La ciudad de Berlín parece no tener el glamour y el encanto de París, la prestancia y el estilo de Londres; la historia y los monumentos de Roma o Atenas y, sin embargo…
Y sin embargo tiene todo eso y mucho más, parece una ciudad donde vivir es posible, agradable y sobre todo humano. Las otras grandes capitales de Europa (sin olvidar Moscú, Madrid, Ámsterdam o Viena) también son lugares increíbles y se puede vivir en ellos muy bien. Pero Berlín sorprende por una variedad de ambientes, por un centro muy descentralizado y barrios vivos económica y socialmente. Sorprende porque es una ciudad donde la bici convive y domina, una ciudad bastante barata y sobre todo tranquila, verde y agradable.
Con está presentación ya lo decimos todo y ya animamos a visitar la capital de Alemania y, quien sabe, quizá quedarse a vivir.
Este será el primer artículo de una serie sobre la capital alemana, por lo que nos centraremos en dar una visión de conjunto y destacar sólo algunos de sus aspectos más importantes: el ambiente y la fiesta; la visita en bici; la cultura y el patrimonio. Berlín encanta ¡y mucho!
Berlín una ciudad de fiesta y diversión.
Los españoles suelen buscar más allá de sus fronteras aquello que ya tienen en España. La decepción es casi inmediata ya que ni Francia, ni Italia, ni Portugal ni América Latina y mucho menos los países anglosajones o Asía poseen ese ambiente relajado y tranquilo que inunda las calles ibéricas, sin importar el clima o la hora.
Bien, pues Berlín se parece bastante a España, con sus bares y kioscos de cerveza, sus restaurantes con gastronomías de todo el mundo. Los parques siempre están animados, llenos de gente descansando, haciendo deporte o tomándose una cerveza. Todo es muy tranquilo y la gente está a lo suyo. Hay decenas de parques, -algunos muy modernos y pensados-, canales, zonas verdes y lugares adaptados para hacer deporte, skate o para los niños.
El arte urbano en todas sus acepciones, la música se encarnan en calles que se ponen de moda, en graffitis de colores que inundan paredes que sin ellos serían como cárceles, en bares donde se hablan mil lenguas y la gente bebe mucha cerveza. El arte se une a la diversión y la fiesta va rotando de una zona a la otra, de un puente sobre un canal a un barrio entero; al concierto improvisado en una plaza hasta o un biergarten (cervecera alemana) donde ejecutivos, estudiantes y familias, beben y conversan con igual animación.
Como última pista, recordar que varias veces por semana pequeños o grandes rastrillos ocupan las plazas y parques de Berlín. Los Flea Markets, son mercados más o menos populares donde la gente vende los objetos que no quiere o no necesita. Allí se encuentran verdaderas gangas: muebles de los años 60, 70 u 80 del más puro estilo vintage; cámaras de fotos y objetivos antiguos, sellos, monedas, libros, cacharros de cocina, un poco de todo, pero aún muchos tesoros.
Berlín, una ciudad con muchos centros y gran vida en los barrios.
Quizá deberíamos haber empezado diciendo que Berlín es una ciudad excéntrica. La historia, la II Guerra Mundial y la Guerra Fría -con la división de la ciudad por el muro-, han hecho que el urbanismo berlinés sea atípico para una capital europea. No existe un verdadero centro sino varios (Alexanderplatz, Postdamerplatz, la Puerta de Brandeburgo…) y no son preponderantes como en otras ciudades. Podemos hablar de un gran centro que va desde el Tiergarten, la Puerta de Brandeburgo y Postdamerplatz en el oeste hasta Alexanderplatz, la Berliner Fensehturm (la Torre de Televisión) y la Karl Marx Allée en el este de la ciudad. Esta zona central incluye la Isla de los Museos (Museuminsel), el Bundestag y las riberas del Spree.
Pero nos quedamos cortos y a la vez incluimos zonas bastante abandonadas y sin interés. Nos quedamos cortos porque Berlín no es Berlín sin los barrios de Prezlauer, Kreuzberg, Neukölln, Mitte, Friedrichsain, Charlottenburg, Tempelhof, o incluso Spandau o Potsdam, dos ciudades cercanas.
Todos estos barrios cuentan con sus monumentos de la guerra o en relación con la guerra, además de palacios, bares, museos, cerveceras, restaurantes y tiendas. Una ventaja muy grande que aún posee Berlín con respecto a otras grandes ciudades de Europa es la vida ciudadana. Berlín es una ciudad viva como pocas. Hay muchísimos bares, restaurantes y pequeños comercios, tiendas y negocios que son los que al final dan vida a los barrios. La zona de Alexanderplatz o Postdammerplatz no es un ejemplo de lo que acabamos de ello, pero si callejean por Neukölln, Kreutzberg, Prezlauer o Tempelhof se darán cuenta de lo que decimos.
Multitud de comercios y edificios públicos como guarderías y colegios hacen de todos los barris lugares de vida, no simples dormitorios. Tiendas de todo tipo; restaurantes vietnamitas; panaderías turcas; bares de tapas; pequeños negocios de diseñadores; boutiques de ropa; gente que trabaja con sus ordenadores; tiendas de antigüedades y gangas (un tesoro para los fotógrafos que busquen objetivos manuales antiguos o muebles vintage) y las indispensables y numerosísimas tiendas de alquiler y reparación de bicicletas.
Berlín en bici.
Berlín es una ciudad muy grande, con distancias que sin ser inmensas se harán pesadas ya que los lugares de interés ocupan todo el territorio de la ciudad. Por otra parte, la red de transporte público y de metro no es tan profusa como la de París, Madrid o Londres. Por ello, sobre todo si viajamos en primavera o verano, la bicicleta es el medio de transporte perfecto. Se puede alquilar una bici por 8€ o 10€ al día, con la ventaja de poder recorrer la ciudad de punta a punta y aparcar nuestro vehículo allá donde vayamos.
En una semana hicimos más de 150km en bici, disfrutamos del antiguo Aeropuerto de Tempelhof, de todos los barrios del centro, de la Karl-Marx Allee, Charlottenburg y llegamos incluso a Spandau, en bici, después de ver el Estadio Olímpico. Los carriles bici están muy bien, el tráfico no es imposible y los conductores bastante responsables y respetuosos con el ciclista. Las bicicletas llegan donde no llegan los coches, pero ¡cuidado! hay que respetar las normas y utilizar únicamente los carriles dispuestos para ello.
En nuestra visita al Bundestag (otra de las cosas indispensables) aparcamos nuestros vehículos junto a este edificio y también en la Isla de los Museos. Todas las ventajas y una vista de la ciudad, tanto de día como de noche que hará del viaje algo inolvidable.
Artículos sobre Berlín en bici:
Berlín en bici, en pasado, en presente.
Berlín en bici. Fotogramas del pasado.
El peso de la cultura, la responsabilidad del recuerdo.
Stolpersteine
Alemania, Berlín nos pareció ejemplar en el recuerdo de los errores cometidos por buena parte de su población y por el gobierno dictatorial durante la II Guerra Mundial. La visita del Parlamento (Bundestag) fue un curso de democracia, un curso de alto nivel (próximo artículo). La ciudad esta repleta de monumentos que recuerdan las responsabilidades de la dictadura nazi en el asesinato de millones de personas, simplemente porque eran judíos, disidentes y opositores políticos, por su orientación sexual o por el racismo nefasto que inundó Europa durante años.
Pequeños monumentos como las plaquitas de metal que han sido encastradas en las calles de Berlín. Piedras en el camino que pueden hacer tropezar al caminante, Stolpersteine, en alemán. Bloquecitos de metal que ponen nombre a todas las personas que fueron asesinadas durante la guerra. Se puede tropezar con ellas junto a la puerta de las casas donde vivieron. El monumento que recuerda el holocausto judío destaca también, pero hay muchos más que homenajean a los gitanos, homosexuales, socialistas o comunistas que murieron en esa locura que esperemos nunca más se repita.
La política y la historia están a flor de piel en Berlín. Tras la Segunda Guerra Mundial, la guerra fría, con la oposición entre un capitalismo imperialista y las dictaduras comunistas (poco tenían de ello, pero eso es otra cuestión) la guerra se hizo ciudad. El muro dividió Berlín en dos partes con una barrera vergonzosa. Con todo, fue la zona occidental la más democrática, fue ésta la que resistió al bloqueo y a la dictadura gracias al puente aéreo, al coraje de pilotos y berlineses. La visita a Tempelhof fue todo un descubrimiento (próximo artículo).
Ahora, los restos del Muro de Berlín, que se pueden encontrar en muchas partes de la ciudad, se han convertido en un museo al aire libre, en un recuerdo colorido y díscolo de errores que parecemos condenados a repetir.
La ciudad hoy es también un crisol de gentes. La ciudad fue un centro de cultura underground en los 70 y 80. Hoy la emigración ha añadido una nueva capa a esta ciudad tan atractiva.
Patrimonio y cultura en Berlín.
Por último, otro de los grandes atractivos de la ciudad es la cultura y el patrimonio. De los museos ya hablaremos porque hay verdaderas maravillas. Por sólo mencionar los más conocidos el Pergamon, el Neues Museum, la Gemäldegalerie (La Pinacoteca de Berlín) o los Archivos de la Bauhaus. Para más información sobre los museos les emplazamos a otro artículo, centrado sobre ellos: Visita a los museos Pergamon y Neues Museum en la isla de los Museos de Berlin (Museumsinsel).
Palacios, como el de Charlottemburg o Sanssouci, ambos construidos durante el reinado de Federico II de Prusia. Iglesias y templos, puentes, fabricas, barrios como el Siemenstaat o el de Hansaviertel (con edificios de Gropius, Aalto o Niemeyer). Edificios emblemáticos como la Torre de TV (Berliner Fensehturm), el Bundestag o la Puerta e Brandeburgo. Y más allá de los símbolos oficiales están los graffitis que decoran toda la ciudad. Pequeños recodos como la Haus Schwarzenberg, con su cine, sus bares y arte pintado en las paredes, templo del arte underground. Y a dos pasos los patios uno de los primeros grandes almacenes, templos del consumo de Europa, el Hackeschen Höfen… No teman no fue, ni es un centro comercial al uso. La visita merece la pena.
Una estancia en Berlín se puede completar con conciertos de música clásica con la Filarmónica o de punk, o electro industrial en cualquiera de las decenas de clubs, pubs y locales más o menos alternativos, más o menos organizados, donde el arte, la juventud y los sueños se manifiestan, discute y se recrean cada día, cada noche en Berlín.
Berlín una ciudad barata, algunas pistas.
Esto es lo mejor ya que a pesar de que Alemania sea uno de los países con mayor renta de Europa, el coste de la vida no es demasiado alto en Berlín. Al menos comparándolo con una media española. Tanto el alojamiento, la comida, los transportes o las entradas para los museos, tienen el mismo o generalmente menor precio que el de muchas ciudades españolas. Hoy Berlín es mucho más barato que Barcelona, Bilbao, Palma de Mallorca o San Sebastian, más que París, Roma y que la mayoría de ciudades italianas. Una ventaja, que unida a la inmensa variedad de restaurantes, hoteles, apartamentos, B&B, AirBnB, etc, permiten que la visita de Berlín además de preciosa sea económica.
Si pueden escojan alguno de los barrios que les hemos citado para buscar alojamiento. Prezlauer, Neukölln, Kreutzberg son sólo algunos de ellos.
Los vuelos que llegan a los aeropuertos de Tegel y Schönefeld también son baratos y las comunicaciones desde estos, rápidas y nada caras. No hay por tanto excusas para evitar la visita a está ciudad que suele encantar a sus visitantes.
Esperemos que Berlín sigua siendo uno de los faros de la diversidad europea y no se convierta nunca en una ciudad aburridamente normal.
Para comprobarlo no dejen de leer nuestras próximas entregas sobre la capital de Alemania.
Nuestra estancia en Berlín se debió en gran parte a la ayuda inestimable de Julia Rautenberg de Visit Berlín, el ente que promociona la ciudad con tanto interés y ahínco. Esperamos volver para continuar la visita y seguir empapándonos de Alemania y de Berlín.
Muchas gracias, igualmente a Marcus Farr Jefe de Presa del Kulturforum de Berlín. Gracias por todas la gestiones realizadas que nos ayudaron a visitar museos y exposiciones.
La visita en première de la exposición El Siglo de Oro de la Gemaldegallerie de Berlín, con la compañía sabia de Sven Jakstat, organizador de la misma y ayudante de comisaria María Lopez-Fanjul con la que pudimos charlar después fue, además de un inmenso honor, un placer y una experiencia inolvidable.
Muchas gracias a Eberhart Heck, historiador del derecho y guía del Parlamento de Alemania, el Bundestag, un edificio cargado de historia, y donde gracias su magnífica visita pudimos aprender mucho de Alemania, de Europa y la democracia. Visita gratuita y obligatoria.
Un recuerdo especial también para Manuel Roy, guía canadiense de Berlin Serious Tours, con quien disfrutamos de una espectacular visita del edificio del antiguo Aeropuerto de Tempelhof. Muy recomendable.
Para más información sobre el viaje, pistas y recomendaciones, no duden en escribirnos:
Artículos relacionados:
Visita a los museos Pergamon y Neues Museum en la isla de los Museos de Berlin (Museumsinsel).
Artículo escrito por Iñigo Pedrueza Carranza