Panorámicas desde el teleférico de Funchal. Madeira Cable car

Viajar en el Cablecar de Madeira es un pasaje asegurado a los cielos de una de las perlas del Atlántico, un recorrido excitante con unas vistas panorámicas de la ciudad de Funchal, esa ciudad caleidoscópica, puerta de entrada a la isla de Madeira. Nuestro destino es el barrio de Monte, y una vez allí tomaremos otro teleférico de Cablecar Madeira que nos lleve al Jardín Botánico de Funchal.

En el casco antiguo de Funchal, vemos pasar las cabinas del teleférico

En nuestro viaje a Madeira pudimos vivir muchas otras emociones en las rutas de senderismo por las levadas que nos llevaron al corazón del bosque de Laurisilva, Patrimonio de la Unesco; haciendo canyoning en las entrañas del Parque ecológico de Funchal; avistando delfines en la costa y nadando bajo el mirador del Cabo Girão; o lanzándonos en una caída al vacío en otro cablecar de Madeira: el teleférico de Achada da Cruz.

Hoy es el turno del teleférico de Funchal. Una pena que el día haya amanecido nuboso, ya que la ciudad no se verá tan bonita con esta luz, pero aún así estamos emocionados, deseando subir a las alturas. La base del teleférico de Funchal se encuentra en pleno centro de la capital de Madeira, mirando al mar, en una enorme explanada cubierta de césped con una extraña escultura en el centro. Desde este lugar, las vistas de la ciudad de Funchal subiendo colina arriba son magníficas, es una de las imágenes que guardo de la capital de Madeira en la mente: las casas buscando su espacio en la falda de montaña, entre el verdor de la vegetación, bajo el cielo azul de esta ciudad caleidoscópica que mira al Atlántico.

Entramos en este edificio contemporáneo cubierto de vidrieras, la intensa luz penetra del exterior, más intensa si cabe en estos días de principios de verano. Subimos las escaleras que nos llevan a las cabinas que no cesan de moverse, otros viajeros que tenemos delante se apresuran a subir a una de ellas. Tenemos tiempo para subirnos en la siguiente, ¡comienza la aventura!

Estación del teleférico de Funchal

Funchal visto desde el teleférico

El ascenso en el teleférico de Funchal se inicia a una velocidad que nos parece más o menos lenta, aunque en realidad la velocidad varía poco a lo largo de todo el trayecto: entre o y 5 metros/segundo. Los edificios de Funchal se ven cercanos, pasamos por encima del casco antiguo, vemos las callejuelas por las que caminábamos el día anterior, los lugares desde los que veíamos la ciudad desde cerca. Ahora adoptamos un punto de vista muy diferente, somos como pájaros sobrevolando la capital de la isla de Madeira, en busca de algo indeterminado.

Emocionados, nos miramos sonriendo, volvemos a las casas de Funchal, parecemos espías viendo lo que hace la gente, casi podemos entrar en sus ventanas desde nuestro vehículo de cristal. A medida que vamos cogiendo altura descubrimos con sorpresa admirativa las increíbles obras públicas que tuvieron lugar en Funchal para salvar las diferencias de altura: carreteras sobre viaductos altísimos que atraviesan como un río toda la capital. Recuerda a la visión del aeropuerto de Funchal que tuvimos el día que aterrizamos en Madeira: la ampliación de la pista de aterrizaje sobre un viaducto nos dejó sin palabras.

Las cabinas parten de Funchal hacia Monte

Entre emoción y emoción pasan cabinas a nuestro lado en una cadencia continua, algunas con pasajeros que nos saludan, otras vacías, esperando para recoger nuevos tripulantes sin miedo a las alturas.

Volvemos a las vistas de un Funchal que se va alejando poco a poco de nosotros. A través de las cristaleras de nuestra cabina, vemos el mar plateado en el que casi no distinguimos las olas. Al fondo, el puerto de Funchal, los barcos, la playa,…Casi no sabemos hacia donde mirar, a un lado y otro se apiñan las casas blancas de tejados rojos de la ciudad, aunque la panorámica más espectacular es la que tenemos mirando al mar, ya que vemos cómo aumenta la pendiente.

Vistas panorámicas desde el teleférico de Funchal

El barrio de Monte parece que queda todavía muy lejano. El recorrido es de tan sólo 15 minutos, pero parece que se hace eterno, será por la emoción de vernos suspendidos en los cielos de Funchal. Parecía que no íbamos a llegar nunca, pero nos vamos acercando a Monte, y lo que se ve lejano ahora es el casco antiguo y la estación central del teleférico de Funchal. Casi estamos llegando, nos vamos preparando para salir en cuanto penetre nuestra cabina en la estación de Monte del Cablecar de Madeira. Hay tiempo suficiente para bajarnos los cuatro con cierta prisa. Por fin llegamos a Monte, la primera parte de la aventura se ha terminado, aunque todavía tenemos que volver aquí para regresar a Funchal. Sin embargo, existe también la posibilidad de bajar en carros de cesto.

Carrinhos de cesto” de Madeira

Los «carrinhos de cesto» de Funchal, para bajar a la capital en tiempo record.

Una de las diversiones preferidas por los turistas que viajan a Madeira es descender en “carrinhos de cesto” de Monte a la ciudad vieja de Funchal. Un descenso vertiginoso por las calles de la capital a lo largo de dos kilómetros de distancia y muchos metros de desnivel. En sólo 10 minutos se llega abajo a una velocidad que llega a los 48 km/h.

Los conductores de los carros de cesto de Madeira se montan en el carro con sus típicos trajes blancos y sombreros de paja. Junto a sus carros definen una de las imágenes de Madeira.

Subimos en el teleférico de Funchal hasta Monte precisamente el día en el que los carros de cesto están apoyados en fila, silenciosos, descansando de una larga semana de viajes intensos. Tendremos que bajar a Funchal de nuevo en teleférico, no importa, es igualmente otra aventura. Dejaremos el descenso en carros de cesto para un futuro viaje a Madeira.

Monte: vistas panorámicas al anfiteatro de Funchal

Monte es una de los barrios más tranquilos de Funchal, ya que está localizado en lo alto del anfiteatro de la ciudad, a 550 metros por encima del nivel del mar, a unos 9 km del centro de Funchal. En Monte subimos a visitar la iglesia y pasamos antes por uno de los jardines más bellos de Madeira, junto al Jardín Botánico. Se trata del Jardín tropical de Monte Palace, al que asomándonos desde la carretera nos muestra esa exuberancia que ya hemos visto en otros lugares de la isla de Madeira y también en la de Porto Santo.

La iglesia de Monte, desde el Parque de Leite Monteiro

Antes de ser jardín tropical y museo, el Monte Palace fue un lujoso hotel en el siglo XVIII. Parece ser que las vistas de la bahía de Funchal son magníficas desde Monte Palace. Como no disponemos de tiempo, dejaremos el Jardín de Monte Palace para otra ocasión. Ya estamos acumulando demasiadas cosas para próximos viajes a Madeira, una buena excusa para regresar.

Desde la iglesia de Monte, situada en lo alto tras subir un buen número de escaleras, las vistas de la bahía y del anfiteatro de Funchal son soberbias. Las temperaturas en este rincón de la capital de Madeira son mucho más bajas que en el centro, pero el panorama vale la pena. Paseamos un rato por el Parque Leite Monteiro, el parque municipal de Monte, un jardín romántico con vistas a Funchal.

Al volver de la iglesia de Monte, un cartel indica el camino a seguir para llegar al teleférico que nos llevará a nuestro destino: el Jardín Botánico de Funchal.

Bajando a tomar el otro teleférico que nos llevará al Jardín Botánico de Funchal

Teleférico al Jardín Botánico de Funchal

Recorremos unos pocos metros que nos llevan a otro teleférico que se encuentra en la Quinta do Bom Sucesso – a 7 minutos del centro de Funchal. Bajamos unas escaleras para llegar a la estación, más pequeña que la de Monte, por donde pasan sin cesar cabinas que recorren el tramo.

Nos montamos rápidamente, y esta vez el viaje promete ser diferente: ya no vamos a pasar sobre los tejados de Funchal. El teleférico que nos lleva al Jardín Botánico realiza un recorrido sobre el Valle de la Ribeira de João Gomes, rozando la naturaleza, bosques frondosos. El vértigo es mayor si cabe viendo el entorno natural que estamos sobrevolando, y teniendo en cuenta que las cabinas del teleférico parecen aún más pequeñas que las del teleférico que va de Funchal a Monte.

El teleférico al Jardín Botánico de Funchal, un tramo corto, pero de vértigo

En algún momento siento más el vacío y los escalofríos que en el otro trayecto, miro hacia abajo y veo el bosque frondoso del valle, los cables que lo surcan hasta un punto cercano, pero que parece que está lejísimos. Llegamos en 7 minutos eternos que tienen como recompensa la maravilla del Jardín Botánico de Funchal.

La maravilla del Jardín Botánico de Funchal

El Jardín Botánico de Funchal domina el valle de la Ribeira de João Gomes. Desde sus terrazas tapizadas de césped y flores, se puede contemplar el mar y una parte de la ciudad de Funchal. Creado en el terreno de la antigua Quinta do Bom Sucesso, el Jardín Botánico de Madeira ofrece un vergel impresionante de la extraordinaria flora de Madeira y de otros lugares del mundo.

Valió la pena llegar hasta aquí en un viaje excitante por los cielos de Funchal para admirar la maravilla colorida y luminosa del Jardín Botánico de Funchal. Tras unas horas disfrutando de su belleza, volvemos sobre nuestros pasos montados en las cabinas del Cablecar de Madeira, de nuevo esa aventura emocionante sintiéndonos como pájaros sobre la ciudad de Funchal.

La maravilla del Jardín Botánico de Funchal

Informaciones prácticas del teleférico de Funchal

Horarios: 9:00-17:45. Abierto todo el año, excepto el 25 de diciembre.

Duración del viaje: 15-25 minutos.

Recorrido: Funchal-Monte, 3200 metros de longitud, desnivel de 580 m.

Velocidad: 5 m/s

Capacidad cabinas: 7 personas.

Tickets: Combinados con el Jardín Tropical; o combinado con el teleférico y el Jardín Botánico de Funchal; o combinado con el yellow bus.

Movilidad reducida: cabinas fácilmente accesibles, así como las instalaciones sanitarias

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