Turín es la ciudad de los museos, allí la cultura brota en cada esquina y uno de esos tesoros es el Museo del Automóvil (MAUTO, Museo Nazionale dell’Automobile), convertido en un duomo -catedral- de los coches. No olvidemos que Torino es la sede de FIAT (Fabbrica Italiana Automobili Torino) legendaria marca italiana de automóviles que fabrica vehículos desde 1899, y que de Italia han salido algunos de los «animales» más bellos de la historia como algunos Ferrari, Lancia, Lamborghini, Maserati o Alfa Romeo.
El Museo del automóvil de Turín parte de un precepto, es un lugar donde dar y obtener, por eso la concepción interactiva es una premisa importante en su visita. MAUTO es un lugar participativo, donde desde los alumnos de las escuelas hasta el coleccionista más experto encuentran una motivación para reflexionar sobre el camino de huellas rodadas de la automoción.
Parte del día a día, la evolución de los transportes terrestres a motor ha formado parte de las necesidades, de los logros y del ocio del ser humano. Por esta razón el Museo de Turín no se queda solo en la parte estética de mostrar coches antiguos, si no que aproxima al visitante a la producción, la tecnología o la creatividad del mundo del automóvil.
La colección es tan extensa en número y en arco cronológico de la historia de la automoción, que tanto si somos fanáticos del motor como si solo nos gusta el diseño y las formas vintage, nos sentiremos profundamente felices del recorrido por el museo. La colección expuesta reúne más de 200 modelos, nos solo obra de la automoción italiana (con evidentemente Fiat y Ferrari como máximos exponente ), si no con coches de Francia, Gran Bretaña, Alemania, Polonia, Holanda, España o Estados Unidos.
Cada coches fue parte de un experimento, y por tanto detrás de cada uno hay una historia, un propósito, y a veces un fracaso o un éxito. En todo caso forman parte de la evolución, y de la adaptación -o invención- de las necesidades de una sociedad. El binomio coches y velocidad es indisociable, y por ello encontramos espacios donde los rally, la Fórmula 1, y la obsesión por correr más rápido han formado parte de la historia automovilística.
Ya que los automóviles han necesitado una fuerza motriz desde sus inicios, el museo de Turín no se olvida de conceptos como la energía, y el paso del vapor a la gasolina, o a las energías renovables como la solar.
Arte, cultura y sociedad han bebido de la historia del automóvil, siempre con una relación de amor y odio. Los coches han ocupado espacios en las urbes y en los otrora sencillos caminos que servían para comunicar las ciudades. Las carreteras y autopistas han ganado con la voracidad del cemento, espacios naturales, y en el museo se invita a reflexionar acerca del futuro de la automoción, de la sostenibilidad o la seguridad.
Historia del museo del automóvil de Turín
La historia del museo es un viaje en el Delorean hasta 1932 cuando dos pioneros del automovilismo italiano, Cesare Goria Gatti y Roberto Biscaretti di Ruffia (a la sazón primer presidente del Automóvil Club de Turín y cofundador de Fiat) empiezan a concebir la idea de crear un museo. Años más tarde, Carlo Biscaretti di Ruffia, hojo de Roberto y heredero de su pasión automovilística, promovió la primera exposición del museo. Para ver abiertas las puertas del museo actual hubo que esperar al 2011, coincidiendo con el 150 aniversario de la unificación de Italia.
La «jaula» que encierra el rugido de tantos caballos es obra del estudio de arquitectura Cino Zucchi, que proyectó un edificio que cumpliera con el concepto museístico, pero que al mismo tiempo pareciera un roadtrip para los visitantes. LA puesta en escena de Francois Cofino invita a «conducir» a través de este viaje de la historia del automóvil, con representaciones que rozan lo cinematográfico.
Visita al museo del automóvil de Turín
El recorrido del Museo del Automóvil de Turín rueda a través de un arco cronológico de décadas del siglo XX, en el que cada una de las treinta salas ahonda en la repercusión del nuevo transporte a motor en la sociedad.
Joyas como el Florentia, de 1903, el Lancia Lambda Torpedo de 1930, el Abarth 2400 coupe Allemano de1964, el Ferrari 208 GTB turbo de 1982 o el Fiat 500 Rosso de 1955 son solo una pequeña selección de los coches que encontraremos en el museo del automóvil de Turín.
Una de las comodidades de la visita es que podemos descargarnos la App del Museo, que nos proporciona información al instante del recorrido y de cada pieza. Una de las cosas que se hecha en falta en otros museos del motor es la escasa información de cada coche expuesto. El Museo de Torino sin embargo tiene un panel para cada coche, con u compendio tanto técnico como de la historia de la marca, el modelo o incluso el contexto histórico que lo rodean.
El primer área al que se accede al entrar al museo es la Piazza, que funciona con su gran espacio abierto como pulmón que articula el edificio. Allí está la tienda y la cafetería, el acceso donde se compran las entradas, la biblioteca, y que en eventos especiales alberga gracias a su inmenso espacio conciertos o presentaciones.
El recorrido se inicia en las plantas superiores con el espacio Génesis que versa sobre el sueño del ser humano por la velocidad y el paso de la fuerza motriz animal a la era de las «máquinas». Así, los ingenios y diseños de Leonardo da Vinci ya por el siglo XV o del francés Nicolás Cugnot que creó el primer vehículo impulsado por vapor sirven de aperitivo. Pero es la segunda mitad del siglo XIX como nos explica la sala «Los caballos se convierten en fantasmas» el momento clave, cuando los experimentos de la Carroza de Bordino de 1854 marcan las primeras huellas del automóvil moderno, con el vapor como nuevo aliento que sustituye a los caballos.
«A toda velocidad» profundiza en la obsesión por sobrepasar los 100km por hora, meta que se logra en 1899. El mundo ya no será el mismo, y los tiempos y distancias se reducirán enormemente a partir de ahora, coincidiendo con la aparición de los primeros motores eléctricos y el citado record logrado por el belga Camille Jenatzy.
El acelerado siglo XX no se puede explicar sin las fábricas, y en el «Garaje del Futuro» conocemos la industria automovilística que nace en Turín. Piezas de colección como el Benz Victoria del 1893, el Peugeot Tipo 3 del 1892, el Bernardi 3,5 CV del 1896, el Panhard Levassor B1 del1899; el Renault 3,5 HP del 1899; o el único ejemplar del Florentia de 1903 empiezan a dar brillo a nuestra cámara de fotos. Los Fiat 8 HP de 1901 che participó en el primer Giro d’Italia; o el Fiat 12/16 HP del 1902 que fue el que se exportó en primer lugar son entre otros manufacturados en Turín los que ejercen como hilo conductor de este tramo sobre el nacimiento de la industria de automoción italiana.
El «Archivo mecánico del Novecento» describe esos temores iniciales por un cambio tecnológico que rompería con la sociedad del siglo XX. Defensores y detractores apoyaban sus tesis opuestas sobre el desembarco del automóvil. Al igual que con el cine, el fervor se desató y los coches eran el nuevo juguete de las élites.
Los dos espacios siguientes, «Hacia el centro del mundo» y «el lujo del auto» explican por un lado como el coche se convirtió en una pica en Flandes para ir más allá en la exploración geográfica, dando lugar a rutas célebres que iban desde Europa hasta Asia como la París-Pekín. La segunda incide en el tandem coches-lujo, ya que los vehículos eran un «extravagante» capricho de la gente más adinerada, aristócratas y monarcas.
En la «Guerra cambia las cartas» se refleja como en la Primera Guerra Mundial la automoción tuvo un papel clave, suponiendo una evolución técnica para el campo bélico que después tuvo reflejo en el sector. Los «locos años veinte y treinta» evidencian los gustos por la aventura y el ocio que siguieron al conflicto. Los Rolls Royce 40-50 Hp de 1914, el Isotta Fraschini 8 de 1920 y 8A de 1929; el Spa 23 S de 1922; el Diatto 30 de 1928; o el Citroën C3 de 1922, son algunas muestras de ese desenfreno. Más adelante, en «Aerodinámica», vemos como el diseño afectó al mundo del automóvil, con propuestas que buscan la mejora del rendimiento y donde los ingenieros no solo buscan la eficiencia del motor. El Lancia Aprilia de 1948 de Vincenzo Lancia habla por si solo de la concepción estética de estas décadas.
«Todo cambia» resume con esta drástica forma los efectos de la crisis estadounidense de 1929, suponiendo un periodo de reflexión económico. Los coches clásicos que aquí se presentan, como el Mercedes Benz 500 K de 1936, un clásico de la jerarquía nazi; el Fiat 508 «Balilla» de 1932, el Austin Seven de 1932, el Packard Super-Eight 1501 de 1937, el Fiat 500 de 1936, o el Ford Jeep de 1941, muestran en parte la dirección bélica a la que se aboca el mundo, con modelos que tanto alemanes, italianos o americanos emplearán en la guerra.
Las siguientes salas nos explican la «Revolución italiana» y la «Revolución francesa», que tratan sobre las innovaciones tecnológicas de los dos países en el periodo de la postguerra. En «Los años de la Recuperación» asistimos al boom con la aparición de los «utilitarios», en el caso italiano con el Fiat 600, clásico entre los clásicos en una Italia en la que la clase media accede al automóvil en masa, y los más pudientes se regodean con el Alfa Romeo Giulietta Sprint de 1954.
«David y Goliat» reflejan dos estilos, el de Europa y Estados Unidos, el primero de formas y consumo más austero, y el americano en el que la creación de grandes autopistas y de coches que consumen sin importar la cantidad como Los Cadillac 62 del 1947 o el Cadillac Sixty Special del 1958.
La llegada de la televisión, de los primeros electrodomésticos y el boom económico de finales de los cincuenta y principios de los sesenta queda plasmado en «Llega la felicidad». La sucesión de Fiat 1900 GL del 1958, el Fiat 600 del 1955 o el Fiat 500 del 1957 se convierten en iconos de este periodo, frente a el Jaguar tipo E del 1969, accesible solo los que se pueden permitir coches más lujosos.
En «los jóvenes conquistan el mundo» coches rompedores aparecen en el horizonte como el 2 CV de Citroen o la furgoneta Volkswagen, símbolos de los años 60. Los 70 traen la crisis del Petroleo y por tanto «nuevas tendencias en Europa y el mundo», con coches exhibidos como el Ferrari 308 GTB o el Iso Rivolta Lele F .
Seguimos avanzando en el tiempo y el espacio «Good by Lenin» recuerda las dos Europas, con una bajo el telón de acero con coches como el Trabant o el Pobeda, frente a los Ferrari más suntuosos. «Globalización» resume como las fronteras se hacen invisibles en los años 90 y los coches se producen en lugares lejanos para acabar en mercados en la otra cara del planeta.
En este punto, y después de la sala «Destino» que nos acerca a la sostenibilidad como el futuro de la industria de la automoción, cambiamos de planta y accedemos a «Autorino», con la temática centrada en la ciudad italiana y su transformación paralela al fenómeno de la automoción.
Después se prosigue hacia la «Sinfonía mecánica», un edén para ingenieros y amantes de las «Tripas» tecnológicas de los coches, y poco más adelante «metamorfosis» que explica como funciona una cadena de montaje, a partir de la precursora Ford, y que podemos vivir en un vagón que nos lleva por una vía como si fuéramos un coche en construcción.
«Publicidad» nos remite al marketing como herramienta de venta y al mismo tiempo de generación de una necesidad a partir de la industria publicitaria. «Locura y «Jungla» tocan directamente los peligros fe la pasión por el mundo del motor, en el que la educación vial es garantía de seguridad ante las normas al volante.
Y para terminar el plato fuerte (tres salas) con «Formula» que se acerca al universo de la competición con más caballo y más ruido, donde los pilotos se convierten en leyendas y las emociones no solo las vive quién conduce el volante de los coches. «Automovilismo» se centra en los récords y curiosidades y «Diseño» aborda la conceptualidad de la creación de los coches.
El impresionante montaje de los Ferrari que han participado en las carreras de competición nos deja con la boca abierta. Los monovolúmenes de grandes mitos de la formula 1 con nombres como los de Schumacher brillan con el flash de los fans que se quedan embobados mirándolos.
Open Garage
El museo aún siendo espacioso no expone todos los coches, que en ocasiones rotan. Sin embargo el concepto Open Garage (Garaje abierto) permite ver el «más allá» de la exposición permanente, con salas dedicadas a exposiciones temporales, y un taller que albergará un espacio de restauración. Por otro lado, para investigadores e historiadores, el centro de documentación y la biblioteca contienen información única sobre procesos constructivos, modelos y tecnología automovilística, que abre sus puertas para la consulta.
Nuestra visita por el Museo del Automóvil termina y sabemos que hemos aprovechado perfectamente la mañana. De hecho venir aquí es uno de los mejores planes cuando llueve y no se sabe qué hacer en Turín.
Información: Horarios y precio Museo del automóvil de Turín
El Museo del Automóvil de Turín abre con los siguientes horarios.
Lunes: de 10 a 14 h, cerrado por la tarde;
Martes por la tarde de 14.00 a 19.00;
Miércoles, jueves y domingo: de 10.00 a 19.00;
Viernes y sábado: de 10.00 a 21.00.
La última entrada al museo es una hora antes del cierre.
Precio
Entrada completa: 12 €.
Entrada reducida: 8 €.
Escuelas: 2,50 €
Gratis: para niños menores de 6 años y titulares de la Tarjeta Torino + Piemonte
Cómo llegar al Museo del Automóvil de Torino (Turín)
El Museo está en el Corso Unità d’Italia 40, Torino, al sur del centro histórico siguiendo el río Po. La opción más cómoda para llegar es el transporte público con el metro, paradas Lingotto o Spezia.