Hace millones de años la gestación de un bello paraje de formaciones geológicas tuvo lugar en la Costa Norte de Irlanda. Una intensa actividad volcánica se sucedió y el dramático enfriamiento del material magmático trajo como consecuencia ésta maravillosa estampa natural llamada la Calzada de los Gigantes.
Una huella del pasado de la tierra que deja constancia de los cambios salvajes experimentados en el planeta antes de que nuestro paso humano pisase siquiera.
Para la ciencia, esa es la explicación de ésta maravillosa obra de la naturaleza, pero para la vasta imaginación humana, un relato fantástico cobró vida, su protagonista: el Gigante Finn McCool, «ingeniero» de la Calzada de los Gigantes.
El mito de Giant’s Causeway
Cuenta la leyenda que un par de personajes tuvieron ingerencia en la creación de ésta impresionante formación basáltica de más de 40,000 bloques rocosos hexagonales.
El gigante irlandés Finn McCool y el escocés Benandonner tenían cierta rivalidad, así que McCool se dio a la tarea de construir la Calzada en cuestión para llegar hasta Escocia sin mojarse los pies y enfrentarse a Benandonner, pero cuál fue su sorpresa al ver que el tamaño de su gigante rival era descomunal, por lo que despavorido, huyó a casa y le relató lo acontecido a su esposa Oonagh.
Oonagh tuvo la acertada y brillante idea de vestirlo de bebé, así cuando Benandonner siguió de vuelta la Calzada del Gigante Finn McCool para ir en su pesquisa, se encontró con la mujer de éste, quien le dijo que su marido no se hallaba en casa y que lo buscara con propios ojos si no le creía, Benandonner así lo hizo y al abrir la habitación del “bebé” y ver el tamaño del mismo, pensó:
“Si éste es el tamaño del hijo, ¡cómo será el del padre!”
Convencido de que era una empresa infructuosa, emprendió despavorido la huída a Escocia y se dice que por la premura de sus pasos, destrozó una parte de la calzada que llevaba hasta allí.
Una graciosa anécdota que no sólo es relatada durante el tour del Giant´s Causeway, sino que también cualquier irlandés podrá contarte con “pelos y señales” a la menor provocación o al calor de una buena cerveza en cualquier pub.
He de reconocer que a partir de unas cuentas fotos vistas por allí y de experiencias de otros amigos viajeros, nuestras expectativas no eran ni mucho menos fantásticas, como la leyenda o siquiera ambiciosas, pensábamos que estaba magnificado el fenómeno de la Calzada de los Gigantes y es que, sólo hay tres formaciones así en el mundo y nosotros ya conocíamos previamente una de ellas, “Los Primas Basálticos” de Santa María Regla en el Estado de Hidalgo en México, que son bastante bonitos y de una altura considerable, por lo que, creíamos que éstos se quedarían pequeñitos y nos equivocamos categóricamente.
Como antesala, basta decir que el mero paisaje que discurre desde las instalaciones de salida del complejo del Giant´s Causeway hacia la Gran Calzada, ya sólo merecen la pena.
Un maravilloso contraste de colores que en un día soleado, relucen entre ocres, verdes esmeralda, el negro de la piedra volcánica, el amarillo de las florecillas que silvestres se apostan a la orilla, los altos acantilados que se yerguen esplendorosos abrazando nuestra existencia. Ese Gigante Finn McCool no sabía nada. ¡Vaya paraíso tenía por hogar!
Nuestros pasos siguen pues curiosos, la línea del camino de costa que nos ofrece divertidas formaciones, como un camello en posición de reposo, o las múltiples rocas apiladas que se asemejan a un «centenar de cebollas» que parecen haberse quedado a merced del mar, quien va descubriendo poco a poco las capas de su piel. Ya a lo lejos, se perciben las siluetas diminutas de los visitantes que intrépidos se hallan repartidos en los basaltos poligonales.
Conforme nos acercamos el espectáculo se torna cada vez más majestuoso, cientos de rocas de variedad de tamaños se abren paso a nuestros pies, parecieran cortadas con perfecta precisión. Las caminamos, las escalamos con tiento, nos detenemos y miramos a nuestro alrededor, inmensidad de ángulos fotográficos se presentan, queremos capturar toda esa belleza, pero quizás se escape a nuestras lentes y qué mejor, porque así ustedes podrán vivirlo, desde su óptica, bajos sus colores.
Dan ganas de sentarse en lo más alto de éstas rocas y contemplar el paisaje, el mar que acaricia suave su estoicidad, la brisa que le acompaña y un sol que ha sido amable con nosotros durante todo el viaje y que juntos, conforman el instante idóneo para entrar en un sueño mágico y recrear divertidos la historia de Finn McCool y subir a una de sus inmensas manos y que nos eleve a la cima del acantilado que hay detrás nuestro para admirar desde allí la grandeza de éste pedacito del mundo.
Pero como Finn hace mucho que parece haber marchado, tendremos que subir por propio pie la vereda de vuelta en color rojo que nos marca el mapa turístico del Giant´s Causeway, esa que promete vistas desde la cresta de esos gigantes promontorios que han quedado en lugar de McCool como torres vigías de ese trocito de mar.
Y así nos aventuramos a abandonar el sendero marcado en color azul, que es más bien llano y de fácil andar -que de vuelta se puede hacer también en bus-, para adentrarnos en aquel que ya avisa tiene zonas abruptas y 167 escalones por ascender.
Nos quedan 30 minutos para que se cumpla la hora de quedada en el tour que nos ha traído y preguntamos precavidos la duración del trayecto a un par de amables chicos, -empleados del parque- que nos adelantan que esa ruta tarda en andarse unos 45 minutos.
Somos decididos y ya hemos estando en periplos similares como para abandonar ahora el completar el circuito y admirar la Calzada desde todas las perspectivas posibles, así que ¡allá vamos!.
A paso apurado y ligero ascendemos entre los caminos serpenteantes que se elevan salvando pronto un considerable desnivel, vemos las capas geológicas que con sus colores anuncian sus años, sus etapas, sus movimientos, su historia. Una maravillosa inmensidad de formas, colores y majestuosidad se presenta ante nuestros ojos, conforme ganamos altura.
Alcanzamos al fin la escalinata y nos parece breve, quizás le hemos imaginado una tarea más ardua y ahora nos resulta más amable la subida, o será que las espectaculares vistas lo valen. Ahora tenemos debajo de nuestras rodillas esa inmensidad, desde arriba se puede intuir mejor la anchura y longitud de la Calzada, cierto es que pareciera extenderse con el fin de tocar la otra punta de la tierra, de Escocia, como narra la leyenda.
Nos tomamos deliberadamente un par de minutos, -aunque el reloj apremia -, pero hemos logrado orgullosos un tiempo récord de ascenso, -unos 20 minutos- así que ¡nos los merecemos! y ahora en otros 10 ó 12 lograremos volver a nuestro punto de partida, sin dejar de admirar el paisaje durante todo el trayecto y haciendo alguna foto para llevarnos un poquito de éste rincón del Norte de Irlanda.
Ya en el museo aprovechamos para echar un vistazo. Nos hubiera encantado gozar de un poquito más de tiempo para recorrerlo, parece divertido, didáctico e interactivo.
John, el manager del National Trust que se encargan de la conservación de la Calzada de los Gigantes, quien gentilmente nos recibió a la llegada, nos contó del interesante proyecto llevado a cabo para reconstruir el Museo a partir de materiales locales respetuosos con el medio ambiente, así como de todas las iniciativas que se llevan a cabo. Como ejemplo, en la tienda del museo podemos encontrar productos hechos por manos artesanas con materia prima obtenida delos pueblos del norte de Irlanda.
Para hacer los recorridos del Giant´s Causeway disponen de audioguías en 11 idiomas y se puede hacer el trayecto azul a pie y volver en el servicio de autobús que pone a disposición el National Trust para aquellos que prefieren o por diversas razones no puedan regresar andando.
La visita obligada a éste impresionante punto de la costa irlandesa es sin duda un imprescindible, que no por nada se ha ganado la categoría de Patrimonio de la UNESCO.
Cómo llegar a la Calzada de los Gigantes
Giant’s Causeway se encuentra en el Condado de Antrim, entre las ciudades más grandes de Irlanda del Norte: Derry y Belfast. Se pueden contratar tours privados o como hemos hecho nosotros por cortesía de Visit Belfast y la empresa de excursiones McCombs, una ruta organizada para visitar diferentes sitios a lo largo del trayecto, con un chófer / guía que nos habla de la historia de cada lugar. Otra opción es alquilar un coche y hacer el recorrido por cuenta propia, aunque hay que tener en consideración, que la conducción en Reino Unido es al lado contrario, así que hay que estar preparado para no despistarse.
Tours organizados a la Calzada de los Gigantes
Desde Belfast y Derry hay excursiones para conocer la calzada de los Gigantes y otros puntos de la costa del Norte de Irlanda.
Maria Solaz Roig
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Excelente lectura!
Teneis la dirección de la Empresa McCombs?
Gracias
Maria
El Giróscopo Viajero
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Hola María, no pero te dejamos un enlace con excursiones a la Calzada de los Gigantes – Giant’s Causeway desde Belfast y Dublín https://www.getyourguide.es/s/?partner_id=B01DE&q=Giant%27s%20Causeway
Otger
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Hola!!
Un articulo muy interesante y muy informativo!!
Tengo una duda, cuanto rato es necesario para visitar la calzada de los gigantes? Entiendo que cada uno tiene su ritmo, pero se puede ver en una mañana o es mejor detinar todo un dia?? A parte de tours, hay algun bus publico que te lleve hasta allí?
Muchisimas gracias y gracias por el trabajo!!
El Giróscopo Viajero
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Hola Otger!
Gracias. La Calzada de los Gigantes se puede ver en una mañana, en tres o cuatro horas. Merece la pena verlo tranquilo. Para llegar en transporte público hay autobuses, aunque algunos son estacionales en verano. Estos son algunos: Ulsterbus Service 172; Goldline Service 221; Causeway Rambler Service 402; Open Top Causeway Coast Service 177; Antrim Coaster Service 252.En la web de Translink puedes encontrar información detallada de los buses. Buen viaje a Irlanda del Norte.