Berlín en bici. Fotogramas del pasado (parte II)

Nuestras mochilas se van llenando poco a poco de trocitos de Berlín, la ciudad que recorremos en bici desde hace unos días. Lo hacemos a un ritmo diferente, sin prisa, pero veloces. Estamos descubriendo una ciudad hecha de pasado que ha sabido convertirse en una ciudad moderna, que mira al avenir y se construye en presente. La calidez de la ciudad, su espíritu abierto y libre nos ha dado permiso para que la habitemos durante unos días eternos. Nos hemos fundido con sus habitantes, hemos disfrutado en sus biergarten, en sus rincones de huertos urbanos y espacios verdes, a orillas del río Spree,…Nos hemos divertido en sus noches luminosas y vibrantes.

Nos sentimos vivos en nuestros velocípedos atrapando fotogramas del pasado

Hemos empezado a comprender la necesidad que tiene la ciudad de Berlín de sentirse viva, de reinventarse, dejando a un lado un pasado que pesa demasiado, pero no olvidándolo, sino atrapándolo, invitándolo a formar parte de una ciudad que sin él que no puede construirse. Los berlineses han sabido conquistar los espacios del pasado integrándolos en su presente.

Montados en nuestros velocípedos, todavía nos queda mucho por ver de una ciudad que mantiene viva su memoria. Volvemos al viejo plano de los años ochenta de nuestra compañera de viaje, con el Muro de Berlín todavía en pie, buscando una vez más la ciudad de antaño en el ahora. Se suceden ante nuestras miradas lugares congelados en el tiempo, Berlín en fotogramas del pasado.

Entramos a otra época por la Karl Marx allee

Enormes edificios de estilo socialista de la URSS en la Karl Marx Allee

Era uno de los lugares a los que queríamos ir, la gran avenida de arquitectura socialista, hacer una incursión en el pasado de Berlín. Llegamos a la Karl Marx allee, y nada mas entrar en ella sentimos que estamos en otra época, parece como si nos metiéramos en la película La Vida de los Otros. De hecho la última escena de este film se rodó en la antigua librería Karl Marx Buchandlung, hoy un café en el que hay una pequeña exposición sobre la avenida Stalinalee y el estilo monumental wedding cake de los palacios obreros (Arbeiterpaläste im Zuckerbäckerstil).

Nos sentimos pequeños ante las dos torres, las Frakfurter Tor, ante estos edificios de ocho pisos de diseño socialista de la URSS de los años 50. La avenida es inmensa, con 2 kilómetros de largo y 89 metros de ancho. Imita a aquellas grandes avenidas de Moscú y Leningrado, es la primera avenida socialista de la Alemania comunista. Imaginamos a los soldados marchando en el desfile del Día del Trabajo en el Berlín oriental.

Estamos en el pasado, pero una vez ásm el presente ecuperó la Karl Marx Allee como otro punto neurálgico de la ciudad, donde los berlineses se reúnen en espacios de ocio, cafés, bares, ateliers,…y cómo no, en el Cine Internacional, Kino International, icono del cine de la Alemania Oriental, una sala con mucho encanto, un extraordinario edificio de cristal y piedra, en el que destacan relieves comunistas esculturales, interesante su decoración minimalista.

En la enorme Karl Marx Alee, la Torre de la Televisión de Berlín, la Fernsehturm guiándonos como un faro

Pedaleamos y parece que el bulevar no se va a terminar nunca, pero llegamos al final, a la Strausberger Platz, con la Torre de la Televisión de Berlín, la Fernsehturm mirándonos, siempre asomándose desde todos los rincones.

Torre de la Televisión de Berlín, la Fernsehturm, símbolo del Berlín Socialista

Guiándonos como un faro a lo largo de nuestro viaje por Berlín, la Torre de la Televisión de Berlín, la Fernsehturm, nos orienta en esta ciudad día y noche desde el barrio Mitte. Ahora llegamos de la Karl Marx allee, y tenemos su mirada puesta sobre nosotros. El edificio más alto de Alemania, 368 metros de altura que está siempre en el horizonte en esta ciudad hecha de pasado y presente.

Cuando el régimen socialista alemán quiso construir un monumento que representase el triunfo del socialismo, erigió en 1969 la Fernsehturm, y todos los alemanes podían verla desde los distintos puntos de la ciudad. La esfera debería recordar al satélite soviético Sputnik, haciendo patente la superioridad tecnológica de los países socialistas.

La Torre de la Televisión de Berlín, la Fernsehturm, símbolo del Berlín Socialista

Con la caída del muro se convirtió en símbolo de Berlín, y actualmente sigue siéndolo. Dejamos para otra ocasión las magníficas vistas panorámicas de 360º de la ciudad de Berlín para cuando regresemos. Los que suben a la plataforma panorámica giratoria o al “Telecafé”, restaurante giratorio, miran la ciudad de día o de noche, haciéndola suya.

Alexander Platz. Corazón del Berlín Oriental, corazón del Berlín reunificado

Por fin llegamos a Alexander Platz, corazón de la ciudad socialista en tiempos de la RDA. También aquí se rodó otra magnífica película: Good bye Lenin en la que el pasado socialista sobrevive en la mente de la madre del protagonista (y gracias a este) en un presente en el que las dos Alemanias se unen y miran hacia un futuro común.

En una de las plazas más grandes y conocidas de Berlín veo todavía esos edificios funcionalistas de estilo socialista. También inmuebles de estilo racionalista importado de Estados Unidos, el Berolinahaus y el Alexanderhaus. Hoy esta plaza está extrañamente solitaria – debe ser porque hay partido de fútbol, ya que normalmente hay un tremendo gentío – y la disfrutamos en este atardecer de la capital de Alemania, dando vueltas en nuestra bicicleta.

La Alexanderplatz, corazón de la ciudad socialista en tiempos de la RDA

Buscamos otros signos del pasado, el más evidente el reloj universal que muestra las horas (fusée) de las principales ciudades del mundo, el Urania-Weltzeituhr: un cilindro con los nombres de las ciudades grabados en aluminio, y un móvil que semeja el sistema solar y realiza una rotación por minuto. También la Fuente de la Amistad Internacional construida en los años 70, declarada monumento histórico; el techo abovedado de la Haus des Lehrers, la Casa del Profesor, con su friso característico del realismo socialista de los 60; y por supuesto la estación de tren, la Stadtbahnhof Alexanderplatz.

Hoy los centros comerciales y los rascacielos han contribuido a la mutación urbanística de la Alexander Platz, pero precisamente ese choque de estilos arquitectónicos de diferentes épocas la hace más fascinante.

Buscando la bohemia del pasado en el barrio de Prenzlauer Berg

Un viejo edificio de Prenzlauer Berg conserva el espíritu de aquel tiemo: «el capitalismo rige, destruye y mata».

En lo que era el Berlín oriental, en el barrio de Prenzlauer Berg buscamos el barrio obrero del pasado, la bohemia de antaño, aquel mundillo de artistas y disidentes del régimen. Ya no es tal, el barrio se ha aburguesado, pero sigue habiendo ese crisol cultural y generacional que encontramos en otros barrios de Berlín, con la predominancia de jóvenes. Se restauraron muchos edificios y se mantuvieron antiguas construcciones del siglo XIX con sus fachadas estucadas y patios interiores: los Gründerzeit, pertenecientes a la primera industrialización alemana.

Dejamos nuestras bicis y paseamos buscando las galerías, cines, tiendas de diseño, librerías,…Y nos metemos en el Kulturbrauerei, en su origen una pequeña fábrica de cerveza, hoy un complejo de edificios de estilo industrial alemán muy bien conservados. Paseamos por sus seis patios interiores comunicados entre sí, no nos sorprende encontrarnos un espacio de jazz, teatro, con cine y bares,…y una variada programación de ocio y entretenimiento. Berlín es diversión, y ha sabido restaurar viejos espacios para construir un presente lleno de vida.

El Kulturbrauerei, en su origen una pequeña fábrica de cerveza

Pasado y presente en los palpitantes patios de Hackeschen Höfe.

Aparcamos nuestras bicis en pleno corazón del barrio de Mitte, conocido popularmente como el barrio de los graneros muy lejos de la célebre Isla de los Museos.

Es uno de los lugares más peculiares de Berlín: ocho patios interiores conectados por pasajes diseñados por el arquitecto modernista Kurt Berndt. Fueron remodelados en los años 90 del siglo XX y han sido declarados Monumento Histórico.

El pasado vuelve a estos patios de Hackeschen Höfe al recuperar su concepto de construcción en el que se concebía una separación entre las zonas de vivienda, comercio, artesanía y cultura. Encontramos un pedazo del Berlín de antes en el Berlín de ahora. Ahí están claramente en los diferentes patios esa división: pasamos por el patio de apartamentos, oficinas, boutiques de moda, restaurantes, cafés, una librería, un cine, un teatro de variedades y varias galerías.

Atraveando el pasado por los patios de Hackeschen Höfe

El presente convive claramente con el pasado en los patios Hackeschen Höfe de Berlín. La modernidad actual en las tiendas de diseño magníficas, la extraordinaria boutique Ampelmann, y la app “scan” que permite saber la historia y los detalles de los patios de Hacke (en inglés y alemán), ¡el colmo de la modernidad!. El pasado se esconde en estos patios y tratamos de buscarlo.

El hecho de que sean patios cerrados, solo comunicados por pasajes, los hace enigmáticos. Tenemos la sensación de entrar en rincones misteriosos que nos abren las puertas a sus secretos más íntimos.

El primer patio nos conquista con sus fachadas de ladrillos barnizados polícromos, sus tranquilos cafés. Es el Endelscher Hof y está diseñado al estilo Jugendstil – que equivale en Alemania al Art Nouveau – por August Endell. La cultura vibra en este patio: obras de teatro, espectáculos innovadores en los estudios de artistas underground, música en el Teatro Chamäleon; cine de arte y ensayo en el cine Hackeschen Höfe Kino, donde nos metemos sin dudarlo, deseando entrar en alguna de esas salas para ver películas más que apetecibles.

Al lado del Hackeschen Höfe, entre graffittis contemporáneos, destaca el rostro de Ana Frank en ese callejón oscuro e íntimo. Una exhibición permanente “Anne Frank, aquí y ahora puede verse en el Anne Frank Zentrum, que nos habla de la historia y del presente. Nos cuenta la historia personal de Ana Frank conectándola al mundo en el que vivió.

El rostro de Ana Frank en el edificio que alberga la exhibición permanente “Anne Frank, aquí y ahora”

También en Hackeschen Höfe se encuentra el Museo Blndenwerkstatt Otto Weidt, sobre el empresario que escondió en su fábrica a familias judías durante la II Guerra Mundial. Hasta puede visitarse la habitación donde se escondían.

Encontramos de nuevo el pasado en el presente de Berlín, y continuamos nuestra búsqueda incansables.

La plaza Breitscheidplatz, corazón de Berlín occidental. Fusión de pasado y presente

Llegamos al corazón de Berlín oeste, el más comercial, a la avenida Kurfürstendam, y la plaza Breitscheidplatz, donde se encuentra la iglesia del Kaiser Guillermo construida a finales del siglo XIX. Nos impresiona ver su campanario en ruinas, aunque sepamos que fue bombardeado en la guerra. Dan escalofríos, pero nos parece que la decisión de haberlo dejado tal y como está es la acerada, aunque al principio pensara reconstruirse. El hecho de dejarlo así lo convirtió en todo un símbolo de la destrucción que causan las guerras, y en consecuencia, en un símbolo de la paz.

En la plaza Breitscheidplatz se fusionan pasado y presente

Su arquitectura de estilo neorománico contrasta con la iglesia moderna construida a su lado, con un diseño moderno, de planta octagonal, con las paredes compuestas de 20 mil cuadros de vidrio azul.

El conjunto es extraño, aún más sabiendo que estamos en el corazón comercial de Berlín oeste, y que todavía hoy continúa siéndolo. Lo atestigua el fantástico centro comercial Bikini Berlin, un centro comercial que tiene tiendas que hay en cualquier lugar del mundo, pero cuya diseño forma parte de la historia arquitectónica de la ciudad. Esa estructura semiindustrial, se conserva desde la década de los 50. En realidad el concepto de Bikini Berlín combina compras, trabajo, cine, hotel y oasis urbano, y el conjunto Zenturm am Zoo ideado por los arquitectos Paul Schwebes y Hans Schossberger (el Zoo de Berlín como elemento de atracción de la zona comercial) simboliza el paisaje urbano de la ciudad de Berlín Oeste. Otro elemento de aquella época que permanece y se integra en el espacio del presente.

Par completar el conjunto, está el magnífico Zoo Palast, el principal cine del Berlín occidental construido en 1957, que contribuye a la extrañeza del contraste de esta plaza. De estilo postracionalista, destruido por los bombardeos aliados, es un clásico olvidado y recuperado. Y pensar que en él se celebró el Festival Internacional de Cine de Berlín, la Berlinale, hasta 1999.

Entramos en una máquina del tiempo en el Zoo Palast, sede hasta hace poco de la Berlinale

Entramos en él y de nuevo parece que entramos en la máquina del tiempo. La reconstrucción del Zoo Palast se han conseguido mantener las formas tanto del interior como del exterior. Las dos cabinas de la entrada, con sus cristaleras onduladas, el juego de simetría, la luz tenue, roja, que alumbra el hall, la alfombra roja que nos conduce a las salas. Nos enamoramos de este cine que prontamente volverá a ser sede de la Berlinale, tras su integración en el mundo digital. Berlín en pasado, Berlín en presente.

La memoria contra el olvido

Stolpersteine: tropezando con el horror

Siegfried Zadek, Hulda Zadek, Hanna Zadek y Ruth Zadek, deportier 2.4.1942 tot im Ghetto Warschau rezan cuatro pequeñas placas doradas en la acera de una calle de nuestro barrio de Neukölln. La ciudad se para por unos instantes, todo se queda repentinamente en silencio, como si el tiempo se detuviera. Desconcierto, conmoción, rabia, tristeza…sentimientos repentinos que se suceden para después entremezclarse. Piedras en el camino que pueden hacer tropezar al caminante, Stolpersteine, en alemán. Gunter Demnig, un artista alemán, ideó un día este monumento homenaje a todos aquellos seres humanos deportados por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.

Piedras en el camino que pueden hacer tropezar al caminante, Stolpersteine. La memoria contra el olvido

Por todas las aceras de Berlín podemos ver estas placas con los datos de la persona conmemorada, que sobresalen ligeramente del nivel del suelo, lo que podría ocasionar un tropiezo al caminante. De esta forma, este puede inclinarse para leer lo que dice la inscripción y toparse de repente con el terrible pasado.

Una forma de luchar contra el olvido de actos abominables cometidos por los hombres contra seres de su misma especie. Huellas del pasado en el presente y el futuro de Berlín. La memoria contra el olvido.

La East Side Gallery: el Muro cubierto de color

Pedaleamos por Berlín, atravesando puentes, la torre de la televisión siempre presente, mirándonos desde el pasado. Edificios de otra época se mezclan con otros en construcción. A cualquier rincón que vayamos de Berlín, hay algún edificio construyéndose. En el horizonte se pierde un largo muro cubierto de graffitis de colores que mira hacia el río Spree. Ambos corren paralelamente, parece que las aguas del segundo quieren decirnos algo, nos susurran palabras que apenas comprendemos que nos hablan del muro y de los diseños que lo cubren.

Una de las galerías al aire libre más grandes del mundo, la East Side Gallery

Pero no nos extraña ver muros cubiertos de graffitis, en todas las ciudades del mundo los hay. Pero comenzamos a comprender, nos damos cuenta una vez más de que no estamos en una ciudad cualquiera. Visitar Berlín es vivir un vaivén continuo entre el presente y el pasado. Si no seguimos ese movimiento, no podremos comprender la ciudad.

Estamos ante el tramo más largo conservado del Muro de Berlín, ese muro que dividía una ciudad, un país, a la gente. Avanzamos en silencio en nuestras bicis, nos paramos ante los diferentes graffitis. Estos diseños de color no pueden acallar todo lo que quiere contarnos este muro. Lo hace a gritos, lo escuchamos, imaginamos el silencio que lo rodeaba en otra época, el miedo, la imposibilidad de cruzarlo.

Hoy es una de las galerías al aire libre más grandes del mundo, la East Side Gallery, donde más de 118 aristas de 21 países del mundo plasmaron su arte, queriendo cubrir un muro de separación y vergüenza de color, conquistándolo para los habitantes de Berlín. Y convirtiéndolo así en algo estéticamente bello, sin olvidar lo que representa. De nuevo huellas dolorosas de la memoria, Berlín contra el olvido.

Huellas dolorosas de la memoria, Berlín contra el olvido.

 La Guerra de Siria en el Muro de Berlín

Los berlineses se hicieron de tal forma con el que fue un Muro que dividía, que separaba, que una parte se destinó a exposiciones murales temporales. Nos bajamos de nuestras bicis para mirar despacio cada fotografía en tamaño gigante de la Guerra de Siria.

Miramos hacia el río y vemos la vida apacible de Berlín, la gente tumbada disfrutando del sol, del sonido del río, de los barcos surcándolos. Una boda, la gente feliz; de decorado, una ciudad de color: un cielo azul en el que juegan nubes despreocupadas, el rojo del ladrillo del impresionante puente de Oberbaum (Oberbaumbrücke), el verde de los árboles de la ribera,…

Un muro que nos habla de guerras presentes

Miramos hacia el Muro y entramos en ciudades sirias destruidas, vacías, grises, sin color, sin vida,…Los ojos de sirios que nos miran, que nos cuentan sus historias de guerra, que quieren que entremos en sus ciudades tristes y escuchemos lo que tienen que decirnos, aunque sus miradas nos dicen todo. Están lisiados, pero se mantienen erguidos, nos muestran graves su dignidad.

Berlín ciudad abierta, acogedora, hospitalaria, que se hace con uno de sus símbolos erigido con el fin de separar para unir, para abrirnos a realidades que parecen lejanas y sin embargo están ocurriendo, son nuestro presente, el de todos.

Tumbas de hormigón vacías en el centro de Berlín: Holocaust Mahnmal

Parece un enorme cementerio laberíntico el Holocaust Mahnmal

Amarramos nuestras bicis y caminamos por la zona que se encuentra entre Potsdamer Platz y la Puerta de Brandemburgo. El silencio reina en el ambiente, gente solitaria o en pequeños grupos camina entre las estrechas calles de un cementerio situado en una gran explanada. Un enorme cementerio gris, triste. Bloques de hormigón de diferentes tamaños que parecen tumbas.

Me meto entre las calles y una fuerza ajena me lleva a un laberinto que antes me parecía un cementerio. Entre las estelas de alturas dispares veo pasar a la gente que se cruza sin encontrarse. Miradas rápidas antes de seguir caminando. En alguna zona los bloques son enormes, superan nuestra altura con creces, imponen su presencia. El suelo se torna ondulado en algunas calles, liso en otras, y también oscuro, con luces y sombras amenazantes.

Estos 2611 bloques lisos de hormigón quieren contarnos algo, nos hablar de dolor, de horror, del Holocausto, de los millones de judíos asesinados en Europa. Estamos ante el Monumento al Holocausto (Holocaust-Mahnmal). Berlín, una ciudad que nos muestra su memoria, la nuestra, la de todos, contra el olvido.

El laberinto del Holocaust-Mahnmal, la gente se cruza sin encontrarse

Recorriendo el Memorial del Muro de Berlín en la Bernauer Strasse

Entre la antigua Alemania del este y la Alemania del oeste, entre los distritos de Mitte y de Wedding, recorremos despacio en nuestras bicis la Bernauer Strasse, por allí pasaba en Muro de Berlín y donde la división entre las dos Alemanias era más patente. Es extraño el silencio que hay en torno a todos estos monumentos de Berlin que simbolizan la inhumanidad, tanto del régimen nazi, como del régimen fronterizo de la RDA.

Pero hoy de nuevo los berlineses se han encargado de transformar estos lugares, dándoles vida. Hoy en la Bernauer Strasse visitamos el Memorial del Muro de Berlín: exposiciones al aire libre y en el interior, y Centro de visitantes y de documentación.

Mucha gente intentaba huir por la Bernauer Strasse

La gente pasea tranquila por las áreas verdes, los niños juegan y los paneles de imágenes están ahí presentes en las paredes de los edificios. Vemos imágenes de gente huyendo hacia el oeste, un soldado fronterizo de la RDA saltando una alambrada. Mucha gente intentaba huir por la Bernauer Strasse, incluso construyeron un túnel subterráneo. En muchos tramos se alzan barras metálicas que representan el muro, parecen los barrotes de una prisión. Presente y pasado unidos en un mismo tiempo, para no olvidar.

Se termina el viaje.

Nuestro viaje en el tiempo se termina, pronto abandonaremos las bicicletas que nos condujeron ágiles por las arterias de Berlín, mientras la brisa estival nos rozaba el rostro, ayudándonos a descubrirla desde otro punto de vista. Nuestro equipaje pesa más, pronto tendremos tiempo para reunir todos los pedazos de este puzle que es la ciudad de Berlín, para repasar los fotogramas del pasado, para comprenderla mejor. La urbe viva que se construye en presente, pero sin caer en el olvido.

Se termina el viaje en bici por Berlín. Llevamos las alforjas llenas de memoria

Agradecimientos

Gracias a Julia Rautenberg de Visit Berlín, porque gracias a ella tuvimos la suerte de descubrir Berlín.

Gracias a Cristina y Anja por acompañarnos y guiarnos por el Berlín del pasado y el presente. Ellas nos abrieron las puertas a una ciudad nueva para nosotros, conduciéndonos por sus laberintos más secretos. Los momentos compartidos en esta ciudad histórica quedarán en nuestra memoria.

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Artículo escrito por María Calvo Santos.

3 comentarios de “Berlín en bici. Fotogramas del pasado (parte II)

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