Islandia está de moda es, sin duda, uno de los destinos más populares y más soñados de todo el planeta. Sus paisajes volcánicos y sus parajes desolados atraen a centenares de miles de turistas. El encanto, el misterio se hallan, evidentemente, en las solitarias landas de Islandia, en sus glaciares que sepultan volcanes, en sus penínsulas y fallas que separan dos continentes. Y, sin embargo, aunque la naturaleza islandesa nunca defrauda, muchos viajeros no saben realmente donde van. Islandia es uno de los destinos más caros de Europa; sus infraestructuras dejan aún bastante que desear a nivel de carreteras, alojamientos y servicios turísticos; la gastronomía no se acerca ni de lejos a la de Suecia, Finlandia, Francia o España y los islandeses son menos abiertos y comunicativos que el resto de escandinavos. Islandia es un destino increíble, pero quizá no para todo el mundo, ya que se trata de un viaje exigente y muy caro, alejado de los estándares de confort y calidad de la mayoría de los destinos europeos.
Y se dirán, ¿a qué viene hablar de Islandia en un artículo sobre la isla canaria de El Hierro? Bien, pues tiene mucha relación, ya que en España tenemos nuestra propia Islandia, que se declina de manera diferente en cada una de las siete islas principales del archipiélago. Tenerife, Lanzarote, Gran Canaria, La Gomera, son pequeñas Islandias tropicales, que ofrecen paisajes similares, con un clima mucho más benigno, servicios turísticos de mucha mayor calidad, un precio mucho más comedido, una gastronomía exquisita y la amabilidad de los canarios y de todos aquellos que han hecho de Canarias su lugar de residencia.
El Hierro, una isla diferente, un turismo diferente.
La isla canaria de El Hierro es la más pequeña de las siete y la menos poblada. Son 268 km2 en forma de estrella de tres puntas, con tres bahías y tres municipios. El lado oeste es el del Puerto de La Estaca, el aeropuerto y Valverde, la pequeña capital. Desde el principio, El Hierro muestra su orografía abrupta y sus microclimas. Valverde a 550 metros de altura tiene un clima muy diferente al de la pequeña zona de baño de La Caleta. Como en Islandia, en El Hierro podemos tener las cuatro estaciones en un solo día, dependiendo de la zona, pero con la ventaja de que la que tiende a predominar es el verano y no el invierno.
En el norte,se encuentra el Municipio de Frontera y la falsa caldera, que surge desde una cresta contra la que chocan eternamente los vientos Alisios. Ellos riegan con sus nubes sempiternas las faldas de un antiguo volcán, mucho mayor que la isla actual. La superestructura, al hundirse en las profundidades del Atlántico en un cataclismo de proporciones inimaginables, creó estos acantilados, estas cuestas y la ondulante llanura costera de malpaís. Hoy se puede recorrer una parte de ese malpaís costero, surgido de erupciones y episodios volcánicos posteriores, por un sendero que une Punta Grande y Las Macetas. Punta Grandefue un antiguo embarcadero por donde entraban, -los pocos días que el mar lo permitía-, los suministros para la isla. Las Macetas es hoy un lugar de baño precioso, con los charcos, las piscinas creadas por los isleños aprovechando formaciones naturales de esta costa salvaje. En Punta Gorda también encontramos uno de los hoteles más pequeños del mundo, minúsculo, sobre un muelle que a veces las olas tienen a bien saltar.
El agua, la base de la vida.
La zona de Frontera ha sido tradicionalmente una zona fértil con intensos cultivos de verduras y viña. Pero esa exuberancia oculta a veces terribles secretos. El Centro de interpretación de Guinea conserva una pequeña aldea abandonada en los años 1950 donde se muestran las construcciones típicas en piedra volcánica. El problema secular de la escasez de agua y los métodos que los herreños utilizaron para sobrevivir se explican muy bien y nos permiten comprender la dureza de la vida hasta hace muy poco. El problema de la isla, la más joven del archipiélago canario, es la porosidad de la roca que la constituye. La ausencia de piedra impermeable o de capas de arcilla hace que las lluvias constantes de la parte alta no generen ni cursos de agua, ni fuentes, con lo que en épocas de sequía la cuestión del agua fuera una prueba de vida o muerte.
No hay que remontarse muy lejos ya que la gran sequía de 1958 provocó el despoblamiento parcial de la isla y la emigración hacía Venezuela, sobre todo. Durante siglos, los aljibes y pequeños depósitos de agua fueron la clave para la supervivencia de seres humanos, animales y cultivos. Una paradoja ya que los Alisios descargan la humedad del océano en las zonas altas de la isla prácticamente a diario. Es el fenómeno conocido como la lluvia horizontal. Simplemente la condensación del agua al ascender las masas húmedas y bajar la temperatura. Está condensación se produce sobre la vegetación de la parte alta de la isla, sobre las hojas de los árboles de la Laurisilva, hayas y brezos gigantescos.
Muy pedagógico es visitar el Árbol de Garoé, en el municipio de Valverde, pero aún en la zona mesetaria del centro de la isla. Aquí, por una casualidad geológica un árbol encastrado en un recoveco de la pared rocosa se convirtió en una fuente natural. La condensación de sus hojas generaba mucha agua que, a diferencia de otras zonas, se acumulaba en una zona de arcillas impermeables. La rareza del fenómeno explica porque los primeros pobladores de la isla, los Bimbaches, -nombre herreño de los guanches, poblaciones de origen bereber que colonizaron las islas Canarias-, al descubrir el lugar, le otorgándole gran importancia, económica y simbólica. Tras la conquista española en el siglo XVI, el Árbol Garoé aparece en las crónicas, donde se explica bastante bien el fenómeno en una crónica fechada en 1632. Atribuida al monje Juan de Abreu, la obra parece ser un apócrifo de Gonzalo Argote y Molina, de un escrito inacabado en 1596, cuando aún el árbol original estaba en pie. En cualquier caso, el árbol original fue destruido durante una gran tormenta en alrededor de 1604, por lo que hoy se contemplar uno plantado en 1949 pero permite observar el fenómeno de está fuente natural.
El Hierro tierra joven para encontrar la inspiración. Deporte, vino, cultura…
¿Como imaginar esos tiempos de sequía, de sendas de piedra ruda y traicionera? Un tiempo donde las mulas y los hombres cargaban con todo, donde la trashumancia y las emigraciones estacionales eran la única manera de sobrevivir en este paraíso tan duro. Ahora es muy difícil hacerlo. Sentados en una terraza que da de frente al mar océano, contemplamos las columnas basálticas que sostienen el Balneario de Pozo de la Salud; los farallones que rodean todo el norte de la isla. Este hotel recupera el liquido de la tierra volcánica y ofrece curas de aguas. Una pequeña joya de tranquilidad y calidad en un entorno espectacular. Un hotel con encanto que ha visto alojarse en él a ilustres visitantes como el Premio Nobel de literatura, el portugués José Saramago, que tanto apreció España, y Canarias en particular. Saramago apreció, al parecer, particularmente el lugar, que veía lleno de inspiración novelesca.
Inspiradora sin duda es la isla. El Hierro es, también, un lugar de contemplación, un lugar donde buscar todo lo que hemos perdido en está vida de agitación absurda. Lo es porque El Hierro posee la marca de la vida ganada con mucho sudor y lágrimas, una mezcla de la crudeza de siglos, que entallaron las carnes, y de genes de poblaciones condenadas a pasar sed y a vivir aislados lejos del progreso.
Y, no obstante, esas calamidades no han generado, o eso nos pareció, ni un orgullo desaforado, ni un sentimiento de inferioridad. Gratamente sorprendidos por encontrar una comunidad de ideas y sentimientos relativamente abiertos y fraternos en este recodo, nos preguntamos cómo en otras partes de España, de Europa o del mundo, cada vez más gente sólo se mira el ombligo. ¿Por qué cada vez más gente construye fronteras, muros imaginarios, económicos o clasistas que separan y aumentan los problemas que ya acumulamos? Hablamos desde la primera impresión, pero por ahora sólo tenemos está, eso sí, contrastada por las diversas voces que nos acompañaros en este viaje, muchas de ellas venidas del resto de Europa y de América. Venidas y quedadas, ya que a pesar de su pequeña población, El Hierro cuenta con una gente diversa y múltiple, algo que sin duda la hace rica y resistente. Si tanta gente ha venido y se ha quedado es porque el foráneo pronto deja de serlo y se le deja ser. De nuevo, un ejemplo a tener en cuenta en estos tiempos convulsos donde para ser, cada vez es más necesario someterse a clichés y obligaciones. El Hierro da la impresión de ser un lugar de diferencia, donde se puede ser único, y al mismo tiempo, donde se respira un espíritu común mucho más fuerte y positivo que en otros lugares. La geografía obliga, la sed ya es sólo un recuerdo, aunque recordado. Puede que ello haga que la cooperación se muestre mucho más beneficiosa que el conflicto, tal vez de manera más rotunda que en otros lugares. No lo sabemos a ciencia cierta, lo sentimos y ahora lo imaginamos -lo deseamos-.
La riqueza del falso valle de Frontera aparece en los campos de piñas, los platanares que inundan las zonas bajas. Productos muy importantes en la agricultura local y que para completar el modelo ejemplar que debe ser El Hierro, deberían terminar su transición hacia la producción ecológica, buscando productos de mayor calidad y mejor precio. En esa tendencia se encuentra el vino del Hierro, un producto único, que añade su particularidad a la inmensa riqueza del vino canario, sin duda de los mejores de España. Las viñas van ascendiendo las laderas de la viña heroica con sus variedades únicas, atravesando ecosistemas que cambian en cuestión de metros, por veredas y senderos dónde recorrerlos ya es un privilegio. A veces, desperdigados aparecen nogales y castaños, y luego, de repente, se oye hablar alemán en mitad de las viñas. Un señor con coleta no termina de explicar algo a un grupo de niños. Es uno de los impulsores del vino ecológico en la isla y productor de excelentes caldos. Le dejamos con los niños que deberían ser el futuro…
En apenas un par de kilómetros se pasa de un microclima a otro, de un ecosistema a otro, de los trópicos a la Laurisilva y al fayal brezal. La humedad es tal que los brezos que habitualmente son arbustos, se convierten en grandes árboles; que las patatas, las famosas papas canarias, dan dos cosechas y que siempre hay nísperos, higos o nueces en los árboles.
Estamos en la cresta, contemplamos el cono de un pequeño volcán, cuando, como una centella, nos pasa un ciclista muy moreno con una sonrisa radiante. El enjuto y muy en forma señor nos saluda sin parar. En su paseo se da una pequeña vuelta a la isla, causando la desaprobación comedida de algunos lugareños mucho más sedentarios. ¡Ir por ir! Seguiremos su ejemplo y su compañía en otro momento.
Poco más allá, ahora que las nubes se han ido, un joven pálido toma impulso, agarra su macuto que se ha desplegado en una especie de banda multicolor de plástico y cuerdas. Comienza a correr y su parapente ya vuela sobre el vacío. ¿Cuanto tiempo se quedará flotando y haciendo cabriolas en este paraíso del viento donde, una vez más gracias a los Alisios, el vuelo puede durar horas? El piloto lo decidirá.
El Hierro, ha sabido aprovechar su particular relieve, sus cuestas, por las que sudaron las gentes, sus costas de tan difícil acceso y sus sendas holladas por hombres y animales, para atraer a cientos de corredores de trail, running, triatlón, ciclistas e ironmens. Parapentistas de todo el mundo y buceadores incluyen a El Hierro su calendario y contribuyen a desarrollar un modelo turístico particular. Aprovechar ofreciendo un marco, un entorno único.
Del otro lado, hacía Valverde cuatro gigantes balancean sus sus lanzas. Buscamos a Don Quijote, ¿lost in Canarias?
Una isla energética.
No hay gigantes, no está ni Quijote ni Sancho, sólo son cuatro aerogeneradores eólicos, parte del complejo de la Central de Gorona del Viento. Más allá de misticismos o creencias varias que se suelen asociar a las islas y volcanes, El Hierro es sin duda una isla de energía. Y lo es porque gracias a una inteligente política global se ha conseguido que la casi totalidad de la energía consumida por la isla, se produzca in situ y usando fuentes renovables. Gracias a varios aerogeneradores eólicos y a un sistema hidroeléctrico, la Central Hidroeolica de Gorona del Viento logra a diario dejar de depender del petróleo, algo muy interesante en términos ecológicos pero también económicos. Los excesos de producción eólica permiten bombear agua de un depósito a nivel del mar a otro embalse construido en altitud. Así, cuando no hay viento se deja caer el agua y se produce energía hidroeléctrica. El ingenioso sistema está siendo estudiado para aplicarlo en otras islas, como en La Reunión, en Francia, y es un ejemplo de ingeniería y planificación, algo que funciona, de lo que enorgullecerse con razón.
Las posibilidades de la energía solar o la transición del parque automovilístico de El Hierro a un modelo eléctrico, completan un panorama donde la inversión pública y privada, buscando objetivos de beneficio común, puede ser una alternativa a otras actitudes nada ejemplares. El futuro es tecnológico, pero sólo habrá futuro si la tecnología se usa en beneficio del ser humano y protegiendo la naturaleza. Tal vez sin quererlo, El Hierro hoy ha hecho de un problema, de una necesidad energética y de agua –buena parte de esa energía se usa en la planta potabilizadora- uno de sus más sólidos elementos de imagen. Como Samsø en Dinamarca, el nombre de El Hierro se asocia a la energía limpia y al buen hacer de las políticas públicas, siendo un reclamo turístico tecnológico de nicho, que hay que aprovechar, aún más.
Vuelta al mar.
Lentamente nos damos la vuelta y miramos hacia el sur para ver que el paisaje ha cambiado. Al sur y suroeste, se extiende primero una meseta elevada, El Pinar. Aquí los pastores y el ganado fueron los principales pobladores. Las cercas de muros de basalto y piedra pómez atestiguan un pasado en parte olvidado. La primavera cubre de flores moradas y amarillas, de grandes campos de amapolas que con el sol y el verdor de la hierba recuerdan los alpages suizos del verano! Si obviamos la roca volcánica que lo forma todo, ¡claro está! Hay que aprovechar que el sol ilumina de amarillo las zonas altas, pronto los Alisios recuperarán la meseta y la bruma, la niebla y el frío húmedo lo invadirán todo.
Poco a poco entramos en un inmenso pinar, donde el rey es la variedad canaria de una conífera particularmente resistente al fuego. No hay más que mirar sus ennegrecidas cortezas para ver que esa peste también ha golpeado aquí. Por suerte, el pino canario no muere con el fuego y en unos meses ha rebrotado devolviendo a la tierra el verde de la vida.
El Hierro es una isla continente, es un compendio de climas, geografías, minerales y colores. Hacia el sur, tras el pueblo de El Pinar, conos volcánicos y campos de lava. El Hierro, en general las Canarias poseen numerosas coladas de lava pahoe hoe, la que debido a su fluidez y temperatura, genera los tubos volcánicos. Como el gran tubo de la Cueva del Viento de Icod de los Vinos, en la vecina Tenerife. Muchos de esos pequeños tubos se aprecian caminando por los senderos y ascendiendo a los conos volcánicos.
Las coladas llegaron hasta el mar, un mar riquísimo, en donde se encuentra el pequeño puerto de La Restinga, uno de los puntos más importantes para el submarinismo mundial. Entre la Restinga y el Faro de Orchilla se extiende el Mar de las Calmas, como decimos, uno de los lugares más queridos por los buceadores de todo el mundo. Una gran ladera, de roca volcánica, el Julan cubre toda está parte de la isla. La pared del Julan, donde los primeros habitantes dejaron marcados en la roca, miedos, esperanzas y deseos. Veremos también en el extremo occidental, el Faro de Orchilla, lugar único, por su complicado acceso y su soledad.
Hemos comido como dioses nórdicos, hemos abandonado la civilización y seguido una senda de asfalto entre pinos ignífugos. El viento soplaba como queriendo arrancar las palabras. De repente encontramos un árbol derrotado y muerto, arrancado del suelo. Craso error. Es una sabina, es un campo de sabinas. Decenas de árboles duros como el acero, retorcidos y tumbados sobre rocas y arenas. Es el Sabinar del Hierro, donde duermen gigantes de una madera invencible. Ni están muertos, ni fueron derrotados. Son los vencedores, los que imaginaron tumbarse para mejor resistir y levantarse. Vayan a verlos y comprenderán de qué les hablamos. Allí están, siempre han estado, no temen más que al fulgor del volcán, pero contra ese poder no hay nada que hacer. Es como la muerte, está ahí y llegará un día, ¿cuál es pues el sentido de desperdiciar el tiempo que quede?
Se nos acaba la isla, hace horas que no vemos a nadie. El extremo occidental de España, el verdadero Finisterre, la última punta que vio Colón cuando buscaba Cipango, no se diferencia mucho de las penínsulas que dejo atrás Erik el Rojo cuando abandonó Islandia para buscar y encontrar Vindland. Descendiendo con cuidado por la pista de tierra hacia el Faro de Orchilla hasta la radio deja de funcionar. ¿Serán los minerales de las rocas volcánicas?, ¿será que el mundo acabó por destruirse a sí mismo? No lo sabemos, ni lo sabremos hasta que volvamos a la civilización, si aún existe a nuestra vuelta. Creo que no tenemos prisa.
El camino serpentea hasta el edificio, un imponente faro que ya comienza a recortarse con el atardecer. Hoy automatizado, el edificio es grande y podría utilizarse para otros comedidos con éxito indiscutible, ya que el paraje es único. Un pequeño puertecillo comunica el faro con el mar unos cientos de metros más allá, No iremos, no sabremos si es posible bañarse, lo dejaremos para otra vez. Nos quedamos junto al faro despidiendo al sol en este último día de la tierra. ¿Será el último? Por si acaso, sacamos algunas fotos y contemplamos la obra, posada sobre una inmensa colada a la espalda de otro pequeño volcán. Siluetas de ninfas se recortan al final del día. Silencio que sólo el viento cubre.
Ejemplos y contraejemplos.
Toda la isla de El Hierro fue inscrita en el año 2000 como Reserva de la Biosfera y en 2014 como Geoparque en el listado de la UNESCO, por su valor único a nivel ecológico, geológico y humano. Un broche que indica cual es el tipo de turismo y el tipo de desarrollo que ha escogido y que necesita.
El Hierro y quizá, muchos otros destinos turísticos. Porque los problemas que el éxito del turismo está generando en Islandia, deben servir de aviso para corregir malas tendencias, proteger los territorios y la vida de los habitantes. El turismo debe servir para mejorar la calidad de vida de la gente, no para empeorarla. La ingente cantidad de turistas que invade Islandia obliga a tremendas inversiones que no mejoran la calidad de vida de los islandeses, ya que estos no necesitan miles de camas de hoteles, ni autopistas. Islandia posee complicadas condiciones geográficas que la hacen única, pero la moda y la falta de conocimiento e interés de muchos turistas, genera basura, la contaminación, el aumento de los precios y, puede que una nueva burbuja inmobiliaria. La polución de un medio ambiente frágil y una segunda crisis financiera pueden conllevar un coste muy superior a los beneficios del turismo, que desgraciadamente se concentran en grandes grupos e inversores.
Estas consecuencias no deseadas del boom turístico y de la moda que afecta a Islandia, pero también a París, Lisboa, Londres, Ámsterdam, Praga o Barcelona, no deberían ser copiadas en Canarias o el norte; en Suecia o Finlandia; ni en los nuevos países turísticos como Cabo Verde, Croacia o los países Bálticos. El camino del turismo es el de la sostenibilidad, el del desarrollo de la calidad y la integración de todos los actores sociales y ciudadanos. Sin excluir, sin deteriorar, sin masificar.
El Hierro es un buen ejemplo y puede serlo más aún. Los turistas, los viajeros que descubren El Hierro, en general, lo han elegido o, al menos, buscaban algo diferente. Hay un vuelo de más, ya que para llegar a las islas más pequeñas es necesario utilizar un vuelo de conexión desde Santa Cruz de Tenerife o Gran Canaria. No es tan grave ya que en 40 minutos los aviones ATR nos llevan de una isla a otra como si de un autobús se tratara, pero es un esfuerzo suplementario. En El Hierro no hay grandes playas, las que existen son coquetas y con carácter. Los charcos, piscinas naturales acondicionadas y varios puntos de baño como La Caleta o Tacorón no los olvidaremos fácilmente, pero no son esas extensiones de arena blanca del Mediterráneo o Galicia. El relieve es duro, hay cuestas y acantilados, el clima cambia a lo largo del día, llueve y hace frío, -un rato-, porque después en menos de media hora podemos buscar donde bañarnos y disfrutar del sol, en casi cualquier momento del año.
Así pues El Hierro no es la isla cómoda, no es la isla típica, no es un cliché, no es lo común; es lo real, es aquello que hay que ganarse y que no se olvidará nunca. Imposible no saber que se está en El Hierro. Pero quizá es lo que se necesita. Quizá haga falta que el viaje cueste un esfuerzo; que el viaje haya que pagarlo para que quien trabaja también viva; para que se preserve el lugar; para que se garanticen buenos servicios y productos de calidad. Quizá el error haya sido olvidar, que viajar no fue nunca tan fácil y que hoy, continua sin serlo para mucha gente. Tal vez, es necesario sufrir un poco para disfrutar mucho más. En El Hierro, como en Islandia, el viaje no será el más cómodo, pero seguro que es mucho más intenso.
Piénsenlo, si son de buscar un resort con una piscina de esas que se funde en el horizonte y donde la arquitectura, los muebles y el menú son similares, El Hierro no es su destino. No tendrán problema, ya que hay muchos lugares que reproducen ese panorama en todos los continentes. Y no hay nada malo en lo anterior, por supuesto, únicamente avisamos, en el Hierro no existe ese tipo de turismo. En el Hierro tendrán cambios de clima y días donde sólo se puedan bañar en una zona de la isla, tendrán humedad y viento, tendrán bruma y niebla. Tendrán atún rojo con recetas innovadoras, tendrán que sudar corriendo por una vereda donde las piedras cortan si se caen; tendrán que verlo todo desde los cielos en un vuelo interminable, y cargar con las botellas de aire para poder conversar con meros, mantas y delfines. Tendrán que soportar un mar de calmas donde las ballenas descansan; deberán probar frutos tropicales y vinos de cepas que sólo existen aquí; habrán de conversar con autóctonos y foráneos en francés, alemán, inglés o italiano; aprenderán a diferenciar plantas y hasta, tal vez tengan que esquilar una oveja. Probarán quesos y delicias, aún con el sabor ácido de los nísperos; oirán el silencio y pensarán que el mundo se ha terminado. Imaginarán historias como hicieron los grandes, soñarán y harán el amor volcánicamente. Probablemente, se buscarán en el fondo de ustedes mismos e incluso se imaginarán viviendo allí. Con un poco de suerte, es hasta posible que se encuentren, o encuentren algo o a alguien interesante, y puede que su vida no vuelva a ser igual.
Volvemos al Balneario del Pozo de la Salud, un poco agitados por tanta convulsión telúrica y natural, por tanto sabor intenso en el paladar. El Balneario, el mismo que imaginamos a lo lejos, desde el otro lado de la Bahía desde el Mirador de Roca, diseñado por uno de los artistas canarios más universales, Cesar Manrique. Nos sentamos de nuevo en la terraza. El rugir de un mar que viene de Florida revienta contra las columnas de basalto que son los cimientos de esta isla. No se puede hablar. El sol pica en la cara porque la boina que tapaba El Hierro se ha disipado en unos minutos. El mar sigue estrellándose contra la roca volcánica, pequeñas volutas de espuma nos riegan. Unas mesas más allá, sentado en una mesa, con una mantita tapándole las piernas, un anciano calvo y con gafas, murmura algunas palabras que el rugido del mar sepulta. Pareciera ser el inicio de un nuevo relato.
Agradecimientos.
En primer lugar debemos dar las gracias a Yaneida Quintero responsable de Turismo del Hierro, que nos organizó una visita a nuestra medida y que posibilitó que pudiéramos descubrir las maravillas de El Hierro. Un abrazo sincero.
Agradecemos también la cercanía, la amabilidad y el hecho de poder conversar con las autoridades del Cabildo de El Hierro y en especial con la Presidenta del mismo, la señora Belén Allende, y la señora Olga Moles, Gerente del Patronato de Turismo de El Hierro. Además de viajar y contar desde El Girosocopo Viajero intentamos analizar el turismo de una manera más global, viendo problemas y posibles mejorías para que eso que llamamos viajar sea algo más beneficioso para todos los ciudadanos, los que descubren y los que acogen.
Gracias a Javier y Joseba Landaeta del centro de buceo el Bajón, en La Restinga, donde continuamos con nuestros primeros pasos, o aleteos por el fondo del mar.
Gracias también a Karsten Mohr de Free Diving El Hierro, por intentar nuestra primera inmersión en apnea, algo que no fue posible por el mal mar. Descubrirnos el fondo del mar en otra ocasión juntos.
Gracias Lorena Machin y Arabisen Quintero del Restaurante Casa Juan de La Restinga; a Severo dueño del Restaurante Brisas de Asabanos y su delicioso caldo de queso herreño, en Valverde y al restaurante del Mirador de la Peña por mostrarnos, una gastronomía tan diversa como suculenta y finalmente moderna. Nos llevamos sus sabores y por ellos volveremos.
Gracias a todo el personal del Cabildo y de la empresa Esmiras Global events, sobre todo a Isa Barrera y Francis Noda por esa organización tan profesional del Encuentro de Senderismo del Hierro. Por las veredas de El Hierro donde compartimos muchas emociones y conocimos a nuevos amigos como Patricia y Richard Amouroux, Jose Ramón Monty y todas las demás personas con las que hablamos y aprendimos.
Gracias al personal de la Denominación de Origen de vinos de El Hierro. También Uwe Urbach, pionero del vino Ecológico en El Hierro, llegado de Alemania para recuperar viñas y mejorar tradiciones.
Saludos y abrazos para Henry Infante de Yahe Aventuras por guiarnos entre senderos y colinas que son volcanes. Otro amigo llegado de fuera y que como tantos es tan de dentro como el que más. Porque ser de dentro o de fuera no significa nada. La diferencia es buscar el bien común aquí y allá.
Abrazos también para nuestros cicerones alemán y suizo, Ralf Hoffmeister, guía de montaña de y a Benjamin Schaulin, que en bicis con motor nos llevaron por la zona central de la isla, visitando pueblos abandonados, praderías y miradores fascinantes que dan al mar. Un placer, como todos, demasiado corto.
Un abrazo especial para Cristina Morales responsable de comunicación de la Central Hidroeólica de Gorona del Viento, un ejemplo de desarrollo sostenible y tecnológico, ejemplo para toda España y Europa y que viene de sueños visionarios anclados en el último pedazo de tierra antes del océano.
Saludos y agradecimientos para todo el personal del Balneario Pozo de la Salud, que nos trataron tan bien y que se desvivieron por que nuestro viaje y estancia fuera la mejor de la posibles.
Abrazamos con especial cariño a nuestro ya amigo Paolo Cossovel, herreño venido de Italia, representante de la Italia de luces y arte, de sonrisas y amabilidad, de ciencia y modernidad, de esa, últimamente, tan maltratada. Esperamos que nuestros pasos e ideas vuelvan a correr paralelos o a cruzarse en cualquier momento. Su empresa Atlantidea es otro buen ejemplo de turismo responsable y serio, otro ejemplo anclado en El Hierro de la Isla Mundo.
Flora
- Edit
Gracias Iñigo y María por los reportajes tan bonitos que hacéis para todos vuestros seguidores, ¡¡este del Hierro es fantástico!!
Cómo describís todo con tanto detalle!
Al final solo te entran ganas de visitar estos lugares. Gracias de nuevo.
El Giróscopo Viajero
- Edit
Un placer Flora escribir sobre El Hierro. Es fácil, la isla tiene todos los ingredientes para que los viajeros caigan fascinados ante su belleza. Ha sido la isla la que ha guiado nuetra pluma. Un abrazo y muchas gracias.
DALBOS Guy
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Gracias por haber compartido una parte de su viaje conmigo. Reportaje muy interesante sobre la isla que más me ha emocionado del archipiélago. Hasta pronto, cabo a otros rumbos.
El Giróscopo Viajero
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Muchas gracias Guy. El viaje a El Hierro fue fascinante, y compartir un pedazo del camino con personas interesantes, un placer. ¡Hasta pronto! Bon vent! Cabo a otros rumbos
Beatriz
- Edit
Muchísimas gracias, hace años que estoy barajando la posibilidad de ir a El Hierro una semana y pensaba que estaba loca, pero leyendo tu artículo veo que no que no estoy loca, que El Hierro se merece una visita. Cuento con pocos días. Una semana a principios de Noviembre y otra entre el 15 de Enero y el 15 de febrero ¿Qué fecha me recomiendas?
El Giróscopo Viajero
- Edit
Hola Beatríz, ¡es una estupenda idea, la isla te conquistará!. Cualquiera de las dos fechas es buena. Nosotros estuvimos en primavera, en abril, que es cuando está más bonita, con flores y muy verde. Pero tanto en enero como en febrero hace bueno, ya que allí la primavera es eterna. ¡Un saludo!
Anton Hosinsky
- Edit
Hola, lo de la «primavera eterna» es muy relativo. Algunos inviernos tenemos borrascas con lluvias torrenciales y vientos tan fuertes que cierran areopuertos y puertos. No ocurre todos los años ni mucho menos pero cuando vienen, generalmente toca a finales de enero o principios de febrero. Si quieres venir por esas fechas comprueba bien las previsiones metereológicas antes. A mediados de febrero comienzan a florecer los almendros y luego se siguen las especies a lo largo de toda la primavera, es una época superguapa para venir. Nosotros fuimos cuatro días en julio hace un par de años, hacía un calor brutal, no podíamos haber elegido peor fecha. Aun siendo la isla tan pequeña los cuatro días se nos hicieron insuficientes.
El Giróscopo Viajero
- Edit
Hola, sí, claro, desde luego hay episodios metereológicos extremos, y hay que tener en cuenta que tanto en El Hierro como en las demás islas Canarias hay microclimas. Es decir, mientras en algunas zonas se puede disfrutar de sol y buenas temperaturas, en otras afectadas por los vientos Alisios, puede hacer frío y la lluvia horizontal puede impedirnos ver las magníficas vistas que hay desde los miradores. En este caso, hay que abrigarse. A las islas Canarias mejor ir con diferentes tipos de ropa. Sin embargo, en general, pensamos que se puede hablar de algo cercano a una «primavera eterna», puesto que el clima es bastante benigno, con temperaturas poco variables a lo largo de todo el año. Para terminar, estamos de acuerdo con usted y aconsejamos ir a la isla de El Hierro al menos una semana para conocerla bien a fondo. Es pequeña, pero hay mucho que hacer. Un saludo.
Marisol
- Edit
Me ha gustado mucho su artículo y me da la impresión de que reproduce fielmente la realidad, habrá que ir a comprobarlo.
En ocasiones apetece perderse para encontrarse.
El Giróscopo Viajero
- Edit
Estoy encantado de que le haya gustado, Marisol. Todo lo dicho es cierto, cuando lo compruebe, verá que la isla de El Hierro es una auténtica isla mundo. Un cordial saludo.
Ana R
- Edit
Me ha encantado el articulo. Es la última isla canaria que me queda por conocer. Y cada vez tengo más ganas de ir.
Muchísimas gracias
Nos vemos en el Hierro
Un abrazo
Ana
El Giróscopo Viajero
- Edit
¡Muchas gracias, Ana! El Hierro es una isla que vale muchísimo la pena. Su patrimonio natural es riquísimo y muy bello, hay muchas actividades posibles para explorarla y, además allí se respira tranquilidad y paz. ¡Espero que la conozca pronto y nosostros esperamos regresar a ella!. Un abrazo.
Fina
- Edit
Estoy preparando un viaje para conocer El Hierro y vuestro artículo me está sirviendo de gran ayuda. Me parece genial ya que me incita a conocer todo lo que habéis visitado, a conocer sus gentes y su gastronomia. Solo falta que tengamos cierta libertad para volver a viajar a nuestro aire, que espero y deseo sea pronto. Saludos y muchas gracias.
El Giróscopo Viajero
- Edit
¡Muchas gracias, Fina! Estamos encantados con que le esté sirviendo para preparar su viaje. Lo cierto es que la isla de El Hierro es uno de los lugares más seguros en estos tiempos. En cuanto puedan ir, seguro que disfrutarán muchísimo de la isla: tranquilidad, naturaleza,turismo activo, gastronomía, vinos,… Recomendamos al menos una semana. Un saludo.
Miguel Molinari
- Edit
Excelente artículo descriptivo, luce como un pequeño paraíso perdido. Estoy sopesando irme a vivir a ese lugar y experimentar con algunas frutas tropicales, además de colaborar con el progreso del lugar desde todo punto de vista, sobre todo el ecológico, ya que vivo en Los Andes venezolanos.
El Giróscopo Viajero
- Edit
¡Muchas gracias! Lo cierto es que es un paraíso maravilloso. ¡Ojalá pueda cumplir este deseo de vivir en la isla!. Aunque imaginamos que los Andes también son un sitio muy bello para vivir. Un saludo.
Gemma
- Edit
Me habéis ilusionado con vuestro reportaje. En agosto voy a visitar a un amigo que vive en la isla de El Hierro, y pensaba pasar unos 10 dias, aunque quizás sean demasiados y que me podria aburrir. Mi vida és rápida, casi siempre a contrareloj, y me apetece ir a El Hierro para obligarme a frenar un poco el ritmo de mi vida. Querria recorrerla en moto, ¿me lo aconsejáis? ¿en una Vespa, por ejemplo ?.
El Giróscopo Viajero
- Edit
Es lógico ilusionarse con ir a la isla de El Hierro, ¡es bellísima y sus paisajes espectaculares!. Una semana o 10 días es perfecto. Nosotros nunca nos aburriríamos allí, hay mucho que hacer: andar en bici, hacer senderismo, bañarse en las piscinas naturales, ir a visitar los sitios con el pasaporte cultural que le pueden dar en la Oficina de Turismo, recorrer todos los miradores. Recorrer El Hierro en moto puede ser una fantástica idea. No es una isla muy grande y es bastante manejable. ¡Espero que disfrute mucho, Gemma!. Es bueno parar el ritmo, y creo que la isla le ayudará a relajarse. Un saludo.
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