En nuestro recorrido por tierras aztecas, en la Ciudad de México, cerca del zócalo capitalino, tuvimos un valioso y afortunado hallazgo: el Museo de la Memoria y la Tolerancia (www.myt.org.mx), un espacio que invita al ejercicio de la reflexión a través de sus salas expositoras acerca de la problemática que se ha vivido y sigue viviendo en todo el mundo, en el que se hace homenaje y recuento de todas aquellas víctimas de la intolerancia, de la discriminación, de la marginación, del poder, del odio, la indiferencia y la vileza humana.
El inicio del recorrido comienza en la sala MEMORIA, donde de manera introductoria, en un pequeño cuarto audiovisual, nos muestran imágenes del acontecer de las últimas décadas, con escenas de horror y sufrimiento, que han marcado la historia de la humanidad.
Después continúa con el Holocausto, en salas ambientadas que nos hacen sentir en la piel el dolor ajeno. Nos traslada a la barbarie ocurrida en distintas épocas, a las ideas maquiavélicas de mentes siniestras en búsqueda de maltrato, vejación, crueldad y diferenciación de sus congéneres, por motivos políticos, racistas o simplemente por saciar su sed de brutalidad. Un ejemplo claro, el cómo se fraguó, por un pequeño grupo y en un par de horas, la persecución, encierro y exterminio de la población judía por medio de una sistematización gélida y calculadora; así como las atrocidades cometidas contra todos aquellos que no era aptos para la continuación de una estirpe, que bajo sus parámetros, consideraban pura.
Un vagón de los trenes que eran utilizados para transportar a los judíos hacia los campos de concentración, fue traído desde Polonia y hace «vivir» en primera persona, su escalofriante marcha al encuentro con la tortura y la muerte, así como fotografías, maquetas, uniformes, objetos personales de víctimas y victimarios que remueven las entrañas. Nos recuerdan la capacidad que tenemos de albergar maldad sin el mínimo asomo de remordimiento en nuestros corazones y viceversa. Ya que remarcan también, la presencia de héroes con y sin rostro, quienes hicieron la diferencia, para aquellos que lograron salvar la vida gracias a su ayuda, generosidad y valentía.
A manera de recordatorio, a través de unos paneles que están localizados en prácticamente cada sala, nos muestran esas tres posturas que adoptamos o podemos adoptar ante tales situaciones, ya sea ser quien ayuda, ser quien inflige o ser aquel que cierra los ojos y vira la espalda.
Lo que de manera inherente, nos lleva de la mano a un análisis profundo de nuestra propia conducta frente a las desgracias que ensombrecen el vivir ajeno. A preguntarnos cuál de ellos somos… ¿Cuál queremos ser?
El andar por sus distintas salas, en todo momento nos permite esa personificación, en el papel de cómplices, amigos, víctimas, verdugos, sicarios, héroes o testigos silentes… Nos conduce a una introspección donde cada uno decide ese rol a representar dentro de la vida real, de lo que acontece en nuestros días, en nuestro vivir diario. Sacude vigorosamente nuestra psique.
Nos revela de manera cruda nuestra incapacidad para aprender de los errores y cómo la bajeza humana no conoce límites, ejemplificando también los genocidios de Los armenios, los de Ex Yugoslavia, Ruanda, Camboya, Guatemala y Dafur.
Una vorágine de emociones nos abraza ante tales cruentos espectáculos, para luego llevarnos a hacer un minuto de silencio por la obra de «El potencial perdido», un hermoso memorial que hace alusión a todos los niños víctimas del deleznable proceder de unos cuantos y al mismo corazón del museo, que es un cubo con ramificaciones que le recubre. A ese latir que simboliza, de manera metafórica, aquel que debiera sincronizarse al unísono como hermanos de un mismo mundo que somos.
Eriza la piel el pensar en todas aquellas vidas, en todo el significado perdido de las mismas, en la continuidad de éstas situaciones, donde sólo se turnan los personajes y escenarios, más con historias que tienen un mismo denominador común: la injusticia, la impunidad, la disgregación, la desgracia…
Es por ello quizás, que aquí continúa con la sala TOLERANCIA, que a modo auto crítico y de autobservación, nos muestra cómo, las que parecieran las más nimias acciones, pueden marcar la diferencia para unos cuantos o para millones de personas.
Nos convida a recordar los valores y principios que nos hacen una sociedad empática y consciente, comprometida y con ganas de ayudar en la medida de las propias posibilidades.
Nos gustó mucho como fomenta también, a través de ejercicios interactivos, la tolerancia y la omisión de prejuicios, haciéndonos patentes las consecuencias de cómo la discriminación y el odio nos separan, nos destruyen. A aprender que nuestras diferencias nos hacen ser un hermoso ramillete variopinto que irisa al mundo, hogar que también debemos cuidar de él, tanto, como los unos a los otros.
Sin lugar a dudas, el recorrido por el Museo de la Memoria y La Tolerancia, golpea la conciencia y estruja el corazón, nos recuerda nuestra humanidad y el propio mal uso de nuestra racionalidad, de cómo hemos abandonado la confraternidad con el prójimo.
Y es que quién ignora que la única forma de frenar ésta hecatombe es aceptarnos los unos a los otros y amarnos tal y como somos, siempre en la sapiencia de respetar a quienes nos rodean.
Ojalá seamos capaces de vivir en armonía, preocupados por el bienestar común, donde cuesta el mismo esfuerzo de movimiento extender la mano para señalar, que para ayudar… Luego entonces, porqué no anteponer siempre la primera a la segunda.
¿Cuesta tanto dar, sin esperar nada a cambio?…
¿Aceptar a nuestros semejantes por el mero derecho que tienen, como cada uno de nosotros, de existir y vivir una vida digna?…
¿Y tú, qué estás dispuesto a hacer para coadyuvar a coexistir en armonía y vivir en un mundo justo y mejor?…
Agradecemos mucho la invitación y atención al departamento de Comunicación y Difusión, en especial a Fernanda Juárez y a nuestro guía Christian , por darnos la oportunidad de conocer el Museo de la Memoria y la Tolerancia y explicarnos de manera amena y detallada las diferentes salas, para así poderles compartir nuestra experiencia, la cual no nos deja indiferentes antes las pequeñas acciones que pueden hacer una gran diferencia para otros.
Gracias por ésta lección de vida. Nos comprometemos a ser de aquellos que se suman a los esfuerzos para lograr un cambio y una sociedad con calidad humana.
Queremos recordarles, que además de ésta gratificante muestra, el museo también cuenta con exposiciones temporales, en ésta ocasión nos tocó presenciar la de «Lecciones del 68″, que alude a la catastrófica brutalidad de las que fueran víctimas el movimiento estudiantil del 2 de octubre del 68 en la explanada de Tlatelolco. Día de luto que aún hasta nuestros días causa revuelo e indignación, al final de la misma, se hace mención de una situación símil del presente: el caso de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa. Ésta muestra estará exhibiéndose hasta el 23 de diciembre.
Otros espacios del Museo a disfrutar y tener en cuenta son: el Centro Educativo, donde se imparten talleres de manera gratuita y la Biblioteca.
Como llegar al Museo de la Memoria y la Tolerancia
El museo está en la plaza del Edificio de Bellas Artes (Museo Bellas Artes), Av. Juarez 8,Cuauhtémoc,Centro,06010 Ciudad de México, D.F.