Niebla suponía en nuestra ruta el final del camino por la provincia de Huelva. Lo habíamos iniciado una semana antes desde la Sierra de Aracena y Picos de Aroche, Minas de Riotinto, Valverde del Camino, siguiendo por la costa desde Isla Cristina hasta el Coto de Donaña, el monasterio de la Rábida, la aldea del Rocío, la capital, Bollullos del Condado, y culminando el itinerario con la visita a la preciosa población de Niebla.
Monumental como pocos lugares en la provincia onubense, es menester la parada en Niebla para conocerla con paciencia, paseando por su centro histórico, «circunnavegando» sus murallas -declaradas conjunto monumental histórico artístico en 1982-, y leyendo con paciencia los estratos de historia que lleva acumulando y forjando a los Iliplenses (gentilicio de Niebla). Aquí se halla uno de los castillos mejor conservados de Andalucía, rodeando la fortificación con dos kilómetros de muralla que cierran completamente el perímetro de la ciudad.
Historia de Niebla
Hoy los cinco mil habitantes de Niebla disfrutan de ritmos tranquilos, pero en su época de mayor apogeo, fueron 40.000 las personas que vivían al calor del castillo. Cuando un lugar es capaz de enorgullecerse de que, durante miles de años, religiones tan dispares -y parecidas a la vez- la hayan habitado de forma continuada, demuestra que el pasado y la historia siguen siendo un motor de desarrollo turístico, y por ende económico.
Niebla y sus alrededores se han modelado con cada pueblo que ha cincelado una herencia arquitectónica, folclórica y humana muy característica. Turdetanos, ligures, fenicios, romanos, visigodos, musulmanes, y cristianos se han sucedido en un arco cronológico que sobrepasa los dos mil años. A lo largo de ese tiempo, Niebla ha tenido diversos nombres. Para los tartesios fue Ilípula, los romanos la llamaron Ilipla, los visigodos Elepla, los musulmanes Lebla y los castellanos la deformaron para acabar siendo Niebla.
De antes de la propia fundación de Niebla se conocen varios enclaves con vocación funeraria o asentamientos nómadas durante el neolítico. En los Bermejales de Niebla se encontraron restos que inducen a pensar en la existencia de un taller comercial donde se elaboraban objetos de piedra y cerámicas. Del mismo este período existen vestigios como el Dolmen de la Lobita, atribuido a los ligures que se habían establecido en el Coto de Doñana.
A tenor de los estudios arqueológicos, se piensa que tribus de ligures fundaron el primer asentamiento de la actual Niebla. A los fenicios o poblaciones turdetanas, se les atribuye la denominación de Ilípula. Tomada posteriormente por los cartagineses, parece que fueron los primeros en fortificar el emplazamiento, con una clara vocación de convertirla en un centro importante en la zona, que incluso contaba con un pequeño puerto para el comercio de metales.
Con la disputa de las guerras púnicas como trasfondo, el ejército de Publio Cornelio Escipión logró, tras varias acciones bélicas, someter a los cartagineses y ocupar la ciudad. La época romana fue particularmente prolífica para Ilipla. Importante en las comunicaciones con la calzada que unía la desembocadura del río Guadiana con Itálica, servía, al igual que lo fue en otras épocas, como zona del control del territorio. Dispuso de ceca propia, lo que le permitía acuñar moneda propia. La urbe creció y se construyeron acueducto, calzadas y termas.
La crisis del Imperio romano y le llegada de los visigodos al sur de la península no mermó la importancia de Elepla. Durante su gestión Niebla fue la primera de las once sedes episcopales de la Bética, dominando un territorio muy extenso.
Con la extensión de Al-Andalus, ya denominada como Madina Labla o Lebla Al- Hamra, su importancia aún creció. Desde que fue tomada en el año 713 por Muza hasta 1262 vivió con altibajos bajo el control de diferentes taifas, incluyendo saqueos de pueblos normandos a mediados del siglo IX. El florecimiento cultural trascendió en las artes, la agricultura y la cerámica, siendo uno de los periodos de mayor prosperidad de Niebla. Durante la mayor parte del tiempo, la tolerancia religiosa para con los cristianos permitió que convivieran en una ciudad que llegó a alcanzar 40 mil habitantes.
Al final del periodo musulmán, con el control almohade decayendo, el último rey independiente de Lebla, Aben Mahfot, proclamado rey del Algarve, establece en Lebla la capital del reino.
En el año 1262, el rey Alfonso X asedia la ciudad, empleando pólvora con lombardas por primera vez como elemento bélico en la península, según recogen las crónicas del «Rey Sabio». Pese a ello, la conquista fue lenta y costosa en esfuerzos, siendo solo posible tras más de nueve meses de asedio, cuando el hambre llevó a la capitulación de sus defensores.
Poco después, en 1364 se crea el Condado de Niebla, y la ciudad recibe el fuero real como Sevilla con el objetivo de repoblar la ciudad con cristianos, siendo Juan Alonso Pérez de Guzmán en 1368, el primer conde de Niebla. En el siglo siguiente pasa a formar parte de los dominios de la Casa de Medina Sidonia. En este periodo de produjo una segunda etapa de esplendor en lo que concierne a la construcción de templos, palacios y la llegada de órdenes religiosas.
Sin embargo, en 1508, la corona reclama al ducado de Medina Sidonia para absorber los castillos a la Corona. Niebla se niega, y las tropas del rey Fernando saquearon la ciudad, lo que a la postre difuminó su importancia política y económica. Los siglos posteriores no traerán mejor suerte ya que además de las epidemias, el exceso gravamen de los impuestos y las guerras contra el reino vecino portugués, Niebla no se recupera. Tampoco contribuye el terremoto de Lisboa de 1755 que sacudió la zona, hundiendo parte de la Torre del Homenaje.
Durante la Guerra de la Independencia el castillo funge de cuartel de las tropas francesas de Soult, que al huir en 1812, lo destruyen en parte. Alejada del poder económico y político, Niebla queda olvidada, y solo la revalorización turística, ha servido para relanzar de nuevo a la histórica ciudad. De hecho, en 1982, fue declarada Conjunto Monumental Histórico Artístico, lo que marcó la apuesta por la restauración del castillo y las murallas.
QUÉ VER EN NIEBLA
Sobre una colina ubicada al lado del río Tinto las murallas -hoy en parte disimuladas por el crecimiento extramuros de la ciudad- protegen con su grosor el interior del centro histórico de Niebla. Aquél que ose pensar en Niebla como una parada de solo unas horas, perderá la oportunidad de saborear un patrimonio añejo y excepcional.
En época musulmana las fuentes mencionan la presencia de dos mezquitas en dos barrios, uno al norte y otro al sur del interior amurallado, hoy en día ocupadas por la Iglesia de Santa María de la Granada y la Iglesia de San Martín respectivamente.
Murallas
El recinto de murallas es uno de los mejor conservados de España. Y sin embargo el desconocimiento de su existencia no tiene explicación. A fuerza de los vaivenes que sufrió, las murallas se levantaron y destruyeron con el mismo empeño. La fisonomía de gran parte de los muros que protegen Niebla hoy, son fruto del dominio almorávide, hacia 1330. Pero los vestigios de su construcción los encontramos antes, ya desde época tartésica y cartaginesa, y continuados por los reyes castellanos tras la Reconquista.
El característico color rojizo de las murallas que Niebla está recogido en crónicas de la época musulmana definiendo a la población como “la roja”. El recinto amurallado cubre aproximadamente dos kilómetros de perímetro con cinco puertas de acceso: la de Sevilla, del Agua, del Buey, del Socorro y del Embarcadero. Sin contar a la del Agujero, planteada como tal aunque no llegó a ser acceso real.
Encontramos vestigios romanos aunque de construcción árabe en las puertas de Sevilla y del Socorro, frente al estilo almohade-mudéjar de la puerta del Agua y del Buey. De ésta última la tradición oral cuenta que, asediada la ciudad por las tropas de Alfonso X el Sabio, el rey Aben-Mahfot quiso hacer alarde de las provisiones de la ciudad, dejando salir un buey cebado por la puerta, intentando mermar los ánimos de los cristianos.
Algunas de las puertas estaban construidas en codo, para dificultar el acceso de las tropas que asediaban el castillo, y se adaptan perfectamente a la orografía de la colina sobre la que se alza Niebla. Curiosamente, los mayores daños no se produjeron con los asedios de las luchas entre cristianos y musulmanes, si no con los destrozos ocasionados por las tropas napoleónicas durante la Guerra de Independencia, y con el terremoto de Lisboa de 1755.
El último rey de Niebla, Aben-Mahfot fue el promotor de la fortificación de Niebla antes del asedio de las tropas de Alfonso X. El número de torres que servían para la defensa de la ciudad es de cuarenta y ocho cuadradas de planta rectangular, y cinco torres rectangulares, además de dos torres octogonales en el frente de levante.
Dentro de su recinto encontramos dos de los edificios religiosos más interesantes de Niebla, la Capilla de San Martín con la talla del Señor de la Columna y la Iglesia de Santa María de la Granada.
Torre del Oro
La Torre del Oro es una de las que se reparten en el perímetro amurallado. Restaurada tras años de estado ruinoso, merece la pena un paseo por los aledaños, siguiendo la plataforma por debajo de las murallas. Su nombre alude a una leyenda según la cual las hermosas campanas de oro que servían para dar alarma en esta parte, se encuentran en el fondo del Río Tinto.
Castillo de los Guzmanes
Sin duda el castillo de Niebla capta toda la atención al llegar a Niebla. Omnipresente allá por donde paseemos, sus murallas son gruesas y altas.
Conocido como el Castillo de los Guzmanes, se edificó sobre la antigua alcazaba árabe tras la Reconquista. El formato actual es obra del siglo XV, tras la Reconquista, pero con cierta observación se pueden distinguir elementos de época romana, visigoda, o árabe. Por ejemplo de la ciudadela romana hay algunos arcos, los fosos y las cárceles. Los árabes aportan el revestimiento de azulejos de colores, yesería, cerámicas, fuentes y una noria de riego para los jardines, convirtiendo el espacio en un alcázar o palacio.
Con la llegada de los cristianos, los duques Guzmanes reforman el antiguo Alcázar y edifican el actual palacio conservando partes de la estructura. De planta cuadrangular, se distinguen dos grandes patios rodeados de torreones cuadrados, todo ello protegido por una barbacana defensiva.
En una de las esquinas está la torre del homenaje, con troneras en forma de la cruz y orbe, símbolo que solían emplear los Guzmán en sus palacios y castillos.
Convertido en un espacio excepcional para disfrutar de conciertos y espectáculos, cada verano se celebra el Festival de Teatro y Danza de Niebla, uno de los eventos más importantes de la provincia de Huelva.
Iglesia de Santa María de la Granada
Discurriendo por algunas calles de trazado sinuoso que nos recuerdan la herencia musulmana, se alcanza la plaza de Santa María. Aquí converge el poder político representado por el ayuntamiento, el religioso con la Iglesia de Santa María de la Granada (siglo XIII), y el social, siendo uno de los puntos de encuentro de los habitantes de Niebla.
La iglesia aprovechó el edificio de la precedente Mezquita Mayor del siglo X-XI para cambiar la devoción por las creencias cristianas.
Arquitectónicamente es un bello ejemplo de gótico mudéjar, que reaprovechó columnas de un templo romano o el espacio del patio de abluciones, el muro de la quibla para el rezo mirando a la Meca, el Mihrab (nicho que guarda el Corán) o el minarete de la mezquita. Como curiosidad cabe mencionar la tabla ornamental y la silla episcopal de piedra visigodas.
Iglesia de San Martín
La Iglesia de San Martín representa como nadie la superposición histórica de las religiones que convivieron durante mucho tiempo en Niebla durante la Edad Media. Fue originalmente una mezquita, para ser después sinagoga judía y finalmente iglesia cristiana.
Se encuentra junto a la puerta del Socorro, y pese a que solo se conserve el ábside del siglo XV, se aprecia aún el estilo gótico-mudéjar. El campanario habitado por las cigüeñas aún se yergue hacia el cielo, y a los pies de la iglesia también sobrevive una portada de estilo mudéjar de ladrillo con su arco de herradura.
Sobre la explanada antaño ocupada por las naves de la iglesia se abrió una carretera, y hoy se abre una explanada y casas. Desde la parte posterior del ábside es más fácil distinguir la planta dodecagonal, y merece la pena fijarse la preciosa bóveda de crucería.
Anexa a la Iglesia de San Martín se encuentra la Capilla del Señor de la Columna del siglo XIV o XV, cuya imagen es muy venerada por los iliplenses.
Hospital de Nuestra Señora de los Ángeles
Actualmente Casa de la Cultura de Niebla, el Hospital Nuestra Señora de los Ángeles esa una destacada construcción del siglo XIV que podemos apreciar durante la ruta por la ciudad. En los siglos XVII y XVIII funcionó como hospital para pobres bajo la protección de la Virgen de los Ángeles. Y como edificio noble ha sido Casa Consistorial, juzgado, cárcel, cuartel de la Guardia Civil, vivienda, oficina de Correos, almacén municipal, y finalmente Casa de la Cultura, albergando la biblioteca, el archivo histórico y otras dependencias municipales.
En el interior del Hospital Nuestra Señora de los Ángeles se conserva una pequeña capilla ojival, con frescos en las paredes. Y en el exterior, pese a las modificaciones, pervive la espadaña barroca sobre la primitiva puerta gótica- isabelina del siglo XV.
Puente Romano
Cruzando el río Tinto, el puente romano es sin duda un icono de Niebla. De época de Trajano (98-117 d.C.)., formaba parte del trayecto de la calzada Antonina que conducía a la Itálica y a Hispalis. De la época romana podemos observar varios arcos con estructura de medio punto, formados por dovelas de gran tamaño, perfectamente dispuestas. Los que tienen forma de medio punto son de épocas posteriores, parte islámicas. En 1936 parte del puente fue volada al comenzar la Guerra Civil.
Hace dos mil años el río era navegable, lo que permitía el transporte de y comercio hasta la desembocadura en el mar. Uno de los puntos panorámicos para observarlo es el mirador detrás de la plaza mayor y el ayuntamiento. Su forma sobre el río Tinto, cuyo color rojizo se debe a los minerales ferrosos, compone una estampa para no perderse.
Excursiones desde Niebla
Desde Niebla podemos conocer otros lugares tremendamente interesantes como el Dolmen de Soto en Trigueros, y el yacimiento neolítico de la zona de Los Bermejales, el paraje conocido como la Mesa de las Huecas donde se halla el conjunto megalítico de la Edad del Cobre compuesto por 3 dólmenes, la Capilla de los Santos Mártires Walabonso y María, patronos y protectores de la ciudad y la ermita de Nuestra Señora del Pino, del siglo XX y de diseño andaluz.
¿Cómo llegar a Niebla?
Niebla está a sólo 30 kilómetros de la ciudad de Huelva, y a 70 km -menos de una hora del centro de Sevilla. En coche desde Huelva se discurre por la A-472 que une Sevilla con Huelva. Mientras que en transporte público el autobús de la compañía DAMAS sale desde la Plaza de Armas, culminando el recorrido en una hora y media. Desde Huelva, el autobús de la compañía DAMAS sale desde la estación de autobuses y tarda en hacer el recorrido media hora.
Vero
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Genial, las explicaciones que dais, gracias. Ya he visitado Niebla, me ha parecido muy interesante, vale la pena!
El Giróscopo Viajero
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Hola Vero!
Nos alegre mucho tu comentario sobre el artículo de Niebla. Esperamos que puedas conocer otros destinos de Huelva.
Saludos