Viajar también es hacer pan en la Carelia finlandesa

Pan finlandés, los aromas del centeno embriagan a estos viajeros giroscópicos

Viajar también es hacer pan en una cálida casa de Carelia en Finlandia. De repente ese olor a centeno inunda todo y sientes el calor del horno, del pan recién hecho y de la música, cuyos sonidos se entremezclan con olores y sabores. Recuerdos que se tejen en el tiempo, volvemos a ellos para probar de nuevo el pan finlandés, para conversar una vez más al calor del horno, para pasear por los bosques finlandeses con Viky, para escuchar la música del kantele…Desde el presente, aquel día parece irreal.

Nos adentramos en el corazón de Carelia, la región situada al este de Finlandia, que se extiende sin tener en cuenta la frontera ya en Rusia. Es temprano, una mañana fría que ya anuncia un otoño que todavía es verano en latitudes más meridionales. Conducimos, ya a ese ritmo lento que tienen los finlandeses, por estas carreteras bordeadas de bosques de pinos y abedules omnipresentes. Siempre con cuidado, no vaya a salir un alce a nuestro paso, aunque cuando verdaderamente hay que tener cuidado es a última hora de la tarde.

Alojamiento con encanto en la Carelia finlandesa. Un conjunto de casas de huéspedes

Hemos aprendido mucho sobre Finlandia a lo largo de este intenso viaje por su geografía, entre el verano y el otoño. Nos sentimos como un finlandés más fundiéndonos con sus costumbres, con su naturaleza.

Hoy sabemos que será uno de esos días llenos de sorpresas, en los que los finlandeses nos abrirán las puertas de sus casas para que nos llevemos un trocito de ellos en nuestro equipaje giroscópico. Lo sabemos cuando llegamos a su bonita casa de piedra y madera, que mira a un lago y a un bosque, y nos reciben con sonrisas cálidas y miradas enigmáticas. Saben que lo que ocurrirá allí durante esta jornada nos conmoverá de tal forma que no podremos olvidarlo. Cuando Anni abre la puerta comienza este viaje mágico a través de los sentidos.

Viaje mágico a través de los sentidos

Los deliciosos Karjalanpiirakat, que comen los finlandeses todos los días

De pronto, nos envuelve un olor sutil a masa de pan que lleva Anni prendido en sus manos y en su mandil cuando nos saluda. Ya se oye el trajín en la cocina y se siente el calor del horno que está a pleno rendimiento. Llegamos un solo un poco tarde y nuestras anfitrionas han comenzado sin nosotros.

Cuando caminamos hacia el aroma a pan que se va haciendo más intenso a medida que nos adentramos en la cocina, Viky nos saluda feliz. Un anfitrión con el que no contábamos y que nos acoge dichoso en su casa, como si nos conociera desde siempre. ¡Un can feliz que nosotros adoptamos desde el primer momento! Frente al frío del exterior, la calidez de este B&B se hace evidente, así como la consciencia de caer atrapados en una misteriosa tela mágica, que se nos pega cuando estrechamos las manos impregnadas en masa de pan de Anni y Jaana, y cuando acariciamos la cabeza de Viky que nos mira con esos ojos que no parecen de perro.

Anni nos da dos delantales y sin más dilación, nos ponemos manos a la obra. Jaana tiene muchos bollos de pan sobre una de las encimeras. Otros al se doran ya el calor del horno. Además de llevar la casa de huéspedes, Anni reparte pan por todas las panaderías de la zona, en un arco de varias decenas de kilómetros. Y nosotros, viajeros privilegiados, nos encontramos participando en el ritual que da origen al pan de centeno, uno de los muchos panes que se elaboran en Finlandia. Lo desconocíamos pero Finlandia es una tierra de pan, donde la calidad es altísima, los sabores intensos y deliciosos y, la variedad es tan grande, que tendríamos que hacer muchos viajes giroscópicos para conocerlos todos.

Elaborando pan finlandés

Elaborando pan finlandés

La masa reposa en un gran recipiente de madera, esperando para ser trabajada. Tomamos un pedazo entre las manos para sentir su textura y la acercamos a nuestra nariz para aspirar este aroma intenso a centeno, tan desconocido para nosotros, acostumbrados al pan de trigo y de maíz. El aroma se cuela muy adentro, otro hilo de esa tela mágica invisible que, aunque aparentemente frágil nos va envolviendo poco a poco.

Anni comienza a darle forma a la masa pidiéndonos que imitemos sus movimientos. Es más compacta que la de trigo y pueden sentirse los cereales en las manos cuando se envuelve. No es fácil seguir los gestos experimentados de Anni que en unos instantes ya tiene varios panes ante ella, ¡parece cosa de magia!

Intentamos hacer lo mismo y no nos sale igual, los primeros son algo torpes y deformes. Ella nos mira y nos ayuda con el pan que tengo en las manos y siento como una descarga eléctrica. Hago la bola, la aplasto suavemente, le doy forma. Repito varias veces el mismo proceso y mis panes comienzan a parecer panes. Miramos al exterior a través de la ventana desde donde el bosque parece llamarnos a su laberinto misterioso.

Los panes se apilan en la encimera y la luz otoñal los ilumina ligeramente

Anni y Jaana se muestran satisfechas. Los panes se apilan en la encimera y la luz otoñal los ilumina ligeramente. Mi compañero giroscópico también se pone manos a la masa y no lo hace nada mal. A algunos panes les hacemos un agujero en el centro con un vasito, así resultan distintos a los otros, aunque sean iguales. Metemos varios panes en el horno de leña después de que Jaana retire los otros, que inundan la cocina del aroma del pan recién hecho. Pero Anni nos libera en seguida de la misión de hacer pan, dejando a Jaana ocupada. Tiene otro quehacer para nosotros,…Pero antes, como viajeros mimados que somos, nos invita a sentarnos en el salón anegado de luz, en una mesa y unos bancos de madera, mientras prepara café, y nos pide que la esperemos y que visitemos la casa de huéspedes mientras.

Probando el pan finlandés de centeno, que hicieron las “elfas” por la mañana antes de que llegáramos

Una casa de huéspedes en Carelia. Alojamiento con encanto en Finlandia. Qué ver, qué hacer en Carelia del norte

El salón de la casa de huéspedes de Anni Inkari es luminoso y en él caben muchos viajeros que llegan atraídos por la naturaleza y la tranquilidad de Valtimo en la Carelia finlandeses. Muebles antiguos, de madera, una mecedora, mesas con bancos corridos, ventanales con vistas al valle, el lago a lo lejos, el bosque frondoso detrás.

Un porche de madera rodea la casa, engalanado con flores. Las habitaciones, con una decoración sencilla y campestre son acogedoras y miran también al entorno natural careliano. Seguramente los huéspedes se sienten como en casa en este alojamiento con encanto en mitad de la naturaleza, los bosques, lagos y campos de cultivo.

El sabor del pan finlandés

Anni llega por fin con una sonrisa en su rostro y con una bandeja dejando a su paso una estela mágica que huele a pan de centeno. Me parece de pronto una, elfa finlandesa.

El conjunto es acogedor, como todo en esta casa: un mantelito blanco; un jarrón de flores naranjas; dos tarros, uno de mantequilla y otro de mantequilla con huevo; y el protagonista indiscutible: el pan finlandés de centeno, que hicieron las “elfas” por la mañana antes de que llegáramos. Unos bollos de aspecto delicioso acompañan al pan. Nuestra sonrisa se ilumina al ver la mesa. Anni espera nuestra reacción: probamos el pan todavía caliente y una explosión de sabor inunda nuestro paladar. ¡Es realmente delicioso el pan finlandés!.

Nos deja un rato solos disfrutando del este manjar. Bueno, solos no, está Viky, que nos acompaña y nos observa desde su placidez, esperando también nuestra reacción ante el festival de aromas y sabores del pan finlandés. Jugamos con él, que se presta a nuestras caricias y cosquillas. ¿Por qué tengo la sensación de ya aprecio a este perro como si fuera nuestro? Supongo que hay algo en sus ojos, en su comportamiento,…

Untamos el pan con mantequilla salada y el sabor es intenso. Charlamos mientras Jaana sigue con su quehacer. Recordamos todos los panes que fuimos probando a lo largo de nuestro viaje por Finlandia, sabrosos, hechos con cereales diferentes. Lo mismo nos ocurrió en Suecia, donde la variedad de pan también es inmensa. Lo cierto es que no sabíamos que el pan en Escandinavia tenía tal variedad de sabores, es todo un mundo del que les hablaremos próximamente… Anni vuelve, efectivamente tiene otra tarea asignada para nosotros.

Anni nos inicia en el arte de hacer Karjalanpiirakat, pasteles carelianos

Una especialidad finlandesa: los pasteles carelianos (Karjalanpiirakat). Historia de Guerras y Gastronomías.

Creo que Anni tenía ganas de que comenzásemos otra de las actividades que nos tiene preparadas: aprender a hacer Karjalanpiirakat, los pasteles carelianos, elaborados con una corteza de centeno y rellenos de arroz. Así nos llevamos una receta de la región, una más de este ancho mundo que muchos se obcecan en poblar de fronteras de todo tipo. Aunque de origen careliano, los Karjalanpiiraka ya se ha extendido por toda Finlandia debido a acontecimientos tristes del pasado.

Tras la II Guerra Mundial en la que Finlandia se alineó con los ejércitos del Eje, la URSS conquistó una parte de Carelia al final de la Guerra de Continuación en 1944. Además de la Carelia Occidental, la URSS ocupó la franja de Pestsamo que daba salida al Oceano Glaciar Artico y la zona de Salla en Laponia. En Carelia se encontraba Viipuri/Vyborg, la segunda ciudad de Finlandia en esa época, con lo que unos 400.000 finlandeses abandonaron esos territorios y fueron relocalizados en el resto de Finlandia. Este triste hecho, hoy por suerte superado y que no genera conflictos, es la causa de que los Karjalanpiiraka, -una de las pocas cosas que los despalazados pudieron llevarse consigo-, se puedan comer en casi cualquier bar o restaurante de Finlandia y que sean hoy parte de los platos diarios de los finlandeses.

Pasamos al salón donde en otra gran mesa reposa un libro de recetas finlandesas, y en las fotos reconocemos a Jaana, que al parecer es especialista en Karjalanpiirakat. Anni nos inicia en el arte de hacer Karjalanpiirakat. Extiende la masa de centeno y trigo previamente preparada, sólo hay que darle forma a los pasteles. Diestra, estira la mano con un pequeño rodillo y comienza a rellenarlos de arroz, para después cerrarlos a medias e ir pellizcando los bordes para darle la forma característica a los Karjalanpiirakat.

Es nuestro turno: me armo con mi rodillo e imito a Anni, aunque el resultado es más vasto que el suyo. Entre risas me dice que es cuestión de práctica. Pero solo el contacto con la masa ya me produce esa sensación mágica que sentí hace un rato mientras amasaba el pan. Poco a poco voy mejorando.

Entre risas y magia, hacemos los Karjalanpiirakat.

Anni tiene que dejarnos, ya que tiene que ir a repartir pan por la zona. Nos deja con Jaana, que sospechamos, también es una elfa de luz. Lo vemos en seguida. Es el turno de mi compañero. Se instala una complicidad cómica entre ambos, ella le enseña como hacer los Karjalanpiirakat y le reprende divertida cuando lo hace mal. Milagrosamente le salen cada vez más perfectos, quizás por influencia del rodillo de Jaana que toca la masa de vez en cuando haciendo saltar pequeñas chispas casi imperceptibles. En poco tiempo, entre risas y magia, tenemos preparada una buena fuente de pasteles carelianos de la que esperamos dar cuenta más tarde.

Antes de que Anni se fuese, le pedimos que nos dejase sacar de paseo a Viky. Aceptó sonriente. Le preguntamos si necesitaba correa y dijo que no (nos extraña porque los perros finlandeses que vimos la llevaban, y en los Parques Nacionales era obligatorio). Pero sabemos que Viky es diferente,…

Jaana, gran especialista de los Karjalanpiirakat.

Viajar también es sacar a un perro finlandés a pasear por el misterio de los bosques finlandeses

El que Viky nos acompañe por el misterio de los bosques finlandeses hace que esta etapa del viaje al país del pan sea todavía más especial. Cuando abrimos la puerta ,ya sabe que saldrá y comienza a mover la cola feliz. Le acaricio y él se deja, mirándonos con esos ojos amarillos penetrantes, no parecen los de un perro. Nos despedimos de Jaana y nos vamos a pasear mientras el pan se hace en el horno. Viky, nervioso, nos muestra un palo grande, está claro que quiere llevárselo al lo largo de nuestro paseo. Aceptamos, hipnotizados por el encanto de este perro, que parece uno de esos seres cordiales que seguramente habitan los bosques de Finlandia. Nos adentramos, acompañados de Viky, en su misterio, conscientes de entrar en un mundo de sorpresas que los finlandeses conocen muy bien.

Viky, uno de esos seres cordiales que seguramente habitan los bosques de Finlandia

El sol ha salido y si hubo alguna escarcha se la han bebido los musgos y la turba. Hace frío, un frío húmedo y seco a la vez, si es que la contradicción se sostiene. Es una humedad diferente, no oxida, parece que conserva y dependiendo si el sol nos toca o la sombra de las coníferas nos protege, hace que la temperatura cambie bruscamente, que el vaho brote de los labios o que tengamos ganas de quitarnos la chaqueta. El suelo es blando y mullido, el musgo nunca se va de las tierras de Karelia. Muchas turberas recorren los campos cuando no hay árboles, y en los bosques de pinos y acebos el suelo sigue siendo tan jugoso que dan ganas de echarse sobre él. La humedad, real esta vez nos dice que mejor no hacerlo. En cambio a Viky todo eso le da igual y se revuelca cuanto puede. Pero sobre todo nos mira y nos pide que le lancemos el palo, una y otra vez… Viky es incansable y el palo pesado, el paseo será duro.

Nos alejamos de la granja de Anni y seguimos por un sendero que sube una pequeña colina. Aquí como en la mayor parte de Finlandia el relieve es suave. Pulido por glaciares durante milenios, las colinas son muy suaves y se superponen a llanos y zonas un poco hundidas donde han surgido los lagos. Karelia no es la región central de Finlandia con sus miles de lagos, pero también los tiene, pequeños, grandes y medianos. Y en todos se pesca y se bañan los finlandeses. Incluso en invierno.

Adentrándonos en el bosque, buscamos la altura para vislumbrar bien la zona y hacer alguna foto panorámica. Pero no será está vez. El bosque es más tupido y enrevesado de lo que parece. Hay zarzas y pequeñas lianas que se nos enredan a los pies y, en cuanto, perdemos el sendero nos encontramos en un paisaje del Señor de los Anillos. Altos pinos y acebos que crecen creando una cúpula verde y en sus troncos, en el suelo, sobre las rocas comidas por el hielo, otro manto verde de musgo y líquenes. Hoy las fotos serán primeros planos y macros de setas, hierbecillas, bayas y aterciopelados musgos.

Viky no nos guía, nos sigue tan risueño como durante todo el camino, va donde vamos como si el terreno que se hace más rudo fuese una planicie lisa. Volvemos sobre nuestros pasos hacia la cima de la pequeña colina donde había una cabaña. La cabaña está abierta, como todo en Finlandia. No entramos porque nos da cosa, pero se ve un hacha y otros utensilios para que quienes pasen por aquí y quieran hacer un fuego lo tengan fácil. Un picnic una tarde campestre o un fin de semana en el bosque, todo esto es posible, aunque no será para nosotros, al menos hoy. Nuestro viaje debe continuar.

Cabaña en la espesura del bosque finlandés

Tomamos otro camino buscando la vista abierta y rodeamos el bosque por un sendero ancho, por donde pasan los tractores y las maquinas que lo talan. Sin embargo, la pista y los márgenes están cuidados y no hay erosión, se nota que la silvicultura, el uso económico de los bosques en Finlandia se hace con otra perspectiva, pensando a largo plazo y cuidando el medio ambiente para que siga dando frutos. Al final no hemos encontrado la foto, pero el estómago hace ruido y nos parece que es tiempo de volver. Viky no piensa igual y desanda los pasos renqueante. En cuanto le tiramos el palo de nuevo ya se pone contenta y quizá una bombilla se iluminó en su estomago, porque ahora sí que nos indica el camino hacia la granja de Anni.

Almuerzo con pan finlandés. La música mágica del kantele

Proveniente probablemente de los pequeños lagos o estanques que vimos durante el paseo, son los pescados que Anni nos sirve humeantes. Acompañados de patatas, verduras y del pan maravilloso que ya se cocinó, nos sentamos los dos, los tres porque Viky se pone bien cerca, con la cabeza por tierra pero mirando lánguido a ver si le cae algo. Para beber zumo de cerveza, fabricado por Anni también. Curioso y fresco, no es cerveza es zumo de malta y sensaciones. Anni nos cuenta muchas cosas mientras disfrutamos de la comida y nosotros entre bocado y bocado le hacemos preguntas.

Delicioso almuerzo en el B&B de Anni

Una de ellas tiene que ver con la música, y con los instrumentos antiguos. Uno de ellos, el Kantele es típicamente careliano y finlandés. Colgados de la pared hay varios de diversos colores y tamaños. Recuerdan a una pequeña arpa, y simplificando, en exceso, podríamos decir que el Kantele es a la arpa lo que la Steel guitar a la guitarra. Anni, nos mira intrigada y quizá sorprendida por que lo conozcamos, y algo brilla en sus ojos. Poco a poco nos vamos enterando de que no sólo lo sabe tocar sino que tiene un grupo y cuando su trabajo se lo permite, ¡da conciertos! Prudentes, no insistimos, pero sus ojos siguen brillando.

La comida se termina y Anni nos trae el café. Nos servimos tres tazas, ¡Viky, tú no, lo sentimos!. Y seguimos hablando. Lentamente, Anni se levanta y coge sin decir nada uno de los Kanteles. Nos dice que el tamaño se debe a que los hay para niños, para la gente que aprende… y empieza a tocar. Pero no solo toca, también canta. Le pedimos permiso para grabar y anotamos sus explicaciones y la música brota. De ello se hablará en un artículo especial, porque aquel concierto privado lo merece.

Anni nos encandila con la música del kantele

Con las notas del kantele todavía resonando en nuestra cabeza y el aroma del pan de centeno y de los pasteles carelianos impregnando nuestras ropas, nos despedimos con un abrazo sincero de nuestras elfas de luz, que nos invitan a regresar.

Nos cuesta despedirnos de Viky, que piensa que regresamos al juego al vernos salir, mostrándonos de nuevo el palo. Lo acaricio suavemente y le digo algo que hace que se frote con mis piernas moviendo la cola, pidiéndonos más caricias. Sentado, nos deja ir, se despide de nosotros viendo como continuamos el camino.

Todavía nos esperan otros lugares nuevos en Finlandia, no se ha terminado aún el viaje. La sonrisa y los ojos empañados en emoción se muestran en nuestros rostros pensativos, perdidos rememorando este viaje mágico a través de los sentidos, un viaje con el sabor y el aroma del pan con notas de kantele suspendidas en el aire.

Agradecimientos

Gracias a VisitKarelia por abrirnos las puertas de esta cabaña de ensueño, recomendable para cualquier viajero. Gracias a  Anna Jetsu y Anna Harkonen por este viajer maravilloso por el Norte de Carelia y por ofrecernos la posibilidad de conocer el alojamiento rural de Guesthouse Majatalo Puukarin Pysäkki. Gracias Anni, Jaana y Viky por estos momentos mágicos con olor a pan de centeno, delicias de la gastronomía careliana, paseos por el bosque con Viky y por la sublime música del kantele.

EN—-Traveling is making bread in the Restaurant & Guesthouse #puukarinPysakki, in North Karelia (Finland). Thanks to Anni, Jaana and Viky for these magic moments with the smell of rye bread, delights of Karelian gastronomy, walks through the forest with Viky and for the sublime music of the kantele!! Thanks to Visit Karelia for offering us this wonderful day in Majatalo Puukarin Pysäkki.
Alojarse en un B&B con encanto en Carelia. Aprender a hacer pan en Finlandia

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