Dubrovnik, una ciudad medieval de cuento, con sus tejados anaranjados uniformes y con su bien restaurada y conservadas murallas que tras cruzar su puerta se convierte en un portal del tiempo. De no ser por el éxito y divulgación de su hermosura y por ende el pulular intenso del turismo, nos sentiríamos remitidos a otra época, tomando parte como personajes deambulando cual peones de un tablero de ajedrez, entre caballos, alfiles, reyes y reinas, entre sus torres que resguardan con recelo cualquier enemigo invasivo que traiga la mar y que, al divisar la ciudad, se sienta intimidado por esos muros que se alzan altos y orgullosos, que recorren en todos sus puntos la bella Dubrovnik, la antigua Ragusa.
La amabilidad y colaboración de la Oficina de Turismo de Dubrovnik, nos permitió, no sólo sentirnos pequeños ante la magnificencia de las Murallas, sino recorrer su torrente, sus lineales senderos que discurren entre las espectaculares vistas de una ciudad marítima con ocasos de ensueño, donde se echa a dormir el sol después de rozar con delicadeza los tejados de la ciudad.
La muralla tiene un pasado histórico que data de finales del siglo VIII, pero no fue sino hasta el siglo XII que se erigieron las primeras murallas enclavadas en las pendientes de las montañas.
Su eficacia defensiva fue probada en más de un embate y ya se podía ver la resistencia que ofrecía su ubicación con apenas unas empalizadas de madera que sobrevivieron a quince meses del asedio sarraceno en el siglo XI.
La fortificación tiene cuatro puertas de entrada principales: Pile, Ploče y Buža. Nuestro acceso fue a través de la puerta de Pile, custodiada por el patrono de la ciudad, San Blas, así como por el Fuerte Bokar y el foso que corría alrededor de la muralla y, a su vez comunicada por un puente de piedra diseñado por Paskoje Miličević Mihov. Ésta misma entrada conduce a la Stradun, la calle principal de la Ciudad Vieja.
Impresiona al adentrarse en el puente levadizo de madera y ser conscientes del grosor del mecanismo que lo leva y que solía activarse por las noches para proteger a la ciudad. Una vez cruzado el portal, podemos mirar la reluciente Stradun, que fuera antaño un canal pantanoso que dividía Ragusa del asentamiento forestal de Dubrava.
Justo frente a la Gran Fuente de Onofrio, está uno de los accesos al interior de las murallas, hay unas cuantas escaleras para poder llegar a las pasarelas que recorren el perímetro de la ciudad y hay un cartel bien grande que señala el sentido en que debemos hacer el recorrido para facilitar la visita y evitar aglomeraciones.
Una de las maravillas de las que podemos gozar instantáneamente nada más llegar a lo alto, son las impresionantes vistas de la ciudad, mismas que nos acompañarán durante todo el camino. La primera que podemos contemplar, es la hilera de casas que se extienden a lo largo de la Plaça (Stradun) y que comunica de este a oeste con la puerta de Ploče.
Su apariencia de uniformidad se cimentó a partir del terremoto que devastó la ciudad en 1667, para siglos más tarde, verse afectada también por la Guerra de los Balcanes en los años 1991 y 92. Hoy sin embargo su aspecto es impecable y por la noche es todo un espectáculo también, cuando reflecta en el piso de piedra caliza las luces de las casas apostadas en su margen.
El recorrido de las murallas nos permite percatarnos del grosor de sus impenetrables muros que oscila entre 1.5 y 6 metros de grosor.
El Fuerte Bokar se puede divisar en el extremo suroeste de la ciudad, su función era flanquear la Puerta de Pile. Desde éste punto se tiene unas espléndidas vistas de la Fortaleza Lovrjenac (Lorenzo) situada en un acantilado a 37 metros de altura, conocida también como el Gibraltar de Dubrovnik, siendo su ubicación de importancia neurálgica para el control del acceso marítimo y terrestre, así mismo como para la defensa y resistencia de Ragusa ante el dominio veneciano, dicho sea de paso, quienes le otorgaron ese nombre a la ciudad.
Si seguimos nuestro camino, nada más cruzar la torreta semicircular del fuerte, comenzará nuestro ascenso en donde podemos hacer una pausa para beber o comer algo en un pequeño punto de venta de bebidas refrescantes y helados, que vienen ideal para una abrasadora tarde de calor, como la que nos regaló a nosotros la hermosa Dubrovnik, pero también para poder disfrutar de una vista espectacular del Fuerte Bokar y la Fortaleza de Lovrjenac.
Aunque para quienes quieran esperar un poco más, basta sortear un breve tramo de un puente de madera improvisado por los encargados de llevar a cabo obras de restauración en la muralla, por demás curioso, porque podríamos imaginarnos por un instante las precarias condiciones en las que en algún momento pudo hallarse la fortaleza en miras de su construcción, además de que nos da un vistazo de la vida cotidiana de los habitantes de la ciudad al pasar rozando las casitas y sus hortelanas. Metros avante se encuentra el Buža Bar, estratégicamente ubicado, donde se puede hacer una parada para disfrutar de la panorámica hacia la isla de Lokrum, cóctel o cerveza en mano e incluso darse también un chapuzón en clavado picado desde las murallas a las cristalinas aguas del Mar Adriático.
Continuamos para encontrarnos con la Fortaleza de San Juan, antiguamente la principal defensa del puerto, hoy en día convertido en Acuario y Museo Marítimo, con un coste extra de entrada punto desde el que podemos tener una perspectiva diferente de la Catedral.
Si andamos un poco más y miramos hacia las 2 del reloj, podemos avistar el antiguo albergue de cuarentena. Dubrovnik fue una ciudad pionera en aplicar éste método para evitar ingresar plagas que devastasen la salud de sus habitantes. Como contraste en el lado opuesto podemos admirar desde éste punto también, el ambiente en el puerto con sus terracitas que son de gusto popular para el turista y que no deja ni pensar en los tiempos difíciles que corrían en aquella época sin los avances médicos de los que hoy gozamos.
También podremos tener una buena vista de los campanarios de la Iglesia Sveti Nikola y más adelante nos encontraremos con la Torre de San Lucas, a la que se le añadió un baluarte para colocar un extra de cañones que pudieran otorgar mayor defensa al puerto. Justo aquí hay otro acceso a las murallas, ya sea para iniciar el recorrido o finalizarlo, aunque cabe recordar que lo mejor es finalizarlo en el punto en el que se ha iniciado para poder abarcar por completo el amurallado de la ciudad.
Ahora estamos cerca de una de las entradas principales de las murallas a la ciudad, la Puerta de Ploče, inexpugnable en su momento por la vigía del Fuerte Revelin que se halla situado fuera de las murallas de la ciudad y que actualmente, además de albergar el Museo Arqueológico de Dubrovnik, se transforma de noche en la discoteca de moda de la ciudad, el Culture Club Revelin y en época estival en sala de espectáculos para festivales, particularmente el Festival de Verano de Dubrovnik, que se lleva a cabo cada año entre principios de julio hasta mediados de agosto. La parte más vetusta del fuerte se construyó en 1462 para defender la ciudad ante los ataques del Imperio otomano. En el siglo XVI se robusteció su construcción, por la continua amenaza de Venecia, un temible rival de la República por el control del mar Adriático.
Podemos apreciar desde aquí la Torre de la Campana de la Iglesia y Monasterio Domenico, un conjunto religioso de gran importancia arquitectónica donde se exhiben en un pequeño museo pinturas, joyería y objetos históricos eclesiásticos, además de una gran colección de incunables y una exhibición de la botica de los monjes; así como invaluables frescos que ornamentan el claustro del monasterio.
Al filo de la muralla nos topamos con la Capilla de San Sebastián, que nos da una vista de las escalinatas de la parte posterior y pasos más adelante encontramos una serie de torres como la de St.James, Drezvenik, St. Katherine y St. Lucía y entre éstas la Torre Minceta, al noroeste de la ciudad, que es el punto más alto de las murallas, sus dimensiones colosales la hicieron un importante complejo defensivo desde tierra hacia el exterior, su altura le proporciona un dominio total de la ciudad, además de unas vistas increíbles de Dubrovnik. Su apariencia actual es obra de Giorgio de Sebenico con un acabado coronario redondeado y en su cresta un almenado hecho más tarde.
Hicimos una larga pausa aquí para subir a la torreta que domina el paisaje y contemplar en todo su esplendor la ciudad. Misma que sirviera como escenario de la afamada serie Juego de Tronos, en donde se llevaron a cabo distintas locaciones dentro de la muralla y en el casco viejo.
Tanto ha sido el éxito que se han añadido recorridos turísticos que nos llevan exclusivamente por los sitios en donde fueron filmadas escenas de la serie. Si quieres saber más acerca de éstos tours contacta con nosotros, así como de información complementaria de Dubrovnik y en general de Croacia, puedes acceder a nuestra web www.lacroacia.es