Ciudad Rodrigo siempre estuvo entre nuestra mente de viajeros e historiadores a partes iguales, esa ciudad amurallada entre cuyas fortificaciones laten siglos de antigüedad y de historia. Plaza fortificada entre Salamanca y Portugal en la que se sucedieron luchas y guerras, episodios de la historia de Castilla y León que muy pronto conoceremos más de cerca, en los escenarios en los que tuvieron lugar.
Conocer la historia primero a través de los libros es interesante, y se vuelve excitante cuando uno tiene en sus manos documentos de archivos históricos – los historiadores lo saben bien -. Pero hacer un viaje al pasado volviendo a pisar las calles, las murallas, los edificios, los monumentos,…donde tuvieron lugar los hechos históricos, es realmente emocionante. Un viaje en el tiempo en el que hay que hacer un esfuerzo histórico para situarse en otras épocas, y con los conocimientos que dan los libros, conseguir tener una imagen precisa de una ciudad viva, diferente a como la conocemos hoy en día.
Por suerte Ciudad Rodrigo mantiene un casco histórico muy bien conservado que nos ayuda a hacer ese viaje al pasado. Una buena parte de los conocimientos los pone nuestra guía Verónica Marcos, que se ofreció generosamente a hacernos una visita guiada a Ciudad Rodrigo, una visita de descubrimiento de una ciudad amurallada que tiene mucho que contarnos.
De Salamanca a Ciudad Rodrigo haciendo un alto en la Sierra de Francia. La belleza del Campo Charro
Después de nuestra visita a Salamanca, ciudad monumental cuyos ecos del tiempo se van poco a poco instalando en nuestra memoria, viajamos rumbo a Ciudad Rodrigo, esa ciudad fortificada de la que siempre hemos oído hablar y que al fin vamos a conocer. Pero antes decidimos hacer un alto en el camino, aunque ello suponga que nos desviemos un poco. Ya que queremos pasar por Sierra de Francia y parar en uno de los que dicen que es de los pueblos más bonitos de España: La Alberca.
Atravesamos solitarias carreteras en medio de un aguacero que por fin hace su aparición después de los dos días de sol que nos regaló Salamanca. Bueno para refrescarse del calor que comienza en este mes de mayo, aunque la lluvia no nos permita disfrutar del mismo modo el asombroso paisaje del Campo Charro, la bella dehesa salmantina. Sin embargo, la lluvia actúa como un manto que hace más extraordinario el panorama natural que pasa como fotogramas por el cristal de nuestro vehículo solitario.
No había visto nunca un paisaje de estas características y el asombro hace paso, poco a poco, a la fascinación. Paisaje de dehesa. Encinares redondeados se suceden en terrenos ligeramente ondulados, compuestos de encinas diferentes a las que conozco, o quizás es que aquí adoptan otras formas aún siendo los mismos árboles. Las encinas son apenas los únicos protagonistas de este paisaje mágico, se extienden hasta donde se pierde mi mirada. Quisiera parar a fotografiarlas, pero la lluvia no nos da tregua, entonces esos paisajes a falta de fotos, se quedan grabados en mi memoria. Por su belleza extraordinaria, extraña, insólita.
Y digo que las encinas son apenas los únicos protagonistas, porque en realidad hay otros personajes que destacan en este paisaje de la Sierra de Francia: los toros bravos. Entre encinares pacen tranquilos, lejos del mundanal ruido, libres en su hábitat natural. Ahora sí hago una parada para hacer fotografías, y se alejan un poco, con sus crías correteando detrás. Pero me da tiempo a admirar su belleza imponente y colosal, y aún los espío con mi teleobjetivo, que me los acerca, y los contemplo, majestuosos, seres tranquilos que no buscan más que esta paz y tranquilidad.
Nos adentramos poco a poco al corazón de la Sierra de Francia y el paisaje comienza a cambiar, llevándonos por bosques frondosos, por caminos que nos conducen a pueblos antiguos de Castilla y León. Llegamos a La Alberca bajo un chaparrón que no tiene la intención de escampar. Sentimos no poder visitar el pueblo como se debería. Aún así, atrevidos, decidimos adentrarnos por las callejuelas empedradas de La Alberca a su Plaza Mayor. Y agradecemos que haya soportales, esas calles cubiertas de arcadas que tan bien abrigan al paseante de la lluvia, y que conocemos también de otras ciudades como Betanzos de los Caballeros, Avilés, Ezcaray o Santiago de Compostela, ciudades de lluvia.
Apremiadas por el aguacero, dejamos La Alberca prometiéndonos volver para visitarla sin prisa y con sol. Y también la Sierra de Francia, llena de pueblos con encanto, como San Martín del Castañar o Miranda del Castañar, promesas de rutas de senderismo y paisajes espléndidos desconocidos para nosotros hasta el momento.
Bienvenidos a Ciudad Rodrigo. Alojados en una cárcel
Nos recibe Ciudad Rodrigo con menos lluvia, vemos la ciudad amurallada en lo alto de una colina, imponente, magnífica, esperándonos. Las ciudades de noche tienen un encanto especial, y Ciudad Rodrigo se presenta aún más bella de lo que es con sus monumentos y calles iluminadas.
En la Plaza Mayor se encuentra el singular alojamiento donde nos hospedaremos: un magnífico edificio neoclásico con una larga balconada de hierro forjado, que fue en otros tiempos la Audiencia, la cárcel real. Allá por el año 1580 se construyó en un espacio donde había antes casas nobles. Es extraño estar hospedado en un lugar que fue prisión, aún más teniendo en cuenta que todavía se conservan dos antiguas mazmorras en la parte baja.
Todavía tenemos tiempo para dar un corto paseo por esta plaza donde se hayan edificios importantes que forman parte del conjunto histórico-artístico de Ciudad Rodrigo, como el extraordinario Ayuntamiento y la Casa del Primer Marqués de Cerralbo, ambos del siglo XVI. Y también para tomar unas tapas en alguna de las tabernas del casco antiguo, antes de retirarnos a nuestro particular alojamiento.
Visita guiada por Ciudad Rodrigo
Amanece nublado en Ciudad Rodrigo, incluso el sol se asoma entre las nubes de vez en cuando. No podemos pedir más teniendo en cuenta la que cayó el día anterior. Creo que podremos disfrutar de la visita guiada por Ciudad Rodrigo. Delante del espléndido edificio del Ayuntamiento nos espera nuestra guía Verónica que pasará un buen rato con nosotros contándonos la historia y los secretos de Ciudad Rodrigo.
A la luz del día, la Plaza Mayor luce magnífica, y eso que es una pena que se utilice como aparcamiento – por muy práctico que sea -. La imagino vacía de vehículos, tal y como sería en otras épocas del pasado, llena de gente y de vida, de los quehaceres del día a día, centro neurálgico de Ciudad Rodrigo. Por la belleza de los monumentos que ahí se hallan – y por los que veremos más tarde a lo largo de nuestra visita – comprendemos que el recinto amurallado de Ciudad Rodrigo haya sido declarado conjunto histórico-artístico desde 1944.
Comienza nuestra visita guiada contemplando el ayuntamiento, que destaca porque es diferente a muchos otros edificios del siglo XVI, de una belleza que impresiona, con su pórtico inferior, su galería superior renacentista con arcos sobre columnas con capiteles platerescos, y las dos torrecillas cilíndricas de los extremos. Quizás lo que marca la diferencia es lo que nos cuenta nuestra guía: que a principios del siglo XX se hizo una ampliación del edificio añadiéndose un ala entera idéntica a la que ya existía. Esta ampliación lo hace aún más majestuoso y bello.
Sigue nuestra ruta por las callejuelas empedradas de Ciudad Rodrigo, para nosotros la mejor forma de conocer un lugar, caminando, perdiéndose por sus calles, descubriendo rincones, intentando imaginar cómo sería en tiempos pretéritos.
Llegamos a la Casa de los Vázquez, sede de Correos desde 1944, un edificio del siglo XVI cuya portada gótica nos deja sin palabras puesto que está abierta en ángulo con alfiz de líneas puras, lo que la dota de cierta singularidad. También a esta contribuye el sorprendente arco de medio punto, pero con exterior ojival. El edificio nos llama la atención por sus rejas platerescas bellísimas, y por el artesonado de sus techos interiores. Entramos a comprar unos sellos para admirar estos magníficos artesonados, ya que no se puede visitar masivamente dentro de un marco de visitas turísticas, para evitar daños en los suelos interiores. Vale la pena entrar para admirar esta auténtica obra de arte.
Me emociona que Correos esté en este espléndida Casa noble. En mis viajes giroscópicos siempre busco los edificios de Correos y Telégrafos, que hablan de comunicación entre las personas, de cartas con hermosos sellos que viajan en el tiempo y en el espacio atravesando océanos, llegando a tierras lejanas. Hoy en día puede parecer extraña esta pasión, metidos como estamos en plena Era de Internet…Tiene algo de nostálgico quizás, de romanticismo, pero vuelvo a viajar en otros tiempos en el que las comunicaciones comenzaban y eran revolucionarias. Es necesario repensar la historia para comprender nuestro presente. Y si reflexionamos bien, habría que preguntarse si los grandes avances de hoy están sirviendo – sin negar el evidente progreso en muchos aspectos – para que haya una comunicación real, entre las personas.
En fin, sigo feliz la ruta, después de haber conocido otra casa de Correos y Telégrafos que guardaré junto a las otras que fui encontrando a lo largo de mis viajes.
Escudos torcidos en casas y palacios de Ciudad Rodrigo
Antes de continuar, tengo que contarles algo que llama poderosamente nuestra atención: los escudos torcidos que se encuentra en el edificio de Correos y en muchos otros edificios que veremos en nuestra visita guiada por Ciudad Rodrigo. Nuestra guía Verónica nos cuenta que según la leyenda, se colocaban en las casas con hijos bastardos. Los veremos en muchas otras casas y palacios de Ciudad Rodrigo, y nos produce extrañeza. Si nos ponemos en el lugar de los pobres hijos bastardos, supongo que no les hacía mucha gracia, ya que estaban de alguna forma marcados. No es que hoy en día eso de marcar a la gente haya cambiado mucho, lo hacemos de otras formas más sofisticadas.
La Muralla de Ciudad Rodrigo
Casi sin darnos cuenta nos encontramos en el recinto amurallado de Ciudad Rodrigo, recorriendo el adarve o paseo alto, al tiempo que disfrutamos de unas espléndidas vistas panorámicas del entorno. Contemplamos desde las alturas el río Águeda, el puente medieval construido sobre otro de época romana, el campo charro,…hasta que nuestra mirada se pierde en el horizonte.
Imaginamos Ciudad Rodrigo en el siglo XII, cuando se construyó la muralla primitiva, época de la repoblación definitiva de la ciudad decidida por el rey Fernando II de León. Discurre a lo largo de 2 kilómetros, impresionantes muros almenados de unos 8 metros y medio y anchura de dos metros. Posee cinco torres, a las que se sumaría en el siglo XIV el Alcázar. Incluso la catedral de Ciudad Rodrigo, construida en el siglo XII, tiene también el aire de fortaleza.
La fortificación cambió durante la Guerra de Sucesión, entre 1707 y 1710, cuando se decidió fortificar la ciudad siguiendo modernos modelos de defensa militar. En lugar de almenas y merlones se pusieron cañoneras; se pavimentó el adarve para facilitar el acceso de cañones y el movimiento de los soldados; se construyó un sistema de fosos, baluartes y revellines, y garitas de vigilancia. Y las soberbias puertas que se abrieron para acceder a la ciudad, de las que quedan seis.
Imagino la forma de estrella típica de las fortificaciones modernas, siguiendo el sistema abaluartado del ingeniero francés Vauban, constructor de tantos baluartes en Francia. Y que también tienen algunas localidades portuguesas fronterizas a Ciudad Rodrigo, como Almeida.
Es un placer recorrer el recinto fortificado de Ciudad Rodrigo, admirando las vistas panorámicas de la ribera del río Águeda y poniéndonos en el lugar de los soldados que defendían la ciudad en tiempos de guerra.
Ciudad Rodrigo, la ciudad de los mil y un palacios
Continuamos nuestra visita por el casco histórico de Ciudad Rodrigo, que posee un patrimonio monumental religioso y nobiliario que impresiona. Podría decirse que es la ciudad de los mil y un palacios, tantos son los palacios y casas nobiliarias que se encuentran en Ciudad Rodrigo, la mayoría de ellos en un excelente estado de conservación. Está la Casa de los Miranda (s. XVI), en la plaza de San Salvador, bellos palacios como el Palacio de los Castros (de estilo Gótico plateresco), el Palacio de los Águila, el Palacio de Montarco, el Palacio de los condes de Alba de Yeltes, la Casa de Miranda – O Campo, la Casa de los Cuernos, la Casa de los Gómez de Silva,… Gran parte de los palacios de Ciudad Rodrigo son del siglo XVI, excepto el de la Marquesa de Cartago, que es de finales del siglo XIX, de estilo neogótico.
Pasamos por la Casa de los Velasco, que se encuentra en la Plaza de Amayuelas, detrás de la catedral. Entramos en el patio del Palacio de los Águila, de estilo plateresco, en cuyas columnas podemos ver los escudos de los linajes. Este bello palacio se utiliza actualmente como sala de exposiciones y de diferentes eventos culturales. Una pena no tener tiempo para ver la exposición de dibujos de Unamuno o la de la Guerra de la Independencia que hay en el Palacio de los Águila.
Tendríamos que pasarnos varios días en Ciudad Rodrigo para conocer y reconocer toda su espléndida arquitectura civil. En este viaje nos contentamos por admirar las fachadas de los hermosísimos palacios que vemos recorriendo el casco antiguo con nuestra guía.
Patrimonio monumental religioso de Ciudad Rodrigo
En cuanto al patrimonio monumental religioso de Ciudad Rodrigo se encuentra, claro está, la Catedral de Santa María. La lluvia nos impide admirarla, ni siquiera podemos entrar porque está cerrada. Pero somos conscientes de que estamos ante uno de los monumentos más importantes de Ciudad Rodrigo. Al parecer, forma parte del llamado “Grupo de Salamanca” en el que también está la Catedral Vieja de Salamanca y la Catedral de Zamora – que pudimos visitar en este mismo viaje -, además de la Colegiata de Toro. Tienen en común las similitudes de estilo. Fueron construidas en el siglo XII, en estilo Románico tardío, aunque con elementos góticos.
La Catedral de Santa María de Ciudad Rodrigo está considerada como uno de los mejores complejos de este estilo en Castilla y León. En el siglo XVIII se amplió y reformó, y se construyó el campanario neoclásico.
Otros edificios religiosos de interés patrimonial que posee Ciudad Rodrigo son: la Capilla del Cerralbo (estilo herreriano), las iglesias románicas de San Andrés y San Pedro, la iglesia de San Agutín, de estilo Gótico tardío y los restos del convento franciscano.
Dejamos para otra ocasión la recomendación que nos hace nuestra guía de visitar uno de los museos más originales de Castilla y León: el Museo del Orinal. Fruto de la colección de José María del Arco, que restauró estos objetos. Un museo extraño, diferente y original situado en un magnífico edificio del siglo XVIII, en la Plaza de Herrasti.
Nos despedimos de nuestra guía que nos ha contado en tiempo record un buen pedazo de la historia de Ciudad Rodrigo, llevándonos de visita por su espléndido conjunto histórico-artístico, y contándonos anécdotas que de otro modo no sabríamos.
Andalucía en la Plaza del Buen Alcalde
Sale de nuevo el sol y todavía tenemos tiempo, ya sin nuestra guía, de recorrer algunos lugares más de Ciudad Rodrigo. La Plaza del Buen Alcalde choca un poco con el conjunto monumental de Ciudad Rodrigo. Su estilo no tiene mucho que ver con el resto, y sin embargo casa perfectamente con él. Con sus arcadas sobre pilares, las paredes encaladas y techos de madera, recuerda a los patios andaluces. Un buen lugar para el mercado semanal que seguro llena de vida esta plaza luminosa y colorida.
La plaza está dedicada al alcalde Manuel Sánchez-Arjona de Velasco, que parece que dejó un buen recuerdo a los habitantes de Ciudad Rodrigo entre 1925 y 1929 inaugurando una era de progreso y resurgimiento de la villa. Él promovió la restauración del Alcázar , convirtiéndolo en museo y parador, al que dirigen nuestros pasos.
La imponente Torre del Homenaje de Ciudad Rodrigo y el Verraco
Volvemos al recinto amurallado de Ciudad Rodrigo al que se integró el Castillo de Enrique II de Trastámara, que contribuyó a la protección de la ciudad. Además se ubicó en una zona escarpada de roca viva sobre el río, completamente inaccesible para los potenciales enemigos de la ciudad.
El castillo destaca actualmente por su imponente Torre del homenaje construida en el siglo XVI junto con estancias palaciegas. La torre tiene tres plantas con ventanas ojivales y está rodeada por una muralla con torres defensivas levantadas en 1506. La construcción original era una fortaleza anterior edificada en 1372 en estilo leonés.
En 1931 se convirtió en Parador Nacional, el cuarto que se creó en España. Se puede acceder a su interior aún sin ser huésped y así entramos en este magnífico castillo tan espectacular por fuera como por dentro. Nos dirigimos al salón a disfrutar de la tranquilidad del parador tomando un café, contentos por poder estar en un lugar con tanta historia.
A la salida nos dirigimos a los jardines del Parador Nacional, una magnífica terraza que mira al río Águeda, al puente romano de Ciudad Rodrigo y a los paisajes del Campo Charro.
Volviendo sobre nuestros pasos, admiramos una vez más la Torre del Homenaje y no podemos dejar de contemplar la estatua zoomorfa que se encuentra a la entrada: el famoso verraco (cerdo semental), cuyo origen está en el pueblo prerromano de esta zona de Castilla y León: el pueblo celtíbero de los Vetones, que vivían de la ganadería de subsistencia.
El verraco de Ciudad Rodrigo recuerda a los Toros de Guisando de la provincia de Ávila, un conjunto escultórico de granito que representa verracos. No se tiene conocimiento de la función de estas esculturas, pero se cree que tiene que ver con la importancia de la ganadería para este pueblo (¿protectores de ganado? ¿hitos para delimitar terrenos de pastoreo?).
En todo caso, volvemos a viajar al pasado lejano a través de los monumentos de Ciudad Rodrigo.
Disfrutando de la gastronomía mirobrigense. Descubrimos el restaurante Zascandíl
A la hora de comer decidimos dar una vuelta por algunos de los bares de Ciudad Rodrigo para probar sus tapas y especialidades gastronómicas. Entre ellas está el farinato, un embutido típico que se suele servir con huevos – de hecho a los habitantes de Ciudad Rodrigo, además de mirobrigenses, se les suele llamar «farinatos« – las “patatas meneás” o el hornazo, una especie de empanada que contiene piezas de chacina (chorizo, lomo y jamón). En cuanto a los postres, está el bollo maimón, un delicioso pastel casero, las perronillas, unas pastas hechas con aceite, licor y alguna especia. Es un placer degustar algunas de las especialidades de los lugares que visitamos.
Buscando un lugar para comer dimos con el restaurante Zascandil, que ya nos llamó la atención el día anterior por su gracioso nombre y después por su llamativa entrada, con farolas con grandes bolas y enormes flores de papel decorativas en la puerta. Al entrar vimos ya que era diferente, con una de sus paredes cubiertas de flores, la carta elaborada con un cuidado especial y una originalidad desbordante, tanto en forma como en contenido. En forma, porque una de ellas era como una cámara fotográfica que contenía fotos antiguas de ciudades con su tapa correspondiente. La carta de los postres era igualmente singular, una caja que se abría y desplegaba como si fuera una flor, y ahí aparecían delicias inimaginables.
Y los platos del Zascandil, pura delicia, una cocina en miniatura excelente, cosmopolita, sin olvidar la gastronomía mirobrigense. Probamos manjares como “sashimi de bacalao con jengibre y lima”, una “mini tortilla de patata con salsa de boletus”,…por no hablar de los postres, una “crema de queso con frambuesas” que se deshacía en la boca. Se nota la profesionalidad y originalidad en la elaboración de las tapas, y por supuesto en la atención, elegante y exquisita. Además, en el Zascandil renuevan la carta cada cierto tiempo, así como la decoración del restaurante. Desde luego, a sus dueños no les faltan ideas y pasión.
Nos gustó mucho encontrar vinos de la región, por cierto, un gran descubrimiento. Ni si quiera sabíamos que en esta zona de Castilla y León había tan buen vino. En otra ocasión que volvamos, pensamos hacer una ruta enoturística.
Pasamos un momento muy agradable y comimos de maravilla. Y eso que todavía no estaba preparada la terraza exterior, en la que se debe estar estupendamente en pleno casco urbano de Ciudad Rodrigo. Seguiremos en el futuro el recorrido de estos restauradores apasionados.
Despedida de Ciudad Rodrigo. Portugal en el horizonte
Debemos despedirnos de Ciudad Rodrigo, aunque la ciudad merece una visita más larga. La razón es que Portugal está en el horizonte. Una frontera cercana y años de historia común unen Ciudad Rodrigo a Portugal, aunque la mayor parte del pasado por conflictos bélicos. Podría decirse que la fortificación de Ciudad Rodrigo evolucionó al ritmo de dichos conflictos.
Afortunadamente, en la actualidad Ciudad Rodrigo y la Beira Alta están unidas por fines más pacíficos. Numerosos visitantes llegan a Ciudad Rodrigo para disfrutar de una jornada en esta ciudad monumental. Los mirobrigenses, en su caso, viajan a Guarda o Almeida para admirar una vez más la belleza del patrimonio monumental, paisajístico y gastronómico de la siempre fascinante Portugal.
Nosotros haremos lo mismo en breve, llevándonos imágenes de una de las ciudades amuralladas más bellas de España, que guardaremos en nuestra maleta de viajeros para luego sacarlas para admirar de nuevo la riqueza de nuestro patrimonio monumental y viajar a tiempos pretéritos que conviene no olvidar.
Agradecimientos
Agradecemos esta visita guiada de la Ciudad Rodrigo a Verónica Marcos, guía oficial de turismo e integrante de la Asociación de Guías Oficiales de turismo de Ciudad Rodrigo (AGOTCIR), creada junto a otras dos jóvenes en 2012. Gracias a ella conocimos el riquísimo patrimonio monumental de la ciudad, un trozo de su historia, curiosidades y leyendas. Le agradecemos su generosidad y amabilidad. No olviden pasar por la Pastelería Marcos, para probar las deliciosas especialidades mirobrigenses.
También agradecemos la cortesía de María Jorge, de la Oficina de Turismo de Ciudad Rodrigo, toda la información tanto en papel como de palabra que nos brindó ayudándonos a conocer mejor Ciudad Rodrigo.