La luz de primavera juega en los jardines del Pazo de Mariñán. Se mete por el laberinto de boj para perderse y crear una gama de infinitas tonalidades verdes que sólo pueden encontrarse en lugares donde sabe llover de todas las maneras conocidas, donde los paisajes reciben esas lluvias poéticas que en Galicia tienen muchos nombres.
La luz corre por todos los jardines del Pazo de Mariñán, que ahora ilumina ahora ensombrece, se mete por los huecos de esculturas imposibles y sube por las fuentes para zambullirse en el agua y traernos los mil colores del arco iris. La primavera está en su apogeo en este rincón de Galicia y las flores rojas de las camelias contrastan con el verde brillante del césped. Al final de la tarde comienza nuestro paseo por los jardines del Pazo de Mariñán que se asoman a la ría de Betanzos. Un remanso de paz tras una jornada festiva en los pueblos del interior de Galicia.
Parada en la Fiesta del pan de Carral
En Galicia, como en el resto de España, las fiestas gastronómicas son célebres y populares. Atraen a gentes de todas las comarcas y a turistas advertidos. A nosotros nos tocó parar en la Fiesta del pan de Carral, un producto que conocíamos desde hace tiempo. Sólo probando esta delicia sabrán el porqué de este magnífico homenaje.
El pan de Carral es célebre por toda la provincia de A Coruña: esos bollos redondos con un currusco en su cumbre, y esas bollas más planas con un agujero que indica ausencia de pan, lo cual perdonamos porque su sabor es especial y diferente al primero. Y esa miga esponjosa que cuando entra en contacto con el paladar, las papilas gustativas no pueden más que dejarse ir. Ese pan hecho en hornos de leña por manos expertas con recetas que se comunican en secreto de generación en generación, y que sólo conocen en aldeas de Carral como Ans de Tellado o Herves. Que algo tan simple como el pan pueda saber como el mejor de los manjares, sólo puede deberse, además de a las harinas locales de trigo y centeno, a cosa de magia.
Y es que el pan de Carral es un misterio, que no sé si puede desvelarse pero sí comprender, y sólo se consigue probándolo. Así pues corrimos a deleitarnos degustando este manjar enigmático, al igual que otros cientos que tuvieron la misma idea. Y juro que nunca comí un bocadillo tan grande en mi vida, y sólo hasta que le hinqué el diente supe el porqué de las sonrisas de entusiasmo de los que me rodeaban. Y algo del misterio se reveló: un pan que cuando se come solo sabe a gloria, sube categóricamente al altar gastronómico de cualquier lugar. Y el pan de Carral es uno de esos panes.
En la máquina del tiempo. Parque del Pasatiempo de Betanzos
De camino al Pazo de Mariñán, recordamos que en nuestra ruta se encuentra un extraño parque situado a las afueras de una de nuestras ciudades favoritas en Galicia: Betanzos de los Caballeros. Siempre llamó nuestra atención el original y sorprendente Parque del Pasatiempo, ese parque pedagógico o “enciclopédico” de estética modernista concebido por los hermanos García Naveira a finales del siglo XIX. Esos indianos filántropos que invirtieron su fortuna en modernizar la villa de Betanzos y en realizar este parque temático, para mostrar a pequeña escala todo lo que conocieron en sus viajes.
Apenas tenemos tiempo y sólo nos asomamos al Parque del Pasatiempo de Betanzos, ni siquiera pasamos por los jardines del nivel superior, donde están esos pasos subterráneos que imitan grutas prehistóricas, con dinosaurios incluidos. Pero sí nos sorprendemos una vez más con el Estanque del retiro, totalmente decorado con conchas de moluscos, con su isla central a la que pasamos para ver los restos de estatuas que parecen romanas. Nos sentamos un rato en el banco a contemplar los reflejos extraños y la vegetación verde que flota en el agua. Desde allí se aprecia bien el mosaico de azulejos azules con motivos de peces.
Como no tenemos demasiado tiempo, seguimos sólo un poco más y nos paramos para tocar los muros con relieves que representan un viaje a Egipto, el Canal de Panamá,… Salimos del Pasatiempo de Betanzos con la sensación de habernos metido en una máquina del tiempo por unos instantes.
El Pazo de Mariñán: un palacio que fue fortaleza
Llegamos por fin al Pazo de Mariñán, uno de los palacios más bellos del municipio de Bergondo. Es un pazo entre río y mar, que mira a la ría de Betanzos, situado en un entorno natural privilegiado: el paisaje de As Mariñas. También conocida como “Mariñas dos Condes” en referencia a los condes de Traba y Andrade, con gran poder en el pasado también en Betanzos y Pontedeume, ciudades de gran interés histórico y artístico.
El Pazo de Mariñán también fue conocido como Quinta de Bergondo y Casa de Láncara – por su último propietario – y se integra en el barroco del siglo XVII, momento en el que se construyeron muchas construcciones aristocráticas en Galicia. Como los pazos de Armuflo y Casal (s. XIX) o el Pazo de Baldomir en Santa María de Guísamo (s. XVII). Tanto el Pazo de Mariñán como sus jardines han sido declarados conjunto histórico-artístico y monumental por Real Decreto en 1972.
La puerta de entrada nos conduce por una señorial avenida de plátanos y castaños de indias al Pazo de Mariñán que nos mira altanero protegido por su espléndida escalinata. Esta recuerda a aquellas de estilo italiano, majestuosa con sus pináculos, jarrones y bustos. De hecho este tipo de escalinatas se denominan: “imperiales”. En la parte baja nos sorprenden dos esculturas de sirvientes que dan la bienvenida al visitante.
Rodeamos el Pazo de Mariñán y apenas percibimos el carácter defensivo de lo que fue en sus inicios una fortaleza: en el siglo XV se construyó la torre original por mandato de Gómez Pérez das Mariñas, caballero guerrero en la corte de Juan II, rey de Castilla. Lo que contemplamos es la típica quinta señorial que podemos ver en otros lugares de Galicia, en la que se funden estilos arquitectónicos de los siglos XVII y XVIII.
Parece que se fue transformando a lo largo de los siglos dejando de ser fortaleza para convertirse en pazo en la segunda mitad del siglo XVIII, palacio residencial de familias aristocráticas. Y la estructura en forma de U que podemos ver en otros pazos gallegos, fue obra de Diego de Oca y su hija, que también dotaron al pazo de otros elementos palaciegos. La propiedad de Pazo de Mariñán continuó a través de grandes linajes gallegos como los Traba, Altamira, Lemos, Oca, Ulloa o los Sarmiento. Su último propietario fue Gerardo Bermúdez de Castro y Suárez de Deza, señor de Láncara, quien lo cedió a su muerte a la Diputación de A Coruña para usos sociales. En la actualidad se celebran actos institucionales, cursos, visitas al propio museo del pazo, que reúne una interesante colección artística.
Antes de entrar en los jardines, nos detenemos unos instantes a jugar con el agua de la fuente, y a calcular el tiempo que llevan en estas tierras los impresionantes eucaliptos que se alzan ante nuestro asombro. Entre risas, nos damos todos los miembros del grupo las manos y lo rodeamos enlazándolo, queriendo a través de este abrazo preguntarle el secreto de su longevidad. Hemos oído decir que los eucaliptos más antiguos de Europa fueron traídos al Pazo de Mariñán por Fray Rosendo Salvado, obispo de Nueva Nursia (Australia).
Perdidos en el lirismo de los jardines del Pazo de Mariñán
Nos dejamos llevar por la tarde y los caminos trazados en estos magníficos jardines y arboretos del Pazo de Mariñán. Los camelios nos hablan también del tiempo, troncos que se entrelazan y nos cuentan su antigüedad. Llegamos en su época de floración, las camelias de diferentes colores se multiplican por los jardines, sonriendo a estos días de sol y humedad.
Lo magnífico del Pazo de Mariñán es que sus jardines se abren a la ría de Betanzos, que más tarde se fundirá con el río Mandeo, y parece que nos tiende una pasarela para que caminemos casi tocando las aguas. Quizás lo que buscaban los habitantes de este pazo en el pasado era contemplar todos los días este paisaje de marismas y vegas que se pierde el horizonte, tener un trocito de mar al alcance del alma.
Vemos a la gente paseando a orillas de la ría de Betanzos, mientras nosotros continuamos nuestro camino sin retirar la mirada de esa ventana al mar, donde los azules juegan con los verdes del césped. Hasta que giramos la mirada para toparnos de repente con la maravilla: un extraordinario laberinto de boj que atrapa palmeras en su recorrido. Detrás, vigilante, el Pazo de Mariñán.
Este parterre geométrico divide los jardines en dos partes y una red de paseos perpendiculares. Es evidente el estilo francés de esta parte del jardín, que se completa con la avenida de la entrada, la casa de los guardias, el patio de armas de la capilla y el embarcadero que es también jardín con sus espléndidos macizos florales.
Buscamos embobados la entrada al laberinto de boj, y acabamos perdiéndonos sin darnos cuenta en otro cubierto de camelios centenarios, que nos lleva a otra ventana a la ría de Betanzos: un quiosco donde se sientan los enamorados a contemplarse, satisfechos de estar perdidos en este laberinto.
Preferimos no molestarlos y seguimos en silencio hasta que ya no puedan oírnos, y ahí empiezan a salir historias de antes, cuando pasear y dejar pasar el tiempo charlando era el principal entretenimiento. Cuando dejarse llevar por los cuentos era la mejor forma de soñar.
Cuentan que en los jardines del Pazo de Mariñán, los jardineros dibujaban palabras en los setos como “honestidad”, “virtud”,…, se llegó a pensar en la masonería de alguno de sus propietarios. A mí me parece tan poético dibujar palabras con las plantas…Y el lirismo de estos jardines del Pazo de Mariñán es tal que hasta se creó recientemente el llamado “Jardín de las Palabras”, por donde pasaron escritores de todo el mundo, plantaron un árbol y dejaron unas palabras enterradas a sus pies. Mario Benedetti tiene su ceibo uruguayo, Ian Gibson su rododendro, José Hierro su ciprés, Camilo José Cela su boj, y su mensaje: “probemos a salvarnos, salvando la naturaleza”.
Seguimos ahora las líneas poéticas del granito en las escalinatas traseras del Pazo de Mariñán, llegamos a un rellano con una fuente con una escultura. Bustos sorprendentes de iconografía indoamericana o tal vez filipina, y balaustres que rematan en las figuras de los condes de Mos. Y la amplia terraza con balaustradas en las que se intercalan tramos quebrados en ángulo rematados con esculturas de vasos, fuentes y canales para juegos de agua. Dicen que las escalinatas del Pazo de Mariñán evocan la arquitectura palacial italiana, pero también las grandes escalinatas barrocas de Santiago de Compostela.
Desde arriba, el laberinto de boj parece que no tiene secretos para nosotros. Seguimos los dibujos rosáceos, de estrellas, cruces, anillos, escudos de este parterre geométrico, una auténtica obra maestra enmarcada dentro de la topiaria ornamental. En total contamos dieciséis cuadros en cuatro cuarteles en donde el boj se dibuja a sí mismo para perderse en su propio laberinto. Quizás es el lugar más lírico de los jardines del Pazo de Mariñán, ese conjunto verde luminoso de boj, árboles de distintas especies intercalados y al fondo la ría de Betanzos que recorre el horizonte del paisaje gallego.
Se cree que esta maravilla ornamental fue obra del jardinero paisajista Martin Thiebe, quien parece que hizo otros jardines en pazos de la zona. Es la joya del Pazo de Mariñán junto al jardín hortícola, el bosque y la arboleda de frutales. Y también el bosque de árboles monumentales: chopos negros, cipreses de Portugal, eucaliptos centenarios, plátanos de sombra, así como árboles ancianos como la pacana de Illinois, el fresno de maná, o la clethra arbórea,… que están a la altura del hermoso parterre de boj.
Se hace tarde y dejo al grupo rápidamente para seguir por la solana del Pazo de Mariñán, con sus bancos en la pared y las puertas que comunican con el interior del palacio, uniéndolo a sus jardines. Recorro con prisa la inmensa explanada de césped y mesuro desde esta terraza natural la enormidad de los jardines del Pazo de Mariñán. Veo allá abajo las camelias, los eucaliptos centenarios, las azaleas, aucubas, rosales…También las marismas de la ría de Betanzos que se adentra a las tierras del interior de Galicia para convertirse en el río Mandeo que pasará más tarde por Betanzos.
Me reúno con el grupo que se sienta en un cenador de piedra a contemplar las vistas del paisaje de As Mariñas y a posar en una foto para el recuerdo de los jardines del Pazo de Mariñán.
Visitas al Pazo de Mariñán
De 11:00-14:00 y de 16:00-18:00. Visitas guiadas cada 45 minutos (la última a las 17:00). Gratuita. No es necesaria reserva, pero sí estar a la hora indicada.
Visitas a los jardines del Pazo de Mariñán
Invierno: 11:00-19:00. Verano: 09:00-21:00. Visita libre.
Como llegar al Pazo de Mariñán
El Pazo de Mariñán pertenece al ayuntamiento de Bergondo, y está a 21 km de la ciudad de A Coruña y a 6 km de Betanzos de los Caballeros. Hay un desvío en la carretera de Betanzos a Sada y otro en el puente de O Pedrido en la carretera de Ferrol a A Coruña.
Artículo escrito por María Calvo Santos.
Gloria
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Un gustazo encontrar este artículo.
Tengo muy buenos recuerdos del pazo, de los jardines y de las vivencias que allí pasé cuando la Diputación le dio un uso social allá por los 50 -60.
Nos íbamos a la playa del Pedrido o a Betanzos de los Caballeros.
Hacíamos grandes caminatas y reíamos y cantábamos en aquellos trayectos.
Tenían buenos frutales y vaquerías, así que tomábamos leche fresca por las mañanas y fruta de temporada de postre. ¡¡Todo un lujo!!
Toda mi gratitud y buenos recuerdos atesora el pazo.
El Giróscopo Viajero
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¡Muchas gracias, Gloria!. Bonita evocación de aquellos tiempos. El Pazo de Mariñan y sus jardines merecen una visita sin prisas para disfrutarlos despacio. Y desde luego, no se puede dejar de visitar Betanzos de los Caballeros, una de nuestras ciduades favoritas de la provincia de A Coruña. ¡Un saludo!