Salamanca nos espera secreta en esta noche de primavera, recibiéndonos con rumores lejanos que van convirtiéndose en algazara a medida que nos adentramos en el casco antiguo de la ciudad. Oímos nuestros pasos en las losas del empedrado que resuenan a tiempo, primer signo de una urbe que quiere hablarnos de su antigüedad, de tiempos lejanos, de piedras pisadas tantas veces en el pasado. En seguida sentimos que, por muy secreta que pretenda mostrarse, a Salamanca, cómplice de la noche, las palabras y las historias se le escapan por las calles adoquinadas, muros de piedra, viejos edificios.
En nuestro primer contacto con la ciudad de Salamanca, hablan los edificios, hablan las piedras, pero también habla la gente. Los habitantes de esta ciudad antigua de Castilla y León quieren hacerse oír, salen a las calles de esta noche cálida, habitando su ciudad, conquistando sus calles con esa alegría propia de quienes se saben privilegiados por poseer un tesoro.
Caminamos por las callejuelas, rozando monumentos magníficos, la Torre Clavero, esa torre defensiva con sus torrecillas en cada lado del octógono. Miramos hacia arriba, las luces de la noche la iluminan, haciéndola más bella. El primero de los monumentos que vemos de Salamanca y que nos revelan el secreto que pretende esconder la Señora y que no puede disimular: una espectacular monumentalidad.
Llegamos en seguida a la Calle Mayor de Salamanca, subiendo por una calleja llena de gente disfrutando de las terrazas y de la noche. El gentío es mayor si cabe, y sin embargo es lunes. Turistas mezclados con estudiantes y habitantes de Salamanca muestran orgullosos su conquista. Las calles son suyas. Estas se rinden sin resistencia a la alegría y el ardor de los que las ocupan. No parece de hoy esta capitulación: sentimos que hace tiempo que la ciudad de Salamanca se entrega resignada, emocionada a sus gentes.
Nosotros, contagiados por esta agitación, queremos sumarnos a la toma de Salamanca, y lo haremos durante largas horas, el tiempo que nos espera para poder develar los misterios de esta ciudad que continúa fingiendo ser enigmática.
De sorpresa en monumento, de monumento en sorpresa en la noche de Salamanca
La Plaza Mayor de Salamanca conquistada por los habitantes
No puede ser secreta aunque quiera, es demasiado ostentosa, no puede evitar mostrarse en todo su esplendor, sus monumentos, sus calles, sus plazas la descubren, desvelan su belleza teatral, espléndida.
Desembocamos entre el bullicio alegre en la Plaza Mayor de Salamanca, y la sorpresa es tal que nos quedamos sin palabras. Hemos visto plazas mayores magníficas en Francia, Italia,.. Recordamos de pronto la de María Pita de A Coruña, la de Madrid, la de Arras,… Normal que nos recuerde a la Plaza Mayor de Madrid, en planta y alzado al menos – también Unamuno veía este parentesco, proclamando la de Salamanca hermana mayor de la de Madrid -. La belleza de su arquitectura nos habla de barroco, de influencia italiana. Impresiona tener ante nosotros uno de los mejores ejemplos del barroco del siglo XVIII.
Siempre me gustaron las plazas mayores de pueblos y ciudades, cuadradas, perfectas, generosos arcos de entrada a un espacio, a un lugar de encuentro de los habitantes y visitantes, de eventos, de historia. Las plazas mayores también hablan, también podrían contarnos una y mil historias de las gentes que las habitan.
Iluminada, la Plaza Mayor de Salamanca se muestra majestuosa, bellísima. Hoy no podemos verla en su totalidad, ya que está llena de casetas de la Feria del Libro de Salamanca. No importa, nos gusta el homenaje que la ciudad le hace al libro, con un espacio para escritores invitados, para escuchar las palabras de aquellos que nos regalan historias escondidas en papel. La Feria del Libro en un lugar privilegiado de la ciudad, muestra de la vida cultural que la puebla. Seguramente a este evento se sucederán otros. La Plaza Mayor de Salamanca cumple su función original de convocación y reunión de la gente. Es un lugar lleno de vida.
Terrazas bajo las arcadas llenas de gente charlando, degustando tapas, visitando los puestos de libros. Imaginamos la Plaza Mayor de Salamanca a otra hora, cuando la ciudad duerme, cuando no toca evento. Enorme, grandiosa, testigo de grandes y pequeñas historias.
Las tapas de Salamanca
Seguimos hasta la calle Libreros, una calle que recorreremos varias veces en nuestro viaje a Salamanca. Su nombre ya me gusta porque habla de libros, y allí se encuentra la librería anticuaria La Galatea, un espacio de cultura, música y arte, donde el libro antiguo es el protagonista. También está la Casa Museo de Unamuno, en el tiempo en el que fue rector de la Universidad de Salamanca. También está la sede de la Universidad, claro, que pronto cumplirá 800 años. De la plaza nos llega un bullicio de gente que aplaude un espectáculo musical de luz y color.
Pretendemos ir a verlo, pero nos retienen unas tapas con una pinta buenísima justo un poco antes, y es que Salamanca es una de las ciudades de tapas por excelencia – aunque también debería nombrar a Lugo, León, San Sebastián,…-. Lo sabíamos desde siempre y lo teníamos en mente en la programación de nuestro viaje a Salamanca. Y ahí nos encontrábamos por fin, ante esos pequeños platos deliciosos con las especialidades de la zona: un placer para los sentidos.
En muchos bares son gratuitas, pero en la mayoría por un módico precio pueden degustarse magníficos manjares. Y fue lo que hicimos, disfrutando de la noche animada de Salamanca. ¡Y pensar que todavía nos quedaban dos días de tapas por Salamanca!
Salamanca monumental, una dama de noche
Ya no llegamos al espectáculo de luz, pero es hermosa la plaza de la Universidad de noche, la fachada del edificio principal iluminado, fantástica en su estilo plateresco. Recorremos las calles del casco antiguo de Salamanca, conscientes de estar en una ciudad encantada que nos conduce sin que lo sepamos a su corazón.
Las ciudades de noche son diferentes, surge como un encantamiento que encandila al caminante y lo envuelve en un manto mágico. Este, rendido y hechizado, se deja llevar. Salamanca se muestra como una dama de noche que hace que sintamos como si flotáramos, llevándonos lejos de la algarabía, al silencio de los monumentos.
Un silencio ancestral que cubre la ciudad antigua de Salamanca, y que parece que se hasta se escucha a medida que caminamos. Son los latidos del corazón de la ciudad, al que nos dirigimos sin saberlo. De pronto, al final de una callejuela, una torre altísima, impresionante. Bajo la noche oscura, solo decorada por la luna llena, se alza la catedral de Salamanca. Su grandiosidad me desarma. Me paro a sus pies, me sorprende su espectacularidad. Había oído hablar de su belleza, pero así iluminada, un faro en la noche de Salamanca, nos deslumbra.
Amanece en Salamanca
Salamanca parece otra de día, la ciudad se transforma en un monumento vivo, el silencio que rodeaba algunos de sus monumentos da paso a un diálogo incesante, las piedras hablan, ¡y cuánto!. Ya desde nuestro punto de partida, de nuevo la Torre Clavero, la ciudad comienza a hablarnos. La Torre Clavero parece otra a la luz del sol, destaca el tono anaranjado de la piedra caliza, el mismo que veremos en los demás monumentos.
Amanece en Salamanca, los estudiantes corren a la Universidad, los habitantes retoman sus quehaceres, los visitantes caminan admirados por cualquier rincón. Y no es para menos, la ciudad olvida que quería ser secreta y se exhibe generosa, sus enigmas, sus tesoros al alcance de todos. Llegamos a otro de los lugares que vimos de noche: la Casa de las Conchas, también diferente de noche, ella tampoco calla, quiere que nos acerquemos y contarnos su historia. Me fascinan las conchas de vieira que luce por su fachada, le dan un aspecto tan original.
Las Torres de Clerecía, Scala Coeli. Salamanca desde las alturas
En frente, en la Universidad Pontificia de salamanca, nuestra primera visita, ahí nos pararemos para ver Salamanca desde las alturas, esta Ciudad Patrimonio de la Humanidad en todo su esplendor. Scala Coeli, una escalera al cielo que nos lleva a las Torres de Clerecía desde las que pueden observarse unas de las vistas más bellas de Salamanca, junto con la que ofrecen las torres de la catedral.
La subida por la Escalera del Campanero nos ambienta a través de una intervención de sonido y luz. Cuando llegamos a lo alto, sabemos algo más sobre las Torres de Clerecía.
Desde lo alto, vemos que la ciudad está callada todavía a estas horas, no hay demasiado ruido, se preparan para otro día que será cada vez más bullicioso, desembocando en una tarde llena de ambiente. Por lo de pronto, observo la ciudad en su quietud, y se muestra hermosa para los espectadores que hemos subido a las torres. Las campanas de la iglesia adornan unas panorámicas extraordinarias de Salamanca, un rico patrimonio arquitectónico : la catedral, la Casa de las Conchas, …Tenemos el privilegio de ver la ciudad en 360º.
Recorro los pasos que me llevan de una torre a otra, que me dan perspectivas diferentes de la urbe. Imagino la visita al anochecer, que sólo puede hacerse en verano y algunos días festivos. Salamanca de noche desde las Torres de Clerecía debe ser tan bella…
Cigüeñas anidando en las Torres de Clerecía
No puedo pasar por alto un hecho extraordinario que me hace pensar en lo afortunada que soy por haber podido visitar Salamanca precisamente en primavera, la estación de los pájaros y los amores. Al principio no caigo en la cuenta, pero tras ver quedarme obnubilada por no sé cuanto tiempo ante las panorámicas de Salamanca, admiro el campanario de una de las Torres de Clerecía y descubro nidos de cigüeña, ¡oh maravilla!. Estamos en plena temporada de reproducción, y las cigüeñas se dedican en cuerpo y alma a sus crías.
Siempre me gustaron estos pájaros, quizás porque eran ajenos a donde yo vivía, y las veces que viajé a Castilla y León siempre los busqué, y los encontré sobre todo en campanarios, pero también en cables de alta tensión y en huecos en los tejados. La belleza de las cigüeñas es tal que me quedaría horas observándolas: esbeltas, con esas patas y ese pico largos, y el crotoreo o claqueteo, ese saludo del amor que resuena en los muros monumentales de Salamanca.
En esta ciudad las cigüeñas han encontrado lugares privilegiados para anidar. Las observo en las Torres de Clerecía, ajenas a quienes paseamos por pasarelas entre campanarios. Alimentan a sus crías sin pudor, atentas a lo que hacen, mientras nosotros pasmamos ante la extrañeza de contemplar semejante escena del mundo animal en una gran ciudad.
De patios y claustros. Casa de las Conchas, Escuelas Menores, Claustro de las Dueñas
Con la imagen de Salamanca desde las alturas, continúa la visita en busca de rincones secretos de los edificios más representativos. La Casa de las Conchas, un bellísimo palacio gótico construido entre el siglo XV y XVI, llama la atención por estar cubierta conchas dispuestas de una manera particular: a trebosillo, siguiendo la tradición mudéjar de decoración en rombo. Esta ornamentación la hace diferente a cualquier construcción conocida. Alberga en su interior otro tesoro: un patio de elegante belleza, seguramente resultado de la simbiosis de elementos mudéjares, medievales y renacentistas. Admiramos arcos y balcones, y vemos asomadas las Torres de Clerecía.
Atravesamos la plaza de la Universidad de Salamanca, no sin antes admirar la maravilla de la fachada del edificio de la Universidad y buscar la famosa rana. Y nos colamos en las Escuelas Menores, encontrándonos con otra joya: un patio bellísimo.
No puedo ocultar nuestra debilidad por los patios y claustros, en los viajes giroscópicos siempre los buscamos en el patrimonio monumental de ciudades y pueblos, y siempre terminamos encontrando alguno. Me gusta su estructura cerrada, su patio de columnas y balcones, sus jardines verdes y floridos, los relieves de los capiteles, casi siempre auténticas obras de arte. Pero lo que más me gusta es el silencio que reina en el interior de estos espacios, son como remansos de paz en medio del bullicio de las ciudades. Invitan a la meditación y a la contemplación de la belleza, mundana y espiritual.
El patio de Escuelas Menores de Salamanca nos recibe con esos magníficos arcos mixtilíneos, los medallones del siglo XVI y las cresterías barrocas. El conjunto destaca con la luz intensa del mediodía. Recorremos esta maravilla gótica, admirando las extrañas esculturas que hay sobre el césped, obra de Miquel Barceló: un bosquecillo de cerillas usadas de bronce: “14 Allumettes” (2015). Forman parte de la muestra: “Miquel Barceló. El arca de Noé”, junto a otras que se exponen en distintos espacios de Salamanca.
La maravilla gótica del Claustro de las Dueñas
De estos magníficos patios góticos al Claustro de las Dueñas, una maravilla ineludible en su visita a Salamanca. El modesto exterior del Convento de las Dueñas no hace pensar que alberga una auténtica joya del arte plateresco. De nuevo entramos en el universo enigmático de claustros y patios, en ese silencio ancestral que nos aisla de todo ruido mundano. Recorremos la planta baja del claustro y después la segunda planta, dos puntos de vista diferentes de una misma belleza. En la planta baja queda un arco de herradura decorado con azulejos, recuerdo del primitivo palacio de estilo morisco sobre el que se construyó el convento de las Dueñas.
Es extraño que este claustro tenga cinco lados. En realidad, casi no se aprecia, ya que uno de los lados tiene tan solo 2 arcos, pero no es habitual ver un claustro irregular. Aunque lo que llama la atención es la belleza de las arcadas, la decoración de estilo plateresco con relieves de figuras humanas combinadas con animales, escudos, emblemas, medallones,…No me canso de descubrir figuras nuevas a cada tramo que nos sorprenden y desconciertan a partes iguales.
La catedral de Salamanca. Catedral nueva, catedral vieja
Es el momento de visitar uno de los monumentos más impresionantes de Salamanca: la catedral. Lo más curioso es que no es una sola catedral, sino dos. La catedral vieja no se destruyó para substituirla por una nueva, sino que por fortuna se mantuvo. Es sorprendente visitar dos catedrales unidas. En el exterior destaca la Torre del Gallo, el cimborrio elevado sobre el transepto, con sus dos pisos con arcos y columnas
Comenzamos la visita por la catedral nueva, construida en los siglos XVI-XVII, en estilo Gótico. Impresiona la sillería coral diseñada por Joaquín Churriguera, el trascoro barroco y los órganos. La verticalidad de la catedral nueva nos hace pequeños.
Entramos a la catedral vieja, de los siglos XII y XIII, y en seguida vemos el cambio de estilo: el Románico reina en el conjunto, aunque las bóvedas de crucería y los arcos apuntados de la nave central hablen de una transición al Gótico. La espectacular altura de la anterior no es tal en la catedral vieja.
Sin embargo, por esa razón es más acogedora, y podría decirse que es aún más bella. Sobre todo por la maravilla del retablo de la Capilla Mayor, realizada por los hermanos Delli en el siglo XV. Las tablas bien distribuidas en cuerpos y alturas presentan un colorido que llama la atención. Recorremos después las diferentes capillas, cada una con un atractivo propio.
Salimos de la catedral con una gran impresión, que no hace más que confirmar la espectacular monumentalidad de Salamanca.
La Universidad y los universitarios. Tapas.
Una vez más admiramos la fachada de la catedral, magnífica, en uno de sus lados buscamos el astronauta, un relieve realizado no hace muchos años, pero no lo encontramos. El , los estudiantes revolotean en torno a la catedral, las facultades están cerca, también los bares de tapas. Se acerca la hora de comer, un estudiante nos recomienda el : “Las Caballerizas”. Es una de las cosas que más nos gustan de los viajes: fundirnos con la gente, dejarnos llevar. Ciertamente las tapas de este bar-restaurante están de rechupete. Me gusta el ambiente, estudiantes repasando para los exámenes, camareros agradables, gente preparándose para comer, y nosotros, disfrutando de las ricas tapas de Salamanca.
El Huerto de Calixto y Melibea o como Fernando de Rojas creó sin saberlo el jardín más bello de Salamanca
Rodeamos la catedral en busca del Huerto de Calixto y Melibea, hasta llegar a un jardín enclavado sobre la antigua muralla de la ciudad: el jardín donde se cree que ubicó Fernando de Rojas el desenlace de su obra mayor: “La Celestina” o “Tragicomedia de Calixto y Melibea” (1499). El autor vivía en Salamanca cuando escribió el libro, y como la historia se hizo tan famosa, la gente situó en este jardín la historia.
Este rincón de Salamanca también nos cuenta historias, verdaderas e inventadas. Podemos sentir el aliento de los personajes trágicos de “La Celestina”. En esta hora plácida, antes de comer, oigo más claramente las voces del pasado. En Salamanca las piedras hablan, y los jardines también.
El cielo está tan azul, los colores tan nítidos, disfrutamos de las vistas de la catedral y de la ciudad de Salamanca desde este Huerto de Calixto y Melibea. Y paseamos por su más de 2500 metros cuadrados de extensión, buscando la sombra de este día primaveral que comienza a anunciar el verano. Un gratificante paréntesis antes de comer.
El Café de Torrente Ballester en la Plaza Mayor : Café Novelty
Tras una deliciosa comida en un restaurante situado en el casco antiguo, a un paso de la Plaza Mayor: Lilicook, donde degustamos alta cocina en miniatura – y del que le hablaremos en un reportaje próximamente – nos dirigimos al café que frecuentaba el escritor Torrente Ballester.
Situado en la Plaza Mayor, el “Café Novelty”, el más antiguo de Salamanca (1905), donde tenían lugar tertulias de escritores, periodistas, políticos y artistas. Una auténtica institución frecuentada también por Unamuno, Ortega y Gasset y más tarde por escritores como Carmen Martín Gaite o Juan Marsé. En la entrada, una estatua de Torrente Ballester invita a sentarnos y a imaginar esas largas tertulias.
Art Nouveau y Art Déco de la Casa Lis
La siguiente visita es a uno de los lugares más bellos de Salamanca: el Museo de Art Nouveau y Art déco, la Casa Lis. No puedo ocultar mi pasión por el Art Nouveau y el Arte Déco, y este espléndido palacete situado sobre la antigua muralla de Salamanca, reúne ambos. Su fachada es uno de los pocos ejemplos de arquitectura modernista de la ciudad.
La visita es un auténtico placer para los sentidos: la magnífica vidriera que cubre el patio central, las vidrieras de la fachada sur, el fascinante café. Y claro, las colecciones de artes decorativas, delicadas y elegantes figuras y objetos utilitarios que datan de finales del siglo XIX a la II Guerra Mundial. Para comprender los revolucionarios modos de expresión de estos artistas Art Nouveau y Art Déco, basta con visitar la Casa Lis.
Consagraremos muy pronto un reportaje a este extraordinario museo.
Memoria viva en el Museo Archivo General de la Guerra Civil española
De nuevo en las calles de Salamanca oímos rumores del pasado, en esta ocasión del pasado reciente. No podemos dejar de pasar por el Museo Archivo General de la Guerra Civil española. Desde que pasé a su lado, quise entrar. Un museo y además archivo de la triste guerra civil que asoló y ensombreció España no hace tanto tiempo.
Un magnífico Centro Documental de la Memoria Histórica, creado a partir del Archivo General de la Guerra Civil Española. El cual nació de la documentación reunida por las fuerzas franquistas para identificar personas contrarias al régimen. En la actualidad, una importante fuente documental de valor histórico. Recorro las tres exposiciones: una sobre la Guerra Civil, otra sobre la masonería, y la última sobre la Logia Masónica. Y admiro la magnífica colección de carteles de la Guerra Civil. El museo es apasionante,…otra excusa para volver a Salamanca y tomarme tiempo para ver todo despacito.
El Puente viejo. Salamanca vista al otro lado del río Tormes
Nuestra visita a Salamanca llega a su fin. Atardece a orillas del río Tormes. Atravieso el puente romano, declarado Monumento Histórico Artístico. Otro monumento que se suma a las maravillas de esta ciudad monumental. No podían más que declararla Patrimonio de la Humanidad. De nuevo las voces del pasado me cuentan que el puente romano de Salamanca fue testigo de muchos acontecimientos en la historia de la ciudad.
Lo recorro y miro hacia la ciudad, la catedral, la muralla, se ve bella desde aquí. Noto que en realidad el puente son dos: el viejo, el de origen romano, y el nuevo, que aún así es antiguo, construido entre los siglos XII y XIII.
En la ribera del Tormes, la gente pasea, hace deporte, se toma su tiempo, sabedores de los tesoros que poseen. Vuelvo despacio, con el atardecer sobre Salamanca. Hoy dormiremos en otro monumento con historia.
Hotel Don Gregorio. Alojados en un palacio del siglo XV
Qué privilegio poder alojarse en el Gran Hotel Don Gregorio de Salamanca, un maravilloso palacio del siglo XV con una larga historia. Se encuentra al lado de la antigua muralla, no muy lejos de la catedral. En apariencia sencillo en su exterior, muestra su señorío en el escudo del caballero D. Antonio Mangas Villafuerte (siglo XVII). El palacio pasó a ser un importante lugar de negocios en el siglo XVIII, dirigido por la familia de Don Gregorio Diego Curto, que da nombre al hotel qua alberga el palacio en la actualidad.
Su interior mantiene ese espíritu señorial, con ese diseño refinado: destacan sus suelos de diseño italiano, unas habitaciones amplias y cómodas, decoradas individualmente con un gusto exquisito, con espejos del siglo XVIII y aparadores Art Déco. En nuestra habitación nos sentimos como en otro tiempo, aunque los detalles de la modernidad nos devuelven al hoy. Las vistas al espléndido Convento de los Dominicos nos conquistan.
Aunque el rincón más bello es su soberbio patio porticado del siglo XV, sobre columnas de sección octogonal, una decoración selecta: el magnífico tapiz, el suelo de mosaico, …Al lado se encuentra el bonito café, con barra de bar, un rincón agradable donde pasar un buen rato.
Reservar una noche en el Hotel Don Gregorio
Desde este testigo del paso del tiempo, de la historia de la ciudad, nos despedimos de la Salamanca monumental. Todavía hoy, desde nuestra crónica de viaje, escuchamos el eco de las voces del pasado de esta ciudad conquistadora, abrazadora.
Agradecimientos
Mil gracias de nuevo a Turismo de Salamanca, por ofrecernos este magnífico viaje de prensa a Salamanca. A María García y Chus Bernal por el estupendo programa que nos organizaron, y por su acogida y su amabilidad.
También a Alejandra Martín por ofrecernos un pasaje a Casa Lis, el Museo de Art Nouveau y Déco, que nos conmovió con su belleza delicada. Cada rincón del museo, cada pieza nos hablaba de la revolución que supusieron estos movimentos artísticos. Imágenes espléndidas que se lleva El Giróscopo Viajero a su baúl de los recuerdos.
A Lilicook gastrobar por su deliciosa alta cocina en miniatura, bautizada como cocina «liliputiense» por sus creadores: Marcos, Víctor y David. ¡Mil gracias a los tres por la originalidad de su cocina, su profesionalidad, entusiasmo y pasión! ¡También a las manos de Manuel!. Magnífico diseño también del nuevo establecimiento a un paso de la Plaza Mayor. Habrá que pasar por la LiliCook Vermutería. ¡Pronto os hablaremos más sobre este original gastrobar!
A Torres de Clerecía, Scala Coeli por ofrecernos panorámicas de Salamanca desde las alturas y acercarnos a los nidos de cigüeñas.
Al Gran Hotel Don Gregorio por la inolvidable acogida. Fue un privilegio el habernos alojado en este palacio del siglo XV, con su magnífico patio porticado, que nos cuenta historias de la Salamanca barroca.
A la Catedral de Salamanca porque gracias a ellos entramos en el corazón monumental de la ciudad.
A Inma Cid de la Asociación Zoes de Salamanca y a Lemarte por su fuerza y por compartir con nosotros este proyecto apasionado de Galería Urbana de Salamanca que llena de luz el barrio del Oeste de Salamanca.