Castro Urdiales es una de las más bellas villas marineras del Cantábrico, y una de nuestras ciudades preferidas para hacer excursiones por el Este de Cantabria. De hecho ya hemos escrito en otras ocasiones de las culminaciones de Buciero en Santoña de la visita a Bodegas Vidular o de la Playa de Arenillas en Islares.
Desde la antigua Flaviobriga romana salen varias rutas de Vías Verdes que el Ayuntamiento ha ido recuperando para crear caminos que discurren por las antiguas vías de tren. Los raíles han dejado paso a caminos históricos que tratan de recuperar el pasado minero que transformó el territorio.
Un pasado marinero y minero
Castro Urdiales es sobradamente conocida por ser una de las villas medievales más importantes tanto en la pesca o comercio, pero muchos desconocen o tienen una idea difusa sobre el pasado minero y las vinculaciones con la extracción de mineral y el proceso metalúrgico o siderúrgico de Vizcaya, además de los miles de toneladas que iban al mercado holandés y británico.
Los «esqueletos» de cargaderos como el de Dícido (el nombre lo hereda de la empresa que promovió el primer cargadero, la Dícido Iron Ore Company Limited) en Mioño, o los túneles que salvaban los desniveles de la abrupta geografía costera son testimonio vivo de esa historia, que no conviene olvidar. Cantabria llegó a tener en sus costas 7 de los 13 cargaderos de mineral que existían en todo el territorio español.
Aprovechando el sol de verano que no siempre acompaña nos decidimos a recorrer la ruta que desde la playa de Brazomar, atraviesa el túnel hasta la vecina Mioño, desde donde seguimos el riachuelo que desemboca en el mar, sobre la pequeña playa de Mioño. Desde aquí apenas hay un kilómetro hasta el Cargadero de Dícido.
Mioño y la recuperación turística de arqueología industrial
Mioño no ha perdido esa ligazón con su no lejano pasado, y de forma meritoria mantiene presente esa llama. Gracias a la Vía Verde de Castro-Traslaviña que se desvía después del túnel hacia cargadero, a las esculturas que encontramos en el municipio, o actividades como concursos de poesía minera, tanto la gente local y los viajeros podemos palpar aún con los dedos y los ojos el sabor minero.
El anteproyecto de 2007 que pretendía convertir a Mioño en un Parque Minero quedó interrumpido con la recuperación del cargadero que hoy permanece cerrado con una valle que avisa sobre la prohibición de acercarse. A pesar de adecentarse el acceso y proteger el camino de las rocas que se desprenden de la colina con redes de metal, la situación que vive el camino en su tramo final es confusa, por un lado está cerrada pero al mismo tiempo es posible visitarla. Ello ha impedido que la visita al cargadero permanezca abierta y segura, a causa de las obras de acondicionamiento que siguen en punto muerto.
La importancia del cargadero no sólo se reduce a la circunscripción territorial, si no que el cargadero de Dícido es el último ejemplo de cantiléver en España, y uno de los pocos que sobrevive en todo el mundo. El cantiléver era una técnica de construcción de puentes y voladizos
Ruta por la Vía Verde
Desde Castro Urdiales nos dirigimos al túnel que enlaza horadando la montaña con Mioño. Nosotros lo conocemos desde hace años, pero no es muy complejo llegar, incluso si preguntamos a la gente nos lo indicarán sin problema.
Antes de llegar al túnel el apeadero de piedra nos invita a imaginar una de las paradas del ferrocarril del mineral. El túnel tiene una profundidad de casi 400 metros y es muy utilizado por deportistas que van corriendo o en bicicleta o simplemente por los vecinos de Mioño y Castro que con la apertura del túnel tienen un paso peatonal iluminado para pasear.
Después de salir a la luz dejamos atrás un invernadero que vende plantas a la izquierda y un restaurante a la derecha, y al fondo divisamos la antigua estación de tren. Antes de llegar torcemos a la izquierda y descendemos hasta llegar a la carretera nacional, que atravesamos camino de la playa.
Junto al parque con una fuente observamos la señal que indica el camino peatonal que sigue el cauce del río. El camino peatonal tiene varios paneles que hablan sobre personajes de la mitología cántabra.
Antes de llegar a la playa advertimos a la izquierda la escuela hípica de la Gerencia, que también tiene una carretera que llega hasta la playa, aunque nosotros preferimos el paseo peatonal junto al río.
Al llegar al mar el sol calentaba y en la playa de Mioño la gente se divertía en el agua. En el extremo a la derecha de la playa está la escultura que recuerda la labor de los animales, especialmente caballos y burros en el sector minero. Desde aquí la figura del cargadero de Dícido ya nos sorprende con su mirada impertérrita hacia el mar Cantábrico.
Después de sacar unas fotos cruzamos el pequeño puente que ya nos acerca al camino que lleva al antiguo cargadero. Antes de llegar al cargadero pasamos por delante de los antiguos talleres, un edificio de ladrillo engullido por la vegetación. A la derecha, sobre las rocas se distingue el muelle donde atracaban los navíos para cargar el mineral antes de que el cargadero estuviera proyectado.
A pesar de estar oficialmente cerrado son muchos los curiosos y turistas que desafían la valla, simplemente pasando por un hueco que hay en el lateral. Si continuamos el tramo hacia el cargadero observamos que muchas de las traviesas de madera se han reutilizado como listones de madera en los laterales del camino. Varios paneles informativos muestran explicaciones sobre la historia y las técnicas empleadas en los diferentes estructuras de metal.
El cargadero que observamos hoy es el tercero ya que los dos precedentes fueron sustituidos cuando el primero fue destrozado por el mar y el segundo fue literalmente detonado por las tropas republicanas en su huida ante el avance de las tropas franquistas durante la Guerra Civil Española.
Las minas a cielo abierto que proveían de hierro estaban relativamente cerca del cargadero, destacando la denominada como Anita, y venían transportadas en vagonetas hasta el puerto de Castro Urdiales en primera instancia y Mioño posteriormente cuya cercanía lo hacía más factible.
Los primigenios sistemas de transporte y carga fueron evolucionando, desde el desplazamiento aéreo, la tracción animal, el uso de tecnología a vapor, eléctrica y diésel; o en los sistemas de carga con el más básico que consistía en mano de obra que cargaba el mineral con cesto en barcazas que luego transportaban la carga hasta los barcos más grandes fondeados frente a Mioño. Posteriormente, en 1886 se habilitó un muelle con un espigón con pilotes o puente flotante que fue destruido tras un fuerte temporal en 1894.
Fue entonces cuando la Dícido Iron Ore impulsó el sistema de cantiléver que ya estaba en funcionamiento en el cargadero cercano de Setares. La estructura fue ejecutada por la empresa belga de Auguste Lecoq de Hal en el año 1896, sobre un diseño del ingeniero Theóphile Seyrig. El carril de hierro se apoyaba como el actual en un grueso pilar circular de piedra, y los estudios de la orientación del viento permitieron la construcción de un cargadero estable que pronto aumentó la productividad de la carga. Constaba de dos niveles, lo que permitía que pon uno llegasen las vagonetas llenas y una vez suelta la carga fuesen izadas y devueltas a tierra por el nivel superior.
El actual lo confeccionó a marchas forzadas el grupo Gortázar Hermanos y la Basconia en 1.938, impulsado por Franco que aún tenía que nutrirse de mineral para la contienda. aprovecharon que el pilar no fue demolido y rápidamente lo pusieron en funcionamiento, con algunas mejoras como la introducción de una cinta transportadora que llevaba el mineral sin necesidad de introducir en el cargadero las vagonetas.
Las antiguas minas se utilizaron como escombreras o simplemente se camuflaron en el entorno como grandes hoyos cubiertos por vegetación como la más grande, la corta de El Pocillo, que supera los 200 metros de profundidad.
El cargadero de Dicido estuvo en funcionamiento hasta los años setenta y en 1986 se clausuró por la escasa rentabilidad frente a los camiones, cayendo en un estado de deterioro preocupante que para algunos expertos puede significar que se desmorone a causa del oleaje. Durante años se especuló con su demolición pero la declaración de bien de Interés Cultural de Cantabria ha permitido conservarlo.
Si queremos conocer otros restos y elementos relacionados con la historia minera de Mioño podemos acercarnos a la Plaza de los Mártires, junto a la Junta Vecinal y la carretera nacional 634, donde encontraremos una escultura Monumento al minero en Mioño, y unas pequeñas vagonetas que hacen de jardineras. También se ha conservado la Locomotora Anita 6, construida en 1909 para sustituir a la fuerza motriz de los animales que hasta entonces movían las vagonetas.
Consejos
Ya que el acceso al cargadero está cerrado, podemos o bien quedarnos en el mirador desde donde divisamos la silueta nostálgica del brazo de hierro de Dícido, o bien traspasar la valla, bajo nuestra propia responsabilidad que sigue el sendero hasta la pilastra que sostiene la estructura de hierro.
Aunque no requiere en absoluto esfuerzo físico ya que se trata de una ruta casi totalmente llana, no es mala idea llevar una botella de agua y una gorra o crema solar en los días de sol.
Si nos interesa la historia minera y en concreto el desarrollo industrial de la extracción de mineral en los alrededores de castro Urdiales, hay varios libros que tratan profundamente la temática de los diferentes cargaderos que existían en la zona, como el cargadero de Ontón, el de Ostende, el del puerto de Castro, o el proyecto no realizado del cargadero de los Pendios entre Cerdigo e Islares.
Como llegar al Cargadero de Dícido
El Cargadero de Dícido está junto a la playa de Mioño, pudiéndose llegar tanto en coche por la autovía A-8 desde Bilbao a Castro Urdiales, tomando la salida a Mioño; como en los autobuses (que recorren la nacional, es decir no los directos) que van de Castro Urdiales a Bilbao y viceversa.
Si estamos en Castro Urdiales tenemos que dirigirnos al camino detrás de la gasolinera de Brazomar (o por la escalera junto al supermercado Día) que nos llevará hasta el tunel que desemboca en Mioño. Es accesible a pié y en bicicleta.
Fausto Ruiz Menjibar
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Una maravilla, ahora a luchar para que recuperen el cargadero y toda la zona, como he leído que posiblemente haga el Ayuntamiento de CAstro-Urdiales, aun sabiendo lo costoso que puede ser, pero tambien, puede ser una gran zona turística para el futuro.
El Giróscopo Viajero
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Gracias Fausto. Así es, ojala se estimule su conservación como patrimonio histórico. El Cargadero de Dícido es único.
Fausto Ruiz Menjibar
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Cada vez que veo las fotografías, del cargadero y toda su historia, me recuerda mi juventud, y adolescencia, en un paraíso, incluso cuando funcionaban los vagonillos y el cargadero, pues había mucha gente trabajando, pero para mi era un sitio increíble, pues en pocas playas, tan pequeñas, había un rompeolas, para proteger el puente de vagonillos por donde bajaban y subían con el mineral de hierro, para el cargadero y vacíos con la inercia de la bajada, subían para la mina.
Por supuesto el rompeolas,( muro para nosotros),era una pasada cuando subía la marea. Y yo vivía a 50 metros del agua, de la mar.
Por eso lucho parque arreglen el cargadero, pues la zona es una maravilla, aunque sufriría algo con el turismo, pero la mayoría serían beneficios.
Hace unos cinco años volví, por penúltima vez y estaba todo muy bien, pero con el cargadero deteriorándose a pasos agigantados.
El Giróscopo Viajero
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Gracias por tus recuerdos del cargadero Fausto. Esperemos que no se pierda este patrimonio histórico de Mioño. Saludos!
Fausto Ruiz Menjibar
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Tirarnos al agua en el muro, hacer el salto del angel, con la marea subida, era subir a la gloria, y jugar al futbol con la marea bajada, era increible.
Ya digo una pasada. Una maravilla.
Pedro luis
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Cargadero de mioño .Es bonito toda su estrotura metalica no tiene ningun cordon de soldadura .Es remachado por bulones. Es una obara de arte en su epoca.
El Giróscopo Viajero
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Cierto Pedro Luis. El cargadero de Mioño es una joya del patrimonio industrial de Cantabria. Esperemos que no la perdamos por no dedicarle la atención y cuidado que merece.