Fundación Joan Miró, visita al museo de Montjuïc

La Fundación Joan Miró ofrece un recorrido excepcional para conocer a uno de los artistas más importantes del siglo XX. El edificio, que expone su vida y obras, es un «nido» arquitectónico de corte racionalista que protege un legado de arte que el mismo Miró quiso compartir con los ciudadanos de Barcelona.

Fundación Miró, uno de los museos más interesantes de Barcelona
Fundación Miró, uno de los museos más interesantes de Barcelona

Hundiendo sus raíces en la preciosa colina de Montjuïc, el espacio mira desde su terraza natural a Barcelona. Abajo el Teatre GREC, el Museo de arqueología, la Fundación Teatre Lliure o el Mercat de las Flors, componen una cohorte cultural sin parangón. Son flores de un jardín de cultura, y la Fundación Joan Miró parece otearlos desde su privilegiada posición, atenta como un girasol a seguir el trazado del astro solar.

Vistas de Barcelona desde el Museo Miró
Vistas de Barcelona desde el Museo Miró

El genio Joan Miró

Parece significativo que en el mismo año que nació Joan Miró, en Barcelona, el anarquista Santiago Salvador Franch lanzaba una bomba en la platea del Gran Teatro del Liceo, causando 20 muertos. Miró, como otros tantas figuras sobresalientes del siglo XX, se nutrió de un siglo convulso en lo político y social. La Barcelona de su adolescencia es una ciudad efervescente, con un tejido empresarial e industrial en el que la burguesía y los obreros tendrán un papel esencial a la hora de convertir la Ciudad Condal en el polo económico de una España que intentaba mirar más al futuro que al pasado.

Ese lienzo es el en el que crece y se desarrolla artísticamente Miró en su primera etapa. Sin duda, el periodo que pasa de convalecencia en Mont-roig (una pequeña población de la comarca del Baix Camp) en 1911, en la masía que compran sus padres, superando la fiebre tifoidea, le induce a consolidar su vocación como pintor. Para 1918 presenta su primera exposición individual en las Galeries Dalmau de Barcelona. Y dos años después conoce por primera vez París, visitando a Picasso. Gracias a Josep Dalmau, en 1921 expone en la Ciudad de la Luz en la Galerie La Licorne. En los años posteriores estará en constante contacto con artistas vanguardistas, con encuentros con figuras como la de André Breton o Max Ernst. Alterna París con viajes a otros países europeos, pero sin renunciar su refugio de Mont-roig.

En 1936 la Guerra trastoca sus planes, y se quedará a vivir en París hasta 1940, defendiendo encarecidamente a la República. Participó en el Pabellón de la República de la exposición de 1937, coincidiendo con el que será su alma gemela, el arquitecto Josep Lluís Sert, discípulo de Le Corbusier.

Con la invasión alemana de Francia, y tras un paso por Normandía, regresa a España y se establece en Palma. Durante la dictadura mantendrá un perfil bajo, evitando el uso propagandístico de su figura como artista. Ya consolidado exhibirá en el Museum of Modern Art de Nueva York. A caballo entre Barcelona, Mont-roig y Palma, seguirá trabajando durante décadas en sus expresiones artísticas como con los dos murales de la UNESCO en París en 1956, o la  retrospectiva en el Musée National d’Art Moderne de París.

Recorriendo el interior de la Fundación Miró
Recorriendo el interior de la Fundación Miró

El aprecio y colaboración artística con su amigo Josep Lluís Sert, tendrá su máximo exponente visual con el encargo que le hace del edificio de la Fundació Joan Miró, Centre d’Estudis d’Art Contemporani, en Barcelona. Las líneas racionalistas tienen un diálogo continuado con el material expuesto, y al mismo tiempo componen un soneto perfectamente hilvanado con el paisaje de la «montaña mágica» de Montjuïc, gracias a las reminiscencias mediterráneas de espacios abiertos y diáfanos. En 1975, tres años después de comenzar sus trabajos, el museo abre sus puertas al público. En 1983 Joan Miró nos dejó para siempre, pero su obra es atemporal, algo que expresan las miradas de las nuevas generaciones, que aprecian y reflexionan sobre su arte, más allá de estilos, normas o prejuicios.

Visita a la Fundación Miró en Barcelona

Además de velar con tesón por la vida y obra de Joan Miró, la Fundación es un espacio dinámico, un cañón de futuro abierto a exposiciones temporales de artistas del siglo XX y XXI. Fomentan actividades académicas y proyectos en colaboración con otras instituciones y entidades del país.

Recorrido por el interior de la Fundación Miró
Recorrido por el interior de la Fundación Miró

En la obra de Joan Miró hay ejes vertebradores, espinas dorsales que se repiten como un bucle irrepetible. Pero es precisamente, ese oxímoron, el que nos permite leer entre las líneas y los trazos de la obra de Joan Miró. Las raíces sentimentales, las terrenales de los paisajes que le enamoraban como Mont-roig primero y al de Mallorca, o los fundamentos básicos de la vida como la fertilidad, orbitan alrededor de su trabajo. No encontraremos academicismo en sus obras expuestas. La búsqueda constante por ser libre, anárquico, renegando de la norma y la ley pictórica, son las máximas de Joan Miró. Al igual que un habitante de un planeta remoto, Miró tiene su lenguaje, único, pero universal.

La Fundación posee más de 14.000 piezas del pintor surrealista, entre pinturas, esculturas, cerámicas y tapices; de las que se exponen de forma permanente unas 150. En el recorrido por sus salas veremos algunas de sus obras más famosas y representativas. La influencia del impresionismo, el fauvismo y el cubismo franceses son reconocibles en sus primeros años como artista. Preceden al tránsito hacia el surrealismo y los collages. Y avanzan hacia obras que parecen una suma de complejidad y aparente simplicidad realmente apasionantes.

Fundación Miró, referente del arte contemporáneo en Barcelona
Fundación Miró, referente del arte contemporáneo en Barcelona

Algunas de las primeras obras expuestas nos acercan a la formación de Miró: Calle de Pedralbes, Ermita de Sant Joan d’Horta, el Desnudo sentado, Mont-roig, la iglesia y el pueblo, o Retrato de una niña son buenos ejemplos.

La evolución hacia el surrealismo y el contacto con París se plasman en La botella de vino, El guante blanco o El acomodador del music-hall. Y con Mujer sentada o Hombre y mujer frente a un montón de excrementos ya aparece ese Miró que cualquiera reconoce como obra de Miró. Pero es quizá con su Autorretrato, cuando el visitante puede mirar más cerca a los ojos de Miró.

El Tapiz de la Fundació transmite un sentimiento extrasensorial. El visitante se enfrenta a la obra conjunta de Joan Miró y Josep Royo como si flotásemos sobre una alfombra mágica que nos hace levitar, y pasar la mirada -falsamente- cenital sobre ese paisaje textil.

Visita a la Fundación Miró en Barcelona
Visita a la Fundación Miró en Barcelona

Unos pasos después encontramos la la Fuente de mercurio, obra de Alexander Calder. Estuvo instalada originalmente en el pabellón de la República Española durante la Exposición Internacional de París de 1937, y el autor la donó a la fundación como muestra de amistad con Miró.

Avanzamos por las salas del museo, y ya en el piso superior, junto a las terrazas, nos paramos frente a una fotografía de Joan Miró. Es prácticamente la única – si exceptuamos las del grupo ADLAN del que formaba parte –  en la que sale el artista, atrapado en el tiempo, retratado como un cazador cazado.

En la foto, Joan Miró dibuja en la arena de una playa de Barcelona, con las mangas de camisa arremangadas, transmitiendo que cualquier lienzo es válido para expresar el arte, aunque sea efímero. Afortunadamente las «olas del tiempo» no borraron la obra de Miró, y la fundación que lleva su nombre es un legado esencial para conocer su trayectoria.

Joan Miró dibujando en la arena
Joan Miró dibujando en la arena

El arte es negocio desde que siempre. En sus inicios quizá unido a la capacidad para decorar las cuevas con arte rupestre. Y más tarde cuando los artistas lograron que un mecenas apoyase y financiase su interpretación artística. Pero fue quizá el siglo XX en el que las líneas de arte y especulación se hicieron más perpendiculares que paralelas. Miró vivió ese momento, y renegó del uso teledirigido del arte. La crítica feroz hacia ese capitalismo salvaje subyace en algunas de sus obras. Apuñalar o quemar sus cuadros no son solo una transición de la transgresión, si no una crítica sucinta, implícita hacia el mercadeo del arte.

Salimos al exterior de la planta superior. El cielo hoy azul intenso hace de lienzo y escenario para las coloridas esculturas de Miró. Aquí se aprecian aún más las formas racionalistas del edificio de Sert, paseando entre arte, interactuando en definitiva con todos los ángulos de las esculturas.

Esculturas en las terrazas del Museo Miró
Esculturas en las terrazas del Museo Miró

Las terrazas, los patios como el del olivo o el algarrobo, y los miradores son espacios y canales para «respirar» el conjunto museístico. El edificio de Sert entiende el entorno, lo disfruta, lo transmite y lo mejora. Y por eso estos espacios forman parte del ente vivo que es la Fundación, contenedor y contenido fusionados como una aleación indisoluble.

Además de las obras de Miró, la fundación muestra y difunde el trabajo de otros exponentes de arte contemporáneo. Una parte importante de los fondos llegaron tras la muerte del pintor catalán, como un homenaje a su aportación. La idea del entonces presidente de la Fundación Oriol Bohigas vino acompañada de una ola solidaria de obras de Pierre Alechinsky, Balthus, Alexander Calder, Marcel Duchamp, Max Ernst, Julio González, Wifredo Lam, Fernand Léger, Henry Moore, Claes Oldenburg, Robert Rauschenberg, Yves Tanguy o Antoni Tàpies entre otros. De ésta forma, el museo se consolidó como una referencia mundial de arte contemporáneo, poniendo a Barcelona en el mapa de la ruta por las expresiones más vanguardistas.

Cómo llegar a la Fundación Miró

El museo y Fundación Miró están en el Parque de Montjuïc. Podemos llegar en transporte público mediante los autobuses 55 y 150 (bus Parc de Montjuïc), o bien el funicular de Montjuïc, o la parada de metro Paral·lel y después caminar hasta la entrada.

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