A menudo los viajeros se obcecan en «devorar» las ciudades, casi como se tratase de una colección, en la que a veces se mezclan los recuerdos sin saber indicar a donde pertenecen.
Bratislava es uno de esos ejemplos en los que casi como en una pasarela los turistas viene de paso para cubrir el triángulo Viena- Praga– Bratislava. En ese frenesí olvidan la importancia de Bratislava a lo largo de la historia, como cruce de caminos donde convergían culturas y pueblos muy diferentes, ciudad de coronación durante siglos de numerosos monarcas, o por ejemplo frontera entre el bloque occidental y el telón de acero soviético.

Por eso en nuestro viaje por Eslovaquia, con parada en Bratislava, quisimos pararnos varios días para conocer en profundidad la bella capital eslovaca y regresar al pasado a bordo de un particular «Delorean«.
Uno de los tours más interesantes es el que recorre el periodo desde el fin de la segunda guerra mundial y la revolución de terciopelo en 1989, décadas en los que el comunismo marcaba el latido del reloj político y social de Bratislava. A un lado del Danubio las radios occidentales transmitían información censurada en el bloque comunista, que intentaba sin éxito hacer callar las ondas.

De la mano de Brano de equipo de AuthenticSlovakia, nos subimos al legendario Škoda 110 L (La «L» es por la versión Lujo del esta versión del Skoda) de su abuelo para conocer las huellas aún muy visibles -afortunadamente solo en la arquitectura- de la época de influencia soviética.
Belášek, el apodo del Škoda 110 L se porta como un jabato durante todo el tour, y solo cuando se enfría un poco hace falta algo de cariño para que nos siga conduciendo por los diferentes puntos del recorrido.
De la mano de Brano conocemos la historia del primer bloque de viviendas experimental construido para los obreros, siguiendo la concepción urbanística comunista, o del Ufo Tower, la controvertida torre cuya construcción supuso demoler el barrio judío de Bratislava.

El Skoda nos lleva sin problema hasta lo alto de la ciudad, donde se yergue el monumento Slavin, que homenajea a los soldados soviéticos caídos durante la liberación de Bratislava de la ocupación alemana. Nos topamos con un grupo de soldados que están haciendo maniobras, lo que aún le añade un toque más real a nuestro viaje al pasado comunista.
Las vistas de Bratislava son sorprendentes y una vez que el sol se abre hueco entre las nubes podemos distinguir los puntos más célebres de la ciudad.
Hay muchas anécdotas y lugares con pasado y no queremos desvelar todos, así que mejor que probéis vosotros mismos la experiencia y conozcáis la historia reciente de Bratislava detrás del parabrisas de un Skoda.

Para grupos más grandes disponen de una minivan Škoda 1203, para ocho personas, otro vehículo clásico que poco a poco desaparece de las carreteras de Eslovaquia.
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