Libro de la aventura en moto de Lady Warren por Túnez y Argelia

Para los que tenemos a suerte y privilegio de conocer el Norte de África, el placer de leer crónicas de viajeros que abrieron la vereda de las travesías hace ya un siglo, produce una sensación de mucha admiración.

La lectura del libro de la Editorial Casiopea «De Argelia a Tunez en moto» recuperando la travesía de la británica Lady Warren y su acompañante P (la omisión es una incógnita y quién sabe si esconde otra historia digna de indagar) a bordo de una moto Triumph y un sidecar Dunhill, a través de Argelia y Túnez, nos ha entusiasmado por muchas razones.

En la época en la que los viajeros hacemos uso excesivo de la tecnología para guiarnos en los viajes, comprobar como los viajeros de principios de siglo se aventuraban a surcar el norte de África con la frugal información de algunas guías de viaje, resulta encomiable.

Con apenas 21 años Lady Warren trata (con éxito dispar) de cruzar de oeste a este Argelia hacia Túnez, recorriendo 1.700 millas en el febrero de 1921, sufriendo calor, frío, lluvias y mil vicisitudes que curten y marcan la piel de los viajeros y la del sidecar.

El decidido carácter de la inglesa y los contrastes culturales con las colonias francesas en África sirven de introducción para comprobar como muchos aspectos de la sociedad argelina y tunecina aún siguen muy enraizados hoy en día.

A través de la descripción exhaustiva de Lady Warren se desvelan impresiones que o bien son familiares cuando uno ya ha visitado Argelia o Túnez; y por contra incomprensibles, como el juicio que hace la viajera sobre los hoteles modernistas de Argel, de escaso gusto para ella.

Lady Warren recorriendo el norte de África
Lady Warren recorriendo el norte de África

El sentido de humor irónico, y por momentos sarcástico sirve para aderezar el relato de un viaje no solo físico, si no experiencial. Es muy interesante como define el exceso de turismo en el norte de África (en pleno debate sobre la sostenibilidad del turismo de masas), o la presencia de muchos talleres mecánicos que funcionaban como puntos de apoyo logístico a los viajeros occidentales en sus Gran Tour africano.

Lady Warren escribe un diario que podría ser perfectamente un blog de viajes hoy en día, con ese toque de inocencia, sorpresa y capacidad para transmitir que intentan emular los viajeros del siglo XXI.

Los trazos del diario de Lady Warren son huellas de la geopolítica de las colonias francesas en el norte de África, con alusiones a los intereses económicos en las minas de hierro de Constantina.

Relata las sensaciones del paisaje, pero también transmite las emociones del contacto con la gente local, y incluso proporciona una información muy gráfica sobre los alojamientos, como si estuviera tecleando un ordenador para publicar la opinión en Tripadvisor.

Los prejuicios iniciales desaparecen cuando la hospitalidad o la seguridad de Argelia y Túnez se palpa (no exenta de crítica cuando el lado más anglosajón sale a la luz). Un siglo después el discurso es el mismo, aunque con toneladas de más información que deberían ya liberar al viajero de los miedos que castigan al norte de África, y más concretamente a Túnez, que no merece la marginación turística tras los atentados que sufrió.

Lady Warren ya abre el melón del debate sobre la intensidad de los viajes, demostrando su preferencia por las experiencias relajadas, disfrutando del entorno sin prisas, y sin ambicionar conocer todo en el menor tiempo. Hoy en día los imprevistos son menores, pero hace cien años un pinchazo o un error de dirección significaban un día perdido, y ese definió el circuito de la aventura inglesa.

El libro, magistralmente actualizado gracias a la traducción de Marta Sarramián (del original Through Algeria and Tunisia in a Motor Bicycle) Invita a muchas reflexiones, en las que cada lector encuentra su párrafo más empático.

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