Sevilla esconde muchos tesoros. Podemos pasar días recorriendo sus callejuelas y visitando sus espléndidos monumentos: la catedral y la Giralda, el Real Alcázar, la Plaza de España, esos barrios llenos de color y de magia,…Son tesoros evidentes, que se muestran ante los viajeros orgullosos, conscientes de sus maravillas, del asombro que provocan a su alrededor. Pero están esos otros tesoros de Sevilla, aquellos que se encuentran disimulados en calles tranquilas, tras fachadas sin pretensiones, casas construidas hace siglos que ocultan joyas que claman por ser descubiertas por el viajero explorador que no se contenta con lo evidente.
Los viajeros giroscópicos siempre están a la caza de tesoros escondidos, atravesando muros, buscando túneles secretos, bajando a sótanos misteriosos, mirando hacia las fachadas en busca de un detalle perdido, sobrevolando los cielos para encontrar nuevos puntos de vista, intentando llegar al corazón de las gentes del lugar para que nos desvelen historias y recuerdos y no se pierdan en el tiempo.
En nuestro viaje a Sevilla quisimos descubrir las maravillas innegables y rotundas que muestra la capital de Andalucía, pero también las que se ocultan en el corazón de la ciudad. La Casa de Salinas se encuentra en el célebre Barrio de Santa Cruz, a un paso de la esplendorosa Giralda, de la Catedral, del Real Alcázar, del Archivo de Indias, de otro magnífico palacio, el Palacio de Dueñas, y de una de las casas más ilustres de Sevilla: la Casa Pilatos.
En la calle Mateos Gago destaca la iglesia de Santa Cruz, con su esbelta espadaña de dos cuerpos de altura, así como edificios residenciales con balcones elegantes llenos de flores de primavera, y este discreto edificio pintado de un color vivo con pigmentos tradicionales, tal y como se hacía originalmente. La portada que da entrada a la Casa de Salinas, sin excesos formales, posee ciertos elementos que nos confirman su señorío: la puerta principal –enmarcada en piedra – y la del garaje de madera noble decoradas con clavos dorados, los ventanales con carpintería de caoba y los balcones de fundición del siglo XIX. La Casa de Salinas es un ejemplo de auténtica casa principal sevillana de gran valor artístico y monumental.
En la actualidad, la parte superior está habitada por los propietarios, pero la parte inferior está abierta a las visitas y algunos eventos tienen lugar en sus magnífico patio: conciertos, cenas de gala, reuniones empresariales, conferencias, presentaciones,…
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La Casa de Salinas. Un poco de historia
La Casa de Salinas es una casa palaciega del siglo XVI construida bajo el influjo renacentista que experimentó Sevilla en un momento en el que era una metrópoli importante en el tráfico comercial con América. Familias acaudaladas fueron propietarias de la Casa de Salinas, los primeros el linaje Jaén Roelas, propietarios desde 1577. Los Jaén fueron hombres de armas hasta que en el siglo XVI se convierten en importantes mercaderes y financieros de Sevilla gracias al floreciente comercio con las Indias. A mediados del siglo XIX se extingue su mayorazgo y la casa pasa por diversas manos. Fue un colegio, incluso un internado y una logia masónica formada por importantes familias nobles y aristocráticas de Sevilla.
En 1877 es adquirida por Don Eduardo Ybarra y es sometida a una amplia reforma, recobrando una buena parte de su esplendor: se añaden azulejos de la Fábrica de Mensaque, Triana, un impresionante mosaico del siglo II D.C encontrado en Itálica. Los actuales propietarios, la familia Salinas deciden restituir algunos de los elementos originales de la casa palaciega.
Visita a la Casa de Salinas
De la luz espléndida y el calor de este día de mayo a la frescura del zaguán de la Casa de Salinas. Aunque parece sencilla a primera vista, algunos elementos anuncian la casa palaciega a la que vamos a acceder: un techo artesonado decorado con azulejos de arista, el suelo con losas de Tarifa y un portal de hierro inspirado en la cancela de los Baños de Doña María de Padilla, conservada en el Alcázar de Sevilla.
La señora Salinas, propietaria de la casa, nos recibe amablemente y en seguida llega nuestro guía, Bruno Salinas, que nos revelará poco a poco los secretos de la Casa Palacio Salinas. Nos detenemos unos instantes en el pequeño zaguán de entrada, apreciando un antiguo paño de azulejos que reproduce una vista de Sevilla desde Triana de 1730, encontrado en un grabado de Tortolero. Y una sencilla fuente con la cabeza de un animal haciendo las veces de grifo. La entrada en codo es una forma de entrada original herencia de la tradición árabe, que preservaba la intimidad del patio.
Sin contar con la maravilla, nos topamos de repente con un inmenso y espléndido patio de arcadas, el asombro ante este prodigio arquitectónico nos deja sin palabras y apenas podemos seguir las explicaciones de nuestro guía. No sabemos adonde mirar, atrapadas en tanta belleza, perdiéndonos por los laberintos de los azulejos, los pliegues de los relieves de las arcadas, el zigzag de las losas de colores del suelo, …
La luz primaveral penetra por la parte superior, aunque esté cubierto para protegernos del calor que ya empieza a manifestarse en Sevilla. Y esa luminosidad resalta la belleza del conjunto. Recorremos cada rincón de este magnífico patio acompañados de nuestro guía, parándonos en los detalles.
Los patios, centro de la vida sevillana
Los patios existen en Andalucía desde tiempos de los romanos y después de los árabes, que adaptaron la tipología de la casa popular a sus necesidades. El clima seco y caluroso de Andalucía obligó a crear un espacio fresco, normalmente con una fuente en el centro y en ocasiones con un pozo que recogía el agua de la lluvia. Los árabes añadieron elementos a este esquema, dando entrada a la vivienda a través de un zaguán – como podemos ver en la Casa de Salinas -, y colocando vegetación para potenciar la sensación de frescor.
Los patios andaluces son de dos tipos, y hemos tenido la oportunidad de conocer ambos casos en las diferentes visitas realizadas en la ciudad de Sevilla y en la de Cádiz. El primer tipo de patio andaluz es el de la Casa de Salinas, que también hemos podido ver en monumentos como el Real Alcázar, el Palacio de las Dueñas y en variadas viviendas de ambas ciudades andaluzas. Las estancias de la vivienda unifamiliar se distribuyen alrededor del patio, que suele estar enclaustrado y el suelo enlosado, o de mosaico empedrado, como otro patio que descubriremos más tarde en la Casa de Salinas.
El segundo tipo de patio andaluz es una casa de vecinos, y todavía se encuentran muchas por toda Andalucía. En Sevilla y en Cádiz, amables moradores nos invitaron a entrar al corazón de sus hogares a través del portal de hierro. Gracias a lo que pudimos descubrir esos balcones corridos a los que se asoman los vecinos y el espléndido colorido de las flores y plantas, que tanto frescor y alegría proporcionan a los patios. Habitantes orgullos muestran sus tesoros vegetales y su patio lustroso en el centro del cual hay un pozo o un lavadero común, en lugar de una fuente, como en el otro tipo de patio andaluz.
El patio central de la Casa de Salinas
Todavía con nuestras miradas admiradas posadas en cada detalle del patio central de la Casa de Salinas, avanzamos parándonos, apreciando texturas, formas y colores para no olvidar ningún rincón de está magnífica obra de arte. Nada menos que uno de los escasos patios renacentistas que se conservan en Sevilla, con forma de trapecio que veremos más tarde en el Alcázar. Dieciséis columnas de mármol de Carrara traídas de Génova están adornadas con capiteles de moñas y basas de garras de León que parece ser que eran muy típicas en el siglo XVI, al igual que las balaustradas.
Nos paramos a observar uno de los elementos que más llama la atención del patio central de la Casa de Dueñas: la magnífica serie de arcos de medio punto adornados con yeserías de estilo plateresco con motivos florales y monstruos que representan el Bien y el Mal.
Pero la belleza de este patio no sería completa sin el espléndido zócalo de azulejos polícromos de arista también del siglo XVI. Seguimos con las yemas de los dedos las cuencas separadas por aristas de los azulejos. Esta técnica de fabricación de azulejos era enormemente innovadora en la Sevilla del siglo XVI. La mecanización del proceso, junto a la situación privilegiada de la ciudad, cercana a Cádiz, puerto comercial con el Nuevo Mundo, propició un aumento de la producción con la consecuente expansión sin precedentes de los azulejos ”de arista” o “de cuenca.
Consistía en tallar el dibujo en negativo sobre un molde, de madera primero, metálico más tarde, que se aplicaba por presión a la loseta de barro fresco. Dejaba una impronta con cuencas separadas por aristas que permitía una distribución fácil de los óxidos antes de la segunda cocción. Este avance técnico propició la incorporación de líneas curvas y mixtas a los azulejos. No deja de sorprendernos el juego de colores azul cobalto, verde, blanco, negro, melado,… y los motivos mudéjares que forman composiciones geométricas.
Antes de continuar nuestro recorrido por la Casa de Salinas, nuestra vista se dirige hacia el punto central, atraída por una fuente con taza árabe de mármol. Y después a la galería superior en la que destaca la vidriera emplomada de cristales de colores que hacen juego con los de los azulejos. Nuestro anfitrión nos explica que fue realizada por Pickman de la Cartuja de Sevilla, fábrica que se dedicó a creación de vidrieras durante los tres años que duró la restauración de la Casa de Salinas – la vidriera está reseñada en el libro de Beatriz Mestre (La Cartuja de Sevilla: Fábrica de Cerámica. Sevilla, 1993) -.
Salón de verano y comedor de verano
Desde el patio central entramos a las salas principales de la planta baja que suelen utilizarse en verano por ser las más frescas de la casa. Una de ellas es un amplio salón al que se accede por una original puerta labrada de estilo renacentista en su cara exterior, y policromada con motivos mudéjares, en su cara interior. Vuelve a llamarnos la atención los azulejos en zócalo que reproducen los antiguos alicatados mudéjares y proceden de la Fábrica de azulejos Mensaque de Triana. La vista se dirige ahora al artesonado policromado que nos informan es original del siglo XVI. La policromía se mantiene en buen estado gracias a que fue restaurada en 1900. Admiradas, pasamos ahora a la fina yesería de estilo mudéjar con celosías. Los azulejos, el techo de madera policromada, la yesería, todos estos elementos ornamentales se complementan a la perfección para hacer de este salón una auténtica joya, como el resto de salas de la Casa de Salinas.
El comedor de verano es similar al salón, posee también un rico techo de madera, azulejos de la fábrica Mensaque de Triana y un suelo típico sevillano de barro y olambrillas.
El patio romano o del mosaico
La Casa de Salinas no deja de admirarnos. Pensábamos que después de haber visto el patrio central, nada podría sorprendernos. Pero todavía encontramos un tercer patio escondido, al que se accede a través de un salón intermedio que repite los soberbios elementos de los salones anteriores. Nuestro pasmo aumenta cuando nos encontramos con otro patio en la casa. Aparentemente más modesto, al menos en dimensiones, sin el excelso claustro del patio central, pero una joya manifiesta, teniendo en cuenta la solería a la que convergen nuestras miradas fascinadas. Un mosaico romano del siglo II D.C. en perfecto estado se extiende a lo largo del suelo del patio. Fue descubierto en 1901 en la ciudad de Itálica y adquirido por José Gestoso, el artífice de la restauración de la casa.
Nos perdemos en la perfección del mosaico, en las historias que nos cuenta: el Dios Baco que sujeta con una correa a una pantera y a un tigre metidos en dos medallones centrales. En los otros medallones hay dos centauros: uno toca la doble flauta romana, un fauno con una cabra, dos ménades danzando con un cesto de flores, y el Dios Sileno montado en su asno. Tres hombres con coronas de hojas de parra pisan racimos de uvas en el último de los ocho medallones del mosaico.
Con el asombro que nos produjo la visión del mosaico romano de la Casa de Salinas, casi habíamos olvidado admirar la imagen de mármol blanco de la Virgen de los Remedios que preside el patio, una bella obra del siglo XVII procedente del antiguo convento del mismo nombre situado junto al antiguo puerto de Sevilla, ahora museo de carruajes. Bajo la imagen, una fuente decorada con azulejos de colores.
Esta no es la única pieza traída por las familias que habitaron la casa. También podemos ver una cabeza de mujer romana tallada en piedra, dos capiteles romanos entre algunas piezas del siglo XVI.
Maravilladas con el patio del mosaico, nos detenemos un rato en el salón intermedio, con su magnífico techo en artesonado policromado, los azulejos de las paredes y el colorido suelo con losetas que dibujan un zigzag eterno.
Las escalera principal
Terminamos nuestra visita a la Casa de Salinas subiendo por la gran escalera de azulejos polícromos de arista del siglo XVI, lo hacemos despacio parándonos en los detalles de esta magnífica técnica. Llegamos a un descansillo con una enorme caja fuerte, otra interesante pieza del siglo XVI, y una alcoba con una ventana desde la que se puede admirar el patio del mosaico. Por si fuera poco tanta belleza concentrada en tan poco espacio, miramos al techo y nos sorprendemos con un soberbio artesonado dorado con hermosos almocárabes. Desde luego la Casa de Salinas es una caja de sorpresas.
Volvemos al punto de partida de nuestra visita, el esplendoroso patio central. Lo imaginamos de noche, iluminado por focos que resaltan los detalles de sus arcadas y capiteles. Salimos satisfechas por haber encontrado uno de los tesoros que esconde Sevilla, que quizás no llegue a ser un palacio como el Palacio de Dueñas, o no llegue a la magnificencia de la Casa Pilatos, pero ciertamente es una joya que ahora puede ser admirada por todo aquel viajero o habitante de Sevilla que decida visitarlo. Puesto que la Casa de Salinas ha decidido abrir sus puertas al público, aunque por supuesto mantenga los eventos que tienen lugar con cierta periodicidad. Les invitamos a descubrir este tesoro escondido en el corazón de Sevilla de la mano de uno de sus ilustres habitantes.
Artículo escrito por María Calvo Santos.
Visitas a la Casa de Salinas
Lunes-viernes (incluidos festivos, salvo celebración de evento): 10:00-14:00-
Visitas guiadas en inglés y español. 25 minutos.
6€, 3€ menores de 11 años.
ibm
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Estupendo artículo Maria, tan extenso como apasionadoo. La visitaremos¡
María Calvo
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¡Gracias IBM! fue un placer visitar la Casa de Salinas, como todo lo que vimos en Sevilla, ¡Una ciudad maravillosa!
Manuel Hidalgo Ortega
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Es una de las joyas que tenemos en nuestra ciudad y que, ningún Sevillano ni visitante debería perderse.
El Giróscopo Viajero
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Con nuestro pequeño granito de arena esperamos contribuir a que la Casa de Salinas se conozca entre los viajeros y sevillanos que quieran descubrir joyas de la ciudad. Un saludo Manuel.
Paqui
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Estando casada con un Sevillano y enamorada de Sevilla, no conozco el sitio, pero ….cuando todo esto pase, si sigo viva, es la primera visita obligada. GRACIAS
El Giróscopo Viajero
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¡¡Gracias Paqui!. Lo cierto es que Sevilla posee un patrimonio tan importante, que algunos lugares pasan más desapercibidos. Pero, entre tantos palacios, podemos decir que el Palacio Salinas brilla con luz propia. Espero que pueda hacer esa visita pronto. Saludos.
Luis Moreno
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Muy pero que muy completo el artículo. Sin lugar a dudas, de los más documentados que he leído y, desde luego, invita a visitar el lugar sí o sí. Una joya más de Sevilla en un entorno lleno de tesoros.
El Giróscopo Viajero
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¡Muchas gracias! Siempre intentamos documentarnos lo mejor posible para hacer los artículos. La Casa Salinas es un lugar lleno de encanto. ¡Feliz visita!
Manoli
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¡Hola! Soy Manoli Cárdenas, me encantaría hacer esta visita en breve. ¿Con quién debo contactar?-
¿Algún teléfono?
Ruego respuesta, gracias.
El Giróscopo Viajero
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¡Hola Manoli! Puede ponerse directamente en contacto con la Casa Salinas, su mail y su teléfono están en la web. Aunque creemos que está temporalmente cerrada debido a la pandemia. Esperamos que vuelva a abrir sus puertas muy pronto y pueda disfrutar de la visita. Un saludo.