Un fin de semana en Logroño, la cuna del buen vino

Las calles de Logroño siempre llenas de vida y animación. ©Itxaso Pedrueza.
Las calles de Logroño siempre llenas de vida y animación. ©Itxaso Pedrueza.

Cuando escuchamos a alguien nombrar a la ciudad de Logroño no podemos evitar pensar en sus grandes vinos, y por extensión en sus viñedos, bodegas…, así que tal vez animados por degustar esos grandes caldos, decidimos preparar un fin de semana en la ciudad riojana.

Unos días antes investigué sobre la ciudad para poder exprimir los dos días de visita y disfrutar de todo lo que ofrece esta pequeña urbe. Echando un vistazo a la web del Ayuntamiento de Logroño descubrí las numerosas actividades que se pueden realizar allí, desde poder visitarla en bicicleta, participar en una visita narrada por los lugares del vino hasta sobrevolar los viñedos y bodegas a bordo de una avioneta. Quizá para la próxima vez nos animemos a realizar alguna de estas opciones, pero esta vez queríamos disfrutar de la cultura y gastronomía, de la esencia de Logroño, pasear entre sus calles, descubrir los secretos de la zona histórica y conocer la historia de los Calados y Lagares.

Una vez en Logroño aparcamos nuestro coche en un pequeño parking en el mismo centro de la ciudad, GRATUITO, si, habéis visto bien, es de agradecer que en capital encontremos un aparcamiento sin coste, la verdad que esto anima mucho a los viajeros a acudir aquí.

Para alojarnos elegimos un hotel muy céntrico al lado del famoso Cubo de Revellín y la Puerta del Camino. Una vez depositadas nuestras maletas nos dirigimos a la Oficina de Turismo que se encuentra a dos pasos también, allí nos atienden muy amablemente y nos dotan de toda la información necesaria para conocer los entresijos de la ciudad, y con plano en mano nos vamos a comenzar nuestra andadura logroñesa.

Cubo de Revellin. ©Itxaso Pedrueza.
Cubo de Revellin. ©Itxaso Pedrueza.

La primera parada es el Cubo de Revellín, el único exponente que se encuentra de las Antiguas Murallas de la ciudad. El cubo de artillería, es una construcción militar, que protegía la ciudad de los atacantes. Hoy en día está totalmente restaurado, el acceso es libre y gratuito. Una vez dentro un amable guía nos entrega un folleto para que conozcamos la historia del Cubo, y nos indica el recorrido. Tras internarnos en su interior salimos conociendo un poquito más de la historia logroñesa.

Atravesamos la Puerta de Revellín o de Carlos V es la única que sobrevive en la actualidad, imponente con su gran escudo imperial. Después nos disponemos a perdernos en las ambientadas calles, nos dirigimos a la Calle Portales, una larga avenida acompañada de soportales con arcos repletos de comercios y restaurantes. Ésta calle tuvo numerosos nombres aunque sus vecinos siempre la llamaban la Calle Portales, hasta que finalmente el nombre se hizo oficial. De repente nos encontramos con la Catedral de Santa María de la Redonda, este edificio religioso se denomina así por compartir sede episcopal con otras dos, las de Calahorra y la de Santo Domingo de la Calzada. El estilo barroco se observa en sus torres, conocidas por Torres Gemelas por los logroñeses. También impresiona la fachada retablo en piedra, ideada por Juan Bautista Arbaiza.

Calle Portales y puerta del Revellín. ©Itxaso Pedrueza.
Calle Portales y puerta del Revellín. ©Itxaso Pedrueza.

En su interior se encuentran numerosas obras de arte, ya que no hay un museo religioso anexo, si no que todas las obras se exponen en la zona eclesial, concretamente en el Deambulatorio. Tras el retablo encontramos una obra de Miguel Angel, la Crucifixión, un pequeño óleo que atrae a muchos viajeros para disfrutar de la pintura.

Plaza del Mercado, Con Catedral. ©Itxaso Pedrueza.
Plaza del Mercado, Con Catedral. ©Itxaso Pedrueza.
Mercado de San Blas. ©Itxaso Pedrueza.
Mercado de San Blas. ©Itxaso Pedrueza.

Ya en la Antigua plaza del mercado, Alejandro Manzanares del Valle, técnico de Turismo del Ayuntamiento de Logroño, nos cuenta alguna anécdota de la zona. Al parecer la Catedral fue testigo de la quema de las famosas Brujas de Zugarramurdi. En Logroño la Inquisición decidió condenó a muerte a aquellas mujeres bajo la acusación de realizar brujería, siendo una de las últimas ejecuciones de este tipo. El Ayuntamiento aprovechando este retazo de la historia recrea año tras año este trágico suceso y se celebra una semana de la brujería en la que además de convertir el centro histórico en un mercado medieval, tienen lugar numerosos actos relacionados con las brujas.

Nuestro paseo por las calles logroñesas continúa y, de repente, nos encontramos con el Mercado de San Blas, un edificio maravilloso de estilo modernista que fue ideado por Fermin Alamo, discípulo del gran Eiffel. En su interior, además de poder comprar los mejores productos riojanos, se celebran numerosas actividades, como las Jornadas de Degustación que se celebran asiduamente o Ferias de Manualidades y eventos para niños.

Chuletillas al Sarmiento. ©Itxaso Pedrueza.
Chuletillas al Sarmiento. ©Itxaso Pedrueza.

Es la hora de comer, y no podemos dejar de probar las famosas chuletillas al Sarmiento. Así que nos ponemos manos a la obra y degustamos algunos de los platos más típicos de Logroño, como los puerros a la vinagreta, el chorizo o los pimientos asados. Nos faltaron las patatas a la riojana, pero lo dejaremos para la próxima vez.

Y nos vamos acercando a uno de los lugares que más curiosidad nos despierta, el Calado de San Gregorio. Pero antes pasaremos ante la Iglesia Imperial de Santa María de Palacio SXII y XIII, y de aquí llegamos hasta la Rua Vieja, una de las calles más importantes de la ciudad en épocas pasadas. Desde ella se ve el Centro de Cultura de la Rioja, una antiguo palacio con solera que agrupa numerosas actividades. El lugar reúne a jóvenes y no tan jóvenes, además es aquí dónde se concentran algunos de los calados y lagares más grandes, pertenecientes en aquellos tiempos a las familias más adineradas de Logroño.

Calado de San Gregorio. ©Itxaso Pedrueza.
Calado de San Gregorio. ©Itxaso Pedrueza.

Pero eso nos lo explica mejor Alejandro, nuestro guía de lujo, ya que gracias a él, y por supuesto al Ayuntamiento de Logroño, pudimos visitar el segundo Calado más grande de la ciudad, El Calado de San Gregorio. Además del Espacio Lagares dónde pudimos recorrer la sala mientras Alejandro nos contaba la historia de tan importante lugar.

Cartel de la tapa musical.
Cartel de la tapa musical.

El espacio Lagares es un centro multiusos que alberga en su interior los restos de uno de los lagares más importantes de la ciudad. Aquí los agricultores de la vid con menos poder adquisitivo podían almacenar la uva para obtener posteriormente el vino, era una especie de lagar comunitario. Hoy en día se ha reconvertido en un edificio que alberga numerosos eventos relacionados con la cultura, gastronomía y otras actividades. Todo ello hace posible que los visitantes y los logroñeses puedan acceder al lugar, de hecho aquí os dejamos algunas de los próximos acontecimientos que van a tener lugar en los Lagares de Logroño.

Los visitantes que realicen la reserva a través de la web del ayuntamiento podrán disfrutar de una Cata de vino y productos riojanos. Mientras disfrutan de la labor de artistas y/o artesanos que nos deleitarán con su arte mientras se realiza la cata.

Una vez visitado este espacio, y a tan sólo unos metros se encuentra el Calado, atravesamos una puerta forjada con la silueta del Rio Ebro al paso de la ciudad y nos adentramos en un lugar moderno, reformado para poder utilizar los espacios previos al calado. Bajamos unas escaleras llegamos a nuestro destino. El Calado está perfectamente restaurado y nos transporta a una época en la que el vino se elaboraba de una forma artesanal, cuando las familias al completo participaban de la creación de este magnífico producto.

Puerta.©Itxaso Pedrueza
Puerta.©Itxaso Pedrueza

Alejandro nos explica cómo elaboraban el vino, nos cuenta los entresijos de las tuberías que conectaban la parte superior con el calado y que se depositaban en barricas. También podemos ver los pequeños agujeros en el techo. Eran una especie de conducto de ventilación que servían para que el “tufo”, el monóxido de carbono que produce la fermentación, no se acumulara y provocase la “muerte dulce” a los que entraban en el calado. También podemos ver un pozo, ahora cubierto por un cristal, por el que se tenía acceso al agua del Ebro. Hoy en día esta sala sirve para realizar numerosos eventos, obvia decir que la acústica es maravillosa y por ello ha sido escenario de celebraciones musicales en varias ocasiones.

La visita llega a su fin, pero no podemos perdernos el ambiente de las calles logroñesas, y nos vamos de «poteo» (de vinos) por las famosas Calle Laurel, Calle San Agustin y Calle Albornoz, repletas de bares de todos los estilos que ofrecen variedad de vinos y sabrosos pinchos o tapas, en general con mucha elaboración. Otros pinchos no tan exquisitos, pero muy típicos, son la conocida Zapatilla (pan tostado con jamón y tomate), el Matrimonio (bocata de anchoas y pimiento verde), los Boletus con jamón del Bar Donosti, las patatas bravas, el Zorropito, las Quejas…. En fin, no se puede describir los olores y sabores que experimentamos así que os invito a que visitéis Logroño y podáis disfrutar de unos días rodeados de cultura, gastronomía y por que no, vino.

Agradecimientos a la Oficina de Turismo de Logroño, a Alejandro técnico en el Área de Turismo del Ayuntamiento de Logroño.

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