Viaje a la deslumbrante ciudad de Praga

Praga se lo puso fácil a UNESCO a la hora de encontrar motivos para ser incluida en la lista de Patrimonio de la Humanidad. En pocos lugares del mundo encontraremos un patrimonio cultural, artístico, humano, arquitectónico  y religioso como en la capital de la República Checa. Once siglos de arte e historia lo corroboran, y por eso Praga ha sido un destino en nuestro viaje por la República Checa.

Tranvía de Praga con un graffiti en un edificio de Praga
Tranvía de Praga con un graffiti en un edificio de Praga ©Marcela Pérez Z.

La música forma parte del alma de Praga en una forma tan diluida que se podría afirmar que Praga es música, y la música le debe mucho a Praga. Los compositores más celebres de la historia tuvieron un vínculo particular con Praga. Mozart solía repetir adulando a sus músicos y habitantes que “Mi orquesta está en Praga“ donde había estrenado en 1787 la ópera Don Giovanni, y Richard Wagner reconocía la inspiración que le había proporcionado su paso por la ciudad cuando afirmaba que «El antiguo esplendor y la belleza de Praga, una ciudad incomparable, dejó una impresión imborrable en mi imaginación».

Praga merece más que los dos días de escapada de un finde de semana que dedican muchos viajeros, porque a su vasta concentración de monumentos, museos, cafés históricos y cervecerías, se suma un centro histórico que parece no acaban nunca aunque nos alejemos del corazón de la ciudad. Praga es una de esas pocas ciudades que no solo brilla en su casco histórico, si no que extiende su alfombra arquitectónica kilómetros Danubio abajo y arriba.

Como en cualquier ciudad existen varias Praga, sublimes cantos de sirena para amantes de la historia, la música, las leyendas, la admiración por los músicos que dejaron su huella, la espuma de algunas de las mejores cervecerías de Europa, el arte clásico o el más contemporáneo que pinta las paredes de las calles con graffitis, o sin duda el monumental, con un despliegue de edificios que es casi imposible de narrar. Por ello el lector y viajero puede elegir entre un sinfín de posibilidades, teniendo siempre presente que el turismo en Praga no descansa nunca, ni de noche ni de día, ni en verano o invierno.

Edificio del Grand Hotel Europa de Praga
Edificio del Grand Hotel Europa de Praga ©Marcela Pérez Z.

Patrimonio de la Humanidad desde 1992, Unesco se rindió a la desorbitada condensación de arte de Praga. Las iglesias románicas, el gótico de la catedral, el barroco más intenso de edificios religiosos, los jardines renacentistas, el art nouveau con sus colores, las formas rectilíneas del cubismo, o el encanto de artistas como Alfons Mucha, permiten un recorrido temporal por las diferentes corrientes artísticas a las que Praga abrazó durante todos estos siglos.

Qué ver en Praga

Praga no es un destino nuevo para el turismo, ya desde la revolución de terciopelo y la apertura a Occidente, la capital de la República Checa ha tratado de absorber el flujo de viajeros que no se quieren perder una de las ciudades más bonitas de Europa. Sin embargo en los últimos años la presión turística es tan elevada que merece la pena reflexionar sobre la deriva de muchos destinos del viejo continente.

A la pregunta de, ¿cuándo es mejor visitar Praga?, la respuesta se antoja complicada. Navidad, Semana Santa y el verano eran los meses tradicionales de mayor condensación, pero ya prácticamente cualquier fin de semana de todo el año Praga se llena de turistas, con especial presencia de alemanes, eslovacos y polacos por cercanía, de asiáticos (japoneses, chinos y surcoreanos) y españoles e italianos, que han provocado la aparición de una legión de «free tours» que abarrotan espacios como el castillo, la plaza del ayuntamiento o las sinagogas.

Para el viajero paciente que huye de las concentraciones, rincones como el castillo de Vyšehrad o las galerías del Palác Lucerna pueden resultar una válvula de escape para descubrir otra Praga menos frecuentada, y donde los locales respiran un ambiente mucho más auténtico.

La Ciudad Vieja de Praga

La avenida de estilo parisino Václavské nám nos encamina a la Ciudad Vieja de Praga, el casco histórico medieval donde conviven callejuelas que por sus sinuosas formas destrozan la brújula de la orientación, con espacios amplios donde la distancia nos permite admirar algunos de los edificios más bellos de la ciudad. Muchos de ellos se asoman a la plaza de la Ciudad Vieja, la Staroměstské náměstí. Allí, además del antiguo ayuntamiento y la iglesia de Nuestra Señora de Týn, la plaza es la entrada de la iglesia barroca de San Nicolás, el palacio rococó Kinský (dentro está el museo nacional), la  denominada «casa gótica de la campana de piedra» y el monumento a Jan Hus, obra modernista de Ladislav Jan Šaloun en 1915.

La vetusta plaza funcionó ya desde el siglo X como mercado, y cruce de caminos de las rutas comerciales centro-europeas, controlada de cerca por la casa de aduanas (Ungelt), que marcaba los impuestos en las mercancías. En el siglo XIV se alzó el ayuntamiento, añadiendo el núcleo político en el corazón económico de Praga. Pero todo evento público que se preciara, desde la celebración de fiestas a ejecuciones como la de los 27 ajusticiados de la revuelta checa contra el Los Habsburgo, ocurrieron en la plaza.

Iglesia de Nuestra Señora de Tyn – Kostel Matky Boží pred Týnem

Pese a su importante ubicación, no hay que confundir la Iglesia de Nuestra Señora de Tyn con la Catedral de San Vito que está dentro del castillo. El edificio gótico comenzado en el siglo XIV y terminado dos siglos después sustituyó  a una iglesia románica que hacía de hospital de mercaderes en su paso por Praga. La iglesia de nuestra señora de Tyn es particular por la gran cantidad de elementos arquitectónicos que se han ido sumando. Entre ellos, uno particularmente extraño, es el faldón de casa que envuelve los bajos de la fachada y el patio interior. Los checos la llaman Týnský Chrám y, para admirarla como precia, lo adecuado es alejarse en dirección al ayuntamiento y sorprendernos al girarnos y observar su belleza. Desde lo alto de la torre del reloj astronómico, cuando el sol de atardecer crea su hora mágica, es otro buen momento para sacar las fotos de la iglesia.

Iglesia de Nuestra Señora de Tyn desde la torre del Reloj Astronómico
Iglesia de Nuestra Señora de Tyn desde la torre del Reloj Astronómico ©Marcela Pérez Z.

Las torres mellizas góticas -aunque ambas miden 80 metros la planta cuadrada de la torre sur es algo más pequeña y se conoce como Eva, frente a Adán- con sus agujas afiladas se suman a las casi cien torres que acarician el cielo praguense.

Dentro de la iglesia la mezcla de estilos casi se superpone, con restos de su historia que van desde, la pila bautismal del siglo XV, al órgano de la catedral de la segunda mitad del siglo XVII y la ornamentación barroca que se añadió tras el incendio de 1679. Las pinturas del altar son obra de Karel Škréta.

Para los curiosos el interés del interior de la iglesia de Tyn proviene la visita a la tumba del astrónomo danés Tycho Brahe, que trabajó en la corte de Rodolfo II, y que se hizo tristemente célebre en Praga por perder la naríz en un duelo y por llevar una prótesis para disimular su pérdida.

Ayuntamiento

Además de ayuntamiento, los bajos del edificio son la oficina de turismo, y entrada a la torre del Reloj Astronómico (Staroměstský Orloj). La torre y la capilla son los elementos más antiguos con su profuso estilo gótico del siglo XIV. Las obras de restauración del reloj astronómico entre 2017 y 2018 nos privaron de uno de los lugares más carismáticos de Praga, con su despliegue mecánico de los doce apóstoles que en las horas en punto desde las nueve de la mañana hasta las once de la noche hacen que las miradas se alcen hacia la torre del ayuntamiento. Según la leyenda, el reloj astrológico se construyó en 1410 gracias por el maestro relojero Hanus, al que dicen que cegaron tras terminarlo para que no pudiera repetirlo. Sin embargo los estudios del siglo XX atribuyen al relojero Nicolás de Kadan​ y a Jan Šindel, profesor de matemáticas y astronomía de la Universidad Carolina de Praga la autoría del reloj astronómico, que fue perfeccionado posteriormente por Jan Taborsky en el siglo XVI.

Su alegoría sobre el paso del tiempo no puede estar mejor representado que con el esqueleto que porta el reloj de arena -representando la Muerte- mientras los apóstoles desfilan.  La esfera astronómica indica la hora y las posiciones del Sol y de la Luna en el cielo y junto a la alegoría de la Muerte las otras tres figuras emulan a la Vanidad con un hombre que sostiene un espejo; a la Avaricia -un comerciante judío con su bolsa- y a la Lujuria simbolizada con un príncipe turco tocando la mandolina. Como vemos la fe judía y la musulmana no salen bien paradas.

Torre de la Pólvora – Prašná brána

Si bien no es muy frecuentada es probable que nos la encontremos varias veces en nuestros paseos por Praga. De hecho las vistas desde lo alto de esta antigua puerta monumental a la Ciudad Vieja son una buena recomendación para los fotógrafos que quieran obtener buenas fotos al anochecer con la parte trasera de la iglesia de Tyn y el castillo al fondo. En ella se explica la función que tenía la torre como almacén de pólvora, y paso obligatorio del cortejo real en su camino hacia el castillo donde se llevaba a cabo la coronación de los reyes.

Torres de la Iglesia de Tyn en el cielo de Praga
Torres de la Iglesia de Tyn en el cielo de Praga con la catedral en el castillo al fondo ©Marcela Pérez Z.

El barrio judío de Josefov

La comunidad judía fue tan relevante desde la edad media, que fue objeto de persecuciones constantes a lo largo de su historia, como poseedores de un importante control económico. La creación del barrio de Josefov fue el resultado de la unión de las dos comunidades judías que pese a compartir confesión, tenían ritos bastante diversos e intentaban mezclarse poco. De hecho vivían separadas, una en torno a la Sinagoga Staronová (Vieja-Nueva) y la otra junto a la Sinagoga más antigua de la ciudad que luego fue sustituida por la Española.

La unión hizo la fuerza y el barrio recibió el nombre de José II, monarca  del Sacro Imperio Romano Germánico, que contribuyó a que la marginación social de los judíos mitigara. En 1850 el barrio Josefov se integraba en Praga, ya que hasta entonces prácticamente era una ciudad dentro de la ciudad, con instituciones propias y nunca mejor dicho, definido como un gueto donde los judíos se autoaislaban del resto de Praga. La reforma urbanística del centro de Praga hacia finales del XIX hizo que Josefov se abriera con el derribo de casas para crear avenidas más anchas al estilo de otras ciudades europeas. Las sinagogas, el cementerio o el ayuntamiento judío se conservaron e integraron en la nueva concepción del centro de Praga.

Las sinagogas de Praga

Quizá la ruta más transitada en Praga es la que nos conduce tras los pasos de las seis sinagogas de la Ciudad Vieja: la Sinagoga Vieja Nueva, la Sinagoga Española, la Sinagoga Alta, Pinkas, Klausen y la sinagoga Jerusalén.

A la hora de visitarlas, podemos optar por un billete para las que nos interesen o una entrada global que permite acceder a todas excepto a la Sinagoga Vieja-Nueva que se debe pagar por separado. Con la entrada viene un mapa para que hagas el recorrido orientándote.

La Sinagoga Española

Un ilustre hijo pródigo de Praga nos recibe a la llegada a la sinagoga. Kakfa de orígenes judíos tiene aquí una de las varias estatuas que lo recuerdan. El exterior austero parece no auspiciar lo que hay en su interior, pero precisamente esa sencillez hace que la sorpresa sea mayor. En las taquillas la señora que nos atiende habla algo de español y nos entrenemos un rato charlando mientras no para de sonreír.

Escultura de Kafka en el exterior de la Sinagoga Española
Escultura de Kafka en el exterior de la Sinagoga Española ©Marcela Pérez Z.

El nombre y alusión de la La Sinagoga Española (Spanelska synagoga) se comprende inmediatamente cuando nos entramos en su interior. Las reminiscencias con el arte morisco y en especial, con la Alhambra de Granada, son evidentes. Se construyó entre 1868 y 1893, para sustituir la que fue la primera sinagoga de Praga, la Escuela Vieja; y la abundancia y vivacidad de los colores de los estucos es sencilla y llanamente bella. En Praga existía una comunidad de judío que había llegado tras la expulsión de los Reyes Católicos y el arquitecto Quido Belský  se inspiró en la arquitectura morisca para decorar su interior.

Interior de la Sinagoga Española en Praga
Interior de la Sinagoga Española en Praga ©Marcela Pérez Z.

Desde el piso superior se tiene una espectacular vista de la sinagoga española, y de paso es posible conocer la historia de la comunidad judía en Bohemia y Moravia, incluida la parte más atroz del exterminio nazi que se cebó con los guetos de la ciudad. De hecho, la sinagoga española, funcionó como almacén de los objetos expropiados a los judíos, y tras la victoria aliada se convirtió en un museo de recuerdo.

Sinagoga Vieja-Nueva (Staronova synagoga)

La sinagoga Vieja-Nueva es la más vieja de Praga, fechada en 1270, y una de las más viejas de Europa, siendo aún templo en uso para la comunidad judía. Una de las leyendas más difundidas de Praga es la del Golem, ser de barro invocado por el rabino del siglo XVI Rabbi Judah Loew, Judah Loew ben Bezalel, conocido como el Maharal de Praga, y que es un protector de la comunidad judía y de los ataques antisemitas. Según la leyenda, el Golem yace inerte en el ático de la sinagoga vieja-nueva esperando a que se le despierte si el peligro acecha.

Sinagoga Vieja - Nueva de Praga
Sinagoga Vieja – Nueva de Praga ©Aitor Pedrueza

Merece la pena acercarse, aunque sea para verla por fuera y hacernos cargo de como fue uno de los pocos edificios que sobrevivió las reformas urbanísticas de finales del XIX que abrieron avenidas anchas y formas modernistas en el antiguo barrio abigarrado de Josefov. Como ya hemos indicado la entrada de esta sinagoga se debe comprar por separado.

Sinagoga Maisel (Maiselova synagoga).

El primer uso del edificio de la sinagoga Maisel fue el de templo de oración privado del filántropo Josefov Mordechai Maisel, líder de la comunidad judía, que donó dinero para la construcción de edificios privados y públicos en el barrio de Josefov en el siglo XVI. Su poder económico sirvió para sufragar las campañas militares que el emperador Rodolfo II llevó a cabo contra los turcos.

Posteriormente pasó a ser sinagoga pública, y tras el incendio de 1689 fue reconstruida primero en estilo barroco y ya en el XIX con formas neogóticas. Si entramos podemos ver una colección de objetos religiosos judíos.

Sinagoga Alta – Vysoká synagoga

El mismo Mordechai Maisel promovió la construcción de la Sinagoga Alta, – situada frente a la sinagoga Vieja Nueva y anexa al ayuntamiento de Josefov-, con un contraste arquitectónico por sus formas renacentistas del siglo XVI. El nombre no lo recibió por su elevada altura, si no porque los ritos religiosos se llevaban a cabo en la primera planta, a diferencia del resto de templos. La sinagoga alta solo se puede ver por fuera, ya que el interior no está abierto al público.

Sinagoga Pinkas (Pinkasova synagoga)

Junto al Cementerio Judío del barrio de Josefov está la sinagoga Pinkas, que debe el nombre al rabino que la fundó allá por el 1479. Su descendiente Aaron Meshulam contribuyó a ampliarla en 1535. En el interior una sala con los nombres de 77.297 judíos de Bohemia y Moravia muertos en campos de concentración nazis es una oda a la reflexión. Desafortunadamente en ocasiones el tumulto de grupos armados con sus móviles y su trajín coleccionista de selfies arruina la paz del lugar. En el piso de arriba hay una muestra de dibujos realizados por niños que pasaron por el campo de concentración de Terezín.

Nombres de víctimas de los campos de concentración nazi en el interior de la Sinagoga Pinkas
Nombres de víctimas de los campos de concentración nazi en el interior de la Sinagoga Pinkas ©Aitor Pedrueza

Sinagoga Klausen (Klausova synagoga)

En realidad Klausen es el nombre que reciben las escuelas judías y centros de oración. La sinagoga actual se construyó en el área que ocupaban las antiguas escuelas, destruidas por el incendio de 1689. Años después, en 1694 se abrió la sinagoga, que hoy permite profundizar a los más interesados en el mundo hebreo, gracias a la colección de objetos de tradiciones judías. Anexo está el edificio de la Sala Ceremonial, cuyo corte estético nos recuerda a un castillo, y que en realidad es una construcción de 1906. Funcionaba como sala de las ceremonias fúnebres, y actualmente recupera la historia del gueto de Praga.

La Sinagoga Jerusalén – Jeruzalémská synagoga

Ya fuera del barrio de Josefov y junto a la estación de tren de Praga está la sinagoga de Jerusalén, conocida como la Sinagoga de Jubileo por el 50 aniversario del emperador Josef I en el trono del imperio Austrohúngaro. Es la más reciente (1905-1906, diseñada por el arquitecto Wilhelm Stiassny) y la de mayores dimensiones, y es muy recomendable su visita. Los gustos modernistas con influencias moriscas deslumbran con una fachada monumental. En el interior por contra, las influencias son de un modernismo centroeuropeo, con estucos policromados.

Sinagoga Jerusalén
Sinagoga Jerusalén ©Aitor Pedrueza

Detrás de la sinagoga de Pinkas el cementerio judío constituye un impactante vista de doce mil tumbas que se apiñan como dientes deformados con sus lápidas góticas, renacentistas y barrocas repletas de simbología judía. Las piedras sobre las tumbas son el equivalente a las flores, un homenaje a los difuntos.

Lápidas del cementerio judío de Praga
Lápidas del cementerio judío de Praga ©Aitor Pedrueza

Hay que dejar constancia de que, hacer la ruta de las seis sinagogas de Praga, significa dedicar al menos una mañana a conocerlas. Dentro de cada sinagoga hay museos, objetos y otros elementos para contextualizar la importancia de los judíos en Praga a lo largo de la historia. La entrada común viene acompañada de un mapa con un orden de visita propuesto.

Si por un casual tuviésemos que priorizar, nuestra recomendación es al menos visitar la preciosa Sinagoga Española, la más visual y fotogénica,  la Sinagoga Vieja-Nueva que nos transporta a la vida de los antiguos guetos judíos y es la más vieja de Praga; la Sinagoga Pinkas por el valor simbólico del interior donde se listan en las paredes los nombres de víctimas del genocidio nazi.

Una Información importante para visitar las sinagogas, es que los sábados y festividades judías cierran, por lo que es mejor evitarse sorpresas eligiendo bien el día.

El Puente Carlos

Si Praga tuviese un corazón latiendo con fuerza, el puente Carlos sería la arteria por donde discurre la sangre bombeada. Nexo de unión entre la ciudad vieja de Praga y Mala Strana con el castillo, el Puente de Carlos (Karluv most) era conocido hasta 1870 como puente de piedra a secas, hasta que se homenajeó al rey Carlos IV que promovió su construcción entre 1357 y 1402, después de que en 1342 una riada se llevara por delante el antiguo puente de Judit.

Los sólidos sillares de piedra arenisca refuerzan el puente, a su vez rematado con dos torres en los extremos que servían como defensa y lugar de control del paso.

Más de treinta estatuas actúan como elemento decorativo a la par que como protectores de la población de la gente de la isla de Kampa como dicen los locales. Una de las leyendas dice que tras la medianoche las estatuas cobran vida y bajan de sus pedestales, seguramente para estirar las piernas como si fueran estatuas vivas que cobran por las fotos de los turistas. Si vemos un tumulto es probable que estemos frente a la estatua de Juan Nepomuceno, arrojado al río por el rey Wenceslao IV según su hagiografía, y que quién sabe como contrapartida recibe la caricia de los transeúntes que frotan su relieve para obtener suerte.

Malá Strana – La perla barroca de Praga

Al otro lado del río Moldava el barrio de Malá Strana gana enteros como un rincón especial de Praga. El tumulto diurno, sobre todo el peregrinaje que sube y baja del castillo se desvanece con la noche. Sus restaurantes coquetos, pequeños y acogedores son una de las mejores opciones para conocer la gastronomía checa.

Barrio Mala Strana desde el castillo
Barrio Mala Strana desde el castillo ©Aitor Pedrueza

Malá Strana (literalmente «Lado Pequeño», o «Pueblo Pequeño») fue el hogar de artistas como el escritor Jan Neruda, que además de nacer y vivir aquí dejó su recuerdo en alguna de sus obras donde menciona su barrio. Dicen las malas lenguas que para los praguenses Mala Strana fue un barrio poco querido porque representaba la oposición religiosa de los católicos impuesta a los luteranos con la contrarreforma y la derrota del Reino de Bohemia contra el ejército del Sacro Imperio Germánico que significó recortes de privilegios y de poder económico. Por tanto la exultante arquitectura barroca fue vista como una imposición católica y una derrota de los luteranos y el gótico frente a la apisonadora del Vaticano. Hoy en día no se percibe tanto ese rechazo local a lo barroco, y Mala Strana es también un refugio de restaurantes para los habitantes de la ciudad.

Mucho antes de que las naciones del mundo abrieran sus embajadas, el barrio de Malá Strana se formó con la llegada de numerosos  artesanos alemanes, cuya especialización y calidad fueron motivo para que a mediados del siglo XIII el rey Přemysl Otakar I promoviera su asentamiento en las faldas del castillo. Siglos después fueron los gustos exquisitos del Barroco europeo los que significaron la llegada de arquitectos que perfilaron la cara de los palacios de la nobleza local alzados bajo el castillo. Incluso la afluencia de artistas italianos hizo que surgiera un barrio propio donde hoy está la calle Vlašska.

Así nació «La perla del Barroco», como se conoce a Malá Strana, cuya concentración de edificios renacentistas, barrocos y rococó se debe curiosamente a que tras el incendio de 1541, se construyeran muchos de ellos al unísono en torno al siglo XVIII. La mayor parte de los palacios barrocos son hoy la sede de las embajadas, y las banderas ondeando en los balcones dan un toque multicultural donde podemos ver a representantes diplomáticos de todo el mundo mezclándose con sus compatriotas que han llegado por turismo a Praga. Entre ellos destaca el Palacio Kounic, el Palacio Turba, el Palacio Buquoy, el Palacio del Gran prior de la orden de Malta, el Palacio Lobkowicz , el Palacio Furstenberg, el Palacio Thun o el Palacio Thun-Hohenstein.

Iglesia de San Nicolás

Pero la máxima expresión del barroco de Mala Strana es sin duda la Iglesia de San Nicolás. San Nicolás es al barroco y el catolicismo en Praga lo que la Catedral de San Vito es al gótico y los protestantes. Comenzada a construir en 1673 no se culminó hasta 1752, si bien ya en 1711 se comenzaron a oficiar misas. Frente a la iglesia está la Columna de la Peste (obra de Alliprandi en 1715 ), con la habitual estatua de la Santísima Trinidad que aparece en muchas zonas de centro Europa donde la plaga de la peste causó estragos a la población.

El interior explica los excesos del barroco en Praga con una cúpula de veinte metros de diámetro. Obra de K. I. Dientzenhofer, pinturas, frescos y demás ornamentos engalanan San Nicolás, siendo posible subir a la torre para gozar de las vistas de Malá Strana.

En lo alto de Malá Strana, el verdor del monte Petřín (Petřínská rozhledna) hace de cohorte del castillo. La inconfundible silueta de la torre de observación de Petřín, a la postre una réplica de la Torre Eiffel a menor escala de 1891, marca la figura del lado occidental de Praga, ofreciendo una buena vista de la ciudad desde lo alto al atardecer, con el sol calentando las fachadas de la ciudad vieja. El inmenso rosal con más de 15 mil ejemplares ya solo es una poderosa razón para los amantes de las flores; o bien optar por el laberinto de espejos que enloquece a los niños para entretenerlos entre tanta actividad histórica o cervecera. Para subir o bajar podemos utilizar el funicular, y luego el camino que conduce a Mala Strana y el puente Carlos.

Torre Petrin
Torre Petrin ©Aitor Pedrueza

Mural de John Lennon

Los lugares de peregrinaje no son siempre religiosos. Pasa con el Muro de la Paz de Belfast, recuerdo de la ignominia de separar ciudadanos solo por su opción política y religiosa. En Praga uno de esos lugares es el Muro de John Lennon en la calle Velkopřevorské náměstí, donde se mezclan fans de la figura del músico de los Beatles con instagramers, influencers y demás retahíla del mundo del postureo, que con sus cinco minutos de pose frente a los murales ya cumplen el trámite. Mucho más interesante y a dos pasos es el paseo tranquilo por la isla de Kampa.

Muro de Jhon Lennon en Praga
Muro de John Lennon en Praga ©Marcela Pérez Z.

La isla de Kampa

Junto a Mala Strana, en el lado oeste de Praga está la isla de Kampa, que se separa de «tierra» apenas por un breve canal llamado Čertovka (o canal del Diablo) cuyas aguas movían los molinos y de los que aún tenemos testimonio. Kampa es una de las ocho islas que encontramos en el río junto a la ribera de Praga y es un lagar de relax y paseo de los praguenses. Las elegantes residencias del siglo XVIII y XIX decoran Kampa, ofreciendo unas vistas inmejorables del puente Carlos y de la Ciudad Vieja con las torres y tejados definiendo su silueta.

Molino en la isla de Kampa
Molino en la isla de Kampa ©Aitor Pedrueza

Castillo de Praga

La calle de Neruda va ascendiendo hacia el castillo, casi con una flecha humana de visitantes que no se quieren perder uno de los lugares más monumentales de Praga.

Interior de la catedral de Praga
Interior de la catedral de Praga ©Aitor Pedrueza

Si no vamos con prisa, antes de emprender la subida, podemos desviarnos a la derecha por la calle Tommaska y conocer el  palacio Valdštejnský, más que un palacio un auténtico complejo residencial  construido entre 1624-30 en un estilo barroco incipiente para ser la humilde morada (está formado por 26 edificios y seis jardines) del noble y general del Sacro Imperio germánico Albrecht von Wallenstein. El palacio Valdštejnský es la sede del senado checo y los jardines están abiertos en verano. Los opacos muros que la circundan seguían la premisa del aristócrata que no deseaba que ningún ruido entrase desde el exterior del palacio.

Retomamos el camino hacia el castillo, atravesando el barrio Hradčany -literalmente barrio del castillo-. El conjunto de la ciudadela reúne palacios, iglesias, varias torres, jardines y un barrio medieval donde está el famoso Callejón del Oro. Habitada desde el siglo IX, la ciudadela fortificada era la residencia de los reyes de Bohemia???

Hay dos entradas para acceder y comprar la entrada que posibilita la visita. El acceso principal por la plaza Hradčanské náměstí permite ver el tradicional cambio de guardia frente a la puerta de San Matías cada hora desde las 9 hasta las 18h. El primer patio que nos encontramos es donde se encuentra la Capilla de la Santa Cruz (Kaple svatého Kříže), antesala de la catedral de San Vito.

Mapa del castillo de Praga con los lugares a visitar
Mapa del castillo de Praga con los lugares a visitar

Catedral de San Vito

La catedral sobresale dentro de la ciudadela con su elegante figura. La antigua rotonda románica dejó paso allá por el año 1344 cuando comenzó la edificación de la catedral al nuevo y más importante centro religioso para la fe católica. La catedral no se dio por finalizada hasta 1929, seis siglos después de las primeras obras, por lo que el estilo gótico es una sucesión de acciones arquitectónicas. En el interior se hallan las tumbas de los reyes checos en la cripta, además de las Joyas de la Coronación o las reliquias del patrono dentro de la capilla de san Wenceslao. En el exterior encontramos la torre de la Pólvora y el antiguo palacio real.

Catedral de San Vito dentro de la ciudadela del Castillo de Praga
Catedral de San Vito dentro de la ciudadela del Castillo de Praga ©Aitor Pedrueza

Antiguo Palacio Real – Starý královský palác

En uno de los lados de la catedral el edificio que encontramos y que por el lado opuesto se asoma a Mala Strana es el Antiguo Palacio Real, hogar de los reyes checos hasta el siglo XVI y donde podemos recorrer sus estancias entre las que destaca la sala gótica de Vladislav (finales del siglo XV), con su particular bóveda estrellada.

Basílica de San Jorge

El siguiente edificio al que nos conduce la ruta es la basílica de San Jorge, joya del románico -entre tanto gótico y barroco-, y la iglesia más antigua del recinto del castillo. Los «lavados de cara», mejor dicho de fachada le dieron el aspecto barroco ya en el siglo XVII. Los pasos por la calle Jiřská -donde también está el Palacio Lobkowicz, interesante parada por su colección artística y su mirador – nos conducen hacia espacios más estrechos donde la aglomeración de gente ya es un aviso de que el Callejón del Oro está cerca.

El Callejón de oro y la casa de Kafka.

El Callejón de oro es sin duda un lugar mágico, y podría serlo más si no estuviera tan colapsado por el turismo. Las preciosas fotos que circulan por internet con las casas de colores son ciencia ficción, y es prácticamente imposible lograr que alguna cabeza no aparezca delante de nuestros ojos y cámara de fotos. Por eso el mejor consejo es disfrutar del lugar, sin obsesionar por reproducirlo en una instantánea. El Callejón de Oro (Zlatá Ulicka) es una calle con casas de dos alturas adosadas a la muralla norte, que han conservado su fisonomía durante siglos. Construidas para los fusileros del rey, al final fueron artesanos de todo tipo como sastres, orfebres y alquimistas los que tenían sus moradas y talleres.

La denominación áurea tiene dos teorías, o bien los trabajos de joyería, filigrana y recubrimiento de los orfebres, o como dicen las malas lenguas la obsesión del emperador Rodolfo II por conseguir transformar el plomo en oro gracias a los secretos estériles de los alquimistas.

Frank Kafka vivió durante un (breve) periodo en el número 22 del Callejón del Oro, compartiendo con su hermana la casa. Sin embargo, si buscamos lugares relevantes de la vida del escritor encontraremos un buen puñado de lugares en Praga. Por ejemplo, la casa de Bbilekgasse, otra morada en el número 5 de la calle U Radnice, cerca de la Plaza de la Ciudad Vieja, que se incendió años después. Al final del Callejón del Oro está la puerta Daliborka, una opción menos atascada para entrar al recinto del castillo

Callejón del Oro
Callejón del Oro ©Aitor Pedrueza

Barrio de Hardcany.

Hradcany es el barrio donde se alza el castillo, que no es ni mucho menos el único punto de interés. Con las prisas de los viajeros que eligen solo lo imprescindible de Praga, se olvidan que en torno al castillo hay muchos lugares donde pararse, como las caballerizas donde se suceden exposiciones interesantes, la pinacoteca de la ciudad o el palacio de verano renacentista de la reina Anna. Esta zona hay que visitarla con la mentalidad de caminar, y de no tener prisa, por ello desde la entrada al castillo podemos enfilar la calle peatonal que va hacia la plaza de Hradčanské náměstí frente a la iglesia de San Benedicto. Dejamos atrás palacios y a la derecha ya observamos el convento de Nuestra Señora de Loreto.

Convento de Nuestra Señora de Loreto
Convento de Nuestra Señora de Loreto ©Aitor Pedrueza

En el interior los fieles católicos tienen la posibilidad de ver la reproducción de la casa de la Virgen María, solo apto para creyentes que pueden aceptar que hubo alguien que la pudo describir. En todo caso, el edificio es de bella factura, otro ejemplo más de como la arquitectura barroca de la corriente católica intento compensar los edificios luteranos de la vieja ciudad. Si llegamos a las horas en punto oiremos los 27 tonos del carrillón. Detrás del convento de Loreto está el poco conocido barrio de Nový Svět, donde antaño estaban los lupanares utilizados por los infieles maridos de Praga. Ofrece una ruta diferente con sus casa bajas de corte barroco y sin duda un itinerario menos agobiante.

Monasterio de Strahov

Muy cerca encontramos el Monasterio de Strahov, que además de por su cerveza artesana que desde el siglo XV se produce es uno de los recintos religiosos más cautivadores de Praga. Sobre el templo románico se cambió su fachada con el redundante estilo barroco de toda Mala Strana. El motivo esencial de la visita es su biblioteca, dividida en temas filosóficos y teológicos, en salas decoradas con frescos en los techos, y estanterías de libros que sobrepasan los 130 mil ejemplares. Los globos terráqueos dejan a viajeros como nosotros con la boca abierta, y para los melómanos la posibilidad de admirar el órgano de la iglesia donde tocó Mozart hace meritoria la visita.

Fortaleza de Vyšehrad

Aunque a priori la Fortaleza de Vyšehrad no estuviera copando el top de lo imprescindible de Praga, nuestro afán por dejarnos llevar y conocer nuevos lugares nos llevó a la parte sur de la ciudad donde se alza una roca de piedra sobre el río Moldava. Vyšehrad era uno de los asentamientos que luego darían forma a Praga. Las crónicas orales del reino de Bohemia siempre habían mencionado Vyšehrad (literalmente «Castillo en las alturas») como la sede de los primeros príncipes checos, aunque las excavaciones arqueológicas lo han datado en el siglo X, por tanto posterior al castillo de Praga. Sea como fuere un grave incendio dejó en ruinas la antigua fortaleza y ni fue hasta el fin del siglo XIX cuando se reconstruyó con formas neogóticas que apenas tienen cien años. El interior de Vyšehrad se ha convertido en un área de recreo y paz, con extensos jardines llenos de esculturas -algunas estaban en el puente Carlos- donde los únicos viajeros hemos nosotros.

Vistas de Praga desde la Fortaleza de Vyšehrad
Vistas de Praga desde la Fortaleza de Vyšehrad ©Aitor Pedrueza

Las vistas sobre el río son el contrapunto al castillo de Praga, pero esta vez desde el otro margen. La iglesia neogótica de san Pedro y san Pablo se yergue como monumento más importante y junto a la iglesia está el Cementerio Slavín , donde están las tumbas de muchos de los prohombres de Praga y caras célebres de su historia. También son visitables las casamatas, unas galerías excavadas por el ejército francés durante la ocupación de Praga, que funcionaban como refugio de los soldados y troneras para divisar el paso junto al río.

Detrás de la iglesia caminamos hacia  rotonda la románica de san Martín, del siglo XI, que fue almacén de pólvora y que estuvo a punto de ser demolida en 1841. Una ruta circular nos permite observar los impresionantes muros y bastiones construidos en el siglo XVII por arquitectos italianos, expertos en la construcción de ciudadelas defensivas.

De vuelta de la fortaleza Vysehrad el río nos conduce de nuevo hacia el Puente Carlos, pero propone varias paradas necesarias. Máxime cuando admiradores de Frank Ghery -maestro de la reconversión arquitectónica de Bilbao con el museo Guggenheim y de Düsseldorf con los edificios Neuer Zollhof en el barrio portuario de Medienhafen- se topan con la Casa Danzante.

Casa Danzante (Tančící dům)

La arquitectura contemporánea ha tratado de integrarse en una ciudad donde la fisonomía es tan armoniosa que podría resultar un pecado innovar. Sin embargo, más allá de las polémicas y gustos, hay que aceptar que algunos edificios como la Casa Danzante han conseguido atraer la atención del turismo que llega a Praga. Situada frente al puente Jiráskuv buscamos el encuadre, intentando sobrevivir al tráfico y a otros viajeros que buscan su foto.

Bailando frente a la Casa Danzante de Praga
Bailando frente a la Casa Danzante de Praga ©Aitor Pedrueza

El apodo de Fred & Ginger de la casa danzante vino dado por el sugerente baile que parece hacer el edificio. Frank Gehry, con la colaboración del checo Vlado Milunić completaron en 1996 un proyecto donde dos edificios se funden haciendo chocar las formas rectilíneas de uno con las curvas del otro. Este ejemplo y exponente del estilo deconstructivista acoge en su interior oficinas y un restaurante con terraza panorámica, ideal para obtener una vista de Praga de 360 grados.

A nuestra izquierda «flota» la isla Eslava (Slovanský ostrov), presidida por el palacio neorrenacentista Žofín, sede de conciertos y actuaciones de danza. El eco de las ejecuciones de las obras de Liszt, Berlioz o Wagner con su ópera  El anillo del nibelungo ha impregnado las paredes de este templo musical. ,

Un poco más adelante hacemos una parada en el Café Slavia, frente al Teatro Nacional. Las suelas de los pies arden y nada mejor que un café con vistas desde uno de los lugares clásicos en la intensa vida intelectual checa. El interior del café conserva parte del estilo art deco, y si pudiéramos grabar un time lapse de los últimos cien años (algo más porque se abrió en 1881) veríamos pasar vertiginosamente a los praguenses por uno de los cafés más celebres de la ciudad.

Las vistas desde el Café Slavia – Kavárna Slávie hacia el río Moldava, el barrio de Mala Strana con el castillo engullido por el atardecer merecen la pena, y más si paladeamos uno de los variados cafés de sabor intenso.

La Praga «desconocida»

A estas alturas el lector ya puede intuir que en realidad es incorrecto hablar de una Praga desconocida ya que la ciudad está muy expuesta al turismo. Sin embargo hay numerosos lugares donde se palpa la vida del día a día, y las aglomeraciones son inexistentes. Una ruta por lugares que merece la pena indagar nos lleva hasta edificios como la Casa municipal (Obecní dům), de la primera década del siglo XX, cuando el gusto modernista dejó estampado su gusto refinado y colorido en Praga. Artistas como Mucha, Preisler, o Šaloun decoraron el interior repleto de pequeños salones como la Sala Smetana. La cafetería, el restaurante francés, el bar americano o el Pilsen se pueden recorrer por nuestra cuenta o en visitas guiadas.

No lejos está la Galería Lucerna, un corredor interior con comercios, y las históricas salas de cine Bohemia con su preciosa cafetería. que con su propuesta de mezcla de estilo clásico y contemporáneo, como la escultura ecuestre de  San Wenceslao cabeza abajo.

Galería Lucerna, una joya poco conocida de Praga
Galería Lucerna, una joya poco conocida de Praga ©Aitor Pedrueza

Praga y el cubismo

Las curvas no tienen cabida en el cubismo, y si buscamos un itinerario temático por esta corriente artística es imprescindible la visita al Museo de artes aplicadas dentro de la Casa de la Madre de Dios Negra (Uměleckoprůmyslové museum – Dům U Černé Matky Boží). Este edificio en sí está considerado el sumum de la arquitectura cubista checa, diseñado por Josef Gočár entre 1911 – 1912 . El nombre lo hereda de la mínima escultura barroca situada en una de las esquinas, y el interior alberga  el museo dedicado al cubismo.

Nosotros aprovechamos la parada en el Grand Café Orient situado en la primera planta para tomar un café en el considerado primer café cubista del mundo, donde todo parece cortado por un patrón de líneas rectas.

Casa de Kafka y ruta literaria tras el escritor más famoso de Praga

Apenas hemos mencionado a Frank Kafka, pero su presencia es más que visible en Praga, y del mismo modo la ciudad está presente en varias de sus obras como El Proceso. El escritor nació junto a la iglesia de San Nicolás, en la calle U Radnice 5 y vivió en varios lugares de la ciudad, muy bien señalados como el número 22 del Callejón del Oro, que ya hemos comentado, o la La Casa Minuta con su fachada esgrafiada en el centro de la ciudad. En la Universidad Carolina, en la calle Zelezná, Kafka estudio Derecho y la tumba donde reposan sus restos se halla a las afueras de Praga, en el Nuevo Cementerio Judío de Olsany.

Los que quieran profundizar más pueden visitar el museo en Hegertova cihelna número 2, o descubrir algunas estatuas en su honor como el busto diseñado por el artista David Černý, cerca de la estación de metro Národní Třída; o la que se halla al lado de la Sinagoga Española de Praga, que hace un guiño a la obra de Kafka llamada Descripción de una lucha.

Inmensa escultura con el busto de Frank Kafka, obra de David Černý, cerca de la estación de metro Národní Třída
Inmensa escultura con el busto de Frank Kafka, obra de David Černý, cerca de la estación de metro Národní Třída ©Aitor Pedrueza

Actividades para hacer en Praga

Praga da para mucho y dimos cuenta de ello hasta el punto que no pudimos llevar a cabo excursiones como la del campo de concentración de Terezin a unos 60 km de la capital checa. Hay viajeros que priorizan sus monumentos, sus sinagogas, sus espectaculares vistas para tomar fotografías desde sus miradores, o los que no se pierden la oportunidad de llevar a cabo la ruta de las cervezas que promueve la oficina de turismo conociendo espacios curiosos como el barco cervecero de Lod Pivovar, o degustar los platos de contundente comida checa en los restaurantes de Praga. Los free tours organizados abundan, y no es un problema encontrar guías que llevan a cabo rutas en español.

La ciudad de los Cafés

Praga podría ser apodada como la ciudad de los cafés, y es que aquí su consumo tiene mucho de tradición exquisita y al mismo tiempo de arte en verdaderos templos como son las cafeterías de la ciudad. Nosotros disfrutamos de varias de ellas como el Grand Café Orient – la única cafetería cubista del mundo-, el Café Imperial, el ya citado Café Slavia. La ornamentación de los cafés es de por sí una razón para deleitar los ojos con frescos, detalles decorativos y ambientes singulares.

Nos despedimos de Praga tras cuatro días de viaje, con la sensación de que tocará volver para seguir descubriendo las razones no tan aparentes que la convierten en una de las ciudades más bellas de Europa. Pendientes nos quedan lugares como el Museo Mucha, cuyas litografías modernistas sirvieron para inspirar a artistas publicitarios en España.

Información práctica del viaje a Praga

Rutas temáticas:

Praga y la cerveza.

Praga se presta para degustar cervezas de una gran calidad. No olvidemos que estamos en territorio Pilsner -es decir de un tipo de cerveza lager característica de la región de Bohemia. a partir de maltas de Moravia, y con un lúpulo local llamado Saaz- y que Praga es simplemente un paraíso para los amantes de la cerveza. Además de la pilsner han proliferado multitud de cervecerías (pivovar) artesanas, docenas de bares de cerveza, y restaurantes centrados en la cultura de la cerveza.

Cervecería dentro del barco Lod Pivovar, una curiosa manera de probar las cervezas de Praga
Cervecería dentro del barco Lod Pivovar, una curiosa manera de probar las cervezas de Praga ©Aitor Pedrueza

La oficina de turismo, consciente de este potente mercado ha creado incluso una Guía de la cerveza en pdf y papel que recoge las  más de 70 experiencias de cerveza que podemos conocer en Praga y sus alrededores. Podemos desde «crear» y beber nuestra propia cerveza en lugares como la Beznoska Brewery and School Restaurant, el monasterio cervecería Břevnovský klášterní pivovar de San Vojtech, en la Cervecería Hostivar o en el monasterio de Strahov. Otros lugares donde conocer las cervezas de Praga son el curioso barco-cervecera flotante Lod Pivovar o Luzy Brewery, una microcervecería moderna.

Lugares clásicos son la Jelínkova Pilsner Beerhouse (Beerhall U Jelínků), el restaurante Slamník,  el Restaurante y Cervecería U Dvou koček, o U Glaubicu, Black Beerhall, U Fleků, U Pinkasů, U Vejvodů, Golden Tiger Beerhall, Hospůdka Na Hradbách, o Letenský zámeček, todos ellos muy recomendables para ir haciendo sed de cerveza. La visita a la célebre fábrica de Staropramen o el restaurante U Rudolfina son consejo de un amante de la cerveza. Puestos a elegir porque no dedicarnos a buscar la inspiración o simplemente la cerveza Pilsen perfecta en la Cervecería el tigre dorado (U Zlatého tygra) donde el escritor checo Bohumil Hrabal se sentía mejor que en casa. “Yo en realidad soy ya los demás” decía Hrabal, y es Praga también ayuda a convertirse en las ciudades que uno visita.

Moneda: La República Checa aún no está dentro del euro, por lo que hay que cambiar nuestro dinero a la moneda de la corona checa en los numerosos lugares que hay en el centro de la ciudad o el mismo aeropuerto.

El transporte público para moverse por Praga son muy eficientes, desde los tranvías a los autobuses y el metro cuyas escaleras infinitas parece que nos llevan al inframundo. Depende de donde esté nuestro alojamiento o los lugares que queramos visitar, a veces resulta más interesante e incluso rápido caminar por la ciudad. Hay muchos lugares donde se admite el pago con tarjeta, pero no todos, especialmente los frecuentados por los locales, así que mejor tenerlo en cuenta y preguntar antes.

Compras y souvenirs. Al igual que en toda ciudad turística, Praga ha visto como su centro histórico se ha llenado de tiendas de souvenirs baratos, de poca calidad, y en algunos casos sin ninguna relación con la ciudad o la República Checa como las matrioskas rusas. Sin embargo andando podemos descubrir productos de artistas que se esmeran en ofrecer cosas diferentes.

Comer y beber en Praga

En Praga se come bastante bien, económico para precios de Francia o Alemania, pero más caro que el resto de la República Checa. Su cocina es contundente con el característico Koleno (codillo) como plato estrella. Bastantes platos son sopas o a base de carne guisada, Goulash, poco pescado y de río en su mayoría.

Koleno, codillo en uno de los restaurantes de Praga
Koleno, codillo en uno de los restaurantes de Praga ©Aitor Pedrueza

Praga Card

La tarjeta turística de Praga a nuestro parecer merece la pena, especialmente si nos quedamos 2,3,4 o más días en la ciudad ya que además del transporte gratis tendremos acceso a más de 50 monumentos, museos y otros espacios de Praga.

Oficinas de información y turismo en Praga

Hay varias oficinas de turismo en Praga, pero la más completa es la de los bajos del ayuntamiento (Centro de información turística – Ayuntamiento de la Ciudad Vieja. Staroměstské náměstí 1, 110 00 Praha 1- Staré Město), que sirve además para comprar los tickets para subir a lo alto del Reloj astronómico. Proporcionan información en español sobre qué visitar, actividades,  agenda de eventos, cultura y turismo, mapas, transporte, alojamiento y restaurantes donde comer, así como rutas e itinerarios temáticos. También es posible adquirir la Prague Card. En la calle Rytířská 404/12, 110 00 Staré Město está otra de las oficinas de turismo de Praga.

Horario de la oficina: Enero – Febrero de 09.00 de la mañana a 18.00,  de Marzo a Diciembre de 09.00 h. a 19.00 h.

Cómo llegar a Praga

En avión: El aeropuerto  Václav Havel a 10 km del centro de la ciudad, unos 30 minutos (20 kilómetros) en coche. Con transporte público podemos desplazarnos con los autobuses de la línea № 119 que va del Aeropuerto de Praga a estación de metro Veleslavín y desde allí tomar el metro para ir al hotel o centro de Praga. La línea № 100 Aeropuerto de Praga – estación de metro Zličín; la línea № 191 Aeropuerto de Praga – estación de metro Petřiny , la línea nocturna № 910 Aeropuerto de Prague – centro si llegamos por la noche. Se pueden consultar horarios en la web www.dpp.cz

Tours y excursiones para ver y hacer en Praga

Hay mucho qué ver en Praga así que si quieres economizar tiempo y dinero quizá te convenga algún tour en español o comprar la Praga Card, dependiendo de los días que dura tu viaje.

Traslados desde el aeropuerto de Praga

La estación de tren Praha Hlavní Nádraží conecta Praga con destinos internacionales en Alemania, Austria o Polonia. En nuestro caso nos sirvió para continuar el viaje hacia Zilina y Bratislava en Eslovaquia. La estación dispone de para de metro de modo que es muy sencillo llegar y moverse desde aquí.

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