Atravesamos el paisaje nevado de Laponia para adentrarnos en un bosque de Levi en el que tenemos cita con la magia. La nieve cruje bajo nuestros pies mientras seguimos a Riita, sin prisa, entre abedules desnudos y pinos árticos cuyas copas se mecen con el viento suave. Sabíamos de los misterios de los bosques finlandeses por nuestras innumerables incursiones en el país a lo largo de las estaciones. De sus carácter transformista, vestidos de colores luminosos en tiempo de Ruska, cubiertos de nieve en invierno, tanta que hasta los finlandeses se inventaron un nombre para los árboles inclinados por su peso: el «efecto Tikki». Todo el mundo piensa en esas fotografías idílicas de coníferas que se caen por el peso de la nieve cuando imaginamos Laponia.
De su despertar tranquilo en primavera, cuando apenas asoman las plantas de las bayas bajo el hielo que se resiste a irse, cuando los cantos de los pájaros resuenan entre los troncos de los árboles, y los cisnes anuncian en el cielo su llegada.
Fuimos aprendiendo a conocer estos bosques árticos, a descubrir sus mayores secretos. Los árboles caídos y abandonados que cumplen su función cíclica de servir de alimento a los suelos y a los seres invisibles. La fragilidad de los pinos árticos, que por su poca estatura y su delgado tronco parecen jóvenes, y sin embargo, son centenarios. Al parecer, crecen muy despacio pues no tienen el alimento del que disponen sus hermanos del sur de Finlandia. Cosas extraordinarias les ocurren a las epiceas que, ya sin vida, tienen el tronco girado por efecto de la coliosis. Algunos árboles muestran una misteriosa prominencia que los finlandeses aprovechan para hacer la “kuksa”, la típica taza finlandesa de la que nunca se separan. Como si necesitasen siempre la presencia del bosque. De otros árboles extraen la savia para curar enfermedades.
Si escuchamos bien, oiremos sonidos atronadores en primavera: del hielo resquebrajándose en los mil y un lagos de Laponia. Nos han contado que si nos acercamos, el ruido es impresionante, tanto que parece que la tierra ruge en su interior. Aunque la mayoría de los finlandeses se relajan con los sonidos de sus bosques: los producidos por sus pasos o sus esquís sobre la nieve en invierno, sobre las hojas caídas en otoño; el discurrir de las aguas de los ríos o el silencio quedo de los lagos omnipresentes. Ese silencio es el que buscan y aman los finlandeses.
Aparentemente, no ocurre nada en los tranquilos bosques finlandeses. Y sin embargo…los animales corretean a todas horas sobre la nieve y son sus huellas las que los delatan; se escucha a menudo el picoteo de pájaros carpinteros en pinos altísimos. Hasta hay unos pájaros muy especiales que acuden a nuestra llamada y se posan en nuestra mano si les damos de comer. Los renos que huyen de los mosquitos veraniegos buscando las corrientes de aire de las carreteras; y los imponentes alces que los atraviesan en silencio.
«Metsä», así se dice ‘bosque’ en finlandés. Tiene tanto significado para los finlandeses: es refugio y hogar, espacio de disfrute y hasta despensa de setas, bayas y agua pura. Pero, sobre todo, un lugar donde el espíritu reposa. Tan respetado y querido como la sauna.
En este silencio inmemorial de los bosques finlandeses, aprendemos a escuchar sonidos apenas perceptibles para nuestros sentidos dormidos. El bosque nos acoge hospitalario invitándonos a un viaje insólito. Sólo necesitamos tiempo y tener los sentidos despiertos para disfrutar de la naturaleza de Laponia.
Bienvenidos al bosque Halipuu. Tervetuloa
Tervetuloa es la palabra para dar la bienvenida en Finlandia. Riita y Steffan nos invitan al antiguo bosque de la familia Raekallio: el bosque Halipuu, que semeja uno más de los muchos que hay en Levi, pero que fue salvado de la tala y ahora sus pinos centenarios están siendo adoptados por personas de todo el mundo. Se ha convertido en un lugar donde vivir experiencias de lo más especiales. Los árboles que extienden sus raíces por sus suelos quizás sean de los más abrazados de este rincón de Laponia. Ya que una de las muchas cosas que se pueden hacer en estos bosques es abrazar árboles; que es precisamente lo que significa la palabra finlandesa “Halipuu”. De ahí la denominación escogida por Riita.
Bien abrigados – aunque ya comienza la primavera en Finlandia -, nos adentramos en el bosque Halipuu escuchando nuestros pasos sobre la nieve que no hacen sino resaltar el silencio que nos rodea. Steffan nos espera al calor del fuego de un abrigo de madera – uno de los muchos que encontramos por los bosques de Finlandia – para hacer una parada y tomar algo caliente. Prepara un bebedizo mágico, primer paso en una especie de ritual que vamos a vivir hoy en este bosque de Levi.
El “Foresty Chai Latte” contiene ingredientes cuyo origen se encuentra en la naturaleza del Ártico: bayas de enebro, hojas de abedul, agua pura de los lagos,…La leche caliente se mezcla en nuestra kuksa con al preparado natural. Sentados en troncos, sentimos como la pócima nos calienta por dentro, y en seguida comienza a hacer su efecto gracias a su poder calorífico y a un sabor que podríamos definir como de bosque antiguo.
Sueño reparador en las hamacas árticas del bosque Halipuu. Mágico «Cocooning»
Este calor sedativo nos prepara para el sueño reparador al que nos invitan unas hamacas atadas entre árboles. Antes de abandonarnos al «Cocooning», Riita nos mece tras arroparnos cuidadosamente. El ritmo suave del vaivén nos ofrece una perspectiva en movimiento de las copas desnudas de los árboles. El aire frío azota suavemente nuestro rostro, y aún así entramos poco a poco en una especie de letargo que aplaca nuestro ánimo. Jamás hubiéramos pensado que nos quedaríamos amodorrados en medio de la nieve en pleno Círculo Polar Ártico. Y sin embargo…
El aire de Laponia es del más puro del mundo. Su efecto anestesiante nos amuerma y el tiempo parece detenerse si no fuera por el dulce balanceo que continúa marcando el ritmo. Serán los poderes benéficos de los pinos, los fitoncidios que bajan nuestra presión y adrenalina. Sensaciones placenteras de seguridad y sosiego, acunados por el silencio del propio bosque ártico.
Los secretos de los pinos árticos.
Ente sueño y vigilia debió pasar mucho tiempo. Una tímida voz nos rescata de este estado de sopor en que nos encontramos. El impulso es quedarse en las hamacas mecedoras todo el día, pero todavía no han terminado las experiencias fantásticas en los bosques de Levi.
Regresamos sobre nuestros pasos tras Riita hacia los árboles que nos rodean: pinos y abedules tan familiares para los finlandeses. Sabido es que una buena parte de Finlandia la ocupan enormes masas de bosques de pinos, abedules y epiceas. Pero los pinos lapones (Pinus sylvestris) son singulares, pues su fragilidad engaña a nuestra vista. Estamos ante árboles centenarios.
El secreto de los pinos lapones se encuentra precisamente en la dureza de su hábitat. Las temperaturas extremas de los duros inviernos árticos – de hasta -35ºC – hacen que crezcan muy despacio. Imaginamos las largas noches del Círculo Polar Ártico en las que la luz del sol no hace acto de presencia, en las que las únicas luces que bailan en los cielos son las de las auroras boreales. En los cortos veranos los pinos aprovechan para crecer, pero al final terminan siendo más bajos que sus vecinos sureños. No obstante, en su propia supervivencia en estas condiciones límite se encuentra su fortaleza.
Abrazando árboles en Laponia: Halipuu.
Un árbol para abrazar, eso es lo que significa “Halipuu”. Bonito nombre recibe el bosque de la familia de Riita. No es la primera vez que abrazamos árboles: siempre sentimos un arrebato cuando nos topamos con magníficos ejemplares por los bosques del mundo. Cómo no caer en la tentación de abrazar esos robles centenarios que hay por los montes de Galicia, los viejos quejigos o robles andaluces del Poljé de la Nava, las viejas encinas milenarias de Serón, o los fuertes pinos canarios que resisten hasta los incendios más grandes. Por no hablar de los alcornoques heridos o las Sabinas inclinadas por el viento de los bosques de la isla canaria de El Hierro,…
Nos acercamos pues a los pinos árticos, inclinando la cabeza para contemplar sus copas. Además de las acículas nuevas de la primavera, los pinos están bellamente decorados con “Naava”: los líquenes que cuelgan de las ramas balanceándose. De apariencia humilde, guardan uno de los grandes secretos de los bosques finlandeses: crecen sólo en ambientes límpios de contaminación, ya que son muy sensibles a la misma. Por tanto, son marcadores fiables que nos indican que el bosque Halipuu goza de un aire absolutamente puro. Una razón más para sentirnos seguros paseando entre estos árboles centenarios.
Nos acercamos a ellos. Los pinos lapones son hermosos, con esa corteza gruesa que los cubre. Al parecer pueden vivir cientos de años; el pino más viejo de Finlandia es de Laponia y tiene casi 800 años. Los pinos de Halipuu son “jóvenes”, apenas tienen 100 años…
Recorremos despacio su cáscara desigual: parecen escamas de colores que nos hablan del tiempo. Ya ha sobrevivido muchos inviernos, y todavía late en su interior el calor de la vida. Un calor que permanece año tras año. Ponemos la palma sobre su vieja corteza y podemos sentirlo. Es Riita quien nos desvela el misterio de este calor: por ser un árbol perenne, apenas baja la temperatura en invierno. ¡Qué maravillosa sorpresa!.
Abrazando abedules, el árbol nacional de Finlandia
Al contrario de lo que ocurre con los abedules – Betula pendula – que crecen en Finlandia, que duermen en invierno. Acariciamos su suave corteza blanca y sentimos un frío instantáneo. Y es que son árboles caducos: todavía no han comenzado a salir las hojas con forma de corazón; los primeros verdes brotes primaverales son inminentes.
El “Koivu” – así es como se conoce el abedul en finlandés – fue elegido como árbol nacional de Finlandia. Será por la belleza de su tronco blanco puro decorado con pequeñas líneas horizontales, que iluminan los bosques finlandeses. O por lo vistosos que se ponen en primavera cuando sus hojas retoñan, y sobre todo en otoño cuando se cubren de amarillo.
O quizás sea por su presencia histórica en hogares finlandeses: con su madera se construyen las casas, los muebles y las saunas finlandesas. Incluso sus ramas se usan para golpearse el cuerpo antes del saludable ritual de la sauna.
Se cuenta que en el pasado hasta aliviaron el hambre de los finlandeses, pues se puede comer su corteza interior, rica en féculas, mezclada con otras comidas. Incluso se hacen bebidas de fermentación con la savia del abedul, ya que posee un alto porcentaje de azúcares. A partir de un sólo abedul pueden obtenerse hasta 200 litros de savia empleada en hacer cerveza o vino fermentados.
Guardamos muchas imágenes de abedules en la memoria de nuestro paso por tierras finlandesas. Hoy los abrazamos con mimo, cerrando los ojos. Como con los pinos árticos, se produce una especie de simbiosis y quedamos entrelazados por un tiempo interminable del que salimos llenos de energía. Como si ejerciese sobre nosotros un poder benefactor.
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Abandonamos el bosque Halipuu en silencio, hasta la despedida no intercambiaremos palabra alguna. Tenemos la sensación de haber dejado estrés y preocupaciones atrás, tras disfrutar de pócimas mágicas, sueños reparadores y abrazos de árboles. Un efecto edificante que todavía nos dura tiempo después, mientras escribimos estas palabras. Esa conexión con la naturaleza que tan bien conocen los finlandeses, tal vez defina a la perfección la Laponia finlandesa.
Informaciónes HaliPuu
En HaliPuu se pueden adoptar árboles. Y hasta hay un Campeonato del mundo de abrazar árboles en el que cuentan la dedicación, el abrazo más creativo y el número de árboles abrazados en el menor tiempo posible.
El bosque de HaliPuu está en Veiservasa, a 10 kilómetros de Levi.
Cómo llegar a Levi
Levi tiene conexiones directas desde Helsinki, ya que es un destino muy popular en invierno, sobre todo por su estación de esquí. También se puede llegar al aeropuerto de Rovaniemi y recorrer los 170 kilómetros que hay entre ambas localidades. Es recomendable alquilar un coche para después moverse por Laponia.
Laura
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¡Magnífica información, muchísimas gracias!
Estoy preparando un viaje con mi familia (pareja y 2 niños pequeños) Queremos conocer a Papá Noel, pero también disfrutar de Laponia. Creo que hacer un viaje hasta allí debe aprovecharse, y no quiero quedarme únicamente en Rovaniemi. Creo que habéis estado en El pueblo de los gnomos de Papa Noel. Tonttula Elämyskylä – Elves Village en la región de Levi (había una foto vuestra de este lugar en turismofinlandia.es) pero no logro encontrar opiniones de esta excursión para conocer a Papá Noel. ¿La habéis hecho? Por otro lado, para las excusiones de renos y huskies, qué agencia me podríais recomendar? ¡Muchas gracias por todo vuestro trabajo!
El Giróscopo Viajero
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¡Muchas gracias, Laura! Es un placer compartir información sobre Finlandia, uno de nuestros destinos favoritos. Desde luego, Laponia es grande y quedarse solamente en Rovaniemi significaría perderse muchos lugares interesantes. En nuestros artículos sobre Laponia, podéis encontrar más información, así como en nuestra página sobre Finlandia: http://www.turismofinlandia.es. En cuanto al pueblo de Tonttula, de la región de Levi, efectivamente se puedevisitar a Papá Noel. Por lo que voy a ponerte en contacto con empresas de Levi ligadas a Turismo Levi que lo organizan. También podrán informarte sobre las excursionesde renos y huskies. Nos ponemos en contacto contigo por correo electrónico. ¡Feliz viaje a Finlandia! lo disfruteréis tanto como nosotros ¡estamos seguros!.