Parte del Reino Unido de Gran Bretaña, Escocia es una de las regiones que sin duda vienen a la cabeza cuando pensamos un viaje donde encanto, naturaleza, historia, ciudades y pueblos mágicos… Su costa abrupta asemeja un rompeolas que intenta frenar las olas del Atlántico, con formaciones que los glaciares han ido cincelando durante millones de años.
La Escocia que conocemos a través de su fama es la del Lago Ness, la de las destilerías de whiskey, la de los paisajes verdes de las Higlands y los crowlech megalíticos; pero hay mucha Escocia por descubrir, con sus archipiélagos de islas auténticas, como la Orcadas o Las Hébridas cubiertas de misterio y de fascinación.
Los pubs de Glasgow nos acogen con igual amabilidad que los pequeños bares locales de pueblos perdidos, donde nadie te niega un brindis. Su arquitectura victoriana y su carácter vanguardista y moderno se combinan con la pose cosmopolita y cultural de la capital, Edimburgo.
El pacto entre la piedra de los castillos apilada por los escoceses y los bosques y el musgo que se fusionan resume la relación de respeto que el paisaje de Escocia ofrece. Las tradiciones tienen un apego de orgullo, casi tribal, pero al mismo tiempo universal, abiertas a mostrarse al viajero.
Royal Deeside es un lugar de esos, donde los riachuelos recorren los bosques bajo la mirada de los montes Cairngorm para deleite de los que acuden a pescar salmón, pasear y conocer sus deslumbrantes castillos.
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