Un paseo por la ría de Ares en Galicia: entre los pueblos marineros de Redes y Ares

Las nieblas corretean por la ría de Ares. Reina una atmósfera enigmática, un silencio callado que se ha confabulado con la placidez de las aguas.

Las nieblas corretean por la ría de Ares en esta mañana de invierno, dibujan las siluetas de barcos con las velas plegadas, del puente de hierro del ferrocarril, cubren las aldeas que miran privilegiadas todos los días al mar, convirtiéndolas en fantasmas. Reina una atmósfera enigmática, un silencio callado que se ha confabulado con la placidez de las aguas. Todavía no se definen los colores en el paisaje, el cielo grisáceo empapado de niebla se refleja en la ría transformando el conjunto en un cuadro inmóvil.

Apenas hay gente cuando llegamos al pueblo marinero de Redes, el frío y las heladas los animan a quedarse en sus casas hasta que el día descubra por fin. El pequeño puerto invita a la contemplación, a disfrutar de esta apacibilidad. Los bares con nombres marineros (O Peirao, A Pousada do Mariñeiro) ya están abiertos y despliegan sus terrazas vacías para quien quiera gozar de la soledad matinal. Habitantes de interior como somos, aceptamos encantados la invitación, sintiendo el privilegio de mirar al mar desde el encanto del pequeño puerto.

Desde Redes miramos la belleza de la ría que no nos es ajena

Sabemos de la peculiaridad del paisaje que observamos, el de las rías gallegas, ya que el mar penetra en el continente como si tuviera muchos brazos, haciendo que el litoral gallego sea muy recortado, y que muchas poblaciones disfruten de la riqueza pesquera y paisajística de la ría. A la ría de Ares miran las localidades de Pontedeume, Cabañas, Ares, Fene y el puerto de Redes donde nos encontramos. También desemboca uno de los ríos principales de la zona: el río Eume.

Desde Redes miramos la belleza de la ría que no nos es ajena, ya que siempre que podemos nos acercamos a cualquiera de las rías gallegas: las Rías Baixas, más conocidas, auténticas joyas naturales que ofrecen un paisaje característico, calas y playas de arenas blanquísimas enmarcadas por rocas graníticas de formas increíbles. Y, por supuesto, ofrecen delicias del mar, mariscos y pescados que tan bien saben preparar en las tabernas y restaurantes marineros. 

En el puerto de Redes

Las Rías Altas gallegas son menos célebres, pero su belleza también desarma al viajero. En verano el bullicio es mayor, pero en invierno se puede contemplar el encanto de un paisaje apenas intacto. En la ría de Ares seguramente los marineros ya habrán salido a faenar a estas horas, al final del día llegarán con los barcos cargados con la riqueza de las rías. 

El pueblo de Redes lleva el nombre de uno de los útiles más preciados de los marineros. Desde el puerto podemos ver las estructuras de madera (cabrias) que se encuentran en la playa de Area Morta, la playa donde antiguamente se ponían a secar las redes. Hoy ya no lo hacen, pero conservan las estacas de madera, y la tradición se rememora en verano en la Fiesta de la Cabria. Los niños cargan el aparejo por las calles de la localidad a ritmo de gaitas hasta el puerto. Una vez allí, los mayores se desplazan en sus lanchas para colgar las redes en las cabrias.

Compañeros de ruta en la Ría de Ares

Aunque Redes en verano se llena de veraneantes, el pueblo no tiene una estructura turística muy desarrollada. Sino que continúa siendo ese pueblito marinero que conserva su autenticidad, sin industria hotelera, solo con bares y restaurantes y pequeñas tiendas de ultramarinos y panaderías. A esta belleza se rindieron directores de cine como Almodóvar para rodar su “Julieta”, así como autores de la Televisión de Galicia (TVG) para la serie popular en Galicia “Padre Casares”.

Redes es un pueblo que se creó a orillas del mar, lo vemos bien cuando tomamos perspectiva desde el paseo que comienza en la calle/rúa da Ribeira, donde empieza una pequeña ruta por la costa de la ría de Ares.

Ruta costera por la ría de Ares

El espléndido pueblo de Redes mira hacia la ría de Ares

La niebla se ha disipado y ha dado paso a un día luminoso, de cielo azul y sol que anuncia una jornada espectacular en este invierno recién estrenado. Así que nos decidimos a hacer una pequeña ruta por la rías de Ares. No entra dentro de las rutas señalizadas oficialmente, aunque todos los habitantes de Redes la conocen bien. En realidad podría hacerse en 20 minutos como afirma un vecino, pero nos tomamos nuestro tiempo para contemplar las fotografías que nos ofrece la ría de Ares. 

La ruta comienza siguiendo la calle/rúa da Ribeira, a la izquierda del puerto, atravesando las bonitas callejuelas empedradas de Redes, para subir por un paseo y adoptar en seguida una perspectiva que nos ofrece una panorámica magnífica del pueblo. Las casas alineadas con las ventanas mirando al mar, todo un privilegio para los habitantes del pueblo. Y la pequeña playa con las cabrias espetadas en la arena, reminiscencias del pasado. 

Plaza principal de Redes. ©Jorge Rama

Continuamos la ruta, a ratos por caminos o carretera, a ratos con vistas al mar, y con varios accesos a las calas y acantilados que hay en el camino. Como no pensamos llegar a Cabañas, nos paramos en una de las playas a caminar por la arena y a disfrutar del sol que es cada vez más intenso.

Los grises han dejado paso a los azules – el cielo reflejado en las aguas – y las poblaciones que rodean la ría de Ares ya se definen a lo lejos. La niebla matinal se ha esfumado y el entorno de la ría se muestra resplandeciente. El pueblito de Redes se ve lejano desde la playa aunque no hemos andado mucho. Es un placer contemplar el mar en invierno. Todavía nos quedamos un buen rato antes de caer en la cuenta de que ya es mediodía y se acerca la hora del aperitivo. Así que volvemos despacio sobre nuestros pasos de nuevo hasta el puerto de Redes.

Arquitectura indiana en el pueblo marinero de Redes

Arquitectura modernista en el pueblo de Redes

En poco tiempo la plaza del Pedregal ha sido ocupada por los habitantes de Redes y por eso visitantes con ganas de ver el mar en estos festivos navideños. Las dos terrazas del puerto están llenas de gente, el ambiente es animado y agradable, disfrutamos pues de un aperitivo después de visitar el pueblo y sorprendernos gratamente con la bonita arquitectura de Redes. Ya en la plaza del Pedregal puede verse algunas muestras de las casas de estilo indiano en un estado de conservación inestimable. 

Recorremos las callejuelas subiendo por la Rúa Nova, en donde las casas de indianos se intercalan con las casas marineras. Nos detenemos en cada una de ellas para admirar su belleza. Como muchos pueblos de Galicia, de Redes partieron muchos para “hacer las Américas” y regresaron a su pueblo de origen para implantar nuevas ideas arquitectónicas procedentes de las vanguardias de Buenos Aires, de La Habana,… Se construyeron casas de indianos de Ares a Ribadeo, y esas mismas construcciones pueden verse por toda la costa asturiana.

Arquitectura marinera en el pueblo de Redes

En las calles de Redes hay impresionantes casonas de estilo Modernista, con todas esos ornamentos y decoraciones tan características de la época, que llevaron a fachadas, pero también a puertas, ventanas y mobiliario. Y por supuesto  casas marineras, de estilo simple, pintadas de blanco con balcones de color azul o con la madera barnizada. Y también casas de piedra con balcones de hierro, tan típicas en los pueblos antiguos de Galicia.

De camino a Punta do Castelo, en el otro extremo de Redes, llegamos a un mirador desde donde se ve de nuevo la ría de Ares espléndida a esta hora del mediodía. A lo lejos, la playa de Area Morta y si seguimos la línea de costa, podemos ver más o menos la ruta que hemos hecho a pie. 

La ría de Ares desde Punta Castelo

Unas escaleras con rampa indican que por aquí bajan embarcaciones para hacerse a la mar. Y más allá, en el extremo del pequeño cabo está la Punta do Castelo, donde se encuentran las ruinas de las antiguas baterías de costa que pertenecían a la fortaleza defensiva que protegía la entrada de la ría de Ares en el siglo XVIII. Las panorámicas desde aquí son sublimes.

Regresamos de nuevo sobre nuestros pasos para, ahora sí, disfrutar del buen ambiente de la plaza principal del pueblo de Redes, y de un vino Albariño mirando al mar bajo este sol invernal. 

Acantilados de Ares hasta Punta Miranda

La localidad de Ares

Al lado de Redes, está la localidad de Ares, una de las principales de la zona, nuestra siguiente etapa en este paseo por la ría de Ares. Comenzamos caminando por el paseo marítimo que bordea la playa de Ares, en pleno centro urbano, donde también hay muy buen ambiente de terrazas y restaurantes. También en Ares se conservan muchas casas de Indianos y una arquitectura marinera del siglo XX, sobre todo en las calles paralelas a la del paseo marítimo.

Nuestra intención es hacer una ruta circular pasando por los acantilados de la zona. Antes de atravesar al otro lado del pueblo, vemos en la playa como faena una mariscadora. Es una imagen típica de las rías gallegas, mujeres mariscando. No olvidemos que una buena parte del marisco que llega a la península proceden de las Rías Baixas y de las Rías Altas.

Acantilados de Punta de Miranda. ©Patricia Boo

Dejamos un rato el mar para subir una colina que lleva a un barrio alto de Ares desde donde hay una buena panorámica del pueblo. Aquí sopla un aire frío que nos recuerda que estamos en invierno. Pero en seguida, cuando pasamos al otro lado, esta sensación desaparece y volvemos a sentir el sol calentando nuestro camino. Proseguimos en busca del mar, y el asombro se puede percibir en nuestras miradas cuando nos encontramos con unos acantilados espectaculares, altísimos, que se extienden recortados por la costa de Ares hasta que los perdemos de vista. 

Playa de Barrosa

No esperábamos que el paisaje fuera tan espectacular, entusiasmados sacamos unas fotos antes de seguir por el sendero que recorre este increíble paisaje gallego. No tardamos en llegar a un mirador en Punta Miranda que nos ofrece unas panorámicas fantásticas que llegan más lejos de lo que podíamos suponer. Creemos percibir nada más y nada menos que el faro de Galicia: la Torre de Hércules. Y probablemente sea, dada la perspectiva que adoptamos desde el mirador. Se contemplan los islotes de las Mirandas: Mirandiña, Miranda Pequena y Miranda Grande (en gallego siempre la poesía en los nombres); la Punta Torella y Lorbé, al fondo. Y escondida detrás de la Torre de Hércules, tierra adentro, A Coruña, que solo adivinamos desde aquí.

Todavía entusiasmados con estas vistas maravillosas de una de las Rías Altas gallegas, decidimos bajar a la preciosa playa que hay al fondo del acantilado a la que se puede acceder solo si se bajan las numerosas escaleras de madera. Se trata de la playa de Barrosa que se extiende solitaria mirando este paisaje espléndido. No sabemos si en verano se llena de gente, pero seguramente solo algunos atrevidos bajarán (y subirán) las más de 100 escaleras para acceder a ella. 

Escaleras de acceso a la playa de Barrosa

Una vez abajo saludamos a nuestros amigos que se ven pequeño en lo alto de la impresionante estructura de madera, y después nos acercamos al agua que está extrañamente templada en este periodo del año. Ya sabíamos que las Rías Altas no eran como las Rías Baixas, donde el agua suele estar gélida.

El cielo azul se refleja en las rocas cubiertas del agua que hay en la orilla, y en segundo plano inmensos barcos petroleros esperan quizás para entrar al puerto de A Coruña. La fotografía desde la playa de Barrosa es realmente magnífica.

Tras unos instantes de contemplación, nos queda la parte más complicada de la ruta que es subir las escaleras para volver al sendero. Poco a poco vamos viendo más de cerca a nuestros amigos sintiendo que en el día de hoy hemos cumplido con el ejercicio atlético necesario. 

Desde la playa de Barrosa miramos los islotes de las Mirandas y parte de la ría de Ares. ©Patricia Boo

El camino discurre todavía un rato mirando al mar, pero en seguida nos adentramos de nuevo en el interior de la zona alta de Ares para terminar la ruta en el pueblo. De camino, una joya de la arquitectura gallega: una pequeña capilla en la que nos paramos un rato.

Es la iglesia de Santa Eulalia de Lubre, construida entre finales del siglo XV y principios del siglo XVI, realizada con grandes muros de piedra y contrafuertes. Es una iglesia de un estilo gótico tardío, ya de transición hacia el Renacimiento poco frecuente en Galicia. Nos llama la atención el atrio de la entrada principal, ya que es un elemento que no suele verse en otras capillas que hay en Galicia. Era para resguardarse de la lluvia

Bajamos y en nada nos encontramos de nuevo en el casco antiguo de Ares. Coronamos nuestra ruta dándonos un respiro sentados mirando al mar, mientras grabamos las imágenes y los momentos del día en nuestra memoria. Otra ruta de disfrute entre amigos, de esas que después recuerdas siempre. Desde luego, el paseo por la ría de Ares, entre los pueblos marineros de Redes y Ares nos ha dejado muy buen sabor de boca.

La bonita capilla de Santa Eulalia de Lubre, Ares, s.XV-XVI.

El día se termina el la bonita localidad de Pontedeume, que también mira a la ría de Ares. Quizás hablemos de ella en otra ocasión, ya que a parte de su extraordinario casco antiguo, de allí parte otra de las rutas preferidas de los gallegos: la ruta de las Fragas do Eume, una ruta entre robles a orillas del río Eume que desemboca en el extraordinario Monasterio de Caaveiro. Otra bonita ruta por Galicia de la que hablar en el futuro en El Giróscopo Viajero.

 Cómo llegar a la ría de Ares

Desde A Coruña hay que coger la autopista AP-9 hasta la salida 21 F, y tomar la carretera nacional N-651, AC-122 y AC-124 hacia la aldea de Redes. El trayecto dura unos 35 minutos (43,4 km). De Redes a Ares se tardan unos 5 minutos (5,3 km) por la AC-124.

En el pueblo de Redes con un precioso coche antiguo :). ©Jorge Rama.

Escrito por María Calvo Santos.