Las miles de gotas que se apoyan en las briznas de hierba con el rocío nocturno son la mejor manera de expresar la cantidad y la belleza de los pueblos del interior del País Vasco Francés. Y es que, tratar de condensar y elaborar un listado de los mejores pueblos, puede resultar tan fácil por la cantidad, como complejo, por las propuestas turísticas que ofrece cada rincón.
Ya habíamos podido descubrir algunos de ellos en nuestro viaje por la costa, desde Hendaya a Bayona, pasando por San Juan de Luz, Bidart o Biarritz. Pero esos «bocados» se nos antojaron solo el entrante para un viaje dedicado específicamente a la ‘tierra adentro’, que con su naturaleza, pueblos y tradiciones, forma una sinfonía capaz de engatusar a todo tipo de turismo.
La ventaja de que en apenas media hora estemos sobre los lomos de algunas de sus colinas -como desde lo alto de Larrún-, aún nos permite atisbar el mar, como si emulásemos a los vigilantes que desde las atalayas costeras peinaban el océano detectando las ballenas.
RUTA POR LOS PUEBLOS DEL INTERIOR DEL PAÍS VASCO
Ya hablar de los mejores pueblos del interior de Iparralde (nombre en euskera del país vasco francés) se antoja pretencioso. La subjetividad de la belleza hace que cada viajero tengo sus preferidos, aunque sean algunos los que siempre vienen a la mente. Ahí entra en juego el componente emocional, especialmente de los hijos – ya nietos- de los emigrantes vascos que fueron a América a prosperar, y que desde Argentina, México, Chile o Colombia, sueñan con la visita a la tierra de su familia, tan mentada en historias de juventud. O de parientes no lejanos que al otro lado de la frontera quieren conocer el topónimo que forma parte de su apellido.
En todo caso, aquí no se viene a coleccionar. Se viene a descubrir y absorber, a respirar y desconectar, a recuperar sensaciones. El latido de los frontones de los pequeños pueblos tiene el ritmo asíncrono de los latigazos de la pelota. Son chasquidos que recuerdan al del paladar cuando se degusta en los restaurantes del País Vasco Francés una buena piperrada, un salmón de Banca, o un jamón de cerdo Kintoa del valle de los Aldudes.
El viajero que llega al País Vasco Francés ya cuenta en su lienzo en blanco del viaje con algunas pinceladas de lugares marcados por su fama. Pero, poco a poco, descubre que no llegará a abarcar lo suficiente con una escapada de un fin de semana o tres o cuatro días. Es más, cuando haya extendido el viaje a una semana, sentirá que tiene que volver más adelante, porque susurrado por las recomendaciones de un viajero recurrente, o sugerido por un amable vecino de un pueblo, le llegarán planes, ideas y muchos motivos para regresar a un valle perdido, probar una delicia más en una granja ecológica, o recorrer en bicicleta la ladera de un monte «que dicen» que ofrece el mejor atardecer del País Vasco.
Para hacer más fácil el viaje hemos dividido la descripción de lo que hay que ver en las tres regiones del departamento francés de los Pirineos Atlánticos: Lapurdi (Labord), Nafarroa Beherea (Baja Navarra) y Zuberoa (Sola). En todas ellas encontraremos pueblos que forman un mosaico variopinto.
QUÉ VER EN LAPURDI (LABORD)
Ya hemos indicado que nos centraremos en el interior del País Vasco Francés, por lo que vayamos directamente a los pueblos de Lapurdi que no se hallan frente a la costa, entre ellos Ainhoa, Ascain, Cambo-les-Bains, Espelette, Hasparren, Itxassou, Saint-Pée-sur-Nivelle, Sare, el tren cremallera de Larrún o Ustaritz.
VALLE DE LA NIVELLE
El primer contacto con los pueblos del interior del País Vasco Francés llega con las poblaciones del valle de la Nivelle (Urdazuri en Euskera), como Sare, Espelette, Ascain, Saint-Pee-Sur -Nivelle o Ainhoa.
La arquitectura típica de Labord impacta tanto con las casas típicas de sus pueblos, o con ejemplos admirables como la casa museo Ortillopitz de Sare. La bicicleta es la mejor manera de asomarse a los valles desde lo alto de algunos picos de subida asequible.
Ainhoa
Es Ainhoa un regalo visual se mire por donde se mire. Al abrigo de las colinas el frontón, la Iglesia Nuestra Señora de la Asunción con su cementerio, el lavadero Alaxurruta y sus preciosas casas típicas, invitan a pasear calle arriba y abajo.
Sin prisa se visita mejor Ainhoa, invitando a un paseo hasta la Capilla de las Aubépines, ganando altura para ver el pueblo desde lo alto, con el verde profundo haciendo de alfombra de la casas blancas.
Espelette
Espelette ha sabido ganarse no solo el paladar del viajero. Y es que al calor del característico pimiento de Espelette (gorria, rojo en euskera), el pueblo se ha convertido en meta imprescindible de los pueblos del País Vasco Francés.
El pimiento de Espelette sigue un riguroso proceso de cultivo y recolección para cumplir los estándares de su Denominación de Origen Protegida, sello que desde 2002 cubre la producción de los diez municipios que lo plantan.
Las fachadas del pueblo se cubren de pimientos que se van secando mientras ornamentan y captan la atención de las cámaras de fotos.
Itxassou
Itxassou es como muchos otros pueblos del País Vasco Francés una aldea de caseríos diseminados en la que cuesta reconocer el centro si no fuese por lugares como el Trinquet Balaki, el ayuntamiento (Marie), el frontón o la Église Saint-Fructueux.
Además de sus siempre arregladas y fotogénicas casas, y de sus cerezas negras, es imprescindible el paseo hasta el Pas de Roland (Atekagaitz). Desde la iglesia el camino es de 1,5km, unos veinte minutos andando junto al desfiladero del río Nive, sobre una carretera asfaltada accesible para niños y personas con movilidad reducida.
Las piraguas descienden por las bravas aguas del río, y solo el tren que discurre junto a las aguas -y cuyo trazado no se advierte tan fácil- nos hace despertar del ensimismamiento. Las colinas con bosques frondosos y picos de 300 metros envuelven el desfiladero como si la tierra fuese a engullirnos.
Llegamos al Paso de Rolando – o Roldán en Español- con la amenaza de lluvia convertida en realidad. No nos importa porque las gotas hacen más bucólico el recorrido. Bajo la carretera una inmensa roca excavada en un estrecho camino forma un arco natural.
Roland, sobrino de Carlomagno, atravesó según la leyenda el desfiladero en agosto del año 778 para batirse en España contra los sarracenos. En realidad fueron tribus de vascones con los que Roland lucho y murió, y no el «malvado e infiel» ejército del Islam como los juglares se encargaron de los cantares de gesta del siglo XI.
Aún así, con la distancia de la fantasía, nos sentamos a admirar el Pas de Roland, imaginando al comandante de los francos, blandiendo su espada Durandarte y a lomos de su caballo Veillantif, golpeando la roca para poder atravesar el desfiladero.
El tren de Larrun
Como todas las paletas de los pintores, el País Vasco tiene tonos variados. Del verde de sus montes al rojo y blanco de las fachadas, del azul de las aguas de los ríos a los ocres y violetas de los atardeceres. Y si hablamos de un amarillo o marrón tenemos que acudir al tren de Larrún, que con su color se distingue perfectamente cuando asciende por la «cremallera».
Es la del tren de Larrún una de las actividades clásicas de la visita a Iparralde, cuya ascensión dicen que la puso de moda la emperatriz Eugenia de Montijo. En lo alto el ganado disfruta de abundante pasto, y los caballos potoka hacen amigos con los niños que se divierten en la excursión.
Cambo-les-Bains
El aroma del chocolate nos hace continuar por los pueblos del interior del País Vasco hasta Cambo-les-Bains donde encontramos el Museo del chocolate Puyodebat, una recopilación histórica de objetos que nos explican la tradición chocolatera en toda la zona vasco francesa.
Además de la «poesía» golosa del chocolate, otra sugerencia igualmente atractiva es la visita al palacete Villa Arnaga, que fue propiedad del dramaturgo Edmond Rostand, autor entre otras obras de Cyrano de Bergerac.
Tanto sus jardines como el interior de Villa Arnaga proporcionan un viaje que mezcla literatura, arte, tradiciones y paisajismo, con estancias que relatan la vida de Rostand y la trascendencia de sus obras.
Hasparren
Hasparren se sitúa en el Valle de Arberoa con multitud de vestigios megalíticos alrededor del monte Baigura. Su crecimiento en el siglo XVIII estuvo propiciado por los curtidores de cuero, que empleaban las cortezas de los melojos para teñir las pieles; sucedida después por la confección de calzado.
Hasta aquí llegamos para conocer una de las fábricas de cerveza artesana más reconocidas del País Vasco Francés, Etxeko Bob’s Beer, en cuya fábrica podemos conocer el trabajo de elaboración.
Dónde dormir en Lapurdi
No lejos del pueblo de Sare está Olhalbidea, un encantados caserío en plena naturaleza conde podemos dormir y cenar. Mientras que en Itxassou es Maison Bonnet, junto al frontón, el histórico restaurante -también alojamiento- con ambiente familiar que desde 1948 sigue saciando a locales y turistas.
QUE VER EN NAFARROA BEHEREA (BAJA NAVARRA)
Seguimos adentrándonos en el interior del País Vasco Francés, pero ya en los dominios de la Baja Navarra en los que hay mucho que ver, tanto que cuesta elegir entre el Valle de Aldudes con el cerdo Kintoa DOP, la artesanía de Ossès, las truchas de Banca, los vinos de Saint-Étienne-de-Baïgorry, las cuevas de Isturits y Oxocelhaya, la belleza de las casas de La Bastide-Clairence, Béhorléguy, Bidache, el centro cultural de Irissarry, Saint-Palais, y por supuesto San Juan Pie de Puerto entrada del Camino de Santiago hacia España. Aunque bien pensado, mejor no elegir 😉
Isturitz y Oxocelhaya
Isturitz y Oxocelhaya permiten interpretar tanto el arte rupestre como los procesos geológicos gracias a las formaciones en el interior de las cuevas. Monumentos históricos del País Vasco Francés, ambas cavidades bajo el Monte Gaztelu (castillo en euskera) son visitables junto a las poblaciones de Isturits y Saint-Martin-d’Arberoue.
En la entrada un pequeño museo nos sitúa en el contexto de la vida hace 80 mil años, fecha desde la que se ha testimoniado el asentamiento humano en el interior de la cueva de Isturitz, con ejemplos de arte rupestre en sus paredes y testimonios prehistóricos desde el hombre de Neanderthal hasta el homo Sapiens Sapiens, siendo especialmente los períodos de Aurignaciense, Gravettiense y Magdaleniense los de mayor actividad artística.
Anexa, y conectada a quince metros bajo Isturitz está la cueva de Oxocelhaya, célebre por sus formaciones geológicas como estalactitas, estalagmitas, columnas, cascadas y drapeados, fruto de la erosión del agua a lo largo de millones de años.
Irissarry
Camino del Valle de los Aldudes y San Juan Pie de Puerto la ruta no atraviesa la población de Irissarry, pero el pequeño desvío es obligado. Allí se presenta ante nuestros ojos Ospitalea, un enorme edificio que podría confundirse con una casa señorial con estilo vasco, y sin embargo su origen está en los Caballeros Hospitalarios -de ahí su nombre y no de hospital de peregrinos- de la Orden de San Juan de Jerusalén (ahora la Orden de Malta ).
Funcionaba como una encomienda ya desde el siglo XII con el objetivo de explotar las tierras agrícolas circundantes bajo control y protección de los caballeros de la orden de Malta. Los beneficios de la explotación de las tierras en forma de diezmos o donaciones servían para sufragar las cruzadas en Oriente Próximo.
En el siglo XVII (entre 1605 y 1616) el nuevo comendador de Ospitalea, el navarro don Martín de Larrea reformó el edificio, que llegó a nuestros días bastante deteriorado y en 2002 pasó a ser la sede del Centro Departamental de Educación Patrimonial por iniciativa del Departamento de Pirineos Atlánticos.
Convertido en centro cultural, las exposiciones y eventos nos sumergen en el patrimonio local, la historia y las tradiciones vascas, además de conocer la transformación y rehabilitación del edificio, que aún conserva espacios originales. La entrada es gratuita.
Saint-Jean-Pied-de-Port
San Juan Pie de Puerto (Saint-Jean-Pied-de-Port en francés, Donibane Garazi en euskera) evoca sentimientos que mezclan la tradición y las raíces con lo cosmopolita e internacional. Solo así se puede entender que en un pequeño pueblo del País Vasco Francés suene el eco de tantas lenguas que como las pisadas de los peregrinos se adhieren a la piedra del pavimento de Saint-Jean-Pied-de-Port.
Resulta fascinante quedarse clavado en el Pont Notre-Dame antes de ascender atravesando San Juan Pie de Puerto hasta otra de las puertas de la ciudad, Puerta de Santiago. En la Rue de la Citadelle los ojos irán de un lado a otro observando a caminantes, comercios, albergues de peregrinos, o edificios como la prison des Évêques (prisión de los obispos).
Unos franceses saludan a unos británicos, mientras más allá un grupo de alemanes anima con un «Buen camino» a dos jubilados italianos que acompañan a una japonesa. Cada uno con sus razones emprende -o continua- el trazado y las etapas del Camino de Santiago que desde San Juan Pie de Puerto deja atrás la Porte d’Espagne y entra en territorio de Navarra por Ostabat, punto donde coinciden las tres variantes del camino.
En lo alto de San Juan Pie de Puerto la ciudadela ya solo decora el paisaje. Después de haber cumplido como castillo medieval y fortaleza con sello del ingeniero militar Vauban, hoy es un excelente mirador para observar el valle.
A las afueras de San Juan Pie de Puerto, camino del Soule, un pequeño secreto nos espera. Poco conocida, la Ancienne benoiterie de Bascassan es una sencilla ermita que cuenta con unos frescos del XVIII en su interior y un altar profusamente decorado. A nuestra llegada el hijo del cuidador del pequeño cementerio nos abrió amablemente la puerta para disfrutar de un pequeño remanso de paz en la campiña.
Dónde dormir en San Juan Pie de Puerto
Muy cerca de San Juan Pie de Puerto es Joangi el acogedor caserío que con estilo y hospitalidad recibe a caminantes y viajeros que permanecen más días en la zona.
Mendive y Béhorléguy
Para llegar al territorio del Soule desde el sur y San Juan Pie de Puerto es preciso atravesar el puerto de montaña del Col d’Aphanitze, a menos que nos dirijamos a los Les Chalets d’Irati. En seguida notaremos que no es habitual el tránsito de viajeros y eso nos convierte en pintorescos y privilegiados que disfrutan de un paisaje majestuoso.
Antes de ascender el Col d’Aphanitze hacemos parada en Mendive para que el sol nos salude iluminando la Eglise Saint-Vincent-de-Dax. A unos kilómetros se ganan metros de altura en Béhorléguy y la carretera pasa junto a la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.
Según nos elevamos son las ovejas en rebaño o las panorámicas las que nos fuerzan a detenernos, con los caballos y vacas pastando en el Col de Landerre.
El descenso nos da paso al Soule, donde nos esperan muchos más atractivos en un País Vasco Francés muy desconocido.
La Bastide Clairence
La Bastide-Clairence (Bastida en euskera, La Bastida de Clarença en gascón) está considerado uno de los pueblos más bonitos del País Vasco Francés. Es algo muy meritorio considerando la variedad y cantidad de encantadoras poblaciones que hay repartidas por la costa y el interior.
El reino de Navarra promovió en el siglo XIV el núcleo, buscando alternativas comerciales tras la absorción del territorio de Guipuzkoa -y la salida al mar de Navarra- por parte del reino de Castilla. Artesanos gascones y vascos se asentaron formando un poso comercial en el que los judíos expulsados de España pudieron ejercer libremente su actividad.
Parte de su fama viene dada por la conservación de su calle principal con preciosas fachadas de piedra y madera que lucen elegantes y coloridas. Al final de la calle y la pequeña subida, la iglesia de Nuestra Señora De La Asunción y el cementerio judío completan la visita con talleres de arte y productos gastronómicos.
Si su viaje coincide -como el nuestro- en septiembre, quizá pueda disfrutar del mercado de cerámica de la Bastide-Clairence, con artesanos de toda la región que venden sus interesantes creaciones.
Bidache
Besado por las aguas del río Adour, Bidache, en el norte de la Baja Navarra – en una región de humedales llamada Xarnego en euskera- atrae a los viajeros por sus calles de casas típicas y su castillo medieval. Toda la zona floreció con el comercio que aprovechaba las mareas para traer productos desde el mar como pescado, aceite o tejidos ingleses y transportar otros materiales como vino o la caliza gris con vetas de silex oscuro, muy apreciada y que viste hoy edificios de Bayona o Biarritz.
El castillo medieval, en ruinas tras un incendio del siglo XVIII, aún se yergue majestuoso, mostrando el poder de la familia Gramont. Las casas de la calle Saint-Jacques sirven de testimonio de los tiempos en los que Bidache fue un principado que acogía a los contrabandistas que trajinaban entre Francia y Navarra, y de la comunidad judía que huyó de la Inquisición española.
Saint-Palais
Saint Palais (Donapaleu en euskera) y la región de Amikuze es una encrucijada entre Lapurdi, Zuberoa y el Bearn al este. Capital de la Baja Navarra, Saint Palais es cruzado por los peregrinos camino de España, que hacen parada en el antiguo convento franciscano convertido en el espacio cultural «Chemins-Bideak», que ahonda en la explicación de las tres rutas jacobeas francesas.
Fundada en el siglo XII por los reyes navarros, todavía hoy se tiene la sensación de estar en un pueblo navarro al sur de Pirineos. No hay más que fijarse en la «Maison des Têtes», la casa de las cabezas, que representan a Enrique II de Navarra, su hija Juana de Albret o Enrique III de Navarra.
En cualquier momento del día podemos sentarnos en el Foirail, una bella plaza en la que se asoman como balcones las fachadas de casas y edificios de gran factura como el Hôtel de la Paix, o visitar la espigada iglesia de la Paroisse de St. Palais.
Ossès y la artesanía vasca
En Ortzaitze (‘Ossès‘ en francés) encontramos los talleres y tiendas de numerosos artesanos vascos, entre ellos las famosas cerámicas Goicoechea, los textiles coloridos de Kaiku Borda, los elixires de la destilería Brana, las alpargatas Don Quichosse o los productos de la tierra de la granja Arnabar.
Si alguien ha contribuido resaltar la artesanía vasca, es sin duda la Cerámica Goicoechea, que durante 3 generaciones ha ido trabajando con ahínco en unas creaciones vendidas por todo el mundo.
De la mano de Teresa nosotros accedemos al taller presenciando en primera persona el dedicado y laborioso trabajo con el que se consiguen algunas de sus piezas como los jarrones de alta gama de piezas grandes de hasta 120 cm de diámetro y 150 cm de altura, con diseños de sogas tan reconocibles del sello Goicoechea.
Encontramos al equipo con «las manos en la masa», dando forma a los jarrones con una técnica laboriosa y delicada en la que es importante la fuerza y la precisión, la composición y mezcla de los materiales, y por supuesto un conocimiento y experiencia de muchos años.
Además en Osses podemos pasear junto al cauce del arroyo Laka, descubriendo sus casas de estilo bajo-navarro y el paisaje bajo los montes Iparla, Baigura y Artzamendi.
LES ALDUDES
Embolsado en la frontera de Francia y España, el valle de Baigorri y los Aldudes – Vallée de Saint Etienne de Baïgorry et des Aldudes’- supone una de las mayores sorpresas en el interior del País Vasco Francés. El significado de su nombre, Les Aldudes traducido del euskera como «Camino de las alturas» ya anticipa los interesantes descubrimientos que nos esperan.
El valle de Baigorri y los Aldudes lo conforman cinco municipios : Ortzaize, Baigorri, Aldude, Banka y Urepel, en los que además del agasajo visual de sus montañas y valles, meta del senderismo y trekking con la estación de trail, es la gastronomía la que ocupa un lugar primordial.
No olvidemos que los Aldudes tienen en su territorio tres de las cuatro DOP (Denominación de Origen Protegida) del País Vasco Francés, empezando por el queso de oveja DOP Ossau-Iraty de las ovejas autóctonas ‘Manex’ cabeza negra y ‘Manex’ cabeza roja; continuando por el jamón DOP Kintoa (el ‘Quinto Real’ en castellano), elaborado a partir de raza porcina autóctona denominada en euskera ‘Euskal Txerria’. Por último; y terminando por los vinos de la bodega cooperativa Irulegiko Arnoa, que engloba viñedos en quince municipios entre Baigorri y Donibane Garazi (San Juan Pie de Puerto).
Saint Etienne de Baïgorry y sus vinos
Remontando el cauce del Nive des Aldudes encontramos en primera instancia Saint Etienne de Baïgorry que con su puente romano -en realidad es de 1661- conecta las dos partes del pueblo. En el pueblo merece atención el Château d’Etxauz que fue la residencia de Charles Chaplin durante tres veranos, además de varias casas y la iglesia parroquial.
Además Baigorri cuenta con la Cave Irouleguy, cuya bodega nos introduce en los renombrados vinos con D.O.C. Producen vino Irouleguy desde 1952, en viñedos de montaña entre 200 y 400 metros sobre el nivel del mar con un desnivel medio del 60%.
Emplean media docena de variedades de uva, algunas endémicas del suroeste como para el tinto, Tannat , Cabernet Franc y Cabernet Sauvignon, Gros Manseng, Petit Manseng y Petit Courbu para el blanco. Y el resultado es una producción limitada de vinos muy apreciados y que reciben numerosos premios en los concursos enológicos.
Banka y sus truchas
El pueblo de Banka hunde sus orígenes ya en el periodo romano, cuando se explotaban las minas de hierro y cobre, actividad que estuvo vigente hasta el siglo XIX, y que podemos conocer visitando algunos de los vestigios mineros e instalaciones.
Pero Banka es célebre por sus truchas y no hay un lugar mejor para conocer la razón de su tradición que la granja acuícola Truite de Banka de Michel Goicoechea.
Desde 1965 -cuando se recuperó el antiguo molino hidráulico del siglo XVIII- el proyecto familiar ha logrado que la trucha de Banka sea uno de los manjares gastronómicos del País Vasco Francés.
Las aguas puras y límpidas del manantial Arpéa nutren y oxigenan los piscinas en las que se cría desde alevines a las truchas, ofreciendo un interesante recorrido gratuito para los visitantes que deseen conocer a fondo. Además de un pequeño museo hay una tienda en la que se pueden comprar todo tipo de productos gastronómicos derivados de la trucha, además de objetos de marroquinería elaborados con la piel de la trucha al estilo del cuero animal.
Aldude y el cerdo ‘Kintoa’
Sin dejar la carretera que continua desde Banca hacia las montañas, se alcanza el pueblo de Alude, donde nos recibe la Église Sainte Marie. Custodia el rosario del emperador Maximiliano I de México (cuñado de Sissi), comprado en una subasta por una persona del valle que más tarde lo donó a la parroquia.
Es imposible resistirse a los placeres gustativos de los productos del cerdo de raza autóctona Kintoa. El ‘‘euskal txerria‘ (cerdo vasco en euskera). Detrás de la fama de los jamones Kintoa está Pierre Oteiza, ganadero, productor y carnicero que reintrodujo el Porc Basque en el valle de los Aldudes en los años 80. Adaptándose perfectamente al entorno, en 1990, creó con algunos criadores la asociación de criadores del “cerdo vasco en el valle de Aldudes”. Diez años después, en 2000 se logra poner en marcha un secadero de jamones, siempre en modo cooperativa, y logrando que el jamón sea reconocido con la Denominación de Origen Controlada.
Junto a Pierre Oteiza recorremos los espacios de cría y elaboración de los productos del cerdo vasco, también llamado cerdo negro pío del País Vasco. Pierre nos cuenta que el cerdo negro del País Vasco pobló la zona a ambos lados de los Pirineos, llegando a estar en peligro de extinción en la década de los 80 del pasado siglo.
El cerdo vasco se distingue por su pelaje bicolor, blanco y negro, cabeza y trasero negros; o sus largas orejas cruzadas sobre el hocico. Se alimenta principalmente de hierba y castañas, bellotas, con un suplemento de cereales no transgénicos para preservar una dieta equilibrada.
Dos meses después de su nacimiento, y ya con 20 kilos de peso obtenidos con la lactancia, el cerdo vasco crece en las montañas en grupos de 40, en caminos de hierba, páramos y bosques. Al llegar a la edad adulta, el cerdo pesa entre 140 kg y 160 kg.
Al otro lado de la frontera, pasando el pueblo de Esnazu se llega al «Quinto Real’ (‘Kintoa’ en euskara) y ‘País Quint’ en francés), bajo cuyo estatus particular otorga la nacionalidad francesa a sus habitantes -además del servicio postal o los impuestos locales- pero perteneciendo a territorio español.
Dónde dormir y comer en los Aldudes
El Hotel Erregina en Banka es un cálido alojamiento familiar en el centro de Banka, y sus platos del restaurante son tan caseros como sabrosos. Del mismo modo el restaurante Menta Ferme Auberge en Esnazu son dos buenas recomendaciones para comer y alojarse en el Valle de los Aldudes.
QUE VER EN SOULE (ZUBEROA)
Los más atrevidos continuamos la ruta hacia el interior del interior del País Vasco, que no por menos conocido es menos interesante. Y es que en la región del Soule (Zuberoa en Euskera) es un placer pasear en soledad en pueblos de iglesias curiosas como Aussurucq o Mendy, cruzar Tardets hacia Larrau para alcanzar la pasarela de Holzarte, desviarnos hacia Sainte-Engrâce para viajar al centro de la tierra en la Sala de la Verna, admirar la Iglesia Patrimonio Unesco de L’Hôpital-Saint-Blaise, perdernos en los bosques de Irati en otoño -o en invierno con raquetas de nieve y esquí de fondo- o reposar junto al castillo fortificado de Mauléon.
Iglesias trinitarias
Cerca de Mauleón hay varios pueblos como Espès-Undurein, Aussurucq, Idaux-Mendy, Menditte o Gotein-Libarrenx, que cuentan con curiosas iglesias en las que destacan los campanarios de 3 puntas, también llamados trinitarias. Fueron construidas entre finales del siglo XVI y principios del XVII, tras las virulentas Guerras de Religión, y representan la Trinidad del catolicismo.
Son poblaciones muy pequeñas y tranquilas en las que se respira el día a día, con los jóvenes jugando en el frontón y las labores agrícolas de los adultos.
Mauléon-Licharre
El castillo del siglo XII preside la colina sobre Mauleón. En su interior el recorrido por sus salas explica su intensa historia en un territorio de importancia vital para el comercio y la definición de las fronteras. Los niños disfrutarán con sus juegos de madera mientras los adultos disfrutan de las preciosas vistas del pueblo de Mauleón y el valle de Saison.
Mauleón también es reconocida como uno de los centros más importantes de elaboración de las clásicas y coloridas alpargatas vascas (alrededor del 65% de toda Francia). Son varios los talleres en la ciudad y alrededores como Don Quichosse, Prodiso, Armaite y Zétoiles, siendo agosto la fecha de las alpargatas en Mauleón.
LA SELVA DE IRATI
Al igual que pasa con el Valle de los Aldudes, la Selva de Irati (el Haute Soule en francés o Basabürüa en Euskera) es la comarca más aislada, ya en plenos Pirineos. El dialecto del euskera soulentino, el arraigo de las tradiciones y la menor exposición al turismo siguen conservando parte de ese aislamiento que lo caracterizó durante siglos.
Tardets-Sorholus
Antes de adentrarnos en el sur del Soule, Tardets nos sirve de parada para comer y dormir. Es la población más grande de la zona y su origen y urbanismo está claramente influido por las bastidas medievales que servían para crear un pocos años un espacio fácilmente defendible. Es por ello que observamos su planta rectangular alrededor de la plaza, que funcionaba como punto de comercio y mercado. Las casas porticadas cierran filas de manera que fuese complejo su asalto.
Hoy Tardets abre sus puertas con bares siempre llenos de lugareños compartiendo su día a día al calor de una copa de vino o cerveza, y deseando que llegue agosto para celebrar la feria del queso, o el carnaval de invierno. En los soportales está la oficina de turismo, que además tiene una exposición sobre la mitología vasca. Y a unos pasos el inmenso frontón al aire libre que ocupa casi la mitad del pueblo.
Passerelle d’Holzarté
Si no llegamos cansados a esas altura de viaje, la pasarela de Holzarté deleitará a los que amen la montaña y las rutas de trekking. Además, las vistas en las las gargantas de Olhadubi son ideales para volar el drone y captar todos los detalles del espectacular paraje natural del Soule.
El puente colgante cruza a más de 150 metros las aguas del fondo del cañón, y su construcción se remonta a 1920, cuando trabajadores italianos de la acería Lombardi Morello de Tardets, unieron ambos lados para posibilitar la explotación de los bosques de Holzarté. Los 70 metros de la pasarela impresionan por su belleza y no hay que dejarnos asustar por el vértigo.
El desnivel no es excesivo pero la subida es constante y concentrada en apenas 4 km, por lo que hay que subir con paciencia y con suministro de agua, sobre todo en verano cuando el calor puede resultar agotador. En como mucho dos horas se sube y baja- los montañeros lo podrán rebajar media hora-, aunque hay prestar atención si ha llovido porque el camino puede estar algo resbaladizo.
Hay un parking amplio junto a la carretera a las afueras del pueblo de Larrau y el itinerario comienza el puente de la Mouline, muy cerca del albergue Logibar. Es posible extender la caminata con el el circuito de Amubi (4:30h y 400m de desnivel) o el circuito de Ardakotxea (4:30h y 600m).
Grotte de la Verna
Si con las pasarelas de Holzarté casi volamos, con la cueva de la Verna hacemos el viaje opuesto hacia las entrañas de la Tierra. Y es que la visita a la gruta en el corazón de la sima de piedra San-Martin cerca del pueblo de Sainte Engrace es excepcional.
Cuesta imaginar que en este enclave, la sala de la Verna (grotte de la Verna) sea la tercera cavidad subterránea más grande del mundo, apenas descubierta en 1953. La sala central tiene 250 metros de diámetro, 190 de altura y alcanzando 5 hectáreas de espacios que permiten llenar 3,6 millones de metros cúbicos.
Los trabajos para hacerla accesible al público -desde 2010- partieron de la iniciativa de crear una central de generación hidroeléctrica, con un túnel artificial por el que se accede para su visita. A diferencia de otras cuevas la temperatura de la Verna es gélida – damos fe de ello- por lo que hay que llevar ropa de abrigo.
Hay diferentes rangos y tipos de actividad, desde una visita básica a aventuras espeleológicas con recorridos de hasta ocho horas que permiten llegar a los pies de la sima de 338 metros por donde entraron los primeros exploradores. La visita a la Verna es siempre con guía y las salidas se llevan a cabo desde el barrio de Calla en Sainte-Engrace, pasadas las Gargantas de Kakueta.
En el pueblo de Sainte Engrace también es interesante la iglesia del siglo XI de estilo románico. Forma parte de la vía tolosana del Camino de Santiago.
Dónde dormir en Soule
El Hotel Domaine d’Agerria en Mauléon-Licharre es un alojamiento con encanto que tiene unas vistas preciosas de viñedos y del castillo de Mauleón.
Por otro lado en la plaza principal de Tardets el Hotel Piellenia nos sirve de base para dormir y comer, visitando el Haute Sole con las excursiones a La Verna y a las Pasarelas de Holzarte.
Cómo llegar y moverse
La mejor opción para llegar al interior del País vasco Francés depende de nuestro punto de origen. Desde España lo adecuado sería ir en coche, solución que permite movernos con nuestro propio vehículo. Si venimos de más lejos, ya sea Cataluña o Andalucía, o desde el extranjero, el mejor aeropuerto para llegar es el de San Sebastián, siendo otra opción los vuelos a Bilbao. Existe un aeropuerto local, el Aeropuerto de Biarritz País Vasco, a 5 km al sureste de Biarritz , cerca de Bayona y Anglet, con algunos vuelos de temporada. Desde Bilbao y San Sebastián hay autobuses para llegar a Biarritz y Bayona, donde podremos alquilar coche.
Ya en el País Vasco Francés el coche permite movernos a nuestro antojo sin depender del transporte público que, aún existiendo, tiene horarios y conexiones que dificultarán llegar y visitar los pueblos en el tiempo que dispongamos para el viaje.
Buscador de alquiler de coches
Cuándo ir
Si bien es cierto que el cambio climático tiene algo estropeado el termostato de las estaciones, la mejor época para visitar el País Vasco Francés es el final de la primavera o el mes de septiembre, aunque eso no quiere decir que en verano no sea recomendable ir. De hecho el verdor del interior del País Vasco Francés se mantiene en julio y agosto, con temperaturas más agradables y frescas que las de la costa.
Evidentemente fuera de temporada encontraremos menos gente, más opciones -y más económicas- de alojamiento, y sobre todo más paz para explorar los pueblos y espacios naturales.
Mapa de lugares para ver en el País Vasco Francés
Hemos querido marcar no solo los pueblos y espacios de naturaleza del interior del País Vasco, si no también aquellos de la costa que puedan ser complementarios en el viaje.