Angélico Jiménez, el hombre que daba vida a los animales fantásticos en Oaxaca

Mientras el cantautor Silvio Rodríguez desgarraba su voz en la canción «Sueño con serpientes», el maestro tallador Angélico Jiménez soñaba con animales fantásticos como si de su mente brotasen al instante especies inverosímiles para Charles Darwin, fruto de una evolución distópica.

Taller de Angélico Jiménez en San Antonio Arrazola (Oaxaca, México)
Taller de Angélico Jiménez en San Antonio Arrazola (Oaxaca, México)

Las obras de Angélico Jiménez habitan lugares tan distantes como el Museo Nacional de Etnología de Osaka o la Casa México en Madrid, siendo piezas muy apreciadas internacionalmente. De  hecho en Japón los nahuales causan especial curiosidad ya que en parte de las leyendas japonesas hay personajes mágicos que habitan los bosques.

Angélico Jiménez, maestro artesano tallando uno de los "animales fantásticos"
Angélico Jiménez, maestro artesano tallando uno de los «animales fantásticos»

Oaxaca, tierra mágica

Visitamos de nuevo Oaxaca, el estado de México que más nos ha cautivado a lo largo de los años y los diferentes viajes que hemos llevado a cabo. Es sin duda un destino en el que las tradiciones aún permiten encontrar historias curiosas y mercados vivos, restaurantes que exaltan la sabrosa cocina local, yacimientos como los deslumbrantes Mitla y Monte Albán o palenques en los que se elabora el mejor mezcal oaxaqueño.

Angélico Jiménez nació en San Antonio Arrazola el 01 de junio de 1954. Hijo del del Maestro en Arte Popular Don Manuel Jiménez Ramírez y Doña Viviana Hernández Aguilar . Angélico es el eslabón que ha permitido perpetuar el trabajo de su padre de la talla de madera de animales fantásticos que tanto define al arte oaxaqueño.

Manuel Jiménez con sus hijos Angélico e Isaías
Manuel Jiménez con sus hijos Angélico e Isaías

Con doce años Angélico Jiménez estaba terminando la primaria y quería seguir estudiando. Le rogó a su padre, Don Manuel Jiménez Ramírez  que lo apoyase, y éste accedió siempre que probase primero a trabajar en el oficio de dar vida a las tallas de madera. Y tal como expresa Angélico, «todo se lleva en la sangre», y añade con una pícara sonrisa «si eres hijo de tu papá y tu mamá».

La primera pieza fue un leopardo acostado de color amarillo y en esos años, el empresario y político Nelson Rockefeller visitó en 1969 diferentes poblaciones de Oaxaca, como San Bartolo Coyotepec o San Antonio Arrazola, buscando ampliar su colección de arte indígena mexicano.

Marca de autoría de Manuel Jiménez y sus hijos Angélico e Isaías
Marca de autoría de Manuel Jiménez y sus hijos Angélico e Isaías

Cuando pasó por el taller de Manuel Jiménez Ramírez puso sus ojos en el leopardo amarillo de Angélico Jiménez, y asombrado de que fuese el hijo del artista quien lo había tallado, lo compró para su colección personal.  El objeto aparece en el libro Tesoros del arte popular mexicano. Colección Nelson A. Rockefeller, evidenciando la importancia que tuvo para el millonario estadounidense.

Casa taller de Angélico Jiménez
Casa taller de Angélico Jiménez

En la década de los 70 se vivió en México la eclosión de las artesanías nacionales, impulsada como sello que ponía en relieve no solo las tradiciones, si no los oficios seculares. Oaxaca se erigió como centro de elaboración de muchas de esas artes.

A su difusión internacional contribuyó el documental de la cineasta Judith Bronowski, que en 1977 visitó San Antonio Arrazola y retrató el trabajo de la familia Jiménez. La estadounidense también fue la responsable de que los alebrijes de Pedro Linares se hicieran tremendamente conocidos por todo el mundo. Un año después, con la presentación del documental en una exposición en Los Ángeles con Manuel Jiménez Ramírez explicando su trabajo, permitió que sus creaciones traspasaran fronteras.

Carta de Judith Bronowski a Manuel Jiménez y a sus hijos
Carta de Judith Bronowski a Manuel Jiménez y a sus hijos

Angélico y su hijo Roque nos cuentan la anécdota de cuando en la exposición de sus tallas de Manuel y Angélico, se encontraron con carteles con la palabra SOLD colgando en muchas de sus obras. Su extrañeza fue enorme porque desconociendo aún el significado en inglés de la palabra preguntaron por qué habían puesto ese nombre si no aludía a los artesanos. Cuando les contaron que eran obras ya vendidas, incluso antes de abrir la exposición, se quedaron estupefactos.

Una de las tallas de madera de Angélico Jiménez
Una de las tallas de madera de Angélico Jiménez

Los pedido empezaron a llegar incluso antes de regresar a Arrazola, y durante los próximos años el trabajo fue intenso. De aquellos años conservan y nos muestran una de las cartas de Judith, hoy convertida en testimonio de como la relación fue tremendamente fructífera.

Desde  entonces tanto Manuel como más tarde Angélico no pararon de viajar por todo el mundo, siendo los mejores embajadores de las tallas de madera animales fantásticos en lugares como China, Japón, España o en el Vaticano, donde elaboraron un nacimiento oaxaqueño.

Las obras de la familia Jiménez están reconocidas internacionalmente
Las obras de la familia Jiménez están reconocidas internacionalmente

Para Angélico la palabra vale más que el dinero, incluso cuando le han tentado con comprar obras que eran un encargo para otra persona.  Como cuando Cándida Fernández de Calderón, Directora general de Fomento Cultural Banamex quiso adquirir un jaguar comiendo una cebra que ya estaba vendido, y Angélico con todo el dolor del alma no se la pudo vender.

Talla de madera de un axolote
Talla de madera de un axolote

Los nahuales

La palabra Nahual proviene de «nahualli» que, en lengua nahuatl, quiere decir “oculto”, pero usado también como disfraz para engaño y esconder, como los nahuales que solo se pueden ver en la noche.

Entre los trabajos de Angélico Jiménez y de su familia encontramos todo tipo de animales fantásticos, incluyendo los nahuales. El origen de estos seres lo encontramos en la época prehispánica cuando a los curanderos o chamanes, reconocidos por su conocimiento a la hora de curar enfermedades, se les atribuía el poder de convertirse en nahaules por la noche. Seres mitad hombre y mitad animal, estas “Tona”, es decir animales protectores,  son representados con cuerpo de un animal y rostro humano.

Representación del nahual en una de las tallas de madera de Angélico Jiménez
Representación del nahual en una de las tallas de madera de Angélico Jiménez

Algunos nahuales tienen un bigote o pelo de ixtle, la fibra que proviene de los hilos de las pencas de los agaves, y que aporta más realidad y vida a los nahuales.

Visita al taller

San Antonio Arrazola es la cuna de los alebrijes. Mejor dicho de los animales fantásticos como nos corrige el mismo Angélico Jiménez cuando hablamos de las coloridas tallas de madera pintadas con oficio, arte e imaginación. Y efectivamente la palabra «alebrijes» es una denominación que nació de la mente de Pedro Linares, artista plástico al que se le considera el «inventor» de los alebrijes.

Visita al taller de Angélico Jiménez en San Antonio Arrazola
Visita al taller de Angélico Jiménez en San Antonio Arrazola

Angélico nos recibe con su familia en su casa. La mesa está puesta y el fuego preparado para calentar las tortillas. A su mesa se llega solo en calidad de huésped y en pocos lugares hemos encontrado mejores anfitriones.

Con la familia de Angélico Jiménez en su taller de San Antonio Arrazola
Oscar Axo, muralista del istmo de Oaxaca que ha plasmado las obras más icónicas de Angélico en una obra que preside el patio de su casa.

Antes de adentrarnos en su trabajo, hablamos con Angélico de su vida, de su padre, o incluso de chamanismo y de como él y su padre han sido «tocados» por ese don que permite ver el interior de la gente y sanarlos.

Angélico habla de forma peculiar. Sus historias salen exhaladas con pausa como si insuflasen vida a los animales fantásticos que talla. Sin embargo, cuando ase el machete -o los diferentes utensilios para ir afinando el trazo del corte que «dibuja» en la madera-, su precisión es la de un cirujano, que no puede permitirse que el bisturí seccione demasiado una oreja o una pata.

El machete reposando hasta que empieza su trabajo
El machete reposando hasta que empieza su trabajo

El tallado comienza con el uso del machete para dar la forma básica de la pieza, aunque a ojos de los profanos aún no podamos vislumbrar el resultado. La cosmogonía prehispánica centra la temática de los animales fantásticos, y de la imaginación particular de cada tallador nacerá un ser nuevo.

Originalmente era el copal la madera predilecta para la elaboración. Manuel, el padre de Angélico Jiménez probó la talla con diferentes maderas de la región, y de forma empírica eligió el copal frente a otras que o bien se abrían al tallarlas o eran demasiado duras.

Figuras de madera en el taller de Angélico Jiménez
Figuras de madera en el taller de Angélico Jiménez

El Palo de Águila era una buena alternativa al copal, por sus grandes dimensiones, pero el hecho de que las ramas sean rectas invita menos a la imaginación de los animales. El término medio lo encontró en el copal, empleando las ramas para que le sirvieran como base sobre el que imaginar posturas o gestos de movimiento de los animales tallados.

Así nacen las jirafas, los puercoespines, los conejos, leopardos, coyotes o jaguar, visualizados como escultores de madera en la cabeza antes de que el primer machetazo empiece a dar vida a una figura.

Roque Jiménez, el hijo de Angélico Jiménez nos va contando, mientras su padre asesta machetazos a los troncos aún sin forma, todo lo que rodea a la elaboración de los conocidos como alebrijes.

Resulta curioso conocer que el uso del copal es en realidad ilegal, ya que el abuso en su tala ha provocado una notable disminución de los ejemplares. De hecho, su abuelo Manuel y otros talladores solo cortaban la rama, sabedores de que de este modo el árbol podía seguir creciendo y dando nuevas oportunidades para disponer de madera.

Instrumentos en el taller de Angélico Jiménez
Instrumentos en el taller de Angélico Jiménez

Desgraciadamente el crecimiento de la demanda de alebrijes ha llevado a que se talen indiscriminadamente árboles enteros y llevando al límite de su supervivencia. Y es que el copal es un árbol silvestre, que no es sencillo de reforestar, y que además tarda unos 20 años en adquirir un tamaño que permita usar sus ramas para la elaboración de las tallas. Y no solo eso, si no que al forzar en el paisaje la presencia de copales se desequilibraría el ecosistema, ya que ocuparía cultivos de maíz o alfalfa, necesarios tanto para la población, la ganadería y otros animales.

Concienciar tanto al comprador de las tallas como a los maestros artesanos es realmente algo necesario para que en el futuro sea viable y sostenible el arte y oficio de los talladores.  Y esto es algo que pone en relieve Roque mientras vemos que Angélico ya está consiguiendo labrar la silueta de las patas de un conejo.

Ahora es el momento del cuchillo, que esperaba sobre la mesa su momento para empezar a «pelar» la madera y hacer más amables las formas de las uñas o los dedos.

Angélico Jiménez dando forma a uno de las tallas de madera de sus animales fantásticos.
Angélico Jiménez dando forma a uno de las tallas de madera de sus animales fantásticos.

Como piezas de un puzzle, la pata y el cuerpo del animal fantástico se ensamblan con la ayuda del Resistol 850, el pegamento blanco que usan los escolares y que funciona a la maravilla con la madera. Dos o tres horas después ya se podrá continuar con los detalles de lijado y resanado con polvo de las virutas. A continuación se le aplica un baño de gasolina que servirá para evitar que las polillas puedan carcomer la madera.

Ya solo quedará usar como un lienzo la madera y que una nueva vida mágica haya nacido. Aún queda un detalle que merece la pena destacar, y es que para los ojos se usan balas limpias de pólvora, percutidas sobre la madera proporcionando el contorno ocular redondo. El ingenio mexicano aplicado al arte, y un truco familiar heredado del maestro Manuel.

Desde 1994 la familia Jiménez optó por usar otras maderas alternativas al copal, como el citado cedro rojo, el pino, la jacaranda, el palo blanco -variedad de copal- o incluso reciclando maderas desechadas o recicladas de árboles muertos.

Angélico "haciendo las uñas" a una de sus obras
Angélico «haciendo las uñas» a una de sus obras

Las partes veteadas -o «marmoleadas como dicen los talladores- aportan autenticidad a cada obra, como si fuesen cicatrices únicas que de piezas irrepetibles. Es más, Manuel Jiménez vendía al principio las tallas sin pintar, lo que no disfrazaba esas marcas características de cada trozo de madera. Esa moda por lo original y lo rústico ha regresado con una demanda por parte de los japoneses, que aprecian las obras antiguas y sin pintar de Manuel, expuestas en galerías y museos de Japón.

Angélico Jiménez centrado en el tallado de un conejo
Angélico Jiménez centrado en el tallado de un conejo

Bromista durante toda la conversación, incluso cuando Angélico nos hace sacar carcajadas diciendo que estamos hablando de cosas serias y nos relata cuando le pusieron las mañanitas de Pedro Infante en la embajada de México en Japón el día de su cumpleaños.

Les preguntamos a Angélico y a Roque cómo reconocen que una obra es suya y no una imitación. Y como buenos padres nos comentan que para ellos es fácil reconocer un vástago, por la forma del corte, los rasgos de ojos y boca o el patrón de colores y elementos usados en la decoración. Cada familia tiene su estilo propio, pero cada artesano tiene matices propios y casi únicos.

Cada tallador reconoce casi al instante sus "hijos" gracias a la técnica de decoración o los gestos de la pieza.
Cada tallador reconoce casi al instante sus «hijos» gracias a la técnica de decoración o los gestos de la pieza.

Curiosamente las modas también han llegado a los patrones de decoración, siendo a veces los propios compradores los que han marcado la tendencia. Roque nos confirma que esto ha llevado a una sobresaturación del mismo estilo, una uniformidad que estaba acabando con la personalización de cada autor, que poco a poco está regresando de nuevo para identificar la forma peculiar que tiene cada artista.

Pinta tu Nahual

La actividad de pinta tu nahual permite acercar a los visitantes a la técnica y comprensión de los animales fantásticos. Armados de pinceles podemos dar vida a nuestro nahual propio y llevárnoslo a casa.

Taller "Pinta tu nahual"
Taller «Pinta tu nahual»

Roque nos cuenta que su primer nahual lo guarda como un tesoro, y desde que lo hizo se negó a venderlo pese a la insistencia de los compradores. Hoy es un orgullo que custodia junto a obras de su abuelo que ha conseguido recomprar, o de su tío el también maestro Isaías Jiménez.

Roque Jiménez en el taller de pinta tu nahual
Taller «pinta tu nahual»

La pintura con la que tanto la familia Jiménez -como nosotros como aprendices improvisados- usamos para decorar los nahuales, no es natural. Roque nos confirma que investigaron con expertos maestros de los telares de Teotitlán del Valle, pero los tintes naturales no se adherían bien a la madera, y la única forma posible, actualmente, es usando pintura química. Ojalá lleguemos a ese punto y podamos decir con orgullo que los tintes son naturales.

Roque Jiménez en el taller de pinta tu nahual
Roque Jiménez en el taller de pinta tu nahual

Poco a poco -sintiéndonos creadores de vida- vamos pintando nuestros nahuales. Marcela opta por un axolote y Aitor por un conejo. Sin duda Marcela tiene más arte, pero lo importante es la experiencia, amenizada por la charla con Roque sobre la trayectoria de la familia Jiménez, generación tras generación, y que quizá la hija de Roque, que pulula junto a nosotros, continúe en el futuro.

Experiencia 'Pinta tu nahual' en el taller de Angélico Jiménez
Experiencia ‘Pinta tu nahual’ en el taller de Angélico Jiménez

Las dos horas se nos pasan volando y pintando, y después de secarse ya tenemos nuestros animales fantásticos preparados para cruzar el océano rumbo a España.

La experiencia Pinta tu nahual es apta para todos los públicos, no solo niños, y solo hace falta reservarla contactando con Roque y Angélico.

Marcela pintando su nahual
Marcela pintando su nahual

Los horarios de visita al taller para llevar a cabo la actividad de Pinta tu Nahual son de 10h. a 12h., de 12h. a 14h., y de 16h. a 18h.

Para llegar es posible llegar en taxi desde la ciudad de Oaxaca, pero lo mejor es preguntar a Roque para que os diga la manera más fácil.

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