Un viaje por los Pueblos Blancos de Cádiz en primavera nos lleva al corazón de Andalucía en una de las estaciones más benignas del año. Atravesamos colinas verdes de olivares, campos amarillos de colza y girasoles, muy cerca de la naturaleza protegida de los Parques Naturales de Grazalema y los Alcornocales. Un road trip que nos permite admirar el paisaje apacible del interior de la provincia de Cádiz, con especial hincapié en los Pueblos Blancos. Durante el recorrido pararemos en los conocidos Pueblos Blancos de Cadiz, cuyas casas encaladas destacan por el blanco luminoso en lo alto de cerros o junto a azules lagunas.
Aunque los pueblos blancos iluminan toda la geografía de Andalucía, Cádiz creó la ya célebre Ruta de los Pueblos Blancos para dar a conocer el patrimonio monumental, cultural, natural y gastronómico del interior de la provincia. A lo largo de varios días descubriremos un buen puñado de esas poblaciones tan atractivas para un turismo diferente.
Empezaremos en Arcos de la Frontera, declarado Conjunto Histórico-Artístico Nacional y pueblo ya muy conocido. Continuaremos en Bornos, que a pesar de ser menos famoso cuenta con su bella Casa Palacio y sus jardines, que lucen esplendorosos en primavera.
Nos convertiremos en artesanos del queso y del pan por un día en El Bosque, uno de los pueblos del famoso queso Payoyo, hecho de leche de cabra y oveja. Recorreremos también la bella Ruta del río Majaceite que une El Bosque a Benamahoma.
Más tarde visitaremos uno de los más grandes pueblos blancos de Cádiz, Ubrique donde aprenderemos más sobre la industria de la piel en el antiguo Convento de los Capuchinos, que fue la cuna de la marroquinería en el pasado.
Disfrutaremos de un tiempo para hacer turismo activo en la espectacular Garganta Verde en Zahara de la Sierra, uno de los sitios naturales más emblemáticos de la Sierra de Cádiz. Senderismo en pleno Parque Natural de Grazalema y barranquismo por el espectacular cañón excavado por el arroyo Bocaleones. Ya en lo alto de Zahara de la Sierra, pasearemos por uno de los pueblos más bellos de España, con su villa medieval, el castillo y la torre homenaje.
En Algodonales, la familia del artesano Rafa de Valeriano nos contará los secretos de la fabricación de guitarras. Este taller de luthiers con más de medio siglo de existencia es conocido internacionalmente por guitarristas de todo el mundo.
Siguiente parada en Setenil de las Bodegas, uno de los más singulares Pueblos Blancos de Cádiz. Es el pueblo con calles bajo las rocas: Cuevas de la Sombra y Cuevas del Sol.
Un pueblo impresionante, la bella Olvera, que apoya sus casas encaladas en una ladera al pie del castillo y su imponente iglesia. Olvera nos invita a contemplar su entorno de olivares y sierras desde su colosal castillo. Muy cerca, una Via Verde nos anima a recorrerla en bicicleta por la vía del antiguo ferrocarril que une las provincias de Cádiz y Sevilla.
La bella Olvera desde lo alto de su castillo
Se trata de la Vía Verde de la Sierra, que nos llevará por valles de olivares y bosques, atravesando varios túneles, hasta el impresionante Peñón de Zaframagón, que alberga la mayor colonia de buitres leonados de Andalucía Occidental, y el Centro de Interpretación y Observatorio Ornitológico de la Antigua Estación de Zaframagón.
Terminaremos este viaje por los Pueblos Blancos de Cádiz en Villaluenga del Rosario. Capital del Queso Payoyo, un pueblo entre cerros y alcornocales, alejado del mundanal ruido. Situado en las ruinas de la antigua Iglesia del Salvador nos encontramos uno de los cementerios más bonitos de España, donde reposa los restos del poeta local Pedro Pérez Clotet, perteneciente a la Generación del 27.
Este tiempo de viaje entre pueblo y pueblo blanco de la Provincia de Cádiz nos permite transitar por algunas de las carreteras más bellas de Andalucía. Una ocasión para contemplar esos paisajes de sierras, campiñas y olivares desde la ventana panorámica del coche o autobús. El road trip se presenta, no sólo como necesario para poder llegar a los pueblos blancos de Cádiz, sino también como un viaje en sí mismo. En el caminar es donde se adquiere una percepción más real del espacio, donde los paisajes salpicados de pueblos encalados se organizan como si de fotogramas de una película se tratase. La historia del viaje se construye así.
Arcos de la Frontera. Miradores de los pueblos blancos
Arcos de la Frontera es uno de los pueblos más grandes y más conocidos de esta ruta. Se encuentra muy cerca del aeropuerto de Sevilla (A 1 hora y 20 m, 100km) y con buenos accesos por carretera. Nos acoge un pueblo incrustado en un farallón rocoso al que abraza los meandros del río Guadalete. Una pequeña ciudad que es una de las entradas de la ruta de los pueblos blancos de Cádiz. El pueblo se extiende sobre la peña y el cortado que cae a casi 100 metros de altura sobre el verde Guadalete.
El castillo ducal y sus dos imponentes iglesias son sus referentes. A toda la zona vieja se llega cameleando por estrechas calles que ya nos hablan de sus pasado árabe y medieval. Una planta defensiva con muchos recovecos que aprovechaba la orografía para crear una fortaleza. La basilica Menor de Santa Maria de la Asunción parece un castillo, una iglesia fortaleza, imponente y majestuosa. La otra gran iglesia de San Pedro se encuentra casi colgada sobre el risco, muralla natural antaño, mirador privilegiado hoy.
Las vistas desde la Plaza del Cabildo son preciosas. Uno puede imaginarse volar sobre la campiña fértil que se abre ante nuestros ojos. El mirador Mirador del balcón de la Peña Nueva tiene un sobrenombre un poco menos formal, que recuerda la expresión de asombro y sorpresa que salta de la boca la primera vez que se descubre. No la repetiremos aquí pero pueden imaginársela.
El Parador Nacional de Arcos de la Frontera goza de esas vistas con una terraza, y una piscina casi colgantes. Muchas de sus habitaciones miran al Guadalete desde las alturas. El parador es una referencia en lo que se refiere al alojamiento en la comarca, con servicios de calidad y una cocina reputada.
El otro mirador que no hay que perderse es el de los Abades, que permite ver además del río, el embalse de Arcos y la zona norte. Las fotos desde está zona son muy bonitas y muy instagramers.
Más información sobre Arcos de la Frontera en este otro artículo.
Bodega Tesalia. El renacer del vino en los pueblos blancos de Cádiz
Una de las gratas sorpresas que nos llevamos en este viaje de descubrimiento fue encontrar esta gran bodega. Bodegas Tesalia es la apuesta de unos grandes amantes del vino que llegaron desde el Reino Unido para establecerse en la zona de Arcos. A sólo 18 kilómetros al este de Arcos nos encontramos con los viñeros y las modernas bodegas. Se trata de un trabajo colosal para crear de la nada las laderas donde se plantaron las viñas, con la inclinación y orientación adecuadas.
Tras años de esfuerzo y mucho dinero invertido Bodegas Tesalia ha conseguido dar vida a los viñedos en la zona de Arcos de la Frontera. Richard Golding y su familia se enamoraron de España, de Cadiz y decidieron cambiar de residencia y fundar una bodega donde nadie apostaba por ello.
El terroir de la zona es excelente para crear unos vinos tintos inesperados y deliciosos. Una sabia mezcla de uvas autóctonas y foráneas consigue unos vinos densos y sabrosos, repletos de matices y que sorprende a la vez que encantan.
El Tesalia y el Arx combinan Petit Verdot, Syrah, Tintilla de Rota y Cabernet Sauvignon, para conseguir vinos con 12 meses de crianza en barricas de roble francés. Densos y poderosos pero muy bebibles vino de 14,5º y 14º que sorprenderán por su complejidad y matices. Vinos que pensaríamos en otras latitudes y comarcas, crecen y se disfrutan en Cádiz.
El Iceni es más fresco, pero igual de delicioso, un vino joven con cinco meses de crianza, 50% de Syrah 50% y Tintilla de Rota. Tesalia apuesta por la combinación equilibrada de nuevas tecnologías y energías, trabajo enológico, ecología, pero sin olvidar la pasión y el saber hacer de los agricultures locales. Ese equilibrio entre modernidad y tradición que hace al vino único.
Bornos, joya de los pueblos blancos de Cádiz
Bornos se encuentra a 10 km al noreste de Arcos. Es un pueblo compacto pero a diferencia de Arcos se sitúa en un llano, junto al embalse homónimo. El Guadalete también lo riega y le ha dado la riqueza agrícola durante siglos. Poblado desde la prehistoria, los monumentos más importantes fueron construidos tras la conquista castellana, entre ellos nos encontramos el Castillo-Palacio de los Ribera y la Logia.
La casa de Ribera, fue una de las más ricas y poderosas de Andalucia, gracias al Ducado de Alcalá y las numerosas tierras que poseían en todo el sur de lo que se convertiría en España. Esa riqueza se manifestó en grandiosos palacios y jardines, como el de Bornos. La logia es una sucesión de arcos que forman una galería, y la que disfrutamos en Bornos es todo un ejemplo del Jardín Renacentista. Los Ribera fueron grandes mecenas. Gracias a ello llegaron de Italia artistas como Giuliano Meniquini o Benvenuto Tortello, que promocionaron el arte y revalorizaron el pasado romano. Tortello trabajó mucho en España, suya es la fachada del Ayuntamiento de Sevilla.
Bornos ofrece muchas posibilidades turísticas por su situación y por la cercanía de espacios naturales como el gran embalse del Guadalete. El turismo ornitológico y la observación de aves; el turismo activo con la Via Verde, el parapente, vuelos en globo, su exquisita gastronomía. Bornos es un tesoro a descubrir.
El Bosque, taller de queso Payoyo, taller de pan y ruta por el río Majaceite
Una aventura gastronómica nos esperaba en nuestra siguiente parada. Nos convertimos en artesanos del queso Payoyo por un día en El Bosque. Es uno de los Pueblos Blancos de Cádiz que mantiene viva la tradición de la elaboración artesanal de los quesos de Grazalema. La cabra Payoya y la oveja Merina Grazalameña son razas autóctonas del Parque Natural Sierra de Grazalema y Serranía de Ronda e incluso de una buena parte del Parque de Los Alcornocales. Vimos varios rebaños paciendo de camino a El Bosque. Son animales acostumbrados desde hace miles de años a condiciones climáticas duras que, gracias a su alimentación natural, producen una leche muy grasa, materia prima indispensable para elaborar estos quesos únicos. En el Museo y Centro de Interpretación del queso El Bosqueño aprendemos más sobre estos animales y estos sabrosos quesos.
La Quesería El Bosqueño forma parte de una red de queserías de la Sierra de Grazalema, junto a otras situadas en Arcos de la Frontera, Grazalema, Rota, Alcalá de los Gazules y, por supuesto, en Villaluenga del Rosario, donde está la Quesería del Queso Payoyo. En El Bosqueño nos esperan para separar el grano de queso fresco del cuajo listos para ser prensados. Así que nos ponemos a faenar ilusionados antes de ver el resultado final tras extraer el cuajo.
Después es tiempo de degustar algunos de los quesos que fabrican: quesos añejos, con aceite, con salvado de trigo (tratamiento denominado “emborrado”), al licor de arrayán, al pimentón picante o en manteca. Delicias que acompañadas por, el delicioso mollete, nos deja un buen sabor de boca en nuestro paso por el pueblo blanco de El Bosque.
Hay que hablar del Mollete, que descubrimos en los desayunos de El Bosque. Pero no es un mollete cualquiera, era el super mollete, suave y sabroso, con una miga perfecta que se empapaba en los deliciosos aceites de oliva virgen extra de Andalucía. El Mollete es bollo de pan de origen árabe, típico de Grazalema, Antequera y otras partes de Andalucía. Se caracteriza por su esponjosidad, por estar poco amasado y con una cocción más leve que otros panes. Además se espolvorea con harina en su superficie. Un manjar untado con tomate y aceite, ¡a la mediterránea!
La visita del Museo del Molino del Abajo, de El Bosque fue muy instructiva para aprender todo sobre el Mollete. Se trata de uno de los últimos molinos hidráulicos de España que todavía está en funcionamiento. Gracias a los propietarios, la familia González, se ha convertido en un Museo Etnológico que perpetúa la tradición del uso del molino para moler el grano. Pero siguen fabricando Molletes deliciosos y gracias a un pequeño taller, nosotros aprendimos también a hacerlo. Nos contaron algunos de los secretos del mollete, aunque por su difícil elaboración, nosotros terminamos haciendo panes tradicionales.
El emplazamiento del Molino de Abajo es estratégico. Situado junto al río Majaceite aprovecha la fuerza del agua desde el tiempo de los árabes. Contemplamos admirados cómo funciona todavía este viejo molino, donde se muele el cereal que se utiliza en la panadería familiar para elaborar los famosos molletes de la Sierra de Cádiz.
La jornada se termina como comenzó por la mañana, haciendo una ruta por el río Majaceite que une el pueblo de El Bosque y Benamahoma. Atravesamos un magnífico entorno de bosque de galería con álamos, chopos, fresnos y olmos centenarios, cascadas que bajan con fuerza creando atractivas piscinas. 4,4 kilómetros por un bonito sendero con tramos de pasarelas de madera y buenas subidas – si tomamos como dirección Benamahoma -. Una ruta refrescante ideal para escapar del calor que empieza a instalarse en esta primavera cálida en la Serranía de Cádiz.
Ubrique, parada en el pueblo blanco de la piel
La ciudad de Ubrique está muy cerca de El Bosque, en unos 15 minutos recorremos los 15km que las separan mientras nos internamos en la Sierra de Grazalema. Ubrique es una sorpresa inesperada, enclavada en un pequeño valle rodeado de montes calizos. De hecho, uno de sus mayores atractivos es el paseo por las calles altas del pueblo que abrazan las rocas de la sierra y las integran en las casas. Desde los miradores se contempla la blancura de las casas, el trazado árabe enrevesado y zigzagueante, las plazas y los monumentos que brillan bajo el sol de primavera.
Ubrique es muy famoso por la calidad de los productos del cuero. La marroquinería ubriqueña es reconocida a nivel mundial, y sus fabricas surten a las grandes marcas de la moda de Paris, Londres y Nueva York. En el antiguo Convento de los Capuchinos, convertido hoy en Museo del cuero y la piel se puede aprender mucho sobre está manufactura local, que sigue siendo la industria más importante de la comarca.
Otra pista a no perderse es la fiesta de la Crujía de los Gamones, donde la ciudad se llena alegría, de barullo y ruido. Para los amenes de la naturaleza hay que recordar la cercaba de algunos pinsapares, -los bosques de esa conífera endémica de la zona- y de los Alcornocales. Decenas de kilómetros de rutas de senderismo recorren la comarca de Ubrique.
Para los amantes de la arqueología otra pista, la visita al yacimiento de la ciudad romana de Ocuri, desde la que las vistas de Ubrique son espectaculares. Y si el calor aprieta, se recomienda la calma, la visita de algún restaurante o terraza. Unas cervezas heladas, un café y ver pasar la vida apacible desde ese mirador privilegiado que es el viaje
Más información sobre Ubrique.
Aquí termina la primera parte de esta apasionante semana por el interior de Cádiz Seguimos la ruta por Zahara de la Sierra, Algodonales, Setenil de las Bodegas, Olvera, Villaluenga del Rosario en:
Pinche en el enlace para seguir viajando por esa zona menos conocida pero apasionante de Andalucía.
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