El célebre arquitecto franco-suizo Le Corbusier pinta de color la última de sus obras en Zürich. Acostumbrados a sus diseños de piedra y hormigón, en la Casa de Heidi Weber prefiere colocar unas placas pintadas que atraen la vista del paseante que recorre el parque de Zürichhorn, situado en la orilla oriental del lago de Zürich. Compite en colorido con el Chinagarten, que está justo al lado, con su muralla roja y sus tejados amarillos. Ambos edificios crean un contraste muy interesante por sus estilos diferentes. El Chinagarten, con su estilo arquitectónico típico de la China milenaria, con sus pagodas chinas y sus jardines simbólicos de senderos curvilíneos. Y la Casa de Heidi Weber, un claro ejemplo de arquitectura contemporánea, con estructuras cúbicas de metal.
Dos lugares de visita obligada en la ciudad de Zürich que en verano se llena de vida, especialmente a orillas del río Limago (o Limmat) y de los lagos. Asistimos a la conquista del Zürichhorn por parte de los habitantes que hacen suyo el parque, disfrutando de un picnic, paseando a orillas del lago, dando una vuelta en barco, …Alargan los días del verano suizo hasta que el atardecer tiñe el lago de colores rojizos y amarillos, y aún más allá, porque la noche en Suiza en verano también es de lo más animada.
Esta toma de la ciudad de Zürich por parte de la gente nos llamó la atención desde el primer día de nuestro viaje de prensa a Suiza, ya que se repitió a lo largo de nuestro periplo por ciudades como Ginebra, Lausanne, Yverdon-les-Bains o Friburgo.
Y lo más interesante es que también los edificios, la propia arquitectura, invita al habitante a entrar en ella, ¿o quizás es ella la que se expande por los parques de la ciudad?. Con la Casa de Heidi Weber de Le Corbusier es así: la arquitectura se integra con el paisaje de tal modo que acaba humanizándose. Interior y exterior son uno solo, con esos grandes ventanales, con las terrazas, jardín, con ese querer hacer de la arquitectura un ente orgánico, una proyección de la propia naturaleza.
Cómo nació el Museo Le Corbusier o Casa Heidi Weber
La Casa Heidi Weber es en realidad un museo dedicado a la obra del arquitecto Le Corbusier, en el que pueden encontrarse algunas de sus esculturas, maquetas, mobiliario y escritos.
Heidi Weber era una galerista suiza que poseía una galería de diseño en Zurich, y la relación estrecha que mantuvo con Le Corbusier a lo largo de los últimos años de la vida del artista desembocó en la creación de la Casa Heidi Weber o Museo Le Corbusier. Este había soñado con materializar un proyecto que había ideado a finales de la Segunda Guerra Mundial: el proyecto Porte Maillot, de 1950. Y gracias a la perseverancia de Heidi Weber, que también inventarió y comercializó la obra escultórica y pictórica de Le Corbusier, pudo hacerse realidad la construcción del edificio de la Maison de l’Homme de Zurich, hoy conocida como Casa-Museo Heidi Weber.
Aunque el destino no quiso que Le Corbusier viese su última obra inaugurada. Asistió al inicio de su construcción a partir de mediados de 1960, pero fallece en 1965 con el edificio inacabado. Su amiga Heidi Weber decidió terminarlo en su honor, conservando el proyecto tal y como lo había diseñado Le Corbusier.
Le Corbusier creó un ente vivo en el que conviven las artes
El ideal para Le Corbusier era crear un ente vivo en el que tuvieran cabida todas las artes. Era fundamental reconciliar la arquitectura con las artes plásticas, así que la Maison de l’Hommede Zurich tenía que ser la materialización de este ideal teórico. Y lo consiguió, penetramos en un edificio que es en realidad un pabellón de exposiciones en el que podemos ver obras escultóricas, pictóricas, maquetas originales del proyecto y documentación gráfica del mismo.
Y realmente es un ente vivo, ya que en él tienen lugar numerosas exposiciones temporales, talleres, etc. Los trabajadores de la Casa Heidi Weber realizan una valiosa difusión de la obra de Le Corbusier. Pudimos comprobarlo nosotros mismos, con la visita del interior del edificio de la Maison de l’Homme de Zürich. Además de ser muy bien recibidos, constatamos el movimiento cultural que hay en torno a la obra del arquitecto suizo, materializada en exposiciones y una programación rica en eventos que tienen lugar a lo largo de todo el año.
La audacia de la arquitectura del Museo Le Corbusier
Atraídos por la arquitectura contemporánea, estos viajeros giroscópicos siempre andan en busca de obras de arquitectos que todavía siguen vigentes en la actualidad. Seguimos en Finlandia los pasos del arquitecto y diseñador Alvar Aalto, dimos un paseo arquitectónico por la ciudad de Columbus, en el estado norteamericano de Indiana, nos entusiasmamos con la arquitectura basáltica en Reykjavík, Islandia, con la arquitectura moderna de Düsseldorf, en Alemania, la arquitectura de Rudy Ricciiotti en Menton, Costa Azul, o los bancos inteligentes que nos hablan de sostenibilidad urbana,…
La audacia de Le Corbusier en la Maison de l’Hommede Zúrich exalta nuestros sentidos. Unos modulos cubiertos por una fantástica cubierta-paraguas que nos sorprende desde el primer momento por su modernidad. No será lo primero que nos sorprenda.
A pesar de que su idea inicial era construir el edificio de hormigón, terminó haciéndolo de metal, animado por su amiga Heidi Weber, un elemento de la nueva arquitectura ideada por el arquitecto. La estructura metálica esta compuesta por planchas de metal de colores. Y el edificio está formado por cubos modulares de 12×12 de lado sostenido por pilares de 9 metros de altura. Le Corbusier había creado el Modulor, un sistema de medidas que utiliza el tamaño del hombre como unidad modular, para establecer así la altura de los diferentes elementos arquitectónicos y de los objetos.
Era una forma de retomar el ideal de la Antigüedad de establecer una relación entre las proporciones de los edificios y las del hombre. Tiende pues a las medidas menores de lo habitual (de unos 2,26 m de altura), que se corresponden con las medidas del Modulor. No es más que un reflejo de la teoría del crecimiento infinito que ya había propuesto en los museos que diseñó en Toko y en Chandigarh.
Por otra parte, para Le Corbusier era importante contemplar las obras en espacios pequeños, íntimos, por lo que regresa a la idea de un museo pequeño, acogedor, lejos de la monumentalidad de los grandes museos.
Cuando entramos al Museo Le Corbusier, nos sentimos de repente como en casa, como si dispusiéramos de un museo para nosotros que nos acerca a las diferentes artes de forma rápida y directa. Tenemos la sensación de que Le Corbusier ha conseguido aquello que deseaba. La audacia de su arquitectura es clara.
Visita a la Casa Heidi Weber
La entrada a la Casa Heidi Weber, el Museo Le Corbusier o Maison de l’Homme de Zúrich, se hace a través de un gran pórtico en el que podemos apreciar perfectamente la enorme cubierta-paraguas triangular, y las planchas de metal de colores que son una de las características más llamativas del edificio.
La visita comienza en la planta baja, dividida en dos zonas. Las muestras de osadía de la arquitectura de Le Corbusier continúan en la rampa que conecta los tres niveles del edificio: el sótano, la planta baja y la planta alta. En esta planta baja hay un guardarropa donde nos reciben, también hay una cocina y un comedor, y una zona de exposiciones en un lugar de doble altura, del otro lado de la rampa. También hay una escalera que lleva a las demás plantas y a la terraza.
Desde el primer momento nos llama la atención la cantidad de luz que entra por los enormes ventanales, otra de las características principales de la arquitectura de Le Corbusier. Para los arquitectos contemporáneos la iluminación óptima del interior de los edificios era una de las premisas de su trabajo.
Subimos a la planta alta por las escaleras y nos encontramos con la biblioteca y una gran zona para exposiciones. Allí vemos carteles de Le Corbusier, así como obras pictóricas, escultóricas y maquetas de varios trabajos. El artista, además de arquitecto y pintor fue un gran teórico de la arquitectura, y en el edificio podemos ver varias de sus obras teóricas y de sus proyectos.
Salimos al exterior a través de la terraza y nos sentamos en unos bancos de cemento y observamos cómo la gente disfruta del verano suizo en el gran parque. La naturaleza envuelve el edificio de Le Corbusier, el contacto con ella es claro. Otro de los elementos fundamentales del Movimiento Moderno.
La visita sigue en el sótano, donde continúa la sala de exposiciones y hay un salón de actos. Aunque no termina ahí, ya que afuera está también su obra. Salimos al jardín y nos sentamos en el césped para seguir contemplando la Maison de l’Hommedesde el exterior y reflexionar acerca de la obra del gran arquitecto. Disfrutamos de la extraña arquitectura, de su colorido, …no hay prisa, todavía nos espera una larga jornada del verano suizo que llenaremos continuando la visita por la ciudad de Zúrich.
Cómo llegar a la Maison de l’Homme o Museo Heidi Weber
Para llegar al Museo Le Corbusier, Casa Heidi Weber o Maison de l’Homme de Zürich, hay que ir a Hochgasse, nº 8, en el barrio de Seefeld, a orillas del lago de Zurich. El jardín chino de Zúrich, o Chinagarten está al lado.
Fernando Sabatini
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Una gran mujer … que nos deja ver a Le Corbusier como nadie lo hizo , mi admiración y agradecimiento!!!!! , espero el legado de ambos continúe !