Restaurante Yume, el sueño del Centro Niemeyer de Avilés

El Restaurante Yume ocupa la Torre mirador del Centro Niemeyer de Avilés, en Asturias.

Restaurante Yume, el sueño del Centro Niemeyer de Avilés.

No era la primera vez que visitaba un edificio de Oscar Niemeyer (1907-2012), uno de los arquitectos más importantes del Movimiento Moderno. Espero que no sea la última pero, sin duda, la visita del Centro Niemeyer de Avilés habrá sido la más deliciosa hasta la fecha.

Yume, un proyecto que será pronto recompensado con más premios y galardones, estamos seguros.

Todo se debe a que durante nuestra última, inesperada y productiva visita a Asturias, tuvimos la suerte de compaginar deleite arquitectónico y gastronómico. La visita del último monumento realizado en vida del gran arquitecto brasileño, fue acompañada por una experiencia culinaria de primer orden en el Restaurante Yume. Yume desde la Torre Niemeyer, sobrevuela Avilés, su ría y su historia. Allí, en mitad la ciudad obrera e industriosa que sufrió los cambios socioeconómicos de finales del siglo XX, -y el azaroso comienzo del siglo XXI-, descubrimos de golpe todas las sensaciones visuales, olfativas y los sabores del proyecto Yume.

Avilés, del pasado al presente.

Calles del centro de Avilés, que han recuperado el brillo de sus edificio repletos de galerías.
Calles del centro de Avilés, que han recuperado el brillo de sus edificio repletos de galerías.

Resulta difícil hacer un breve compendio de la experiencia. Avilés, tanto tiempo sumergida por las brumas de la industria pesada y del Cantábrico húmedo, posee muchas historias en su interior. Una ciudad mediana a escala española. Mediana y por lo tanto, humana, cuenta con casi 80 mil habitantes y ha superado lo peor de una dura crisis y reconversión industrial.

Como otras ciudades del norte, Bilbao y su Ría, Ferrol, Vigo, o la propia cuenca minera asturiana, el fin del siglo XX fue agrio, económica y socialmente. Bilbao ha sido un ejemplo de reformulación urbana, mudando de ciudad industrial, oscura y ruidosa, a bonita pequeña metrópoli de servicios, turismo y tecnología. Gijón y Avilés, en Asturias, con menos repercusión quizá, han tomado el mismo camino.

Por las calles de Avilés

Hoy, a pesar de los problemas que quedan por resolver, visitar la costa asturiana significa descubrir un ambiente mucho más agradable y atractivo para vivir. Ciudades de tamaño humano, con buenos servicios, actividad económica, atractivos naturales y culturales. La costa asturiana es menos conocida que la vasca o gallega y, quizá por ello, se ha preservado un poco mejor.

Vistas de la ría de Avilés y su antigua zona industrial.

En Avilés, el canto del cisne de la industria pesada ha permitido vislumbrar el bonito casco antiguo, sus edificios burgueses del XX y sus galerías acristaladas que recuerdan un poco a La Coruña o Santander. Avilés no tiene la inmensa playa de San Lorenzo de la que gozan los gijoneses, sin embargo, su ría es espectacular. La sede el Centro Niemeyer se ve como una isla, un faro entre dos mundos. Al oeste, la ciudad, algunos antiguos almacenes y la línea de ferrocarril. Al este, la parte fabril que hoy se va reconvirtiendo en espacio urbano. Así le ocurrió en 2011 a la explanada sobre la que se alzan los edificios del complejo Niemeyer.

El Centro Niemeyer, el amor por las curvas del arquitecto brasileño

Hoy, mientras miro desde la Torre Niemeyer que alberga al restaurante Yume, recuerdo la inmensa ría de Göteborg en Suecia. Otra importante ciudad industrial que ha creado zonas de urbanismo delicado en los antiguos astilleros y fábricas. Viajar libera del provincianismo, que hoy en día está tan en boga. Los viajes permiten comparar, aprender y compartir la inmensa variedad humana. Y todo viaje es de ida y vuelta, del que todos pueden aprender y mejorar. Hoy, Avilés me ha parecido la Göteborg española, o quizá es Göteborg, la asturiana, la que se parece a esta ciudad avilesina que cambia cada día, esperemos que siempre para mejor.

Mirando al futuro.

Una increíble comida sobrevolando Avilés.

Durante nuestra estancia en Asturias hemos conversado con mucha gente, asturianos de siempre y gente que ha llegado de otros lugares para aquí vivir, todos ya ciudadanos. El trazo común de unos y otros ha sido una inmensa laboriosidad. Ese recuerdo del pasado se huele en Avilés y se mezcla con la nostalgia necesaria, pero sin el abuso atávico, que se encuentra a veces en otras zonas de España y del mundo. Lo más agradable es comprobar una apertura hacia el futuro, y el esfuerzo en intentar hacerlo mejor.

La animación del casco antiguo de Gijón

Sentimiento compartido por los hijos de los obreros inmigrantes, los que levantaron las fábricas, de la mano de campesinos locales y de emprendedores llenos de ilusiones o pecuniarias razones. La ilusión sigue brotando de los ojos de gerentes de industrias tradicionales; de colegas emprendedores que innovan en el mundo del turismo, o de impulsores de proyectos como el de Yume. Todos miran hacia delante sin pedir carnet de identidad. Se exige trabajo, se exige seriedad, voluntad y esfuerzo, franqueza y fidelidad. Y, con ese crisol, se van creando proyectos que, tengan éxito o fracasen, se habrán planteado con los pies en la tierra, con mucho corazón pero con toda la cabeza.

Yume, el sueño gastronómico de Avilés en el Centro Niemeyer.

La comida comienza con la degustación de unos entrantes contemplando Avilés antes de pasar a la mesa.

Yume significa ‘sueño’ en japonés, con lo que añadimos una capa más a esta macedonia pluricultural. Una ciudad de fuerte pasado industrial en Asturias. Un conjunto de edificios muy contemporáneos fruto de la imaginación de un arquitecto brasileño de casi 100 años. Un restaurante que experimenta, con la intención de que esas experiencias sean comprendidas, y apreciadas, por todo el público.

El nombre es japonés, la impulsora bilbaína, el cocinero abulense. Yume es un sueño anclado y flotando sobre la ría de Avilés, entre las fábricas que ya no echan humo y la ciudad que recupera su tez más luminosa. Un sueño gastronómico, exquisito, abierto, como lo es su entorno y la ciudad que lo acoge. Yume es una sorpresa culinaria, un viaje hacia la experimentación en la cocina, pero sin olvidar las raíces naturales origen de todo aquello que comemos. Parafraseando a Iratxe Miranda y Adrián San Julián, los dos pilares de este luminoso Yume: comer en este tipo de restaurantes debe ser una experiencia única.

La imagen puede ser sugestiva, pero el sabor concentrado de estos platos elaborados con tanto mimo y experimentación, tiene que probarse. Restaurante Yume

El restaurante Yume comenzó a trabajar en la Torre Niemeyer en el verano de 2022. Una apuesta arriesgada y a la vez a la altura de los desafíos de Iratxe Miranda y Adrian San Julián. Cocinero y maître reputados, no es su primera incursión en la cocina experimental y experiencial. No en vano Adrián San Julián fue elegido como Mejor cocinero Joven de España en 2014 e Iratxe Miranda fue la Mejor Maître de España en 2020. Estos galardones han recompensado el trabajo y la filosofía de estos magos o científicos de la cocina. Magos y artistas, porque hay mucho arte en todo lo que ellos preparan. Su apuesta es clara y sus preceptos, buscan alejarse de la pedantería culinaria.

Deliciosa composición de Calabaza, miso de pipa y awazake. Restaurante Yume

La llamada alta cocina y los restaurantes que arbolan estrellas Michelín y otros galardones, muchas veces se han malinterpretado. Su intención ha sido elitista, no se ha comprendido o se ha malinterpretado, y ello ha repercutido en una imagen deformada de su trabajo. Hay que realizar una labor pedagógica. Comprender, por un lado, que la visita de restaurantes como Yume es mucho más que la necesaria acción de comer y nutrirse. Por el otro, que antes de entrar en lugares como Yume, debemos abrir nuestra mente, nuestro paladar, esperar combinaciones y tratamientos no habituales en la gastronomía del día a día.

Se trata de un viaje – nosotros sabemos algo sobre los viajes – y, en todo viaje, nos veremos confrontados a lo desconocido, a lo extraño, a aquello que es distinto. Gentes, paisajes, olores, luces, sonidos… El viaje consiste en experimentar y descubrir lo desconocido, lo que no es habitual ni común, allá donde el azar nos vio nacer. Por eso, si se busca repetir la cotidianidad, la ruta conocida por la que discurren muchas veces nuestros días, lo mejor es no viajar. Ni tampoco romper las barreras de nuestros sabores y aromas aprehendidos. No es ni bueno ni malo, sólo es necesario saberlo para no cometer el error de gastar nuestro dinero en viajes o experiencias gastronómicas que serán insatisfactorias.

El bollito de mantequilla de Yume, un guiño a la especialidad bilbaína

Para el resto, para los viajeros; para los que atraviesan las puertas y las fronteras; para los que no tienen miedo; para quienes se dejan llevar con los ojos cerrados de la mano que nos guía,… Aquí empieza un delicioso nuevo camino.

Oscar Niemeyer y su arquitectura de ensueño para Yume.

Torre Niemeyer, marco inigualable del restaurante Yume y de su propuesta.

No se puede imaginar un mejor contexto para una experiencia culinaria de vanguardia que el complejo arquitectónico, tan contemporáneo, del Centro Niemeyer de Avilés. En la imaginación del arquitecto brasileño, las formas cobran valor. El valor de la simplicidad, las curvas acogedoras y sus materiales brutos, lo diáfano de sus espacios y la grandiosidad de su tamaño. ¿Qué puede haber más futurista y más extraño que los edificios de Niemeyer?

Y, sin embargo son antiguos. No lo es este centro avilesino, inaugurado en 2011, pero sí sus primeros trabajos. Niemeyer diseñó numerosos edificios y parte del urbanismo de la nueva capital, Brasilia, junto a Lucio Costa, entre 1956 y 1960. La arquitectura del movimiento moderno es antigua. Es bastante más antigua que esos adefesios con los que se edificaron buena parte de las viviendas tras las II Guerra Mundial. Se pervirtió el trabajo humanista del propio Niemeyer, de Le Corbusier, Aalto, Van der Rohe, la Bauhaus o Frank Lloyd Wright. Todo un grupo de arquitectos y diseñadores que, desde comienzos del siglo XX imaginan un urbanismo diferente, con viviendas más humanas y más prácticas. Una vez más, lo aparente se muestra tramposo y exige nuestra atención activa, apertura de miras y aprendizaje. Hay mucho más allá de eso que vemos simple: la reflexión, el trabajo y el esfuerzo. Y el arte, como en Yume.

Vista nocturna del Centro Niemeyer. El Restaurante Yume está en la torre

Quizá, por todo eso, el Restaurante Yume se asienta sobre el pilar aparentemente frágil de esa torre de control ilusoria del Centro Niemeyer. Una torre que controla, o mejor, que ofrece vistas de 360 grados a la ciudad de Avilés. Al Centro Niemeyer, a las últimas industrias del siglo XX y a las primeras del XXI. Un lugar donde resuena aún el zumbido apagado de las factorías, que se fueron. Ahora se oye el jolgorio de gaviotas, y el rumor de una ciudad que se aviva.

Ascender a pie la espiral helicoidal que nos lleva a su plataforma de hormigón armado, provoca turbadores vaivenes que culminan en la cristalera que abre el restaurante. La luz nos ciega con el brillo de Avilés penetrando enloquecido por los ventanales infinitos. Así fue el descubrimiento del Restaurante Yume por nuestro heteróclito y armonioso grupo. Una visita inesperada que ha cimentado nuevas ideas y proyectos que esperamos fructifiquen en el futuro. Yume es, y he aquí la prueba, una experiencia mucho mas que gastronómica.

La experiencia Yume.

Iratxe Miranda completa el sabroso plato, con la pericia que le ha legado a ser la mejor maître de España en 2020.

Iratxe Miranda y Adrián San Julián presentan su oferta culinaria como una experiencia – ya lo hemos dicho -, una experiencia que tiene que llegar a cada uno de sus clientes, sin importar su extracción social, ni su conocimiento de la mal llamada, alta cocina. Un restaurante como Yume no es sólo un restaurante. Es una propuesta que, desde la gastronomía y la comida, realiza un estudio sobre los ingredientes. Una investigación sobre como hacer la comida bonita a la vista; deliciosa al paladar; grácil al tacto metálico del tenedor y del cuchillo; crujiente o dócil, al quebrarse; luminosa u opaca al contacto con la luz. La luz sin tamizar que invade, en este invierno raro la Torre del Centro Niemeyer de Avilés.

Esto y mucho más. La explicación es más larga que el bocado, pero es que el bocado es el resultado de un trabajo de laboratorio, de investigación, de ensayo y error. Todo para conseguir resultados concretos. Esto es lo que, quien escribe, ha rumiado tras recordar los 14 platos que se fueron sucediendo, uno tras otro en las dos horas y media largas que Iratxe, Adrián y su equipo tuvieron a bien dedicarnos. Los platos eran invenciones muchas veces sorprendentes sobre productos muchas veces “modestos”.

La cebolla es la base de este queso «único». Restaurante Yume

Modestos como la cebolla, que se transforma en un queso Camembert. Un queso que no tiene de queso más que el hongo blanco y blandito, el penicilium camemberti que recubría tal invento. Un manjar de apenas unos pocos centímetros, pero que lleva semanas de trabajo y que sólo se puede comer durante una parte del año. Ese queso de cebolla resume la filosofía del restaurante. Trabajar desde la humildad de los ingredientes para hacer brillar aquello que, en principio, no está hecho para brillar. Ahí está el desafío y el mérito.

El plato realizado en su totalidad partiendo de la cebolla resume la aproximación de Yume hacia una cocina más equilibrada y más responsable. La base, el aprovechamiento de los productos de temporada y la intención de llegar al desperdicio cero. Como en otros casos que conocemos, desde la cultura culinarias y la gastronomía de vanguardia se vuelve a lo básico. Descubrimos la gastroconciencia en Almería y continuamos entendiéndola en Finlandia, en Francia, México o ahora en el norte de España, en Avilés.

Salmonete asado, escabeche de caléndula y naranja. Restaurante Yume

Preparar la mejor de las carnes, el mejor de los pescados y los más exquisitos mariscos es relativamente fácil. Pero, ¿y conseguir que la cebolla se transforme en queso y en galleta decorativa con forma de hoja?. Marinar calabazas y verduras cultivadas en las cercanías, resaltar pescado más humilde, todo esto no es tan evidente. Hacer sobresalir los vinos menos conocidos, recuperar recetas tamizadas por nuevas variantes y por el trabajo de laboratorio gastronómico. Eso sí que es una apuesta arriesgada.

Un lujo de restaurante que quiere ser accesible.

Una muestra de la propuesta de Adrian San Julián en Yume.

Arriesgada y sabia, ya que al final se trata de que la comida guste, que la experiencia encante y que el entorno acompañe. Repetimos de nuevo las palabras de Iratxe, que sabe que su restaurante, si bien es de los más económicos dentro de su rango y categoría, no es barato. Por eso, cualquier persona que se acerque a la Torre de Yume en el Centro Niemeyer, merece el mayor de los respetos y las atenciones. No es otra cosa que la responsabilidad y la profesionalidad. Tratar a todos los clientes con la misma delicadeza y cuidado. Porque algunos comerán en restaurantes con estrella Michelín todos los días y habrá que convencerles que Yume es tan bueno o mejor. Y porque otras personas habrán hecho un esfuerzo para acercarse a Avilés y disfrutar de la experiencia como un regalo y una ocasión única.

Un postre dulce para terminar está opípara degustación. Yume es sueño y un placer.

Si cabe, esas personas que no son los habituales, merecen aún un poquito más de cuidado. Para que disfruten y entiendan bien en qué consiste la experimentación gastronómica. Para que puedan ser embajadores de este tipo de restaurantes y compartan sus impresiones. En Yume, estoy casi seguro, serán siempre positivas y encantadoras. El público menos habitual de estas degustaciones es al que hay que convencer y al que hay que mostrar que lo que busca el trabajo de personas como Adrián e Iratxe, no es el snobismo, sino nuevos platos, nuevos sabores y nuevas sensaciones.

El vino en Yume.

Una joya de la Ribeira Sacra gallega. Una de las apuestas en vino de la exquisita cave de Yume.

Mención aparte tenemos que hacer de la carta de vinos del Restaurante Yume. Por un lado, destacar la calidad de cada uno de los vinos, muchos de ellos llegados a cuentagotas, tal es su escasez y su nivel. Se trata de vinos poco habituales en las cartas de este tipo de restaurantes. Vinos, de nuevo, escogidos con mimo y tras un trabajo de búsqueda e investigación. Es lógico, concuerda con el espíritu del restaurante, pero tristemente no suele ser lo habitual. Adrián e Iratxe maridan su aproximaciones culinarias de la misma manera que escogen los ingredientes de cada plato. No son las formas ni los sabores típicos. Tampoco son ni las bodegas ni las uvas más famosas, pero sus vinos son únicos. No son extravagantes, pero apuestan por agitar el paladar y provocar a la mente.

Por eso son vinos de Denominaciones de Origen menos habituales, pero sobre todo, son vinos de bodegas especiales. Proyectos personales, sea donde fuera que haya viñas y uvas, pero siempre con una idea dentro de la cabeza de los propietarios y enólogos. Buscar la excelencia y la diferencia, la distancia con respecto a los sabores manidos y las sendas ya trazadas. Una búsqueda de su propio camino, sin saber muy bien a donde lleva, pero siempre con la confianza y con la certeza de que, allá donde se acabe, será un buen lugar. Innovación de la mano de la profesionalidad. Y un pañuelo de seda negra para alejarnos de los prejuicios. Nosotros ya nos lo hemos puesto y, de la mano, nos dejamos llevar por Iratxe y por Adrián. A donde nos lleven no nos importa, con tal de que nos lleven como en un sueño. Yume.

Yume está en lo alto de la Torre Niemeyer

Para llegar a Yume.

Se dan cuenta que poco hemos hablado de los platos y mucho de las sensaciones en conjunto y de lo que nos provocó la experiencia. Creo haber captado la intención de los impulsores de Yume, si me he equivocado, el error es sólo mío.

Para descubrir los platos hay que acercarse a la Torre del Centro Niemeyer, la carta cambia a medida que cambia la temporada y siempre hay novedades y delicias que descubrir. Todo cambia pero permanece la esencia del sueno. Yume. A Ustedes descubrirlo, soñarlo y realizarlo.

Yume, una experiencia única en Avilés.

Dirección:

Torre del Niemeyer Avda del Zinc S/N

La Terraza del Niemeyer by Yume – Avda del Zinc S/N

Para más información visiten su página web.

https://www.yumegastro.com

Agradecimientos

Co-working y brainstorming en Asturias. «The Team»

Queremos dar las gracias al equipo de nuestro “co-working ambulante” que tan productivo fue y cuyo núcleo duro ha sido asturiano. Gracias a todos ellos redescubrimos Asturias, Avilés, el Centro Niemeyer y el proyecto Yume.

Ana y Albert, que además de codirigir una muy importante empresa de marketing y eventos, regentan Zapatillas por el Mundo, especializado en el video y los viajes.

El gran Iosu Lopez, presentador y video-realizador sin par, impulsor del Birratour, evento único el mundo de los creadores de contenido en España, y director de Mochileros TV.

Y, por último, Carlos Rangel, fenómeno peruano del marketing y las relaciones públicas, con cuya sabiduría y conocimiento hay que contar para hacer negocios en América Latina.

Gracias a todos ellos, y a nuestra modesta aportación, este viaje dio para mucho.

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