Planes Toscana: Al norte de Florencia

Cuando las neblinas matinales adormecen las cúpulas y las torres es cuando se crea un sfumato matinal. Es un cúmulo miasmático de todos los genios que vivieron en la Toscana. Todos los que nacieron, poblaron y frecuentaron los palazzi, las iglesias y las mazmorras de la capital de la Toscana. Amanece cuando los talleres cerrados hace medio milenio se reabren, y las calles empedradas aún resbalan por el frescor condensado de la noche, justo en ese momento es cuando abandonamos Florencia.

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Catedral de Florencia, una maravilla desde el exterior. ©María Calvo

Nos vamos hacia el norte, por la carretera que llevaría a Bolonia y después a Venecia. Nos desviamos pronto, todavía sin haber atravesado de verdad los Apeninos. Buscamos la naturaleza y una cierta calma, una cierta forma de vivir el viaje más pausadamente. Los Apeninos nos retienen, una cadena de montes a respetar, porque sus cumbres se nievan en invierno y sus laderas arboladas, sin ser los Alpes, son montañas. Nos detendremos, sin embargo, antes de que las colinas se transformen en montañas. A 30 km de Florencia nos desviamos hacía Mugello y Borgo San Lorenzo encaminándonos hacia el este por un valle desconocido. Tras Borgo, llegamos a otro pueblo poco conocido de la Toscana norteña y “apenina”: Vicchio.

El café de Italia en los Apeninos.

El Lago de Vicchio.
El Lago de Vicchio.

La zona es sólo conocida, pero muy bien, por los amantes del ruido de los circuitos y los deportes de motor, ya que muy cerca se encuentra el circuito motociclístico de Mugello. Los aficionados a las dos ruedas disfrutan de la zona durante el fin de semana del Premio del Campeonato del Mundo, y lo saben bien, ya que la comarca es magnifica.

La zona de Mugello, Borgo San Lorenzo y nuestro destino final Vicchio, es poco conocida, nada que ver con la cercana Florencia, incluso con Fiésole, aún más cercano, nada que ver con las muchedumbres de Lucca, San Gimignano, Siena, Arezzo o los famosos valles centrales de Toscana (Chianti y Orcia). Con todo, o quizá por todo ello, la comarca es de necesario descubrimiento, sobre todo si lo que buscamos es una Toscana más verde, más montañosa y más tranquila.

Otra estampa del norte de Florencia. ©Iñigo Pedrueza.
Otra estampa del norte de Florencia. ©María Calvo.

Entre las brumas de la mañana recorremos Vicchio, no tan monumental como los pueblecitos del Orcia y del Chianti, pero agradable y vivo, puede que más representativo de la vida de Italia.

Los niños juegan en una plaza mientras desayunamos en un café. El camarero nos recibe con uno de esos increíbles caffè latte que pueblan las cafeterías italianas. La calidad del café en Italia no tiene que ver con la materia prima, ésta se da por hecha y es disponible para todos los europeos ya que el café siempre viene de otros países, no, no esa no es la clave.

La delicia de los cafeteros. © María Calvo.
La delicia de los cafeteros.

Partiendo de un buen café, lo que los distingue es la manera de hacerlo. Nos sorprendió mucho observar que la cantidad de café en la taza es pequeña. Pensábamos que el sabor sería flojo, sobre todo después de añadirle la leche montada. Sin embargo, la mezcla es maravillosa, nubes de leche espumosa que conforman una mousse exquisita y un café intenso, corsé que dirían en Francia. Si les gusta el café y no el agua oscura, Italia es su destino cafetero, por encima de Francia, Portugal o España donde se puede encontrar muy buen café pero hay más diferencias entre un lugar y otro. En Italia el éxito cafetero es casi seguro.

Saboreando el café de la mañana, -aunque ya sea un poco tarde-, nos sentimos privilegiados, en buena compañía, de viaje, en una plaza agradable y tranquila, que conserva la calma matinal solo perturbada agradablemente por un grupito de niños que juegan sin aditamentos informáticos, sin pantallas de por medio. Un remanso sin estrés encontrado por azar, y donde la belleza y el placer no refulge, es sólo un aroma, un tiempo que disfrutamos.

La campiña al norte de Florencia.

Campiña al norte de VIcchio.©Iñigo Pedrueza.
Campiña al norte de VIcchio.©María Calvo.

Vicchio es un pueblo tranquilo que muchos no visitarán y quizá por ello merece la pena. Tras comprar unas botellas de vino en una vinoteca cercana, -un pueblo sí, pero con vinoteca-, nos dirigimos hacia nuestra alojamiento, un B&B situado a la afueras del pueblo, en plena naturaleza.

La pedanía donde se encuentra el pequeño Bed and Breakfast familiar de Heidi y Lorenzo se esconde entre las colinas que son la puerta para innumerables caminatas y rutas de senderismo. Una antigua casa campesina toscana ha sido reformada y restaurada para acoger a huéspedes en un espacio natural aislado y bellísimo.

A dos pasos del centro del pueblecito y muy cerca de Vicchio, nos encontramos prados verdes, colinas arboladas y vistas hacia el valle de Vicchio, que el sol va tomando progresivamente, quebrando la bruma y haciéndose fuerte. Un calorcito muy agradable que puede que nos invite a bañarnos en la piscina más tarde. Nos instalamos en la habitación de puro estilo toscano, con sus suelos y techos de ladrillos de adobe, -la famosa terracota de toscana-, con las vigas y las columnas de madera visibles. Un decorado que recuerda la Provenza francesa y sus olores de lavanda. No es lo mismo, es parecido y es diferente, y sobre todo es bello y acogedor.

Habitación de un encantador B&B, decorada con trompe l'oil, y con techos con vigas de madera y terracota. Típico estilo toscano. ©María Calvo.
Habitación de un encantador B&B, decorada con trompe l’oeil, y con techos con vigas de madera y terracota. Típico estilo toscano. ©María Calvo.

Algunas habitaciones cuentan con frescos decorativos en trompe l’oeil, o trampantojo si lo prefieren, pintados sobre las paredes. El mobiliario mezcla objetos heredados con otros recuperados de abandonos o comprados en rastrillos, objetos de arte por su belleza o antigüedad. Todo se organiza con encanto y cuidado gracias a nuestros anfitriones que nos acogen con cariño y nos muestran las dependencias de la casona. Una loggia de madera, una construcción abierta por dos lados hace las veces de comedor exterior lo que permite disfrutar de la naturaleza que sube y se acerca por las colinas verdes. Un silencio mágico que sólo rompen los pájaros y el chocar de las copas con las que brindamos. Un parmesano selecto y la sempiterna y necesaria pasta acompañan al vino y a la conversación. Puede que no necesitemos más.

Una semana de calma o de visitas, nosotros decidimos.

La zona norte de Florencia es ideal para alejarse del barullo y el ajetreo de Florencia, sobre todo en verano, teniéndola cerca al mismo tiempo. Por otro lado si pasamos una semana en la zona podemos acercarnos a Bolonia, a Verona, Rímini y Florencia y volver el mismo día. Estas visitas se pueden combinar con jornadas más tranquilas de paseos por la zona, excursiones a pié, en bici de montaña, o actividades como montar a caballo o tiro con arco que se pueden realizar en las cercanías, sin necesidad de coger el coche. Las posibilidades son múltiples y las sugerencias de los dueños siempre acertadas.

Visita de los jardines de Florencia.

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Jardines de la Villa de Tatti.

Una de las posibilidades que recomiendan nuestros anfitriones es la visita guiada de los jardines toscanos que se hallan en las villas y palacios de Florencia. Sobre todo en verano reservar la entrada puede ser un problema y además, la entrada a algunos de ellos es compleja, por lo que la ayuda de un cicerone será fundamental si no queremos perder tiempo y visitar varios de mano de un guía con experiencia. Por todo ello, si la arquitectura de los jardines y la visita de ellos es uno de sus objetivos rellene el formulario y le pondremos en contacto con los guías para que organicen su visita toscana.

Otras posibilidades.

Además de las rutas de trekking y de la posibilidad de esquiar en las pistas de os Apeninos durante el invierno hay mucho que hacer en la zona norte de Florencia. Por ejemplo, visitar el lago de Bilancino y el circuito de Mugello.

Cómo llegar a Toscana.

Por el norte Venecia se encuentra a 2 horas y 40 minutos por la E35. Bolonia está a una hora y 25 minutos. Por el sur, Florencia se sitúa a sólo 40 km (50 minutos), aunque lo más recomendable es ir hasta Fiesole (40 minutos), visitar la ciudad y contemplar Florencia desde sus alturas y después coger un autobús para evitar los atascos y la dificultad de aparcamiento de la capital toscana.

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