repente nos parece normal movernos entre fumarolas y calderas de agua hirviendo, comer cocidos hechos en las entrañas de la tierra, o contemplar cráteres de volcanes inundados de agua como si fuesen simples lagunas.

Vista aérea de las furnas
Los «cocidos das furnas» se hacen lentamente en las entrañas del volcán
Los gatos se tumban en el cráter atraídos por el contacto de la tierra humeante
El Lago de Furnas
Una simpática escultura de sirena o sireno esculpida con una motosierra en troncos de árboles muertos en el Festival de “wood carving”

La Lagoa de Furnas desde el Mirador de Pico do Ferro

Nada mejor que mirar este lugar desde el cielo para apreciar sus formas y cercionarse de una vez por todas que estamos en un volcán. El mirador de Pico do Ferro no es el cielo, pero está muy cerca,… Cogemos el vehículo que nos llevará los próximos días de sorpresa en sorpresa por la isla de São Miguel de Azores en un viaje volcánico que nos dejará asombrados. Tomamos de nuevo las avenidas de hortensias que en verano lucen azules e invitan a un recorrido infinito por las carreteras secundarias de São Miguel. Solo unos kilómetros nos separan del mirador de Pico do Ferro.

Es fácil comprender desde aquí arriba que se trata de un volcán. La maravilla de la Lagoa das Furnas (Lago de Furnas) muestra desde una altitud de 570 metros su verde más intenso con la luz de este día, también lo hace el paisaje que la rodea, acostumbrado a recibir agua abundante y el calor de este clima templado. La imagen de 360º de la laguna, del valle de Furnas nos muestra claramente el vasto cráter volcánico, la tierra que se plegó en montañas que enmarcan el paisaje del valle con sus pueblos lejanos y pequeños volcanes que se adivinan.

Y después están los prados cubiertos de pastos que sustituyeron a los ancestrales bosques de Laurisilva a partir de mediados del siglo pasado. A la isla de São Miguel llegaron nuevos recursos económicos: las vacas que proporcionan leche y quesos a todas las islas Azores. Una imagen que se repite por toda la isla y que ya forma parte de su paisaje.

La belleza de la Lagoa das Furnas desde el Mirador de Pico do Ferro
El Valle deFurnas, el volcán dormido
El pueblo de Furnas
El Giróscopo Viajero con la Lagoa das Furnas como telón de fondo

El recuerdo de los cocidos de As Furnas marca nuestra próxima parada en el recorrido por el Valle de Furnas. Buscamos uno de esos restaurantes que proponen esta especialidad de la gastronomía de las Azores. Subimos a otra zona de As Furnas y obtenemos otra perspectiva del paisaje que, más que volcánico, parece el del norte de España, de Asturias y Cantabria, con colinas y pastos verdes. Por algo São Miguel es conocida como la isla verde de las Azores. Nada desde aquí nos hace pensar que debajo la tierra ruge. No es evidente como en Canarias o en Islandia, donde es habitual atravesar campos de lava y volcanes. Aquí parece que lo volcánico oculto bajo un manto verde. Aunque hay elementos que nos dicen que no estamos en el norte de España, sino en una isla de Macaronesia: las plantas que vemos en cada rincón y que despiertan nuestra curiosidad y admiración como lo hicieron la primera vez que las vimos en nuestros viajes a Tenerife, a La Gomera, a El Hierro o a Madeira.

El «Cozido das Furnas», un cocido hecho en las entrañas de la tierra

Saciamos nuestra curiosidad con la degustación del “cozido das Furnas” ahora ya sabemos el resultado tras pasar tantas horas bajo tierra, y desde luego no es algo que consigue una cocina normal. Tras el festín buscamos otro punto de vista de la Lagoa das Furnas (Lago de Furnas), y lo encontramos a solo una decena de kilómetros de As Furnas, en el Castelo Branco. Seguimos por una de esas carreteras secundarias a las que nos acostumbraremos a lo largo de este viaje por la isla de São Miguel de Azores. Caminos encantadores que discurren por este paisaje verde que oculta su vulcanismo, y que conducen a sitios perdidos, solitarios como el Castelo Branco. 

Iglesia de As Furnas
El paisaje de Azores recuerda al del norte de España
Cocido das Furnas

La Lagoa das Furnas desde el Mirador de Castelo Branco

Un camino de tierra desemboca en una postal auténtica: una panorámica del valle de Furnas, un castillo blanco en lo alto de una colina y al fondo el mar luminoso. Castelo Branco es un mirador privilegiado que contempla la Lagoa das Furnas (lago de Furnas), que miramos desde lo alto del castillo. Otra perspectiva nueva de un volcán que estamos descubriendo de formas diferentes. Aunque esa no es la única maravilla, también están la sucesión de prados en las colinas, donde pastan tranquilas las vacas de Azores, y que terminan confluyendo en el Océano Atlántico. 

Guardamos esta postal en la memoria y regresamos al Valle de Furnas todavía en más ocasiones a lo largo de este viaje por la isla de São Miguel de Azores. Todavía tenemos que descubrir qué más se esconde en el corazón del volcán más antiguo de la isla. 

Un camino de tierra desemboca en una postal auténtica: Castelo Branco y el mar
En lo alto de Castelo Branco
Castelo Branco es un mirador privilegiado que contempla la Lagoa das Furnas
Sucesión de prados donde pastan tranquilas las vacas de Azores, y que terminan confluyendo en el Océano Atlántico.

Parque Terra Nostra. Paseo por el jardín botánico y baño en la piscina termal

Un fuerte olor de azufre invade el aire en el Parque de Terra Nostra, 12,5 hectáreas de jardines románticos, flores y árboles exóticos centenarios de un jardín botánico creado en el siglo XVIII. Envuelto en un silencio incomparable, invita a perderse para descubrir una de las mayores colecciones de camelias del mundo, plantas nativas de las islas Azores, una colección de nenúfares o árboles y plantas ornamentales de todo el mundo.

Pero también invita a sumergirse en las aguas ferruginosas de su piscina de piedra a 25º C, a pesar de su color de barro cuyo origen se encuentra precisamente en las sales minerales que contiene. Sentimos el calor de las aguas termales del Parque Terra Nostra, comprobando una vez más que la actividad en el interior del viejo volcán de São Miguel de Azores es grande. El tiempo pasa al ritmo de nuestros movimientos relajados dentro de esta piscina de aguas beneficiosas, el calor que emana de las profundidades de la tierra está ejerciendo un efecto terapéutico y adormecedor en nosotros. Recorremos la piscina buscando sentarnos en los islotes por momentos para refrescarnos, en busca de ese contraste de temperatura que tan bien conocemos por la combinación de sauna finlandesa con las aguas de los lagos helados. 

Las vistas desde la gran piscina de Terra Nostra son únicas: aguas ferruginosas en primer plano, una gran mansión del siglo XVIII que marca la entrada al jardín botánico y una exuberante vegetación que nos rodea. Algunas personas que están disfrutando de estas aguas se colocan bajo las fuentes colocadas en diferentes puntos para sentir el masaje de estas aguas minerales.

Tras el baño relajante se impone un paseo por el jardín botánico del que brota también una especie de vapor que no procede esta vez del interior de la tierra, sino del fuerte aguacero que acaba de caer. Lo que lo dota de una atmósfera extaordinaria, ya que está solitario, no hay paseantes, solo nuestros pasos sobre la tierra mojada. Hasta parece que podemos escuchar a las plantas abrirse tras la refrescante lluvia. El Jardín Botánico de Terra Nostra se ve ahora bellísimo. Nos cuesta abandonarlo para seguir nuestra ruta por el volcán dormido de As Furnas, que no hace tanto que entró en erupción – en 1440 y en 1630 -. Toda esta actividad, las calderas, los géiseres de lodo, las fumarolas nos indican que todavía está muy vivo.

La piscina de aguas termales ferruginosas del Parque Terra Nostra
La piscina de aguas ferruginosas de Terra Nostra
El verde del Parque Terra Nostra tras el aguacero
Estanque de nenúfares gigantes de la Amazonía en el Jardín Botánico de As Furnas

Un paseo por Caldeira das Furnas

El asombro continúa cuando nos acercamos a Caldeira das Furnas. Parece mentira que el pueblo de As Furnas se haya construido sobre una tierra con tanta actividad volcánica. Hay nada menos que 22 manantiales de agua caliente sulfurosa y un río que atraviesa el Valle de Furnas. Grandes fumarolas y de nuevo ese olor a sulfuro nos anuncian que nos acercamos a la zona de las furnas. Aunque estamos en Caldeira das Furnas, de pronto regresamos a Islandia, al geositio de Gunnuhver, en la Península de Reykjanes, de donde salían columnas gigantes de humo blanco. Una pasarela nos llevaba por ese lugar extraordinario atravesado por riachuelos de agua hirviendo hasta el mayor cráter de barro caliente de Islandia. 

Las dos imágenes se superponen. Contemplamos ahora las furnas de la isla de São Miguel de Azores, numerosas cavidades de las que brotan fuentes, arroyos de agua caliente y géiseres de lodos de azufre hirviendo. Todas ellas tienen nombres curiosos: “caldeira seca”, “caldeira pequena”, “caldeira barrenta”,…Seguimos el curso del río de agua hirviente y la sucesión de calderas. Nos comportamos como si fuera normal aventurarse por este escenario irreal, que lo es todavía más teniendo en cuenta que nos rodean verdísimas colinas, y que las casas blancas de As Furnas están tan cerca. El volcán está dormido, pero aquí puede sentirse la vibración de la tierra.

Un punto de vista privilegiado de la Caldeira das Furnas lo tenemos desde el Chalet da Tia Mercês, una casa de té especializada en productos azorianos, un sitio encantador que se encuentra al lado de las termas, sobre el río de agua caliente. Allí bebimos uno de los tés más asombrosos que nunca habíamos probado: un té verde que va cambiando de color volviéndose morado. La explicación se encuentra en las aguas mágicas de las fuentes de As Furnas usadas para hacer este té. El hierro que contienen se fusiona con los antioxidantes del té verde que tiene moléculas más pequeñas y cambia de aspecto, refleja la luz de forma diferente.

Nos animan a probar primero el agua de la fuente que está a una temperatura de 60º C. Es un poco gaseosa, y en ella apreciamos ese gusto metálico que después encontraríamos también en ese té tan especial. Estas aguas termales sirven también para hacer café, limonada,…para cocer huevos o hacer pan en un horno – al igual que el cocido de As Furnas. Por cierto, no es la única especialidad gastronómica célebre de esta localidad de la isla de São Miguel de Azores; están también los bolos lêvedos, unos panes que nos cautivaron por su sabor, ¿será que en ellos también se utiliza el agua férrica de As Furnas?.

Nos hemos adentrado en este Valle de Furnas para conocer de cerca una de las calderas más antiguas de la isla de São Miguel de Azores. Contemplamos el cráter inundado de cerca, después desde los miradores, caminamos entre fumarolas y calderas de agua burbujeante, probamos las aguas de los manantiales y también nos bañamos en ellas. 

Parece mentira que el pueblo de As Furnas se haya construido sobre una tierra con tanta actividad volcánica
Cavidades de las que brotan fuentes, arroyos de agua caliente y géiseres de lodos de azufre hirviendo
Caldera de agua sulfurosa en medio de colinas verdes
El té mágico del Chalet da Tia Mercês hecho con las aguas férricas de las furnas

Un baño en las piscinas termales de Dona Beija

Cae la noche en la isla y, a pesar del calor que hace en este mes de octubre, todavía queremos sumergirnos una vez más en las aguas termales de la isla de São Miguel. Escogemos A Poça de Dona Beija con sus piscinas escondidas entre vegetación exuberante y un pequeño arroyo que recorre el recinto. El vapor que sale del agua hirviente, la luz tenue y el aspecto relajado de los bañistas crea un ambiente seductor y un tanto misterioso. Pasamos de una a otra piscina sintiendo el calor exagerado en nuestro cuerpo, saliendo afuera en busca de un fresco que no existe, ya que todavía estamos en verano y el clima es oceánico subtropical. Comparables con las pozas de aguas termales de Islandia, la diferencia es que allí sí que se puede experimentar ese contraste entre las temperaturas. En Azores quizás en los meses más fríos, pero todavía no. 

Así que entramos en una modorra por el efecto adormecedor que tienen estas aguas termales de As Furnas, rodeados por esos helechos gigantes y esas plantas con flores coloridas, imaginando que la tierra ruge bajo nosotros, asombrados una vez más por lo extraordinario de estar sobre el cráter de un volcán que podría despertar en cualquier momento.

En las termas de Poza de Dona Beija, públicas en otra época

Más información sobre las islas Azores

Para más información visiten nuestra guía sobre las Islas Azores.

Cómo llegar a As Furnas, Azores

Desde Punta Delgada hay dos formas de llegar a Furnas en coche, por la carretera norte o por la carretera sur. Por la del norte hay que pasar por Ribeira Grande – sin necesidad de entrar en la ciudad – y luego seguir la carretera EN2-1A que pasa por los campos de té de Gorreana, el campo de Golf de Furnas y Pico do Ferro.

La del sur es una autopista hasta Vila Franca do Campo que continúa por la bonita y tortuosa carretera EN1-1A cuesta arriba con vistas espléndidas del océano hasta llegar al lago de Furnas.

Quizás la segunda es la opción más interesante, por la belleza del camino. Además se tarda lo mismo que por la otra carretera.

Mirador de Pico do Ferro

Para llegar al Mirador de Pico do Ferro lo mejor es ir de Furnas hacia la carretera norte EN2-1A. Justo después de pasar los campos de golf de Furnas – Furnas Golf Course -, unos 5-6 minutos antes de llegar al valle, hay una señal a Pico do Ferro a la derecha. Hay que seguir carretera arriba todavía 5 minutos más. 

El Mirador de Pico do Ferro está a 4,8 km / 6 minutos de en coche de As Furnas.

Mirador de Castelo Branco

Para llegar al mirador de Castelo Branco (situado al otro lado de Lagoa das Furnas) desde la localidad de As Furnas, hay que tomar la carretera sur EN1-1A hasta encontrar una indicación que nos llevará por la carretera de Castelo Branco. Se tarda unos 20 minutos en recorrer 11,9 km en coche.

Agradecimientos

Muchas gracias a Visit Azores, a Maria João Gouveia y Filipa Sardinha por este viaje de prensa a la isla de São Miguel de Azores.

Gracias a Ricardo Peixoto de Tradicampo Ecocountry houses, por enseñarnos tantas cosas de la isla verde.

Artículo escrito por María Calvo Santos.

Excursiones al Valle de Furnas y al Lago de Furnas

Aquí pueden reservar sus excursiones a la localidad de As Furnas (isla de São Miguel), para ver el Lago de Furnas, el Valle de Furnas, las aguas termales,…:

3 comentarios de “La tierra ruge en el valle de Furnas. Un volcán dormido en São Miguel de Azores

  1. Bravo !! Nous projetons de partir en avril aux Azores d’Espagne. Aurait t-il des difficultes ?? Merci.

    1. El Giróscopo Viajero

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      Reply

      Bonjour, c’est compliqué de voyager depuis l’Espagne en avril. Si vous voulez, on peut vous mettre en contact avec une agence spécialisée des Azores qui peut vous aider avec l’organisation du voyage. Escrimez-nous: info@elgiroscopo.es

  2. Pingback: Razones para Visitar las Islas Azores: un Paraíso Desconocido - Travelsia Travel

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