Lisboa, la ciudad que mira al futuro en busca de un nuevo turismo

Lisboa es la Lisboa es la Ciudad de las Siete colinas que mira al río Tajo que vierte sus aguas en el Océano Atlántico, pero también es la ciudad blanca en el título «Dans la Ville Blanche» del director suizo Alain Tanner, o en la bella descripción de Baudelaire la ciudad hecha de luz, mármol y agua…. La preciosa capital lisboeta ha asimilado con agilidad los nuevos tiempos del turismo, cambiando esa imagen de decadente que a veces se adhería ora como un lastre, ora como un reclamo de belleza melancólica. Lisboa ofrece esa posibilidad de regresar a visitarla y transmitir recuerdas de nuestro primer viaje, mientras que por otro lado los caminos que podemos seguir son como los surcos de un arado en la tierra, o las huellas en la arena, en definitiva efímeros senderos múltiples tan diferentes como la combinación de callejones del barrio de la Alfama.

Antes o después de viajar a Lisboa se hace necesaria la lectura de las descripciones de algunos de los escritores cuyo corazón estaba cosido por puntadas lisboetas. José Saramago, Fernando Pessoa o Eça de Queiroz hicieron eternos algunos lugares de la ciudad, y aunque algunos digan que ya no respira ese aire puro de la vieja Lisboa, lo cierto es que sus obras nos permiten entender mejor a la capital portuguesa y a sus gentes.

Como todas las ciudades, detrás de esa preciosa fachada de monumentos y lugares emblemáticos que conocen incluso los que aún no pasado, hay otra Lisboa. Por fortuna es más tranquila, menos ajada por los en ocasiones ruidosos pasos de los viajeros, no menos bella y hasta más interesante si buscamos rutas alternativas. Porque Más allá del tópico cierto de que Lisboa es fado, tal y como decía Pessoa«El fado no es alegre ni triste…»  es una variada escala de grises que hacen de camino del blanco al negro. Lisboa en definitiva es muchas cosas.

Graffiti con el resumen de la historia de Lisboa
Graffiti con el resumen de la historia de Lisboa

Un paseo por la historia de Lisboa

Es inevitable que no suene en nuestra cabeza la canción Grândola, Vila Morena mientras caminamos por nuestra querida Lisboa. Aquella canción que como un fusible fundido inició la Revolución de los Claveles para que los jóvenes militares derrocasen al dictador Salazar empujados por el pueblo que silenció los fusiles con claveles. Mucho antes Lisboa fue romana (Olissipo), musulmana (al-Ushbuna ) y metrópolis de las colonias africanas, asiáticas y americanas. El terremoto de 1755 barrió literalmente la ciudad, especialmente con el tsunami que golpeó la fachada marítima, brutal como pocos se recuerdan exceptuando el de Messina. Los inmediatos incendios ahondaron aún más en la destrucción de la ciudad. Pero la desgracia significó al mismo tiempo la oportunidad de reconstruir Lisboa con una nueva piel, y fruto de ello nació la Lisboa que conocemos, con la Praça do Comerço, la Baixa y muchos espacios promovidos por Sebastião José de Carvalho e Melo, Marqués de Pombal, encargado de dirigir la orquesta de ingenieros, arquitectos y paisajistas que reconstruyeron la capital de Portugal.

Grabado del terremoto de Lisboa de 1755

Qué ver en Lisboa

Lisboa es monumental como otras capitales europeas. Hay un alma gemela con el Madrid de los Austrias, o con el París del XIX, o incluso con el Londres del siglo XX. Pero Lisboa tiene su propio alma, un alma no solo lleno de monumentos y edificios notables, si no un alma popular, con los rostros de sus gentes amables, educadas y cercanas para con las necesidades de los viajeros. A la pregunta de qué ver en Lisboa responderemos que mucho, demasiado para un solo viaje, o para un siempre insuficiente fin de semana o escapada de tres días. A Lisboa se viene para regresar de nuevo. Nuestro viaje duró cinco días, a priori suficientes para conocer una ciudad, pero siempre quedan miradores, museos, casas de fado, o restaurantes que conocer.

Alfama

La voz de muchos fados canta al barrio de Alfama. Dulce Pontes, una de las voces más bellas de Portugal canta a la saudade diciendo que «Cuando cae la noche de Lisboa Alfama parece un velero sin velas, una casa sin ventanas donde la gente se enfría…un espacio robado a la pena. Alfama no huele a Fado, huele a la gente, la soledad; huele el silencio herido…» Nuestro alojamiento se encontraba en el barrio de la Alfama, por lo que este precioso barrio situado en la colina que preside el castillo de San Jorge fue nuestra primera toma de contacto con Lisboa. El nombre Alfama proviene del árabe «Al Hama», que quiere decir manantiales, lo que expresa la cantidad de riachuelos y pozos de agua que se siguieron utilizando durante siglos hasta que la red de abastecimiento público llegó a las casas. Antes de la denominada reconquista de la ciudad en el año 1147 en la Alfama vivieron en paz cristianos, judíos y musulmanes, hasta que con la toma de la ciudad se sucedieron primero las matanzas de cristianos y posteriormente el baño de sangre contra los musulmanes.

Ruta por el Barrio de la Mouraria

Dentro de la Alfama, alejado de las calles con locales de moda donde escuchar fado y restaurantes que aparecen entre los mejores para probar bacalao a bras, hay un universo de casas habitadas por gente humilde e inmigración asiática y africana, el barrio de la Mouraria. En las calles del viejo barrio de la Mouraria dicen que nació el fado, al menos allí vivieron algunos de sus fadistas más célebres como María Severa y  Fernando Maurício. Hoy el fado suena desde el interior de alguna casa, mezclado con la música de inquilinos llegados de otras partes del mundo. La gentrificación es evidente y en las últimas décadas aquí solo quedaron algunos de los habitantes que habiendo nacido aquí, no sabrían vivir en otro lugar de Lisboa. Los tours turísticos se van abriendo paso entre uno de los barrios menos conocidos de Lisboa, y el origen del fado está sirviendo para que por sus estrechas calles con casas de azulejos gastados y ropa colgada, circulen a menudo viajeros desorientados.

Rincones del barrio de la Mouraria donde el fado es historia viva
Rincones del barrio de la Mouraria donde el fado es historia viva

Las casas de Fado donde se puede escuchar fado mientras se cena son numerosas, con precios que se ajustan a cada bolsillo. La Alfama, el barrio alto, Lapa, Chiado o Alcantara tienen lugares donde estremecerse con la manifestación popular más desgarrada de la saudade. Adega Manchado, el Café Luso, Fado Em si, O Faia, A severa, Clube do Fado, María da Mouraria, O Forcado, la Parreirinha de Alfama, Pastel do Fado, Sr Vinho, El Páteo de Alfama, la Taverna d’el Rey, o Timpanas son buenas propuestas. Nosotros optamos por una íntima, la de Tasca do Chico, y nos hablaron muy bien de Chapitô à mesa.

Museo del Fado

A los pies de la Alfama está el Museo del Fado, un merecido homenaje a la música y las gentes que entonaron su poesía cantada. El cuadro de José Malhoa, O Fado describe como pocos el Fado teniendo en cuenta la complejidad para describir pictoricamente el sentimiento mezcla de alegría y tristeza del Fado.

El cuadro de José Malhoa, O Fado
El cuadro de José Malhoa, O Fado

En su obra  Jose Malhoa captó casi fotográficamente la vida de los fadistas a principios de siglo XX, con el guitarrista Amancio, y su amante Adelaida, apodada «La apuñalada» por la cicatriz que tenía en su mejilla. La habitación de Adelaida es un «bodegón» del escenario real en el que vivía con mucha penuria una cantante fado en sus inicios. El fado es barrio, es pobreza, desdicha, vida de tasca, y una vida difícil expresada con mucho sentimiento.

El recorrido por el museo nos muestra esa evolución que desde el «populacho» embarga a las clases altas, dando el salto a los salones de burgueses y nobles. También se muestra la persecución, censura y marginación del fado por parte de las voces más conservadoras del gobierno, especialmente durante la dictadura. Esa exaltación del sentimiento, de la saudade, escondía en ocasiones una ácida crítica política y social, sin duda subversiva a ojos de los que veían un altavoz de las clases bajas. Ahí radica la razón de su persecución, y en el lado opuesto el aprecio de la gente humilde. Hoy el fado revive en las voces de una segunda y tercera generación de fadistas, que siempre mirando hacia María Severa o Amalia Rodrigues, siguen la estela de Misia, Mariza, Dulce Pontes y otras voces que han rejuvenecido el fado, fusionando en ocasiones las raíces con influencias transversales que sirven para enriquecer aún más el alma del fado.

En la Tasca do Chico el pequeño número de mesas hace que la presencia del fadista sea tan cercana que se pueda rasgar el sentimiento exprimido en cada canción. El fado es sentimiento, o por lo menos lo es el fado que se canta desde dentro, porque en caso contrario no es fado, solo es una etiqueta. Las paredes son una alfombra fotográfica de fadistas, de canciones, de voces que parecen sonar, mientras que el techo lo decoran bufandas de clubes de fútbol de todo el mundo. A la hora convenida -siempre mejor anticiparse porque se llena- la puerta de Tasca do Chico se cierra tras los pasos del fadista y los músicos, que integrados en ese ecosistema de taberna arrían los pulmones para expirar la poesía cantada del fado.

Castillo de San Jorge

En lo alto de la colina de la Alfama los curiosos se asoman ya no para guarecerse y vigilar el castillo de San Jorge, si no para disfrutar de una vista prodigiosa de Lisboa. La fortificación morisca construida en el siglo XI posee un yacimiento arqueológico que ha permitido atestiguar asentamientos ya desde los siglos VII-VIII a.C. y la posterior construcción de viviendas musulmanes y residencia real de los monarcas portugueses tras la conquista. Desde su cámara obscura podemos espiar a los ajenos caminantes de la ciudad, tal y como hemos hecho en otras ocasiones en la torre Tavira de Cádiz o en Edimburgo, con ese «ojo mágico» que todo lo ve.

Castillo de San Jorge desde el Barrio Alto
Castillo de San Jorge desde el Barrio Alto

Bajando del castillo un camino peculiar que conduce a la Baixa tiene parada en las Escadinhas de São Cristovão, donde hay un callejón con algunos de los graffitis más populares. Obra del Movimento os Amigos de São Cristóvão reflejan a la fadista Maria Severa junto al maestro a la guitarra Fernando Maurício, acompañados por otros personajes y símbolos lisboetas. Los amantes del Street Art tienen en Lisboa un lienzo donde pintar, y las autoridades han comprendido que en vez de oponerse es mejor incorporar este arte libre al catálogo de intereses turísticos de la ciudad. Pasado el graffiti de las Escadinhas de São Cristovão pasamos por un pequeño arco donde está la minúscula librería de Simão Carneiro, que desborda amor por los libros pese a sus reducidas dimensiones que la hacen merecedora del título de librería más pequeña del mundo.

Graffiti de las Escadinhas de São Cristovão en la Alfama
Graffiti de las Escadinhas de São Cristovão en la Alfama

Atraídos por la recomendación del responsable de la oficina de turismo nos acercamos al cercano supermercado Pingo Doce en el Largo Chão do Loureiro, en cuyas plantas del aparcamiento hay diferentes actuaciones de street art.

Feira da Ladra y el Panteón Nacional

Si estamos un martes o sábado por Lisboa conviene guardarse unas horas para deambular sin rumbo por la Feira da Ladra en el Parque Clara-Clara o Jardim Botto Machado. Este «rastro» o mercadillo al aire libre se ha hecho célebre por su ambiente y por ofrecer la posibilidad de comprar antigüedades, libros, cerámicas y azulejos, ropa de segunda mano y en general cualquier trasto. A su lado está el Panteón Nacional, en el interior de la Iglesia de Santa Engracia, cuyas obras para culminarla son comparables a las de la Sagrada Familia de Barcelona. Además de ser lugar de reposo y homenaje a portugueses célebres como presidentes de Portugal, Vasco de Gama, Luis de Camôes o la fadista Amália Rodrigues, posee uno de los mejores miradores panorámicos de Lisboa en lo alto de su cúpula.

El animado mercadillo de la Feira da Ladra
El animado mercadillo de la Feira da Ladra

Catedral de Lisboa

Casi impasible al tiempo, la Catedral románica de Lisboa o Catedral de Sé, ha sido vestida con diferentes reformas a lo largo de sus casi 900 años de vida. Desde su posición privilegiada en el ascenso a la Alfama pudo ver como llegaban las olas del tsunami que siguió al terremoto de 1755. Bajo su plata están los restos de la mezquita musulmana, oculta por la obra promovida por el monarca  Alfonso Henríquez (Alfonso III) y el primer obispo de Lisboa, Gilbert de Hastings en el siglo XII. La fachada de dos torres y el rosetón se dirigen al oeste, permitiendo que el sol la haga resplandecer el mayor número de horas, y aportando luminosidad a un interior gótico mucho más austero.

Callejeamos hacia el río traspasando la Porta do Mar, hasta llegar a la Casa dos Bicos (casa de los picos), peculiar edificio que Brás de Albuquerque, hijo del virrey de la India, Alfonso de Albuquerque, mandó construir en 1523, tras un viaje a Italia, inspirándose en el Palacio de los Diamantes de Ferrara. En 2012 se convirtió en la Fundación José Saramago y la recuperación de las fachadas de los edificios que anteriormente formaban parte de la muralla marítima de Lisboa, ofrece una estampa de luz y color muy fotogénica. El camino que nos lleva hacia la Praça do Comerço por la Rua da Alfândega debe tener parada obligatoria en la Iglesia católica Igreja da Nossa Senhora da Conceição Velha, muy dañada por el terremoto y el tsunami de 1755 pero cuyo portal manuelino resume la belleza de este estilo.

Arco Triunfal da Rua Augusta en la Praça do Comércio (Plaza del Comercio, más conocida por Terreiro do Paço)
Arco Triunfal da Rua Augusta en la Praça do Comércio (Plaza del Comercio, más conocida por Terreiro do Paço)

La Baixa

Las formas rectilíneas de la Baixa contrastan con la Alfama y el Barrio Alto, ambos en las laderas que comienzan desde la zona Baja de Lisboa. Por la actual Praça do Comerço entró la sucesión de olas del tsunami que terminaron por demoler los maltrechos muros tras el terremoto de 1755. El marques de Pombal aprovechó este kilómetro cero de la destrucción para acometer un proyecto que siguiera líneas del racionalismo arquitectónico europeo. Así se dibujó con escuadra y cartabón la hilera de calles de la Baixa, con nombre que recordaban los oficios que se desarrollaban, Rua da Prata, Rua Aurea, o Rua dos Sapateiros. A un extremo la Plaza del Comercio, besando el mar, al otro la Plaza de Rossio -o  Praça Dom Pedro IV-  con el Teatro Nacional Doña María II y la estación de trenes homónima con su estilo neomanuelino. Algo menos visible, con un perfil turístico bajo, encontramos la la Iglesia de São Domingos, sin embargo relevante en tanto aquí se llevaban a cabo las coronaciones de los monarcas lusos. Si pasamos por la Plaza de Figueira merece la pena una parada en la Confeitaria Nacional, donde dejarse llevar por los sabores dulces lisboetas puede suponen una perdición.

Fuente en la plaza de Rossio con el Teatro Nacional Doña María II al fondo
Fuente en la plaza de Rossio con el Teatro Nacional Doña María II al fondo

Volviendo hacia el mar es fácil divisar el alargado cuello del Elevador de Santa Justa, o quizá antes la indecente cola de turistas que tiran de manual o guía del top10 para salvar la distancia de la ascensión al Barrio Alto. Pasado el Arco de la Rua Augusta., que funciona como mirador, el viajero sale escupido a la extensa Praça do Comerço. El espacio de la ribera del río Tajo se ha recuperado para deleite de los corredores que cada día hacen deporte a lo largo del río.  El “Muelle de las Columnas”/Cais das Colunas se llena por las tardes de gente que pasea o simplemente se sienta a observar las luces del atardecer rojizo con el Puente 25 de Abril al fondo.

Atardecer en Lisboa con el Puente 25 de abril al fondo
Atardecer en Lisboa con el Puente 25 de abril al fondo

Chiado

El Chiado funciona como una intersección entre la Baixa y el Barrio Alto. La fama del barrio proviene en parte por la etiqueta de barrio bohemio de Lisboa, rincón intelectual donde escritores del siglo XX encontraron un remanso de vida e inspiración. Las ruinas del Convento do Carmo aportan esa manifestación visual de esa inspiración que proviene de la melancolía de tiempos pasados. El armazón de la antigua iglesia, hoy museo arqueológico do Carmo es el esqueleto de un «cofre» que representa los efectos devastadores del terremoto de Lisboa de 1755.

Lugares comunes del barrio del Chiado, con las ruinas del Convento do Carmo y la escultura de Pessoa
Lugares comunes del barrio del Chiado, con las ruinas del Convento do Carmo y la escultura de Pessoa

Museos como el Museo Nacional de Arte Contemporáneo o Museo de Chiado, librerías antiguas -como la Livraria Bertrand,- , tiendas de marcas con precios nada bohemios y por supuesto cafés históricos conforman el Chiado, que sufrió un duro golpe con el furioso incendio de 1988. Hoy el Chiado ha recuperado la belleza de sus fachadas y …la estatua de Fernando Pessoa es un habitante más de la terraza del Café a Brasileira. A unos pasos está la Praça Luís de Camões, alrededor del que orbita la vida del barrio.

Barrio Alto

Si seguimos subiendo unas calles desde el Chiado el panorama se transforma y pasamos de un ambiente más tranquilo de cafés a pubs, bares y algunos clubes de fado. El Barrio Alto vive a caballo del día y la noche, y mientras que con las horas de luz los miradores de Santa Catalina y San Pedro de Alcántara sirven para observar la ciudad o el jardín do Príncipe Real reúne a familias en su mercadillo orgánico- ecológico; con la llegada de la luna la gente con ganas de marcha nocturna invade las aceras  de la Rua do Norte, la Rua da Atalaia y la Rua do Diário de Noticias.

Merece la pena visitar el Jardín Botánico o conocer algunos lugares curiosos como el Pavilhão Chinês, con su colección de objetos que van desde soldados de plomo a maquetas, jarrones, cascos y gorras militares o …. y a donde acuden muchos curiosos que si quieren ver tranquilamente el interior del Pabellón chino tendrán que consumir.

Después de pasear por el Barrio alto podemos acercarnos al río pasando por el elevador da Bica y el mercado de Ribeira, o descender a la Baixa a través del célebre ascensor da Glória, un pequeño funicular o tranvía que salva el tránsito de barrio a barrio.

Elevador o ascensor de Gloria, un clásico de Lisboa
Elevador o ascensor de Gloria, un clásico de Lisboa

Miradores de Lisboa

Lisboa con su relieve asemeja un cubo de rubik con aristas y perspectivas que invitan a subir y bajar para conocer sus miradores. Como todo en Lisboa los hay célebres y menos conocidos, gratis o solo accesibles cuando entramos a monumentos como el Castillo de San Jorge.

Los casi anexos miradores de Santa Lucía y Miradouro das Portas do Sol en la Alfama es uno de los más conocidos y con más ambiente. Las vistas de la  iglesia de São Vicente de Fora y el Panteón se pueden acompañar con una escapada al mosaico de Amalia Rodrigues que está al lado del mirador.

«El mirador de San Pedro de Alcántara, desde el que se obtienen unas vistas impresionantes de Alfama al frente, el castillo de San Jorge y el Tajo a la derecha.»

De camino al considerado mejor museo de Lisboa, el Museo Calouste Gulbenkian merece la pena la parada en el Parque Jardim Amália Rodrigues, con vistas espectaculares de los jardines del Parque Eduardo VII que se extiende como una alfombra hacia la Baixa. Aquí está también el jardín botánico, llamado Estufa Fría y formado por un invernadero que no cuenta con sistema de calefacción (de ahí su nombre).

Vistas panorámicas de Lisboa desde los jardines del Parque Eduardo VII
Vistas panorámicas de Lisboa desde los jardines del Parque Eduardo VII

Barrio de Belem

Tan imprescindible es su visita como necesario saber que es una de las zonas más famosas y frecuentadas de Lisboa. El conjunto de la Torre de Belén, el Monasterio de los Jerónimos, el monumento a los descubrimientos y por supuesto los famosos pasteis do Belem componen un plan de casi un día entero en nuestro viaje en Lisboa.

Monasterio de los Jerónimos

El gótico tardío portugués, más conocido como estilo manuelino tiene en el Monasterio de los Jerónimos su cenit artístico. El inmenso complejo religioso de los Jerónimos hoy acoge también el Museo Arqueológico de Lisboa o el Museu de Marinha, y su visita es a todas luces imprescindible. Tanto la iglesia como el claustro son el resultado de las bonanzas económicas que vinieron parejas con la época de los descubrimientos. En 1502 el rey Manuel I quiso dejar impronta con un boyante proyecto y la pericia de Diogo de Boytac, maestro arquitecto dio como resultado uno de los monasterios más bellos de Europa. Aunque tengamos la tentación de visitar ajetreadamente Lisboa, merece la pena sentarse en el claustro para admirar los detalles ornamentales esculpidos en la piedra.

Torre de Belem

Icono del barrio de Belém y de toda Lisboa, esta torre servía de defensa y avistamiento de los barcos que entraban hacia Lisboa a través de la desembocadura del río Tajo. Conocida también como torre de San Vicente, es obra de  Francisco de Arruda y Diogo de Boitaca entre 1516 y 1520, siguiendo el estilo imperante de arquitectura manuelina.  Aunque en sus inicios formaba parte de un conjunto defensivo que incluía el baluarte de Cascais y el fuerte de San Sebastián de Caparica, en la costa opuesta del Tajo, pronto perdió el carácter defensivo y paso a usarse como prisión o faro. En uno de los ángulos exteriores está la famosa cabeza de Rinoceronte, que para muchos defensores sirvió más tarde de inspitación para el grabado del Rinoceronte de Durero. La visita al interior, normalmente a rebosar, permite ver detalles arquitectónicos como la Loggia renacentista, las garitas de los centinelas, o la sala donde se apostaban los Cañones apuntando al río. Al caer la noche, la Torre de Belem se convierte en una modelo que mantiene la postura inerte para que los amantes de la fotografía capten toda su belleza.

La Torre de Belem
La Torre de Belem

Monumento a los Descubrimientos

Imponente, el monumento a los Descubrimientos mira hacia el río con su quilla pétrea donde el Infante Don Enrique encabeza simbólicamente el viaje a otros mundos que iniciaron en el siglo XV con la llegada a Madeira, Cabo Verde y Azores, y más tarde a Madagascar, Ceilán, las Molucas, Timor, el río de la Plata o el río Ganges. Desde lo alto del monumento la altura y distancia permite admirar el gigantesco pavimento marmóreo de más de 50 metros de diámetro de la Rosa de los Vientos, donado por la República de Sudáfrica, con las rutas que emprendieron los navegantes portugueses.

Monumento a los Descubrimientos en Belem
Monumento a los Descubrimientos en Belem

Experiencia Pilar 7

Caminamos hasta los cimientos del pilar del puente 25 de Abril que se asienta en la orilla norte del Tajo. La novedosa propuesta permite conocer la historia de la construcción del puente de forma interactiva, con una visita a lo alto del puente para ver, palpar y sentir las dimensiones de esta obra maestra de la ingeniería. El ascensor panorámico nos eleva hasta el plano por donde circulan los coches que cruzan el puente, y un pequeño mirador con el suelo de cristal nos proporciona unas vistas de pájaro envidiables.

LX Factory

Cuando el arte independiente o underground se convierte en moda el nombre más adecuado y repetido hasta la saciedad en estos tiempos es Hipster. Lx Factory es una antigua fábrica bajo los pilares del Puente 25 de Abril, reconvertida en uno de los iconos de la nueva Lisboa. El área industrial se ha reocupado con galerías de arte, restaurantes, comercios con propuestas de diseño y decoración, ropa de segunda mano y uno de sus rincones más famosos, la librería Ler Devagar.

Librería Ler Devagar

Sin duda el lugar más original es la librería Ler Devagar, en el espacio de una antigua fábrica textil. Las librerías siempre son mágicas, almacenes de historias que estimulan la imaginación con cada libro abierto. Ler Devagar permite además ver esa magia sin tocar los lomos de los libros, ya que este estómago de ballena alberga vida propia. Allí, «tejiendo» ideas suele pulular el indescriptible genio y artista Pietro Proserpio, italiano afincado desde hace décadas, y que en el piso superior tiene una particular exposición de inventos e ingenios a base de elementos y piezas recicladas. Siempre atento a captar a los curiosos que llegan a la librería Ler Devagar, y contarles como ha diseñado alguno de sus artilugios.

Librería Ler Devagar en LX Factory
Librería Ler Devagar en LX Factory

Salimos de  la librería para ir sacando fotografías de muchas paredes decoradas con graffitis, gigantescos lienzos donde artistas locales e internacionales han ido barnizando la piel del LX Factory. Es indudable su belleza estética, y loable la reconversión de un espacio normalmente destinado al abandono o la especulación inmobiliaria, pero al mismo tiempo es innegable el cariz turístico que ha adquirido.

Graffitis y Street Art en LX Factory
Graffitis y Street Art en LX Factory

Village Underground Lisboa

Prácticamente anexo al Lx Factory está un pequeño espacio llamado Village Underground Lisboa VU) , perfectamente identificable por varios antiguos autobuses de dos pisos de estilo londinense que hoy son una cafetería restaurante. De hecho no es casualidad que el autobús sea la imagen del VU, ya que esta plataforma internacional para la cultura y la creatividad tiene su origen en Londres, cuando se creó en 2007. En 2014 desembarcó en Lisboa, promoviendo el contacto de artistas de todo tipo en un coworking que reaprovecha viejos contenedores de barco para acoger oficinas y salas de reuniones. Su acceso es algo confuso ya que aunque se ve desde la carretera junto al río, la entrada se lleva a cabo por el Museu da Carris, en la calle Primero de Maio, por donde entran los tranvías a las cocheras.

Village Underground Lisboa
Village Underground Lisboa

Para completar el paso por esta zona de Lisboa podemos recorrer las salas del Museo de Oriente, un compendio artístico de objetos procedentes de las ex colonias portuguesas como Macao, Angola o Brasil.

La Lisboa diferente

En estos tiempos que maravillarían u horrorizarían por partes iguales a Johannes Guttenberg es imposible o cuando menos incierto que se pueda hablar de rincones secretos. Casi todo está escrito en ese libro infinito de bytes que es internet, pero al mismo tiempo tras lecturas pausadas y conversaciones pacientes con la gente que acaricia las ciudades donde vive, surgen un buen puñado de lugares menos conocidos.

El Cementerio de los Placeres, el teatro romano de antigua ciudad de Felicitas Iulia Olisipo, la  Quinta dos azulejos en Lumiar, el Museo da Cidade de Lisboa en el antiguo Palacio de la Pimienta con la curiosa decoración animalística del artista Rafael Bordalo Pinheiro son alternativas a los lugares más visitados de Lisboa. Hacia alguno de ellos hemos dirigido nuestros pasos en este redescubrimiento de Lisboa, con gratas sorpresas como el Museo del Agua (Museu da Água) que comprende varios edificios del sistema de abastecimiento de la ciudad. En 1731 el rey Joao V impulsó la construcción del Acueducto de Águes Livres, finalizado en 1799, y primera pieza del sistema que permitía salvar el valle de Alcántara y transportar agua desde Odivelas a unos 14 kilómetros al norte de Lisboa. La ruta temática nos conduce hacia el depósito de Reservatório da Mãe d’Água das Amoreiras (1746), que ejercía de afluente de los canales subterráneos de distribución de la ciudad. Uno de ellos conducía a la Reserva Patriarcal, bajo el Jardín Príncipe Real (Jardim do Príncipe Real), finalizado en 1864, y que almacenaba el agua funcionando como un gigantesco aljibe. Las fuentes de Rato, del monte Olivete, Século, Praça do Alegria, Sao Pedro de Alcantara, Arco de Sao Meade o del Carmo recibían el agua del eficaz sistema de abastecimiento, hoy patrimonio arquitectónico de gran valor, y que en conjunto con la estación de bombeo de Barbadinhos al este de Lisboa forman el Museo del Agua.

Reservatório da Mãe d'Água das Amoreiras
Reservatório da Mãe d’Água das Amoreiras

Fábrica Braço de Prata

La Fábrica Braço de Prata (conocida como FBP ) es un área cultural que da nueva vida a la antigua fábrica de material de guerra situada a las afueras de Lisboa. Con veinte espacios  donde se celebran salas de conciertos, galerías de arte, proyecciones de cine, talleres de artes plásticas, tiendas de ropa usada y un sin fin de eventos. De hecho la reconversión de los barrios periféricos de Lisboa es el nuevo desafío de la ciudad, que con proyectos como los de las cervecerías artesanas de Dois Corvos y Musa está captando amantes de la craftbeer de todo el mundo.

Cuando ya camino del aeropuerto un sentimiento de saudade nos pillo desprevenidos, dejamos que nos recorriera como una lagrima fadista erizando la piel, sabiendo que no sería la última vez que regresaremos a Lisboa.

La ayuda siempre desinteresada de las gentes de Portugal, y en concreto de los lisboetas, entre ellos la de Vitor Carriço, que desde la oficina de turismo nos ha brindado su tiempo, sus recomendaciones y sobre todo las ganas de regresar de nuevo a Lisboa.

Actividades en Lisboa

Hemos citado una buena selección de lugares gratis, miradores y actividades para hacer en Lisboa. Comer es otro de los pecados de Lisboa, pero comer bien. Hay numerosos free tours y rutas temáticas, algunas a bordo de tranvías míticos como el 28, además de decenas de museos interesantes, con exposiciones temporales de gran calidad. Si se viaja en familia con niños algo que no defrauda es la visita al oceanario de Lisboa. En definitiva, aburrirse en Lisboa es difícil.

Excursiones desde Lisboa

Sintra es uno de los destinos principales para completar el viaje a Lisboa, existiendo una gran gama de tours organizados para conocer el Parque de Sintra y el conjunto de palacios, jardines y el castillo dos Mouros.

Donde comer en Lisboa

Hay mucho donde elegir, así que nosotros solo añadiremos algún consejo de un restaurante que nos pareció por su relación calidad – precio, Casa da Tia Helena, uno de los mejores de la Alfama.

Tarjeta turística Lisboa Card

Adquirir la Lisboa Card es útil a la vez que una manera de ahorrar dinero si sumamos las ventajas del transporte público, los descuentos en muchas atracciones, espectáculos y eventos, y un gran número de museos y espacios turísticos de la ciudad. Aquí puedes leer nuestra opinión acerca de la Lisboa Card.

No queremos finalizar el artículo agradeciendo a  la  oficina de turismo de Lisboa y en particular a Vitor Carriço por su inconmensurable labor de promoción y gestión. Tanto el puesto de información del aeropuerto como la oficina de Turismo de Lisboa Visitors & Convention Bureau de la calle Rua do Arsenal, 21 son dos lugares donde aprovisionarse de mapas, material impreso, folletos y una guía de la actualidad de ocio de Lisboa.

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