Cerdeña ofrece muchas realidades, desde el balcón al mar de Cagliari, con su bastión orquestando el Mediterráneo, a la plácida Alghero, engalanada por su tradición coralina, o la excepcional Costa Esmeralda y el archipiélago de la Maddalena con sus playas de postal, y sin olvidar el montañoso interior con los pueblos orgullosos de la Barbaglia.
Pero si existiera una foto para descubrir la Cerdeña auténtica, reposada, la Cerdeña del buen vino bebido a sorbos, del Turismo Slow, esa sería la región del Sulcis Iglesiente.
La idea equivocada de que Cerdeña se ve en una semana, implica que a menudo el Sulcis queda fuera de los circuitos de los viajeros aprensivos. Sin duda se confunden aquellos que pretenden recorrer la isla de norte a sur sin pararse aquí. La zona suroeste de Cerdeña es más tranquila, menos exigente con los bolsillos, y sugestiva como pocos lugares, lo que es una invitación a quedarse unos días, o incluso volver a Cerdeña para conocerla en profundidad dedicándonos solo al Sulcis.
Nosotros la hemos saboreado en varios viajes, pero siempre se antoja corta la estancia para conocer tantos lugares y atractivos dispersos por su geografía. El Sulcis Iglesiente es uno de los territorios menos conocidos de Cerdeña. Tierra cautivadora y acogedora que parece modelada por los mismos estratos de mineral que se extrajeron de sus entrañas durante su apogeo minero.
Historia milenaria
Cerdeña habla por sí sola cuando analizamos su historia. Cruce de caminos en la historia económica del Mediterráneo, la región concreta del Sulcis Iglesiente es a escala pequeña, una acumulación de capas de ese tránsito. Los yacimientos fenicios abundan sobremanera, pero también hay templos romanos como el de Antas, nuraghes dispersos, torres aragonesas, castillos medievales y por supuesto huellas del pasado minero.
QUÉ VER Y HACER EN EL SULCIS IGLESIENTE
Pani Loriga, Monte Sirai
Los yacimientos de Pani Loriga y Monte Sirai son dos «libros abiertos» donde interpretar la historia antigua de Cerdeña. El poso histórico de Pani Loriga comienza cronológicamente con el repertorio de piezas de época prenurágica halladas en los tumbas excavadas en la roca. Los fenicios colonizaron el territorio y su impronta se palpa con los restos de su asentamiento datado en el siglo VIII-VII y su vasta necrópolis. En el Monte Sirai encontramos restos similares, con la peculiaridad de una tumba con el símbolo de la diosa Tanit esculpido a la inversa, con la cabeza mirando hacia abajo.
Otro lugar simbólico de la presencia fenicia y cartaginesa es el yacimiento de Sulky, origen de Sant Antioco y que con su topónimo da nombre a todo el Sulcis. Las excavaciones anexas al Museo Arqueológico testimonian uno de los asentamientos más importantes de fenicios, púnicos y posteriormente romanos. El repertorio de piezas halladas, ya sean de carácter simbólico, religioso o decorativo es simplemente único, y el recorrido por las salas del museo Ferruccio Barreca es de los que traslada al visitante al periodo de ocupación fenicia.
No lejos está el Museo del Mar, el MUMA, una propuesta fresca de desarrollo museístico que acerca al turismo a la realidad social de un pueblo pesquero que se transforma hacia una vocación turística.
Tratalias
Como en un viaje a la Edad Media, Tratalias es una capsula del tiempo en la que su abandonado centro histórico -a causa de las filtraciones provocadas por el cambio de cauce del Río Palmas – está siendo recuperado por artistas que rescatan viejos oficios, revalorizando las artesanías tradicionales de Cerdeña, diluidas con los modos frenéticos del consumismo.
La catedral románica-pisana de Santa Maria de Monserrato ejerce de catalizador turístico, y no es para menos ya que antes de que el obispado se trasladase a Iglesias, Tratalias era la sede religiosa.
La Tonnara de Portoscuso
Hubo un tiempo en el que la campana de la Tonnara de Portoscuso anunciaba la presencia de atunes en la costa, movilizando a todo el pueblo para proceder con el rito de la Mattanza. El sofisticado ejercicio de pesca, dirigiendo a los atunes con redes hacia la denominada Cámara de la Muerte, finalizaba siempre con capturas de ejemplares inmensos que se alzaban a peso con ganchos, en una ceremonia ardua y peligrosa. Al llegar a tierra el resto de la «cadena de trabajo» continuaba con la limpieza, despiece y conservación de los atunes. Hoy los viejos pescadores custodian cientos de historias sobre su juventud, y constituyen un museo etnográfico que acerca a los ignotos en la materia a los usos y costumbres de una de las tradiciones por excelencia de la Tonnara de Portoscuso, una de las más importantes del Mediterráneo.
Corazón minero
El paisaje del Sulcis se rompe a menudo con la figura de las antiguas maquinarias de extracción de mineral, con la forma de las vagonetas que transportaban la mercancía hasta la costa y con los caminos que llevan a las entrañas bajo tierra.
El siglo XIX supuso el impulso definitivo a la vocación minera que viene desde tiempos prehistóricos cuando el silex se pulía para fabricar armas y herramientas para la incipiente agricultura. Por primera vez el sector minero se convirtió en un polo de inmigración laboral llegada de diferentes puntos de la geografía de Italia, atraídos por la demanda de trabajo en las minas.
Según avanzaba el siglo XX el motor económico de la extracción de minerales se diluyó provocando una desertización del paisaje. Las minas dejaron de ser productivas y su cierre acarreó el abandono de los pueblos mineros como la Miniera Rosas de Narcao, hoy recuperada como experiencia sensorial ofreciendo alojamiento en las casas del antiguo pueblo de los obreros de la mina.
Un tesoro bajo tierra
Otras cavidades susurran las voces de los antiguos mineros, que con un esfuerzo invaluable horadaron la tierra para extraer minerales. Carbón, aluminio, plomo, zinc, galena (sulfuro de plomo) o calamina se han ido sistemáticamente extrayendo durante siglos, dotando al Sulcis de una fisonomía particular donde son frecuentes las huellas de minas, galerías y cargaderos.
La mina de Serbariu en Carbonia, Laveria La Marmora, Miniera Rosas, Portoflavia o la Galería Henry son ejemplos de arquitectura industrial recuperadas para el turismo con iniciativas que nos enseñan la dura vida de los mineros.
Su conjunto de estructuras, galerías y minas forma parte del Parque Geominero Histórico y ambiental de Cerdeña, reconocido por Unesco como patrimonio cultural.
Deporte y actividades al aire libre
Los escarpados acantilados del Iglesiente al norte, asomados a auténticas postales como el Pan de Zucchero proponen rutas de trekking de varios días, con paradas en las calas que se van sucediendo.
Al sur, la orografía más suave del Sulcis dunde la arena blanca de las playas de dunas en aguas plácidas como la franja que va desde Porto Pino a Is Arenas Biancas, salpicada de dunas.
En ambos territorios los itinerarios de bicicleta de montaña nos conducen tanto por pistas creadas específicamente para moverse y conocer los atractivos naturales, como por caminos más exigentes, donde los trialeros disfrutan abriendo camino entre lo agreste.
Paraíso marino, la costa del Sulcis se ha subido al vertiginoso salto de la vela del kitesurf, atrayendo a su litoral a amantes del dios del viento Eolo que se sorprenden con el maestral que bate de norte a sur recorriendo el este de Cerdeña.
Otros deportistas que combinan adrenalina, destreza y mucho temple son los escaladores que encuentran aquí varias paredes verticales que son retos envueltos en un marco natural incomparable. Tanto los que escalan las vías de Domusnovas, como los que se animan a la más sencilla pero espectacular pared del Pan de Azúcar, se convierten en embajadores de Cerdeña en el mundo.
Bajo la tierra, a veces protegidas por la coraza de una montaña cuevas y grutas: Is Zuddas en Santadi, Su Mannau al sur de Fluminimaggiore, o La grotta di San Giovanni en Domusnovas, tan grande que durante un tiempo se visitaba a bordo de un coche.
Gastronomía saludable
De la tierra también provienen algunos de los sellos gastronómicos del Sulcis. Las fiestas (sagre) son el reflejo de la importancia del buen comer en Cerdeña, una tierra que cuenta con uno de los índices de longevidad más altos del mundo. Allá por donde pasemos se suceden los mercados y las fiestas que celebran la recolección de productos estacionales como la uva para la vendimia, la alcachofa, el pan típico de la zona, la aceituna o la pesca de atún (con el Girotonno de Carloforte).
Una costa de ensueño
Cuando se habla de playas en Cerdeña surge la duda…Donde están las mejores? El Sulcis puede presumir sin ambages de contar con un buen puñado que pueden estar entre las imprescindibles. Cala Domestica, Porto Pino, Portixeddu, Cala Lunga, en la isla de Sant’Antioco, o La Caletta en Carloforte son solo una selección de un conjunto que se caracteriza por ofrecer playas ideales para cada viajero, ya sea relax, deportes naúticos, estancia en familia o soledad.
Para conocer la costa nada mejor que las excursiones en velero o zodiac (gommone) que circunnavegan junto a los acantilados mostrando grutas de colores volubles según la luz, o con formas curiosas como la Grotta Sardegna. Disfrutar de la vista del peñón del Pan de Azúcar o del balcón de Porto Flavia desde donde se cargaba mineral en los buques son un lujo visual necesario.
Pueblos con encanto en el Sulcis Iglesiente
En Cerdeña, muchas poblaciones durante la Edad Media se alejaron de la costa para evitar las continuas incursiones de piratas berberiscos. sin embargo hoy en día todas cuentan con su respectiva fracción costera, sus playas, y sus torres aragonesas construidas por los españoles cuando dominaban la isla.
Cada uno de esos pueblos asemejan ramas del mismo tronco, con historias particulares que nos hablan de unas raíces que no se diluyen. Portoscuso o Carbonia simbolizan esa transición.
Portoscuso muestra dos paisajes, mientras se mira al sur, las torres de la industria del aluminio casi agreden la vista. La frágil industrialización hoy semi apagada aportó un impuso económico alternativo al turismo o la agricultura, pero hoy afea el panorama.
En el otro lado de la balanza está el centro del pueblo, con su paseo marítimo, sus restaurantes, su propuesta familiar y la ya menciona antigua Tonnara, la más importante de Cerdeña y una de las históricas del Mediterráneo aún guarda los esqueletos de las barcazas que se utilizaban para la pesca de los atunes.
Carbonia es otro de los paradigmas de esta Cerdeña auténtica. Surgida de la nada como ejercicio de autosuficiencia energética durante el fascismo de Mussolini, el heliocentrismo económico y social entorno a la mina Sebariu comportó que durante décadas la población llegase a …habitantes que trabajaban de alguna forma en la mina. Hoy en día el espacio de la mina se ha recuperado como Museo de la minería, zona de eventos, centro de negocios y vivero de empresas.
Iglesias con topónimo español se convirtió en la capital de la región y es donde notamos más vida social. Paseando por sus calles advertimos edificios de gran belleza arquitectónica, ejemplo de las clases burguesas que hicieron negocio en los tiempos de florecimiento económico.
Los restos de las murallas, la iglesia del convento de San Francisco, la Cattedrale de Santa Chiara, los museos del Arte Minero y el Museo de las Máquinas, la fiesta de l’Assunta, con la procesión de los Candelieri, y por supuesto la innovadora oficina de Turismo de Piazza del Comune donde con gafas de realidad virtual 3D podmeos sobrevolar el territorio.
Al norte del Iglesiente encontramos Fluminimaggiore con sus característicos murales reproduciendo escenas de la vida cotidiana o de compromiso social. Desde allí se zigzaguea para llegar a la gruta de Su Mannau y el Templo de Antas, este último una oda a la belleza arquitectónica romana en armonía con la naturaleza.
Vacaciones activas
La costa no es el único argumento para convencer a los que buscan tranquilidad y una inmersión en la naturaleza del Sulcis Iglesiente. Los encantadores pueblos del interior dispersos por la región cautivan cuando aparecen tras campos de viñedos, que con su color verde de primavera y los tonos ocres y rojizos de otoño mutan como renovasen el filtro de unas gafas de sol.
La naturaleza se fusiona con la gente, con tradiciones de respeto y cuidado del entorno que aquí nunca se han perdido. En Sant’Antioco lo percibimos con sus pescadores, que cada día salen a faenar y acercar a la «terra ferma» el sabor de sus mariscos y pescados. O lo palpamos en S’Ortu Mannu, a las afueras del pueblo de Villamassargia , una campiña donde cada familia hereda el derecho de recoger las aceitunas de un olivo centenario, al que casi veneran cada domingo con un picnic bajo su sombra. Sa Reina, el olivo más viejo de Cerdeña parece un monumento. Imponente y elegante, nos hace pensar cuantas generaciones lo han respetado y ciudado.
Resumiendo…un Paraíso cercano
No hay razones para no acercarse a conocer el Sulcis, ya que a apenas una hora de Cagliari en coche, se puede llegar con el tren que desde el mismo aeropuerto enlaza con Carbonia e Iglesias, dos de sus principales centros neurálgicos, donde podemos dormir en sus hoteles y B&B.
Gracias a Visit Sulcis, y todo su equipo por su famtrip que nos ha permitido descubrir la madeja que con su hilo de Ariadna nos lleva al corazón de un laberinto de sensaciones. Gracias también a los hoteles Lu’Hotel en Carbonia, Euro Hotel en Iglesias y Lido degli Spagnoli Hotel en Postoscuso, que nos han hecho sentir como en casa. Y finalmente por supuesto a todas las entidades y espacios turísticos que nos han abierto sus puertas.