Los Pirineos esconden auténticos tesoros en las mil y una rutas de senderismo que los atraviesan. No importa el lugar que elijamos, siempre es el punto de partida de una ruta llena de sorpresas. Tampoco importa la estación del año en la que nos encontremos, ya que el paisaje nos va a conquistar siempre, cada época con su especificidad. Estamos ya bien adentrados en el otoño, y es temporada para hacer rutas de senderismo por los Pirineos, cuando las laderas se tiñen de amarillos, anaranjados y rojos de castaños, robles y abedules.
El mes de noviembre nos está regalando días soleados, los amaneceres aparecen con nieblas sobre el Canigou y las colinas que lo rodean, pero en seguida se despejan y el paisaje se llena de luz, los pájaros que cantan creyendo que ya llegó la primavera. Realmente hasta finales de enero no empiezan los fríos de invierno por esta zona, por lo que es momento para aprovechar y salir a caminar.
En esta ocasión escogimos una ruta de senderismo no demasiado larga: casi 8 kilómetros ida y vuelta, aunque con cierto desnivel (400 metros). No es una ruta de gran dificultad, los amantes del senderismo estarán encantados de hacerla, ya que es un paseo. El punto de partida es el pueblo de Eus. Realmente es un pueblo de visita obligada cuando viajan a la zona de Perpiñán, Prades, Villefranche-de-Conflent. Eus se considera uno de los pueblos más bonitos de Francia.
Al visitarlo, comprendemos porque está dentro de la asociación «les plus beaux villages de France», que promueve el patrimonio de los pueblos de Francia. Eus es un pueblo colgante situado en lo alto de una colina que mira a uno de los picos más altos de los Pirineos: el Canigou.
Caminar por sus callejuelas empedradas es como encontrarse de repente como dentro de un cuento de hadas. Las casas de Eus se encuentran en muy buen estado de conservación, adornadas con plantas y flores que cambian según la época del año, y en cada rincón hay jardines que miran a los Pirineos, pequeñas terracitas, gatos perdidos en sus pensamientos, y es que Eus es un pueblo también de gatos. Eus no es un pueblo de exposición, se nota que sus casas están habitadas. Aunque no tiene el ambiente que pueden tener muchos pueblos del país vecino, España, Eus posee dos cafés-restaurantes, uno de ellos situado en una placita donde en verano también hay conciertos, y el otro tiene una gran terraza con vistas panorámicas al Canigou.
Para hacer nuestra ruta de senderismo tenemos pues que subir por las calles de Eus hasta llegar a la parte más alta, donde está la iglesia. Hay marcas amarillas que indican que por allí hay un sendero (randonée en francés). De hecho, se llega a un punto en donde hay un cartel que señala un camino hacia Arboussols, un pueblo alejado en lo alto de un monte, y otro hacia Comes (1h15), que es el pueblo que queremos visitar.
El día es espléndido, hace calor como si fuera verano, por lo que caminamos con ropa fresca y bien provistos de agua para el camino, si bien no es demasiado largo. El sendero es de piedras, por lo que es mejor ir con calzado apropiado. Pese a que el desnivel no es muy alto, a medida que avanzamos se nota que vamos subiendo. En todo momento tenemos el magnífico panorama del valle del Conflent y del Monte Canigou detrás, aunque la luz es demasiado potente hoy y hay algo de calima, por lo que no se pueden hacer buenas fotos.
La senda es muy bonita, con rocas a los lados, bosque bajo de garriga, en algún momento de pinos y más adelante de robles y castaños, que nos enseñan sin pudor sus bellos trajes otoñales. Estamos solos y escuchamos únicamente los sonidos de la naturaleza. Es una de las cosas que más aprecio cuando hago una ruta de senderismo, el silencio, la tranquilidad, y por supuesto el paisaje. Y el de nuestra ruta de hoy nos está conquistando. En el camino nos encontramos muchos tesoros, como un árbol con forma de candelabro que además se encuentra en un punto con unas vistas muy hermosas del valle y de las montañas, por lo que nos paramos a tomar un poco de agua, a sentarnos en los brazos del árbol y a jugar con él.
Otro de los tesoros con los que nos topamos son las setas, hay una gran cantidad en esta época. Pena no ser conocedores, porque con tantas que vemos podríamos hacernos una rica tortilla de setas ese mismo día. Lo bueno es que en Francia pueden llevarse las setas a la farmacia y allí indican a la gente si son comestibles o no. Dejamos el pinar donde se quedan la setas empujando las agujas caídas y secas de los pinos para llegar a la luz. Más tarde nos encontraremos con otras de colores, sospechosas de tan bellas.
Continuamos caminando y subiendo siguiendo siempre las señales, líneas rojas y amarillas pintadas en piedras o en árboles, para que el senderista no se pierda. Parece que estamos en verano por el calor, aunque la ruta no es muy dura, sudamos bastante, y tenemos que estar hidratándonos constantemente.
En seguida vemos el destino de nuestra ruta, al final del sendero se pueden ver las casas y el campanario de la iglesia del pueblo de Comes. Nos quedamos parados entusiasmados por la belleza del paisaje. Las vistas panorámicas son espléndidas: el Canigou, los pueblos de los alrededores: Prades, Los Masos, Joch,…el valle del Têt. El pueblo en la cima de la colina y pastos de ovejas alrededor. Es un pueblo abandonado, por eso nos parece extraño que haya un hombre por allí, eso sí, también vemos algún paseante, pero ese hombre…
En seguida se nos acerca un perro blanco precioso, se nota que es un perro pastor, pero más que echarnos para que no molestemos a las ovejas, nos da la bienvenida. Me gusta desde el primer momento e intento hacer buenas migas con él, entablando una conversación y dándole unas galletas que tengo, la verdad es que me lo agradece y ya no se despega de nosotros. El hombre aparece y decido saludarlo, es un barbudo de barba larga quemado por el sol, un pastor que parece que vive por aquí.
El hombre que al principio nos parecía de pocas palabras, se muestra muy amable, riéndose a cada momento, y nos cuenta contento la historia del pueblo. Parece ser que no está del todo abandonado, ya que él vive allí durante todo el año. De hecho, los ruidos de obras que oíamos eran de la casa que está arreglando. A medida que nos cuenta, me doy cuenta de que me encanta escucharlo porque me transmite toda esa tranquilidad y felicidad que lleva dentro. No es de extrañar, viviendo en este lugar, con sus perros y sus ovejas….
Dice que sus padres vivieron aquí hasta que murieron, y que la gente abandonó el pueblo en 1924 a causa de la falta de agua. Parece ser que él es el último habitante de Comes y vive encantado, así como las ovejas y los tres perros pastores. La perra que nos sigue, Croquette es mezcla con patou, el perro de montaña de los Pirineos. Parece un perro tranquilo, fiel y protector de los rebaños. Su belleza y su carácter me acaban de conquistar.
Croquette, el patou nos sigue en nuestra visita al pueblo de Comes. Hay muchas ruinas, pero la iglesia está intacta, aunque cerrada; Parece que fue reconstruida en 2013. Subimos por las que fueron las calles de Comes, pasando entre las ruinas de las casas, y nos imaginamos que quizás algún día el pueblo volverá a reconstruirse, ya que ahora es más fácil que lleguen las aguas que faltaban antaño.
Las vistas son preciosas, se ve todo pequeño, incluso las montañas se ven lejos, eso sí imponentes. En invierno la postal cambiará, y fantaseamos con volver para ver la nieve sobre el Canigou. El pastor nos explica que a veces la nieve está alta. Será una bonita ruta también en invierno, aunque el sendero estará más resbaladizo.
Recorremos el pueblo, o lo que queda de él, hay unas familias con niños pasando el día, jugando, da gusto ver cómo disfruta la gente en la naturaleza. Nosotros subimos un poco a la colina que hay por detrás del pueblo para verlo desde arriba, y realmente vale la pena. Se ve muy hermoso, en medio del paisaje de garriga, los valles y las montañas de los pre-Pirineos con esas formas tan características. Nos quedamos un buen rato sentamos en unas rocas admirando el panorama.
Luego bajamos despacio y vemos más setas, lana de las ovejas enredada en los arbustos, y las vemos a ellas pastando felices. Croquette, siempre protectora, nos mira para asegurarse de quienes somos, y se da la vuelta tranquila hacia sus ovejas. Como el sol comienza a bajar, tenemos que irnos ya, y nos da cierta pena. La perra «Montaña de los Pirineos« viene corriendo detrás para despedirse, todavía me pide más galletas y se las doy, claro. Me acerco para intentar tocarla, pero todavía no se fía del todo. Hace bien. Tendré que volver de nuevo para conquistarla definitivamente.
Nos despedimos del pastor que nos echa otra de sus amplias sonrisas, y bajamos por el sendero por el que habíamos venido, aunque parece ser que también puede irse por el torrente de Correc de la Font de l’Orry que se encuentra de nuevo más tarde con nuestro sendero. Hay gente que todavía está llegando para ver el pueblo. Miro atrás y veo al perro patou correr hacia nosotros, aunque al comenzar a descender, lo perdemos de vista.
La bajada hacia Eus es más fácil, caminamos felices de haber hecho esta ruta de senderismo por los Pirineos y de haber conocido el pueblo de Comes y sus únicos habitantes: el pastor, los perros y las ovejas. Ya cerca del fin de la ruta, vemos el pueblo de Eus y sacamos unas fotos espectaculares subidos en las rocas, ¡otra postal del pueblo más soleado de los Pirineos!.
Descendemos por las callejuelas de Eus apreciando en sus rincones la luz del atardecer. Habrá próxima vez, quizás en invierno, volver a Comes y reencontrarnos con Croquette, o tal vez hacer la ruta de Arboussols, o la ruta de las Gargantas de la Carança, con visita a las termas de Saint Thomas. Volveremos para contarles la próxima de las infinitas rutas de senderismo por los Pirineos.
Mayte
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Cuando vuelva a visitar Eus, haré la excursión a Comes, me ha fascinado la historia. Supongo que el pastor solo habla francés…
El Giróscopo Viajero
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La ruta es realmente preciosa, Mayte, con vistas privilegiadas de las montañas de alrededor. Y, sí, creemos que el pastor solo habla francés, aunque nunca se sabe…¡Gracias!