Dicen que cada ciudad tiene su «faro metafórico» que por su luz, su belleza -o por su marketing porque negarlo-. se convierten en el icono de una ciudad o país. En el caso de Escocia el castillo de Edimburgo es por derecho propio ese rincón que nadie se pierde.
Y aunque la visita tiene un precio que puede resultar incluso excesivo, el gran conjunto de lugares que comparten el espacio de la colina Castle Rock -y antiguo volcán extinto- hace que merezca la pena rascarse el bolsillo y dedicar toda una mañana a verlo. Por tanto ¿Merece la pena visitar el castillo de Edimburgo? Para nosotros la respuesta es que sí, ya que además del componente monumental e histórico, el castillo es uno de los mejores miradores de la ciudad.
Sea como fuere el castillo de Edimburgo se ha erigido como la atracción de pago más visitada de Escocia y por supuesto como uno de los principales reclamos turísticos de la capital escocesa.
Como si fuera el camino de baldosas amarillas que conduce al mago de Oz, la Royal Mile parece una alfombra con una animación prodigiosa que sirve de presentación al castillo. En esta calle que funciona como eje social se desarrollan en el mes de agosto bastantes actividades del festival internacional de Edimburgo, y mientras ascendemos por la Old Town hacia las puertas del castillo. Mientras la calle Castlehill sube entendemos cuan inexpugnable era el castillo, cuyo único acceso era este ya que los abruptos acantilados de roca del resto de lados disuadían de atacarlo.
El castillo atesora tanta historia que si leemos la sucesión de batallas, invasiones y asedios que han acaecido podemos hacernos cargo del peso específico que tiene para los escoceses. El castillo ha sido fortaleza, palacio, cárcel, arsenal militar y hoy es un gigantesco museo.
A menudo los tours hacen hincapié en las curiosidades y leyendas que con más o menos veracidad rodean al castillo. No olvidemos que nos encontramos en Escocia, tierra de mitos, muchos construidos a través de la tradición oral o del orgullo un tanto exagerado que el nacionalismo escocés del siglo XIX redibujó.
Por otro lado el cine se ha servido de esta magnífica localización para numerosas películas o más recientemente para grabar escenas de la serie Outlander.
Historia del Castillo de Edimburgo
Las torres de piedra y muros del castillo de Edimburgo sirven para otear el horizonte desde el siglo XIII. Encaramado sobre una roca de basalto negro es un libro abierto de la tumultuosa historia de Escocia.
El Castillo de Edimburgo ha desempeñado un papel fundamental en el devenir de Escocia, tanto como residencia real (el rey Malcolm Canmore ( 1058–93) como la reina Margarita se establecieron aquí en el siglo XI), como un bastión militar de defensa en los episodios bélicos con los ingleses.
La pequeña Capilla románica de Santa Margarita en lo alto de la colina es el edificio más antiguo de Edimburgo, alrededor del cual se fueron añadiendo el resto de elementos que hoy forman el conjunto intramuros del castillo.
En la explanada de entrada al castillo se llevaban a cabo las ejecuciones, entre las que la «quema de brujas» fue una práctica habitual. En una de las esquinas está el memorial Witches’ Well (El pozo de las brujas), una pequeña fuente con grabados que reproducen la dualidad del ser humano, y la delgada línea entre el bien y el mal.
Otro suceso memorable fue la evasión de casi 50 prisioneros franceses, que se descolgaron por el acantilado sur del castillo, y donde aún se conserva el agujero por el que se escabulleron.
Entre 1745 hasta la década de 1920 el castillo fue la base principal del ejército británico en Escocia y hoy en día es una de las atracciones turísticas más populares y atmosféricas de Escocia, superando el millón de visitantes anuales.
Qué ver dentro del castillo
En la visita al castillo hay que prepararse para muchas cosas para ver. Es cierto que destacan las espectaculares joyas de la corona; la famosa Piedra del Destino (la Piedra de Scone); o la Capilla de Santa Margarita, construida en 1130 y que es el edificio más antiguo de Edimburgo, pero si no queremos perdernos detalle mejor dedicarle tiempo a ese museo de los museos.
Se accede al castillo atravesando un puente levadizo que salva el foso defensivo. Atrás dejamos la explanada donde en agosto se lleva a cabo el desfile militar del festival. En la explanada está la oficina de turismo donde además podemos comprar los tickets de entrada si no los hemos adquirido previamente.
Las estatuas de bronce de William Wallace y Robert the Bruce nos dan la bienvenida, y el camino empedrado conduce hasta la Puerta de Portcullis del siglo XVI. El nombre proviene del sistema de rastrillo de la puerta enrejada, un sistema de defensa habitual que con un mecanismo rápido de poleas permitía cerrar la puerta ante visitas inesperadas o poco deseadas. Sobre la puerta se encuentra la Torre Argyle, llamada así por el Marqués de Argyle, quien estuvo encarcelado aquí.
A final de la cuesta se abre una explanada que da comienzo a la visita al castillo, con las baterías Argyle y Mills Mount. Desde las almenas las vistas de la Ciudad Nueva y el estuario de Forth.
El cañón One o’clock Gun
Se acercaba la una del mediodía y como un imán el bastión del Mills Mount Battery donde se ubica el cañón One o’clock Gun se llenaba de gente. Conviene estar un rato antes porque si queremos presenciar en primera línea el disparo de fogueo hay que tomar posición. Todos los días de la semana excepto los domingos, – y el día de Navidad y Viernes Santo- el cañón hace de reloj. Cuentan que desde 1852 en la colina de Calton Hill un reloj con un mecanismo de una bola que descendía, caía a la una para que los marineros que estaban pescando en el fiordo de Forth pudieran saber la hora. En los habituales días de neblina se hacía imposible divisarlo, así que a partir de 1861 optaron por lanzar un cañonazo desde el castillo como método más eficaz. Hoy, más de 150 años después el sonido del One o’clock gun es un clásico de la visita al castillo de Edimburgo.
El primer desvío a la derecha nos conduce al museo de la Historia de la Guerra, National War Museum, en cuya entrada está la escultura a caballo de Sir Douglas Haig, general escocés que diseñó el ataque de la batalle del Somme en 1916, una de las más cruentas de la Primera Guerra Mundial. Haig es una figura controvertida, defendido como héroe por la victoria final y como carnicero usando decenas de miles de soldados para romper la línea de defensa alemana, sin escatimar a la hora de mandar a sus soldados a una muerte segura en lo que único que primaba era disponer de más tropas que el adversario.
El interior del museo de la guerra recorre una cronología de cuatro siglos realmente belicosos en tierras escocesas, que tocan las guerras jacobinas con el regimiento creado en el siglo XVII por el rey Carlos II para combatir a los disidentes religiosos jacobinos. Es un museo militar fundado en 1933 para recordar a los escoceses muertos en la Pirmera Guerra Mundial, y exhibe uniformes, armas y otros objetos.
Al lado del edificio de los nuevos barracones está el Royal Scots Dragoon Guards Museum, que es interesante para los que quieran profundizar en uno de los cuerpos de élite, y sus mayores logros como conseguir capturar el estandarte de la 45.ª infantería francesa, capturada durante la carga del regimiento escoces en la célebre batalla de Waterloo en 1815.
A apenas unos metros, El Royal Scots Regimental Museum relata la historia del regimiento desde su formación en el castillo en 1633, incluyendo sus 149 honores de batalla.
La capilla de St. Margaret
Los pasos nos llevan a lo alto del castillo donde está el edificio más antiguo de Edimburgo, cuya construcción data del 1130, cuando el rey David I la erigió honrando a su madre, la reina Margarita, coronada en 1030, muerta en el 1093 y canonizada en el año 1250. Las formas simples de un románico austero, precursor del estilo normando, fueron adornadas con cristaleras siglos en 1922 con las figuras de San Andrés, San Columba y Sir William Wallace. La capilla fue utilizada para las coronaciones monárquicas hasta el reinado de María Estuardo. Es un templo de reducciones mínimas que en 1845 fue restaurado por la reina Victoria, así que si quieres verlo por dentro es posible que tengas que esperar cola y desfilar apresuradamente, eso si no está abarrotada por un bautizo o una boda.
Para recobrar la paz la explanada junto a la iglesia de Santa Margarita tiene otro cañón, Mons Meg, donde muy probablemente esté colgado algún niño intentando encaramarse o metiendo la cabeza dentro. El nombre de Mons hace referencia a la fabricación en la población de Mons en Flandes allá por 1449.
En su momento fue una evolución vanguardista de la tecnología militar del siglo XV, tan poderoso que con 110 libras de pólvora podía impulsar una bala de cañón de 550 libras a dos millas de distancia, ideal para desenrrocar los asedios. Mons Meg fue utilizado durante la guerra contra los ingleses por las tropas de Jacobo II de Escocia
Desde los muros podemos asomar la cabeza y sonreír con el pequeño cementerio de perros -sobre todo-, donde se enterraban a las mascotas de los soldados desde 1840. Junto al homenaje a Bobby en el cementerio de Greyfriars Bobby demuestran que los perros eran algo más que el fiel amigo del ser humano para los escoceses.
Ya solo unos pasos nos separan del patio de la Corona donde se concentran algunos de los lugares más importantes del castillo, el Scottish National War Memorial, el palacio real, y por supuesto las Joyas de la Corona.
El Scottish National War Memorial es mucho más que un memorial. El respeto se palpa en esta sala donde se exhiben las placas con los nombres de los soldados que particparon en conflictos y guerras de todo el mundo.
Honours of Scotland
Una cola inmensa parte de una puerta que va engullendo a los peregrinos. En el otro lado se exponen las Joyas de la Corona, en inglés «Honours of Scotland» formadas por la Corona, la Espada del Estado y el Cetro, conjunto con el que cada monarca coronado era investido. Son las joyas reales más antiguas de Gran Bretaña, y las segundas más antiguas de Europa, del siglo XV-XVI.
Los honores de Escocia tenían un valor simbólico en la ceremonia de coronación de los reyes ingleses, cuyos súbditos escoceses – en 1603 las dos coronas se habían unido- custodiaban como representación del Parlamento de Escocia. Sin embargo, en 1707 el Acta de Unión significó la la disolución del Parlamento escocés y los honores perdieron su significado. En 1818 un grupo de intelectuales románticos que hicieron resurgir el nacionalismo escocés lograron que se volvieran a exhibir al público.
Solo durante la Segunda Guerra Mundial fueron retiradas y escondidas en un armario de letrinas medievales en la Torre de David ante el temor de que los alemanes pudieran organizar un ataque al castillo de Edimburgo.
En el mismo edificio la «Piedra del Destino», cuya cuando menos curiosa historia es digna de ser escuchada con atención. La también conocida como Piedra de Scone tiene un valor simbólico simplemente, ya que formaba parte del ritual de coronación de los reyes, pero en realidad no es más que una piedra. En el año 1296 el rey inglés Eduardo I la utilizó en su ritual de coronación, hecho que fue visto por los escoceses como una afrenta ya que ese derecho pertenecía solo a los reyes escoceses. Las vicisitudes de la piedra no acabaron aquí, ya que 700 años después, en la navidad de 1950 cuatro estudiantes escoceses tuvieron la genial idea de robarla de la abadía de Westminster en Londres.
Mientras huían la piedra se cayó y se partió en dos trozos. El conflicto diplomático estaba servido, el gobierno del Reino Unido exigió su devolución, y los estudiantes la entregaron en la abadía de Arbroath, quienes intercedieron para devolverla a Westminster. La historia es tan alocada que parece sacada del guión de una película, algo que por cierto acabó sucediendo pero al revés ya que la historia del robo de la piedra del destino se plasmó en una comedia llamada Stone of Destiny.
Al final la sangre no llegó al río y en 1996 el gobierno inglés decidió devolver la Piedra de Scone a Escocia y desde entonces permanece en el castillo de Edimburgo, con la condición de que cuando se produzca la sucesión a un nuevo monarca, vuelva temporalmente a Westminster para el acto de coronación.
Apartamentos reales y el Great Hall
A los lados de la entrada para ver los Honores de Escocia está por un lado el Gran Salón, y por otro el palacio real. En el primero, construido hacia 1510 por James IV, se celebran los magnos eventos y ceremonias reales, más tarde las reuniones del parlamento escocés hasta 1639; y bajo la ocupación de Cromwell fue temporalmente barracón de soldados y hospital. Podemos visitarlo y ver la colección de armaduras y armas medievales que hay expuestas en su interior.
Una leyenda -una más – cuenta que el rey James IV utilizaba una apertura llamada la oreja del rey (Laird’s Lugs en escocés o Lord’s ears en inglés) en el Gran Salón para escuchar las conversaciones y estar al tanto de todo. En 1984 cuandoMikhail Gorbachev se reunió con los mandatarios británicos en el Gran Salón la KGB solicitó que la Laird’s Lugs se tapiara para evitar filtraciones de charlas en un contexto político internacional particularmente tenso antes de la caída del Muro de Berlín, la implantación de la Perestroika y el desmembramiento de la URSS.
El Palacio Real construido durante los siglos XV y XVI muestra las lujosas estancias de los monarcas escoceses. Una de esas habitaciones de los Royal Apartments es el dormitorio donde la la reina de Escocia Mary Queen of Scots (María Estuardo) dio a luz en 1566 a su hijo James VI, quien uniría las coronas de Escocia e Inglaterra en 1603.
Prisiones de guerra
A menudo las antiguas cárceles pasan desapercibidas y no se visitan pero son uno de los lugares más interesantes del interior del castillo ya que recrean las condiciones en las que se sobrevivían los prisioneros capturados durante las guerras británicas contra la Francia de Napoleón.
Se encuentran debajo del Gran Salón, en un espacio abovedado que hoy alberga la exposición «Prisiones de Guerra». Aunque no dejaban de ser prisioneros, se les permitía participar en oficios, fabricando por ejemplo juguetes, barcos tallados joyeros o incluso billetes falsos que circularon por Edimburgo, provocando que hasta el periódico del Edinburgh Gazette publicara un anuncio ofreciendo una recompensa por los falsificadores. Además de la recreación de la vida de los prisioneros aún se pueden observar marcas y graffitis originales de los cautivos.
Cómo visitar el castillo de Edimburgo
Nosotros elegimos un tour organizado en español por varios motivos, el primero porque queríamos conocer como se trabajan las actividades en español en Edimburgo. Habiendo muchas opciones, desde free tours hasta guías con entrada incluida en el castillo, la opción depende del tiempo que podamos o queramos dedicar y del valor que demos a los detalles históricos o las anécdotas y leyendas que hacen que el público general disfrute con el tour.
Si solo se dispone de un día visitar el interior del castillo puede consumir un tiempo excesivo, pero si estamos un fin de semana o incluso tres días conviene entrar. Además las vistas de la ciudad desde diferentes lugares del castillo como la colina de Calton Hill o el Scott Monument son insuperables.
Entradas, tours y visitas guiadas al castillo
Comprar entradas del castillo de Edimburgo
Haz click en este enlace para reservar las entradas. También es posible comprarlas en taquilla pero la ventaja de ir con ellas es que te evitarás las colas, ahorrando tiempo. Existe un servicio de audioguía (de pago), disponible en español, lo que permite hacer la visita a nuestro aire.
Visita en español
Ya comentábamos que la cantidad de información que rodea al castillo de Edimburgo es densa, por lo que la visita guiada en español permite disfrutarlo de una forma divertida, distendida y pormenorizada.
Horarios de visita al castillo de Edimburgo
El castillo abre todos los días a las 9.30 h. y el horario de cierre varía según la temporada por ejemplo durante el denominado horario de invierno desde el 1 de octubre al 31 de marzo las puertas del castillo cierran a las 17h. pero a las 16h. es la última entrada permitida. En verano -en realidad desde el 1 de abril hasta el 30 de septiembre- el castillo está abierto hasta las 18h. con la última entrada a las 17h.
Hay que tener presente que algunos espacios del interior del museo pueden cerrar incluso antes del cierre completo del castillo de Edimburgo. Finalmente durante las Navidades el castillo está cerrado los días 25 y 26 de diciembre. El 1 de enero abre de 11 am a 5 pm y el horario normal ya se aplica desde el 2 de enero.
Los niños menores de cinco años no pagan entrada y también es gratis en el día nacional de Escocia, Saint Andrew, pero mejor preguntar en la oficina de turismo. Si poseemos la tarjeta English Heritage también tendremos acceso gratuito al castillo de Edimburgo.
Consejos y recomendaciones cuando visitemos el castillo
Incluso para los que suelen visitar los monumentos con cierta rapidez un buen consejo es al menos dedicar 2 horas para ver todos los puntos destacados del castillo y aprovechar al máximo la visita. Por otro lado el tiempo cambia muy rápido en Escocia y en el interior del castillo la lluvia repentina o el viento puede agriar la visita, de modo que algo de ropa de abrigo, un paraguas o un chubasquero siempre son útiles. En este artículo puedes encontrar más información de nuestro viaje por Escocia.
Cómo llegar al castillo
Siendo parte de un volcán extinguido y encastrado en una de las colinas de Edimburgo, es difícil no divisarlo desde cualquier punto de la ciudad pero la dirección exacta es : Castlehill, Edinburgh EH1 2NG, Teléfono: +44 (0) 131 225 9846
Llegar en tren
Waverley, en el centro de Edimburgo, es la estación principal y más cercana. El castillo se puede ver desde las salidas. Desde Princes Street se sube por Waverley Bridge, The Mound, Mound Place, Ramsay Lane hasta la explanada del castillo.
Llegar en Autobús
El autobús expreso Airlink 100 sale del aeropuerto y tarda 25 minutos en llegar al centro de Edimburgo. Se detiene en el puente de Waverley, cerca de la estación de tren principal.
Llegar en Coche
Si llegamos en coche de alquiler o propio, el parking con precio reducido está disponible en el estacionamiento del NCP’s Edinburgh Castle Terrace. Los tickets de estacionamiento se deben validarse en el Castillo de Edimburgo durante su visita. En agosto no hay descuento en el aparcamiento aunque visitemos el castillo.