Bilbao es una ciudad que se ha reconvertido y lo ha hecho de manera sorprendente. Que se despereza como una pequeña oruga en estado metamórfico esperando abrir sus inmensas y coloridas alas en un desplegado de toda su belleza y potencial. Y es que basta hurgar en su pasado -un par de décadas sólo- escuchando las historias de quienes vivieron esos años de esplendor industrial, cuando grandes diques encallaban o se construían a merced de la ría, esa que en aquel entonces era turbia y con hedores que no invitaban a recorrerla en un tranquilo paseo. La estampa era grisácea, una nube plomiza de vapores cubría el firmamento. Sin duda fueron tiempos que trajeron consigo prosperidad, pero no sin pagar por ello un alto precio ambiental.
Hoy en gran contraste, sus cielos son limpios, claros y maravillosos, en especial si un día de sol aparece y nos regala un día de reflejos, de vidas paralelas. De fantasear que en esas imágenes que reflecta su ría podemos sumergirnos y hacer un viaje en el tiempo.
Bilbao de por sí es una de mis ciudades favoritas en el mundo y se ha ganado un sitio en mi extranjero corazón al ser una parada recurrente por motivos personales, a la que vuelvo gustosa año con año. Me enamora con cada visita por su vivaz ambiente, la vasta oferta culinaria que se abre paso en mi paladar como un festival: en forma de pintxos, de platos fecundos de restaurante o la comida casera de cualquier hogar bilbaíno ¡da igual!. La algarabía y marcha de su gente, ¡tampoco tiene par!, no conoce de edades o generaciones y aunque tienen fama de “brutos” son de carácter amable y hospitalario. Su marcha, su alegría… Para ver la muestra inequívoca de éste espíritu festivo, nada mejor que asistir a su “Aste Nagusia” y a la ingente cantidad de cosas que se suceden durante esa semana grande en que la ciudad se llena de actividades, de fiesta, de bullicio, de calles rebosantes de gentío, de singulares deportes de pretérito vasco, donde hombres fortachones cargan enormes piedras -de más de 270 K (me consta)- y otros compiten en quién tala la mayor cantidad de troncos con máxima celeridad. Sus brazos parecen del mismo grosor que lo que cortan y allí de pie sobre ellos, a hachazos parecen fundirse con los leños y ser gigantes animados de madera: fuertes e invencibles. Y qué decir de esa luz que se reflecta maravillosamente en su heterogénea arquitectura y que nos lleva a un universo paralelo entre sus muros y a lo largo de su ría.
Recorrerla abre puertas a esa misteriosa dicotomía que surge al cruzar la delgada línea de sus reflejos, al navegar a través de esa gran desembocadura que es la ría de Bilbao y donde casi puedes rozar sus mundos paralelos al toque juguetón que distorsiona la piel fulgurante y escamada del Guggenheim.
Pero Bilbao es más que su efervescente marcha, es también un despliegue vasto de arte y cultura por esa “reciente” reconversión de la ciudad. Gran cantidad de sus edificios son relativamente nuevos, de estilo arquitectónico moderno y algunos transformados en perfecta simbiosis con su estilo original y el actual.
Azkuna Zentroa
Como ejemplo está la antigua Alhóndiga de Bastida, un edificio modernista del pasado industrial de la urbe, un espacio que ha sido readaptado como el Centro Cultural “Azkuna Zentroa”, abierto en el 2010. Su nuevo rostro fue diseñado por Philippe Starck. Sus 43 columnas únicas son un verdadero proyecto creativo que corrió a cargo de 120 manos de distintos talentos para darle vida a éste maravilloso complejo que alberga a lo largo del año expresiones de arte puro en todas sus facetas.
Fosteritos
Y es que en Bilbao ¡hasta sus salidas de metro son verdaderas obras maestras!, se les conoce con el curioso apodo de “fosteritos”, por ser creación de Sir Norman Foster y las hallarás extendidas por la ciudad. Su diseño vanguardista sin duda la embellece como parte de las muchas aportaciones urbanísticas que se suman a la tarea. Cabe destacar que, tanto el proyecto del metro como el mobiliario fueron galardonados, uno por el “Premio Brunel de Arquitectura” (1998) y el otro por el “Premio Nacional de Diseño Industrial” (2000). Un metro muy joven, con sólo 18 añitos en su haber y que ya ha sido laureado a su corta edad.
San Mamés
Y hablando de éste medio de transporte, una de las estaciones en que deberás hacer una parada, seas o no apasionado del fútbol, es en la de San Mamés, para ver el glorioso estadio donde el equipo de la ciudad se ha disputado más de un encuentro: el famoso Athletic de Bilbao… “Aupa, Athletic” (grito vasco de vitoreo ¡importante saberlo!).
El nuevo estadio fue inaugurado en 2013 y en 2015 ganó el “World Architecture Festival” como el mejor edificio deportivo de reciente construcción. Todo un símbolo de la ciudad.
Yo pocas veces he cogido el metro o el tranvía, porque prefiero siempre andarla, descubrir y redescubrir sus rincones con mis pies y la lente de mi cámara. Me encanta el paseo al que invita su ría y las imágenes que me regala con cada vez. Además de las historias que me susurran sus reflejos. Su pasado y presente se unen a través de la línea de superficie de la ría y sus vidas paralelas se revelan ante mí, tan nítidas como sus reflejos.
REFLEJOS EN LA RÍA. GIGANTES Y VIDAS PARALELAS.
Carola, la grúa roja
Partiendo desde San Mamés, es un buen punto para iniciar el recorrido de espejismos, primero ofreciendo un caluroso saludo a Carola, la gran grúa roja que se alza orgullosa como un símbolo más de ese Bilbao de antaño. Con una voz un tanto cascada por sus largas jornadas laborales y el tiempo que lleva de pie, nos cuenta que fue utilizada para la construcción de embarcaciones para los astilleros Euskalduna. Hoy goza de un merecido descanso, pero ni en ésta, su etapa de jubilación, deja de ser visitada y admirada por los turistas que curiosos, nos acercamos a hacer reverencia a ésta bella dama tan trabajadora, que aunque se muestra nostálgica por sus años más mozos, se conserva robusta y hermosa con sus 30 toneladas de peso que le favorecen bajo ese vestido rojo que reluce dejando su reflejo en la ría. Su vida paralela. Su ayer y hoy a tan sólo un toque en el agua le devuelve el reflejo de la joven Carola a ratos y sonríe.
Como dato de aporte, si quieres saber más de Carola y de la ciudad en sí, a tan sólo unos pasos de ésta, se encuentra el Museo Marítimo de la ría, es un punto fantástico para conocer más acerca de la historia de Bilbao y de admirarte con el vertiginoso paso del tiempo bajo su cielo.
Puente de Deusto
Siguiendo tras la caza de esos reflejos de vidas paralelas en Bilbao, continuamos a la margen sinuosa de la ría y al poco hallaremos el Puente de Deusto, también viejo amigo de la ciudad desde 1936. Éste viaducto levadizo, presume con voz grave, de haber sido construido con gran modernidad estructural para la época, su trabajo era unir las manchas urbanas que se estaban desarrollando en la ciudad, tales como Deusto, Begoña y Abando, pero a la vez, era su obligación también ceder el paso a los diques que transitaban la ría de Bilbao también conocida como del Nervión. Así que allí estaba él, regulando sus poderosos brazos según las labores que le tocara desempeñar. Hoy que es octogenario, ya no se eleva (sólo en ocasiones excepcionales), pero aún sigue sosteniendo a los transeúntes para ayudarles a cruzar la ría de un lado al otro. Esto le hace feliz, porque se siente acompañado.
Universidad de Deusto
Y precisamente en ese otro lado, está la Universidad de Deusto, “alma mater” de carácter privado fundada en 1886, la cual, debido al crecimiento industrial y económico de la ciudad la marcó como hito en progresión señalándola en el mapa como sede ideal para albergar una máxima casa de estudios.
Éste magnífico edificio del saber, es obra del arquitecto Francisco de Cubas y ostenta su belleza con una muestra ecléctica de arquitectura barroca y neoclásica. Sin duda, un referente de Bilbao que descansa a orillas de la ría con su pasado a cuestas, mismo que nos narra elocuente tras zambullirnos en su reflejo. En su vida paralela.
Torre Iberdrola
A nuestra derecha se yergue cuan alta es la Torre Iberdrola, que rasca los cielos bilbaínos anunciando desde casi cualquier punto su solemne presencia. Éste edificio es obra del Arquitecto César Pelli y aunque no cuenta con un antiguo pasado como muchos de los ya descritos. Sus reflejos también nos embelesan, su capacidad de camuflaje la hace fundirse con el cielo raso adoptando sus colores, dibujando milimétricamente la forma de las nubes y quizás no alcance a ser un reflejo en la ría, pero ¡se niega a pasar desapercibida! e ingeniosa cuela su reflejo en las aguas de las fuentes de la fachada del Museo Guggenheim.
Museo Guggenheim
Y ya que tocamos el tema, quizás sea éste último el mejor ejemplo de ese movimiento de metamorfosis urbana y se corone irrefutablemente como presea de Bilbao.
El Museo Guggenheim fue diseñado por el arquitecto Frank O. Ghery e inaugurado en 1997, pero no es sólo un gigante de cara bonita, su interior es un inmenso hogar para el arte contemporáneo que exhibe orgulloso en sus 19 salas y lo que no es poco, se ha convertido en un símbolo inequívoco de la ciudad. Con esa reluciente piel dorada que invita a la lente a capturarle desde todas sus aristas. Posa grácil para la cámara en cuando se siente contemplado. Es fotogénico y lo sabe… Por eso es uno de mis puntos fotográficos preferidos cuando estoy en Bilbao, debo tener como ¡1000 imágenes diferentes!
La araña Mamman
Pero ten cuidado con la centinela del Guggenheim, porque “Mamman” vigila con recelo al flamante museo como si se tratase de un hijo más que lleva en el vientre. Su instinto materno la hace custodiar día y noche con sus 10 metros de altura y 22 toneladas al Guggenheim, parece amenazante, sobre todo si sufres de aracnofobia y quizás prefieras mantener las distancias de éste maravilloso monumento creado por la artista franco-americana Louis Bourgeois en honor a su madre que era tejedora. Pero Mamman no hace más que obedecer a esa maternidad que no baja la guardia cuando de sus afectos se trata. Es inofensiva si te acercas con respeto, hasta posará amable para tu lente, porque como buena hembra ésta maravillosa araña metálica es coqueta, al igual que sus hermanas repartidas por el mundo: Reino, Unido, Japón, Canadá, Corea del Sur, Buenos Aires, México, entre otros. No tengas miedo y salúdala a tu paso por la ría de Bilbao.
Puente de la Salve
Ya noto a mis espaldas al Puente de La Salve que carraspea enfurruñado creyendo que voy a omitirle en mi narración. Tranquilo, amigo… ¡No podría! ¡Qué serían sin ti las hermosas postales de Guggenheim y Mamman! Aparca los celos porque eres un componente indispensable en la composición. El Puente la Salve, salvo que me corrija el “elevado” compañero, solía llamarse antaño “Puente de los Príncipes de España”, se dice que el nombre le fue cambiado debido a que los marineros que arriban a puerto, entonaban el himno de “La Salve” al acercarse hasta éste punto y divisar a la virgen de Begoña. Se encuentra en su etapa madura siendo apenas inaugurado el 9 de enero de 1972, obra del Ingeniero Juan Batanero. Su construcción fue ideada para ayudar a liberar tráfico de una ciudad en auges de crecimiento económico y poblacional, respetando una altura considerable para el tránsito común en aquel entonces de embarcaciones de gran tamaño. Pero a nivel estético nos encanta el diseño moderno de éste Gigante, portador de un excelente estilo de la moda en colores rojo, verde, blanco y negro, que invitan a recorrerle por el paseo peatonal que desde la margen contraria del Guggenheim, inicia por un “casi” interminable ascenso donde podemos admirar un hermoso graffiti decorando su lado derecho -o izquierdo según se mire-, hasta alcanzar su cuerpo firme que se extiende por encima de la ría y nos regala vistas impresionantes de la armadura dorada del Guggenheim. Incluso parecen fundirse conforme uno desciende en dicha dirección y parece que nos llevará al interior del museo. Tampoco se me olvide mencionar –que ya lo veo queriendo hacer alguna anotación a pie de página- que es un excelente punto panorámico para ver el espectáculo de fuegos artificiales que sucede durante el tiempo que dura el “Aste Nagusia”. ¿Lo he hecho bien, Sr. La Salve? ¡Parece que sí! Porque asiente satisfecho. Me despido de él con una grácil reverencia y si siguen a mi vera, vamos a visitar a un amigo bilbaíno más.
Puente Zubizuri
Bastante más joven que el anterior (lo digo en susurro, no sea que hiera susceptibilidades del anterior) su onomástico es el 30 de mayo de 1997. Este cuasi efebo de aspecto ofidio, nos cuenta sonrojado y con un ligero siseo que, su presencia ha resultado un tanto controversial. Parece que su estructura cercanamente fidedigna a la de estos reptiles le ha ganado admiradores, pero también algún detractor. Si lo miramos desde abajo su morfología serpenteante y su sucesión de barras metálicas, nos recuerda a la barriga de una serpiente. Al cruzarlo, sus formas arqueadas nos hacen sentir que montamos en su lomo y reptamos hasta llegar al otro lado, experiencia incluso sumamente realista, al sentir que resbalamos en la viscosidad de sus escamas, que es justo lo que desata la inconformidad de los bilbaínos. El responsable, es el material del que está recubierto el paseo (superficie de cristal), que se torna resbaloso en un clima tan lluvioso como puede llegar a serlo el de Bilbao en sus cambios estacionales. El arquitecto Calatrava, autor del Puente Zubizuri, ha estado en polémica por otros proyectos a su cargo. Intentando consolar un poco a nuestro amigo ofidio, cual encantadora de serpientes, elogio su diseño, que salvando la utilidad, resulta estético y armonioso con ésta ciudad que ahora destila modernidad. Unas palmaditas en la espalda, un beso al aire y me despido de Zubizuri para continuar nuestros andares hasta el Ayuntamiento de Bilbao.
Bilboko Udala
Aquí sí que hablamos de un verdadero veterano de la ciudad. Inaugurado en 1892. Ha visto desfilar en “time lapse” la transformación de éste su Bilbao. Edificios que se han levantado, tirado o reconvertido, transeúntes con vestuario que cambia a lo largo del tiempo. Carruajes, caballos, coches… Un testigo presencial que sin duda nos puede contar a detalle y de primera mano la historia de Bilbao. Su remota cimentación ocupa el solar del antiguo convento de San Agustín, obra del arquitecto Joan Rucoba.
Orgulloso nos invita a su interior que nos deja embelesados. El Salón Árabe, creado por el artista José Soler, es una verdadera obra de arte, aquí el centenario Bilboko Udala, lleva a cabo enlaces matrimoniales con gran pompa, gracias al lujo de sus detalles en mármol, madera y marfil. De Lunes a Viernes abre sus puertas no sólo para los trámites referentes a formalidades, sino también para aquellos curiosos que quieran hacer una visita guiada por éste magnifico recinto. Yo porque ya estoy casada, que si no le pedía a mi ahora gran amigo, me dejase celebrar en sus entresijos el festín. Antes de partir me dice que no deje de admirar la escultura de la “Variante Ovoide de la Desocupación de la Esfera” de Jorge Oteiza, artista español que dejó un gran legado de arte abstracto escultórico.
Casco Viejo
¡Qué hambre y qué sed han entrado tras tanto trajinar!, ¿no creen? Pues nada mejor para aplacarlas que dirigirnos al corazón de Bilbao, al Casco Viejo de la urbe bilbaína. Que si hay alguno que puede contar aún más historias es éste asentamiento que data de unos 700 años. Cuando los primeros habitantes vivían de las actividades relacionadas con la mar y las minas pródigas, particularmente de hierro.
Al remitirnos a su pasado medieval, nos desvela que por aquellos ayeres estaba amurallado, y ya se intuye ese pretérito en las estrechez de sus callejuelas, en un trazado de tres calles paralelas, a las que tiempo después y de manera complementaria, se añadieron cuatro más en dirección de la ría por las que transcurre gran parte de la vivacidad de la ciudad. Repletas de tiendas, bares y restaurantes. Siempre con ese ambiente del Norte, de marcha, de salir y tomarse algo. De aparcar la pereza. Además dice que le hacemos cosquillas en las entrañas cuando paseamos entre sus vericuetos, el paseo para nosotros es encantador, se disfruta al contemplar preciosos edificios de aire colonial, con colores vibrantes y esos balcones que tanto me gustan de amplios ventanales muy característicos de muchas zonas costeras del Norte de España. Haciendo un esfuerzo en la memoria mientras frunce el ceño, recuerda que desde 1979, se convirtió en peatonal, para luego volverse su gesto adusto y melancólico, recordando que en 1983 una devastación le sobrevino por tremendas inundaciones que lo dejaron más que maltrecho. Afortunadamente el cariño de su gente le reconstruyó y hoy ni huella queda de sus heridas. Le agradezco las historias y le dejo descansar, que las gafas/ventanales se empañan y a ratos mientras relataba, cerraba los ojos, hacia una larga pausa, tomaba una larga bocanada de aire y retomaba la conversación, a veces certera, a veces cambiando el tema. Descansa Casco Viejo, que pronto volveré a visitarte para tumbarme a tu lado y seguir embelesándome con tus historias. Mientras él duerme yo aprovecho para coger fuerzas con un buen surtido de “pintxos” y unos cuantos “zuritos”. Me temo que la narración tendrá que esperar por un CONTINUARÁ…
Bilbao es inmensa y aún queda mucho para mí por explorar. Es un amor estacional que permanece y revive. En la que guardo historias de días felices. Que me ha visto sonreír, abrazar y amar con ganas a mis afectos. Que siempre me recibe con días claros y llenos de magia.
No me cansó de descubrirla en cada visita y aunque el euskera me parece complicadísimo, no ha sido impedimento para aprender las palabras esenciales que todo visitante debe tener la cortesía de saber. Sí, ahora explico que es “zurito” jeje
Ahí les va:
MANUAL SUCINTO DE CORTESÍA PARA NOCIÓN BÁSICA DE VOCABULARIO EN EUSKERA
Porque la educación siempre debe prevalecer ante todo, Hola, Gracias y Adiós, me parecen básicas. Traducción en euskera: “kaixo”, “eskerrik asko” y “agur” respectivamente.
La siguiente podría serte útil, especialmente en encuentros con amigos o si alguien te quiere ligar y no estás por la labor -importante para que nadie te pille incauto y desprevenido-, recuerda bien esto: Si alguien te pide “musus” y dices que sí, estarás otorgando el consentido de tus besos, jeje… Ahora que lo sabes, bajo aviso no hay engaño.
Para la visita a un bar, es imprescindible conocer nuestros propios límites. Y es que los famosos “pintxos” de los que hablaba antes -y de los que “malvadamente” añadí foto para darles envidia- son una auténtica perdición. ¡Sí, lo reconozco! Muajajajajaja (risa maligna)
En el renglón de abajo, véase “Apartado para bebedores”.
APARTADO PARA BEBEDORES
Amigos de buen gaznate. Memoricen las siguientes dos palabras: “txacolí” (vino blanco), “zurito” (cerveza servida en vaso pequeño). ¡Eh! No los iba a dejar con la duda…
¡Ah! IMPORTANTÍSIMO: si alguien te reta a un “kinito”, guarda cautela, porque es un juego en el que el fin es beber y jugar a los dados sólo es el pretexto.
EN CASO DE INGESTA POR ENCIMA DE LOS NIVELES PERMITIDOS:
Si al final aceptaste el reto “kinitero” y has bebido en demasía, ten cuidado de hacer desmanes, porque si infringes la ley y escuchas que alguien te advierte que viene a por ti “La Ertzaintza, ya puedes correr sin dilación porque “la poli” está en tu captura. Así que recompón las formas y pórtate con decoro.
Para los comilones no hay palabras especiales, mi única recomendación es llevar las tripas bien dispuestas para un buen atracón y elegir cuantos “pintxos” soporte el cuerpo.
NOTA: En el Norte tienen fama de comer mucho y ¡es bien ganada!. Así que aquí tampoco intentes hacer gala de bravuconería y quieras medir fuerzas, porque aunque no existe un “kinito” de comida, ellos no se amilanan ante los desafíos y te seguirán la corriente aunque haya que arriesgar el tipo y la “operación bikini”.
Con éste pequeño breviario de inmersión lingüística como antesala, creo que tienes para sobrevivir en la capital bilbaína sin problemas y generar simpatía en sus habitantes.
Yo me despido, pero Bilbao me espera con los brazos abiertos pronto… Aún queda tanto por ver. Si quieren una segunda entrega tendrán que haber “pintxos” y “zuritos” por medio jeje.
¡Gracias Bilbao, mi amor estacional! Vuelvo a ti cuando el invierno tiña de blanco tus sienes y el año venidero traiga consigo la primavera, con ella a tu regazo te veré de nuevo florecer.