Algunos maestros y precursores de la microhistoria – dedicada al estudio de los acontecimientos pequeños para intentar explicar los universales – que estudiaba yo en la universidad, como Carlo María Cipolla o Georges Duby, hacían hincapié en el análisis micro para componer las piezas del gran puzzle de la historia. «Viajar» academicamente desde la lupa hasta el telescopio es para historiadores y ciudadanos que preservan la memoria, un itinerario de ida y vuelta imprescindible. Desde ambas perspectivas logramos enfocar con objetividad las acciones individuales o grupales por un lado, y el contexto general por otro, para llegar a una comprensión general. Y por eso libros como «Las mamás belgas» de Sven Tuytens, corresponsal de la radiotelevisión belga en España, publicado por la editorial El Mono Libre, aportan nuevo conocimiento a un tema copiosamente tratado como la Guerra Civil española.
Las Mamás Belgas son fruto del tesón de su autor, que en las primeras páginas explica el porqué de esa obstinación para completar un libro que traspasa las fronteras de la Vieja Europa desde Bélgica y Holanda – incluso desde Rumanía o Hungría de donde eran originarias algunas de las voluntarias – hasta Ontinyent, al sur de la provincia de Valencia. Mientras las holandesas eran enfermeras de profesión, la mayoría de las voluntarias belgas llegan con escasos conocimientos, lo que no impidió que tuvieran que aprender a marchas forzadas para asistir a los médicos del hospital de Ontinyent. El monasterio de los franciscanos antes de la guerra, fue reconvertido en hospital para los heridos en el frente.
La llamada contra el fascismo en diferentes ciudades de Bélgica no solo atrajo el compromiso de hombres que llegaron para luchar en el frente, si no el de mujeres que pese a su disposición incluso para luchar contra los golpistas en las trincheras, tuvieron que conformarse con la ayuda sanitaria. En Ontinyent el Partido Socialista Belga y de la Internacional Socialista montaron y proveyeron al hospital con material y personal, mil camas y cuatro quirófanos que darán apodo al hospital belga.
Desde mayo de 1937 hasta enero del 39 se vuelcan en su nuevo oficio, convirtiéndose al mismo tiempo un fenómeno en una población pequeña de la España más suspicaz a todo lo que llegaba por encima de los Pirineos. Admiradas y cuestionadas casi en la misma proporción dentro y fuera del hospital por su forma libre de ser mujeres, sus vivencias plasmadas en el libro de Sven Tuytens se acoplan extraordinariamente al relato de otros testimonios publicados sobre voluntarias en la Guerra Civil.
Muchos de los novios y parejas de las enfermeras luchaban también en primera línea de la guerra después de alistarse en las Brigadas Internacionales. Gran parte de ellos dejaron su vida a favor de la República, y las voluntarias pese a que fueron recibiendo durante su estancia en el hospital las noticias de sus pérdidas, no cejaron en su empeño y compromiso.
Historias como la de las voluntarias apodadas Mamás Belgas son más que necesarias, y por eso se agradece la ingente tarea de Tuytens, que ya se antoja ciclópea leyendo la bibliografía empleada. Hay mucho trabajo de investigación para hallar información en archivos de media Europa, y horas y horas de charlas sencillas y humanas con los supervivientes justo antes de perder su relato directo. Sven Tuytens ha visitado muchos archivos de toda Europa siguiendo el rastro de las Mamás belgas o de sus maridos o compañeros que luchaban en las brigadas internacionales, desde Moscú hasta su Bélgica natal, logrando que se le abran puertas hasta ahora cerradas.
La lectura sirve para encontrar piezas nuevas en el magno relato de la guerra civil, pero también para redescubrir la labor de figuras como Federica Montseny, política, sindicalista anarquista y escritora española, ministra durante la II República española y una de esas imprescindibles como decía Bertol Brech.
Brigadistas, mujeres, enfermeras y en muchos casos judías, vivieron en España el preludio de la Segunda Guerra Mundial. El libro también aborda las situaciones dramáticas que más tarde se reprodujeron con la invasión nazi de Bélgica, y la forma valiente en la que estas ya curtidas mujeres continuaron luchando por la Europa que hoy disfrutamos. La más impactante es la de Vera Luftig, parte de la red de espionaje soviética nombrada como Orquesta Roja durante resistencia. Pero todas ellas son merecedoras del reconocimiento, especialmente las que murieron en los campos de exterminio.
Vera Luftig – uno de los motores de las enfermeras y del libro, Toni Frutcher, Jo Trudel, Noortje Diamant son nombres que se hacen cercanos con la lectura, o la aportación directa al testimonio recabado por Tuytens que hace Rosariet, apodada con cariño la Peque por las enfermeras, que siendo una niña ayuda a los médicos y a las enfermeras. Extranjeras de si mismas, -como decía la película documental dirigida por José Luis López-Linares y Javier Rioyo en otro gran trabajo sobre los brigadistas internacionales y la División Azul- estas mujeres vivieron como apátridas, siempre cuestionadas por su origen, su religión o la lucha que emprendieron contra el fascismo. Junto a su historia se cosen las puntadas dadas por los socialistas Albert Marteaux y Louis de Brouckère, promotores del Hospital Belga de ayuda a la República, o la de Crespy Ducleau, el italiano que en realidad no era médico.
En abril del 38 son evacuadas a Mataró, algunas hasta enero del 39 cuando pasan la frontera, otras en diciembre de 1939 pasando por Puigcerdá. Otras que se quedaron hasta febrero del 39 pudieron escapar en aviones hasta Orán. La guerra civil sirvió de campo de experimentación bélica, pero también en el ámbito médico. El Belga, como se conocía al hospital Ontiyent fue testigo de la creación de una escuela de enfermeras de la mano de Eugénie Kersten, socialista belga que ante la escasez de personal profesional instruyó a este grupo de mujeres cuyo reconocimiento se debe poner en relieve.
La historia es universal por mucho que algunos se empeñen con terquedad en dibujar las fronteras en el espacio que ocupan las vivencias que siguen motivaciones universales como los valores, la libertad o el amor. Y las Mamás Belgas es una historia universal, por mucho que gran parte de lo acontecimientos pasen en una España que aunque desmemoriada, aún recuerda el paso de las voluntarias por la población valenciana. Quizá sean ya pocos los que las conocieron, los que oyeron esa historia que casi como un cuento quedó en la memoria colectiva del pueblo, pero allí aún queda esa pátina o costra y la obligación de nosotros es evitar que se difumine por el bien de los que vienen.
Documental «Las mamás belgas»
En 2014 Sven Tuytens filmó el documental homónimo, previo a la publicación del libro, premiado como Mejor Documental de la Mostra Internacional de Cinema Documental de Montaverner en 2017. Este es el trailer.