Eslovenia nunca deja de sorprender al viajero. En su pequeño territorio hay espacio para paisajes de montaña dominados por los Alpes Julianos, pueblos de corte veneciano en su exigua franja de costa, cuevas fascinantes que parecen hundirse hasta el mismísimo centro de la tierra y una región que parece estar hecha a medida para producir vino, Brda, la Toscana Eslovena.
Brda es popular por su manto verde de colinas donde se ha cultivado vides desde tiempos romanos, y que ha cobrado relevancia internacional gracias al turismo enogastronómico en Eslovenia, y paralelamente como destino de bodas, gracias a los pequeños pueblos y alojamientos con encanto diseminados por el territorio.
En Brda no hay espacio para la contaminación, la industria y el ruido. Parece estar tocada por la magia de la atemporalidad, ofreciendo un turismo slow, apacible y que pretende encandilar a los viajeros que buscan relax y naturaleza. Aquí nació uno de los poetas eslovenos más ilustres, Alojz Gradnik.
Los vinos de Brda
Las condiciones del terreno, el número elevado de horas de sol, los veranos calurosos y los inviernos no muy fríos contribuyen a que los vinos de Brda se encuentren entre los mejores de Eslovenia. El más conocido es el blanco Rebula, una variedad autóctona que solo crece en el entorno de Brda, siendo el Cabernet-Merlot otra de las cepas más difundidas.
Son muchos los productos cultivados en Brda, conocida por sus frutas (especialmente la cereza y el melocotón), la lavanda, el aceite, la miel, y por supuesto el vino local llamado rebula. Además los 280 km de rutas en bici, o los 100 km de senderos (parte dentro del itinerario Alpe Adria Trail), invitan a movernos practicando deporte. Otra opción son las motos vespas eléctricas para promover la ecomovilidad.
Castillos e iglesias estiran sus cuellos en las colinas que flanquean Brda, y el pueblo de Smartno fue la parada de nuestro paso por el Oeste de Eslovenia después de recorrer el Camino de la Paz junto al río Soca.
Smartno
Smartno es el pueblo más encantador del territorio, y su conjunto de edificios medievales, iglesias y tiendas de artesanías y productos típicos la convierten en polo de atracción turística.
Aunque la primera mención a Smartno es de 1317, se piensa que las murallas se alzaron sobre un antiguo bastión de un castro romano, y fueron utilizadas durante la pugna de los Habsburgo y la República Veneciana en el siglo XVI, que consideraban un punto estratégico importante por el dominio del territorio. Al mismo tiempo, el sistema defensivo de las murallas era eficiente ante las habituales incursiones de los turcos.
Encerrado en sus murallas el paseo nos conduce a través de pequeños cafés y restaurantes y un lugar muy especial donde podemos llevar a cabo una cata de aceites de oliva. Nuestro paladar saborea cada uno de los matices del excelente aceite de Brda cuya fama atrae a muchos extranjeros.
Continuamos caminando, y en la iglesia de San Martín, cuya torre nos indica el camino, encontramos los frescos del artista esloveno Tone Kralj decorando su interior.
De hecho la puerta de entrada a Brda por el este es la Montaña de Sabotin, necesaria parada para comprender la magnitud de las batallas del Isonzo durante la Gran Guerra hace ya cien años. Las trincheras construidas sobre la cresta de Sabotin constituyen un patrimonio histórico invaluable. El museo expone armas y piezas de la vida de los soldados recuperadas para explicar la tortuosa vida de los soldados durante el conflicto. El restaurante abre los fines de semana ofreciendo excelentes platos de comida eslovena.
Gonjače, el ojo que todo lo ve
Cerca de Smartno, la torre de Gonjače, construida precisamente como mirador de la región de Brda en 1961 por Marko Šlajmer, permite que nos subamos a lo alto de sus 23 metros y 144 escalones, para observar el paisaje. Al lado de la torre, una escultura de Janez Boljka recuerda a los 315 ciudadanos de Brda que murieron durante la Segunda Guerra Mundial. En los días claro se ve tanto los Alpes Julianos, los Dolomitas, la llanura del Friuli en Italia, el bosque de Trnovo m el valle de Vipava, el golfo de Trieste y el Karst esloveno.
Que más ver en Brda
Una ruta más completa por Brda debe incluir el Castillo de Dobrovo donde también s epeude hacer una degustación de vinos, el puente natural de Krcnik, o los pueblecito de Kozana envuelto en viñedos, Vipolze y Medana.