En la costa entre las preciosas poblaciones de la Costa de Oaxaca de Puerto Escondido y las Nueve Bahías de Huatulco, encontramos muchos lugares interesantes para hacer parada. Tras el paso por Mazunte y Zipolite alcanzamos la Reserva ecoturística La Ventanilla, uno de los puntos más interesantes en el itinerario oaxaqueño.
En 2002 La Ventanilla fue reconocida como Unidad de Manejo Ambiental (UMA) por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp). Esto quiere decir que es reconocida como espacios de promoción de esquemas alternativos de producción compatibles con la conservación de la vida silvestre. En pocas palabras, un proyecto sostenible de aprovechamiento del medio natural.
Mediante paseos en lancha por la laguna es posible disfrutar de una reserva de manglar rojo donde habitan numerosas especies, siendo los más visuales y espectaculares los cocodrilos.
Tours y excursiones a la Reserva de Ventanilla
Reserva
La fortuna de que hoy disfrutemos de la reserva se debe al empeño de la población local, por evitar la construcción inmobiliaria en su costa. Forma parte de la comunidad de Santa María Tonameca, de la que dista 13 km, bañada por la agreste fuerza de las olas del Mar Pacífico.
Gracias a 25 familias que gestionan y velan la reserva ecoturística de La Ventanilla, el hábitat de los manglares conserva su equilibrio ante los continuos peligros climáticos y humanos. Encargadas de recibir a los visitantes, todos las familias reciben una formación del entorno natural que los rodea, desde la fauna y flora hasta la historia o la geología. En 1996 se reconoció a la Ventanilla como centro ecoturístico, donde decenas de especies de aves, tortugas golfinas, garzas reales, garzas tigre, cormoranes, martines pescadores, patos cuello de culebra, iguanas y venados de cola blanca viven en un ecosistema de gran biodiversidad.
Playa
Un islote parece separarse de la costa, desgastado por la lenta erosión. El peñasco está horadado por una pequeña ventana que da nombre al lugar. Durante años se pensó que el agujero era casual, pero los últimos estudios de arqueólogos sugieren que pudo haberse abierto de forma artificial en época prehispánica. Los argumentos van en la línea de que es poco probable la coincidencia de que el sol quede «encajado» en la ventanilla justo en la fecha del solsticio de invierno.
La arena de tonos oscuros induce al engaño. No se trata de suciedad o contaminación, si no de la composición de la arena, formada en parte por granos de magnetita, un mineral ferroso de color grisáceo. Se trata del mismo mineral que se halla en de los foto receptores de los órganos de los sentidos de las tortugas. Javier, nuestro guía nos hace una sorprendente demostración con un imán, separando el mineral de la arena.
Le preguntamos por la procedencia de la magnetita, quizá fruto del efecto vulcanológico. Al parecer el roce de las placas tectónicas hace que el mineral aflore, y las corrientes marítimas del Océano Pacífico lo arrastran hasta la costa. También es probable que sea el resultado de la sedimentación de los ríos que descienden de la Sierra Madre, creando depósitos marinos que el mar expulsa de forma violenta hacia las playas.
Nos indica que es hora de ponernos en marcha y caminamos bajo un fuerte sol pese a la hora temprana, siguiendo sus huellas por la playa. Junto a nosotros el mar bate con fuerza. Aquí las tortugas desovan supervisadas por los responsables del campamento tortuguero. Las que sobrevivan regresarán cuando sean adultas al lugar donde nacieron para reanudar el ciclo de procreación.
Lagunas de manglares
Los manglares son uno de los hábitats más frágiles y al mismo tiempo más necesarios. Situados junto a áreas con corrientes de agua de mar, como lagunas costeras, bahías protegidas y desembocaduras de ríos, son capaces de autorregularse, controlando los cambios del nivel de agua y de salinidad.
La fortaleza con la que incrustan los manglares sus raíces en el subsuelo, permite la erosión fruto del oleaje, siendo refugio de muchas especies de flora y fauna, ejerciendo de pulmón en la producción de CO2 y rebajando la temperatura.
En Ventanilla encontramos especies de mangle rojo (Rhizophora mangle) y mangle blanco (Laguncularia racemosa). Pese a que parezca que levitan, las raíces submarinas y los neumatóforos (raíces que crecen hacia arriba buscando oxígeno) permiten que se asienten en el lodo. Las semillas germinan en el árbol madre fuera del medio salino, lo que permite que se reproduzcan.
El ser humano ha sido tradicionalmente le mayor depredador del sistema de manglares, ya que su madera se utilizaba en la construcción, y la corteza -rica en taninos- para curtir pieles. Son precisamente los taninos, los que proporcionan el color rojizo a las aguas de las lagunas de los manglares.
Los manglares de la costa oaxaqueña sufrieron mucho con el paso de los huracanes Paulina y Rick, que destruyeron la zona en 1998. Desde entonces las familias que viven junto a la Reserva ecológica, llevan a cabo campañas de replantación para recuperar el espacio de laguna devastado.
Nuestro guía, Javier, pese a su juventud tiene la experiencia y el verbo fácil para contarnos al detalle la labor que desempeñan en la reserva. Los ojos pacientes de los guías, acostumbrados a horas y horas observando los manglares, permiten detectar le paso de una rama a otra de las iguanas, escuchar leves aleteos de las alas de las aves que se posan en las copas de los árboles, o las burbujas que emergen de las aguas evidenciando la presencia de un cocodrilo.
Alcanzamos la laguna desde donde se embarca para el inicio de las excursión. Las embarcaciones se mueven a remo, evitando así la contaminación de las aguas, y evitando el ruido del motor que aturde a las especies que habitan el área.
Los animales viven en completa libertad por lo que hay que tener paciencia para divisarlos. El ser humano es mero espectador del escenario natural. Pronto atisbamos la presencia de aves, posadas sobre los manglares, en ocasiones secando sus plumas al sol tras una zambullida en búsqueda de comida, otras veces oteando el horizonte como las águilas pescadoras.
Las iguanas se agrupan como si fuesen ellas las encargadas de darnos la bienvenida. Se mueven pacientes por las ramas, buscando comida y sol.
Los cocodrilos descansan en la orilla, buscando el sol. Solo la amenaza de una incursión territorial les azora, sacando los dientes a relucir en movimientos vertiginosos que ni siquiera la cámara es capaz de captar. Algunos alcanzan los tres metros, desplegados sobre el agua con su lomo surcado de piel rugosa.
En el centro de la laguna se distingue un islote que los responsables del cuidado de la reserva emplean para usarlo como vivero de los manglares. Una vez crezcan se transportarán a las zonas donde se plantaran para que el manto verde flotante recupere su antiguo esplendor.
Información Reserva ecoturística La Ventanilla
Cómo llegar a Ventanilla
La reserva de la Ventanilla se encuentra a 15 minutos de Mazunte (hacia el norte y Puerto Escondido), tomando un camino de terracería de 1km que nos conduce hasta la playa. Allí podemos comprar la entrada para la visita.