Sidi Bou Saïd, una puerta al Magreb

Durante nuestro viaje recorriendo la Costa Tunecina hemos visitado lugares históricos, hemos degustado su sabrosa gastronomía, y hemos podido disfrutar del Mediterráneo desde una de las ciudades más bonitas de Túnez. Sidi Bou Said es uno de esos lugares que marcan tu viaje, un lugar, cuyo nombre nunca jamás olvidarás, detalles de sus calles que permanecerán para siempre en tus recuerdos.

La belleza de Sidi Bou Said reflejada en sus famosas puertas

Confieso que Sidi Bou Said no sólo me hipnotizó a mí, ya que es uno de los lugares con más turistas de los que visité en todo nuestro viaje, así cómo a pintores y escritores famosos que decidieron inspirare desde la Atalaya de Sidi Bou Said, para realizar sus obras.

Una vez que nos íbamos acercando en el autobús, nuestro amigo y guía Naoufel nos contó la historia de ésta pequeña población. Sobre todo la referente al color de sus puertas y fachadas, una característica que hace que éste lugar repleto de espiritualidad sea aún más bello.

El blanco y el azul gobiernan aquí desde 1915, cuando el Barón francés Dérlanger un noble aristócrata afincado en la población árabe, propuso al gobierno de la ciudad sus ideas respecto a la estética del lugar.  Para ello propuso una serie de normas arquitectónicas. Todo ello generó que se   promulgara un decreto para proteger Sidi Bou Said, por lo tanto nadie podía pintar sus fachadas o ventanas de otro color que no fueran el azul y el blanco. Además se conservan sus antiguos adoquines, sus escalinatas y los preciosos patios que guardan los secretos de mil y una noches.

Ventanas de Sidi Bou Saïd

Pero si algo es famoso en una de las bahías más bonitas del mundo, son su puertas. Llama la atención sus elaboradas decoraciones, creando dibujos florales, geométricos u abstractos, trazados con clavos incrustados en la madera. Y si sus puertas gozan de merecida fama, no se quedan atrás sus ventanas, conocidas por los árabes como Musharabiyas. Los detalles de las celosías están minuciosamente cuidados por sus habitantes, las filigranas de las rejas acompañan a sus vecinas puertas mientras los viajeros no cesan en fotografiarlas.  Sin duda Arte en estado puro, es cómo visitar un museo al aire libre mientras vamos viendo los cuadros colgados en las fachadas. Siento que me falta tiempo para disfrutar de verdad de éste lugar, necesito degustar más despacio sus calles y sus gentes. Necesito volver a Sidi Bou Said.

Pinturas de Sidi Bou Said realizadas a mano
Muñecos realizados a mano, pequeños camellos
Muñecos emulando a camellos realizados a mano

Mientras ascendemos por la principal calle hasta uno de sus miradores, vemos que los bajos de las casas están repletos de tiendas de artesanía y souvenirs, aquí me llaman la atención sobre todo algunas verdaderas obras de arte, dejando al margen los regalos madre in china. Las pinturas que imitan sus casas o los peluches hechos a mano con telas, los imanes de madera evocando sus famosas ventanas… en fin, soy una adicta a las compras, me llevaría una maleta repleta de regalos, pero mi cabeza se impone y decide controlar a esa parte de mí.
Continuamos ascendiendo hasta la Atalaya mientras se escuchan de fondo acordes de música «maluf» que interpretan en alguna de los cafés de la calle.

Las buganvillas decoran sin saberlo las pulcras fachadas mientras los vendedores nos invitan a sus puestos, pero eso lo dejaremos para luego. Ahora vamos a atravesar la calle principal, hasta llegar a uno de los lugares más conocidos de Sido Bou Said, el Café des Nattes, éste lugar era punto de encuentro de algunos intelectuales que buscaban su musa mientras degustaban un Tè con piñones. Aquí, escritores cómo Oscar Wilde, Paul Klee, o Le Corbusier se inspiraron para elaborar sus obras literarias. Además, el filosofo y novelista Jean Paul Sartre, junto con su pareja Simone de Beauvoir amenizaron con sus charlas a los intelectuales de la época. Es conocido también cómo el Café de las Esteras, y es que en su interior veremos cientos de ellas, decorando así los suelos de éste famoso café.

Café Des Nattes, dónde escritores cómo Sartre acudían asiduamente

Continuamos ascendiendo hasta lo más alto de la colina, y poco a poco vamos descubriendo algunos rincones, (ya no tan secretos) que guardan sus habitantes, hay varios miradores desde los que se puede contemplar la belleza de Sidi Bou Said. Desde aquí arriba vemos la Marina de la ciudad, que se encuentra junto a la Playa de La Mersa, a pesar de la lejanía observamos que está repleta de embarcaciones, podemos divisar numerosos yates que recalan aquí para disfrute de sus vacaciones. El Puerto de La Goulette tiene capacidad para 360 embarcaciones.

El Café Chabanne, famoso por sus vistas en Sidi Bou Saïd
La Marina de La Goulette, lugar de atraque de ferrys y embarcaciones de recreo
La Marina de La Goulette, lugar de atraque de ferrys y embarcaciones de recreo

Aunque desde aquí no lo divisamos, sabemos que muy cerca se halla el Faro de Djebel Manar, el cual está construido sobre el antiguo Ribat, un monasterio fortificado construido durante la conquista árabe.

Estamos sobre uno de los Cafés más importantes de la ciudad, el lugar elegido por fotógrafos de todo el mundo para plasmar ésta mítica imagen de Sidi Bou Said, es el Café Sidi Chabaâne.

Mientras nos dejamos seducir por éste laberinto de patios y jardines, de escaleras, descubrimos algunos edificios que nos llaman la atención, sabemos que uno de ellos es el antiguo Palacio D´Erlanger, que actualmente es un Museo y centro de desarrollo para las Músicas Árabes y Mediterráneas. En su interior, a pesar que el tiempo no nos permite visitarlo, se exponen muchos instrumentos tunecinos, así como los enseres y muebles personales del barón francés combinado con una arquitectura andalusí, que lo convierte en una joya más de éste lugar.

Hace calor y nuestro cuerpo nos pide algo fresco para tomar, deciros que en toda la ciudad es prácticamente imposible encontrar cerveza para tomar. Así como en otros lugares de Túnez, hemos podido degustar su cerveza Celtia, en Sidi Bou Saïd es muy difícil, y os aseguramos que lo hemos intentado. Así que pasamos al plan b, y buscamos otras alternativas, encontramos algunos establecimientos dónde podemos tomar granizados, zumos, coca cola o el famoso té con piñones y menta.

Sidi Bou Saïd es un lugar seguro, tranquilo, que transmite paz, su belleza te atrapa y te invita a sumergirte en sus entrañas, por ello si estás pensando en viajar a Túnez, ahora es el mejor momento. A pesar de que es un reclamo turístico del país, actualmente debido a la disminución del turismo de hace unos años, ya no está tan masificado, por lo que se puede pasear por sus estrechas calles sin el agobio de antaño. Fotografiar sus puertas y sus gentes se convierte en algo adictivo.

Debemos continuar nuestro camino de regreso, pero no sin evitar pararnos ante las bellas puertas, que nos invitan a fotografiarlas una y otra vez mientras esperan quietas a que los viajeros vuelvan a viajar al Magreb a través de ellas.

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